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LA ETAPA DEL EXODO III. Israel se establece en el Sinaí Ex.19 ;1-Nm 10;10v

LA ETAPA DEL EXODO

III. Israel se establece en el Sinaí (Ex. 19:1—Nm. 10:10). 
Israel llegó al Sinaí el 15 de junio de 1445 a.C. y se quedó allí durante once meses y cinco días (Nm. 10:11). Tres grandes eventos tuvieron lugar durante este tiempo, y son:
Los mandamientos de la ley (el requerimiento para que hubiese comunión). 
La corrupción del becerro de oro (la perdida de esa comunión). 
La construcción del tabernáculo (la restauración de esa comunión). Veamos ahora una introducción a estos eventos y una consideración de dichos sucesos. 

A. Una introducción a la acción del monte Sinaí. 
1. Israel llega al monte Sinaí y recibe la noticia de que Dios se encontrará con ellos en tres días. Tienen, por tanto, que lavar sus ropas y preparar sus corazones (Ex. 19:9,10). 
2. Dios se manifestó al tercer día en el monte Sinaí. acompañado de truenos, relámpagos, una nube espesa, sonido de trompetas, un terremoto, humo y fuego (Ex. 19:16-18). 
3. Moisés recibe la orden de subir al Sinaí para encontrarse con Dios. Durante este encuentro Dios le entrega oralmente los Diez Mandamientos y las setenta leyes que componen el libro del pacto. Moisés desciende entonces del Sinaí y le repite al pueblo las palabras de Dios (Ex. 19:20—23:33). 
4. El pueblo de Israel está de acuerdo con todo lo que Dios le ha dicho a Moisés (24:3). 
5. Moisés seguidamente escribe para constancia de Israel todo lo que les ha dicho, edifica un altar de doce columnas, y sacrifica sangre sobre él para satisfacer los acuerdos del pacto (24:4-8). 
6. Asciende otra vez a la cima del monte y esta vez le acompaña Josué en parte del camino (24:13). 
7. Permanece allí por cuarenta días, y en este tiempo recibe los diseños para el tabernáculo y dos tablas de piedra escritas por Dios mismo que contienen los Diez Mandamientos. Moisés ayuna durante todo este tiempo (Ex. 24:18; 31:18; 34:28; Dt. 9:9). 
8. Dios le indica que descienda inmediatamente para que trate el asunto del becerro de oro que se está desarrollando abajo (Ex. 32:7). 
9. Ora por Israel para que Dios no lo destruya (Ex. 32:11-13). 
10. Recoge a Josué a mitad de camino al bajar (Ex. 32:17). 
11. Nada más ver la terrible inmoralidad de Israel, rompe en pedazos las tablas de piedra que contenían los Diez Mandamientos (Ex. 32:19). 
12. Reprende a Aarón y juzga a Israel por segunda vez (32:20-29). 
13. Ora por Israel por segunda vez (32:30-32). 14. Ayuna después durante los siguientes cuarenta días (Dt. 9:18). 
15. Otra vez asciende al monte y Dios le ordena que talle otras dos tablas de piedra, donde el Señor volvería a escribir los Diez Mandamientos (Dt. 10:2). 
16. Dios le manda que haga un arca de madera de acacia y coloque en ella las dos tablas de piedra de la ley. Después Moisés regresa al valle con el arca (Dt. 10:5). 
17. Moisés pide ver la gloria de Dios y el Señor le responde: «Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro» (Ex. 33:19-23). 



B. Una consideración de la acción en el monte Sinaí. 
Los mandamientos de la ley de Dios. Había tres secciones básicas de la Ley de Moisés. 1. El código moral. Esta sección se conoce comúnmente como los Diez Mandamientos (Ex. 20:3-17: Dt: 5:7-21). 
a. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
b. No te harás ningún grabado ni escultura. 
c. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano. 
d. Acuérdate del sábado (reposo) para santificarlo. 
e. Honra a tu padre y a tu madre. 
f. No matarás. 
g. No cometerás adulterio. 
h. No hurtarás. 
i. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 
j. No codiciarás. 
2. El código espiritual. Esta sección trata de las ordenanzas que son todas ellas una prefiguración de Cristo y la salvación. (Véase He. 10:1.) Incluye las fiestas levíticas, ofrendas, etc. (Ex. 35—40; Lv.). 
3. El código social. Esta sección trata de los juicios y leyes divinas para el nuevo establecimiento que Dios prepara para Israel. Incluye normas sanitarias, de alimentación, cuarentenas, conservación de la tierra, impuestos, servicio militar, matrimonio, divorcio, etc. Hay como setenta regulaciones básicas en el código social. De éstas, veinte de las más importantes son: 
a. «Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado» (Ex. 21:20). 
b. «El que hiriere a su padre o a su madre, morirá» (21:15). 
c. «Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá» (21:16). 
d. «Ojo por ojo. diente por diente, mano por mano, pie por pie» (21:24). 
e. «Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá» (21:17).
 f. «Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo» (21:26). 
g. «Cuando alguno hurlare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas» (22:1). 
h. «Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, debe
rá dotarla y tomarla por mujer» (22:16). 
i. «A la hechicera no dejarás que viva» (22:18). 
j. «Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá» (22:19). 
k. «El que ofreciere sacrificio a dioses excepto solamente a Jehová. será muerto» (22:20). 
l. «Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto» (22:21). 
m. «A ninguna viuda ni huérfano afligiréis» (22:22). 
n. «Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura» (22:25). «Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás» (22:26). «Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamar e a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso» (22:27). 
ñ. «No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo» (22:28). 
o. «No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos» (22:29). 
p. «Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo» (23:4). «Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo» (23:5). 
q. «No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito» (23:6). 
r. «Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo: así harás con tu viña y con tu olivar» (23:10, 11). 
s. «He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado» (23:20). Dicho en forma simple, el código moral actuó como la revelación de la ley de Dios, el código social como la regulación de aquella ley, y el código espiritual como la realización de dicha ley: en Cristo. (Véanse Mt. 5:17, 18; Ro. 10:4.) 

C. La corrupción del becerro de oro (Ex. 32). 
1. Durante los últimos días del primer encuentro de cuarenta días de Moisés con Dios en la cima del Sinaí, los volubles israelitas que esperaban en el valle demandaron que Aarón les hiciera un dios. 
2. Aarón accede a la demanda, y usando los aretes de oro de las mujeres, los funde para crear un dios en forma de becerro de oro. 
3. Después del «culto de adoración», el pueblo se lanzó a una orgía de inmoralidad sexual. El verbo que se traduce por «regocijarse» o «divertirse» en 32:6 tiene el sentido de caricias sexuales. (Véase Gn. 26:8 para una situación similar.) 
4. Dios informa a Moisés en el monte de lo que está ocurriendo abajo y le declara su intención de destruirlos. Moisés, temblando, empieza a «debatir respetuosamente con la divinidad». Suplica a Dios que se aplaque en su furor por dos razones: 
a. A causa de sus enemigos (32:12). 
b. A causa de sus amigos (32:13).
5. Moisés y Josué vuelven al campamento, y Moisés, con justa indignación, quiebra las dos tablas de piedra que contienen los Diez Mandamientos. Entonces quema el becerro de oro, lo reduce a cenizas, lo mezcla con agua y hace que el pueblo lo beba. 
6. Reprende a Aarón y demanda saber quién está del lado del Señor. Todos los de la tribu de Leví declararon estar de su lado, y desde aquel día fueron escogidos para ser sacerdotes de Dios. 
7. Dios les envía una plaga para castigarles por su pecado y ordena la ejecución de 3.000 de los líderes de aquel episodio.

D. La construcción del tabernáculo (Ex. 25—31: 35— 41; Lv.). 
1. Una descripción general del tabernáculo: 
a. Las tres secciones; el patio exterior, el atrio interior y el lugar santísimo. El patio exterior estaba cerrado por una cerca de 150 pies (45 m) de largo, por 75 pies (22,5 m) de ancho y 7,5 pies (2,25 m) de alto. En el centro se hallaba una carpa de 45 pies (13,5 m) de largo, por 15 pies (4,5 m) de ancho y 15 pies (4,5m) de alto. Había dos habitaciones en esta carpa, separadas por un velo grueso. El cuarto o sección oriental de esta carpa (todo el tabernáculo estaba orientado hacia el este) se llamaba el lugar santo, y la parte occidental era el Lugar Santísimo. La carpa estaba compuesta de cuarenta y ocho tablas, cubiertas por cuatro cortinas diferentes. Tres de ellas de pieles de animales y la cuarta de lino fino. Los colores de estas cortinas eran blanco, a/.ul, púrpura y rojo. 
b. Los diversos materiales que emplearon fueron: oro 3.140 lb (1.422 kg), plata 9.575 Ib (4.337 kg), y bronce 7.540 Ib (3.415 kg). pieles de animales, madera de acacia, aceite de oliva, especias, y piedras de ónice. 
c. Supervisor general: Bezaleel. nieto de Hur de la tribu de Judá. 
d. Tiempo que tardaron en construirlo: seis meses aproximadamente. 
e. Método de construcción: el tabernáculo fue el resultado de manos y corazones voluntarios. La casa de Dios fue financiada por el pueblo de Dios, y no mediante cenas, rifas o loterías. Algunos de los versículos más inspiradores del Antiguo Testamento hablan de este espíritu de generosidad y sacrificio (35:5,21, 22, 29)." Otra preciosa verdad que aparece durante la edificación del tabernáculo fue el hecho de que Dios observaba personalmente la donación de cada ofrenda que era entregada, sin importar lo pequeña que pudiera ser. Esto se indica dramáticamente en Números 7, donde aparece que doce personas diferentes dan doce diminutas cajitas de oro con incienso. A pesar de que dichas ofrendas eran iguales y de poco costo, Dios, no obstante, reconoció a cada ofrendante y cada presente. (Véanse también Ap. 2:2,9. 13: 3:1,8, 15.) 

2. El mobiliario del tabernáculo. Había seis objetos principales: 
a. El altar de bronce (Ex. 27:1-8; 38:1-7). Esto era lo primero que encontraba el que entraba al tabernáculo por la parte este. Era una estructura semejante a una caja hecha de madera de acacia recubierta de bronce. Tenía aproximadamente 7.5 pies (2,25 cm) por cada lado, y 3 pics (1,25 cm) de alto. A media altura del altar había una rejilla. Había también un cuerno colocado en cada esquina del altar para sujetar los animales que eran ofrecidos en este altar. 
b. La fuente de bronce (Ex. 30:18; 38:8). Dicha fuente descansaba sobre una base también de bronce. Se llenaba de agua que usaban los sacerdotes para sus abluciones ceremoniales de manos y pies. 
c. La mesa para el pan de la proposición (Ex. 25:23-30: 37:10-16). Esta mesa estaba hecha de madera de acacia y recubierta de oro. Sobre esta mesa se depositaban doce piezas de pan que se renovaban cada semana, una por cada tribu de Israel. Medía aproximadamente 1.5 pie (46 cm) de ancho, por 2,5 pies (76 cm) de alto. La mesa, a diferencia de los dos primeros muebles, estaba dentro de la tienda. instalada en la parte de la primera habitación. 
d. El candelabro de oro (Ex. 25:31-40; 37:17- 24). Este era uno de los objetos más adornados del tabernáculo. Era de oro puro, y consistía de un tronco vertical del que salían tres pares de brazos para cada lado que se doblaban hacia arriba. 
Las lámparas eran despabiladas cada mañana y tarde y no debían apagarse nunca todas al mismo tiempo. Había que abastecerlas regularmente con aceite puro de oliva. 
Su fabricación requirió 107 libras (49 kg) de oro puro y costó aproximadamente unos 175.000 dólares. La tradición judía afirma que el candelero era de 5 pies (1,5 m) de altura y 3,5 pies(1.06 m) de ancho. Estaba también colocado en el llamado lugar santo. 
e. El altar del incienso (Ex. 30:1-10: 37:25- 28). Esta mesa cuadrada de madera de acacia, recubierta de oro, de 1,5 pie de lado por 3 pies de alto (46 cm de lado y 90 cm de alto), era el símbolo de la oración. El incienso se quemada cada mañana y tarde en esta mesa (Ap. 8:3,4). Una vez al año los cuernos de este altar eran manchados con sangre. El altar del incienso ocupaba la parte oeste del lugar santo. 
f. El arca del pacto (Ex. 25:10-22: 37:1-9). Este era el objeto más importante de todo el tabernáculo. Estaba hecho también de madera de acacia y recubierto de oro puro por dentro y por fuera. Medía 4 pies (1,22 m) de largo. 2 pies (61 cm) de alto. Contenía en su interior varios objetos; los más importantes eran las dos tablas de piedra sobre las que estaban escritos los Diez Mandamientos. La tapa de del arca estaba hecha de oro macizo y se le llamaba el propiciatorio. Encima había dos querubines de oro. Una vez al año, durante el gran día de la expiación en el mes de octubre, el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo (que estaba separado del lugar santo por un velo grueso) y derramaba sangre sobre el propiciatorio por los pecados del pueblo. Por encinta de todo el ornamento del arca moraba el Shekinah. la nube de la gloria de Dios, que era la manifestación de su presencia. Vemos aquí la que es quizá la más extraordinaria verdad del tabernáculo: lo que había en medio de la ley quebrantada por el hombre, que no la había podido cumplir, y la santa y justa ira de Dios era la sangre de un cordero. 

3. El sacerdocio del tabernáculo. 
a. Su ordenación. Una de las ceremonias más impresionantes del Antiguo Testamento era sin duda la consagración de un joven varón levita al sacerdocio de Israel. El sagrado procedimiento se desarrollaba de la siguiente manera: 
(1) Era primeramente lavado con agua (Ex. 29:4). 
(2) Después era vestido (29:5). 
(3) Seguidamente era ungido con aceite (29:7). 
(4) Finalmente tenía que identificarse a sí mismo con un sacrificio (29:15-20). Esto lo hacía colocando su mano sobre la cabeza de un cordero moribundo. La sangre del cordero era entonces puesta sobre su oreja derecha, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el dedo gordo del pie derecho.



b. Su vestimenta. Damos a continuación una descripción de la vestimenta que llevaba el sumo sacerdote (Ex. 28:2-43). 
(1) El efod. Era una prenda exterior de vestir, sin mangas, que llegaba desde los hombros hasta por debajo de las rodillas. Consistía de dos piezas, una que cubría la espalda y la otra la parle delantera del cuerpo, que se unían en los hombros mediante unos tirantes, que tenían encima dos piedras de ónice montadas sobre oro. En cada piedra estaban grabados los nombres de seis tribus de Israel. El efod estaba entretejido en tela azul, púrpura, rojo y lino torcido, bordado con figuras de oro. Se sujetaba al cuerpo mediante un cinturón. 
(2) El pectoral del juicio (28:15-20). Una pieza cuadrada de tela, sujeta al efod sobre el corazón del sacerdote, sobre el cual había doce piedras preciosas montadas sobre oro y arregladas en cuatro hileras. Encima de las piedras estaba grabado el nombre de las doce tribus de Israel.
(3) El Urim y el Tumin (28:30). Es incierta la naturaleza de estas vestimentas. Las palabras hebreas literalmente significan «luces» y «perfección». Podía haber sido dos piedras especialmente costosas. Algunos piensan que eran usadas por los sumos sacerdotes en tiempos de crisis para determinar la voluntad de Dios. (Véanse Nm. 27:21; I S. 28:6.) 
(4) El manto del efod (28:31-35). Esta era una prenda de vestir, de color azul y sin costura, que llevaban debajo del efod y era un poco más larga que él. A lo largo del dobladillo del bajo del manto había granadas de tela azules, moradas y rojas, y campanillas de oro que sonaban cuando el sacerdote servía en el templo. 
(5) La mitra (28:36-38). Este era el turbante de lino fino que llevaba el sacerdote sobre su cabeza. En el frente portaba una lámina de oro con las palabras «Santidad a Jehová» grabadas en ella. 
c. Sus deberes. 
Las varias responsabilidades del sacerdocio caían bajos dos categorías básicas: 
(1) Las del servicio en el templo. Estas incluían el quemar el incienso, cuidar de las lámparas, colocar el pan y ofrecer sacrificios (Nm. 3:5-9). 
(2) Aquellas de servicio personal. Examnar a las personas impuras, especialmente los leprosos, instruir al pueblo de Israel en la ley de Dios, y cuidar en general del bienestar espiritual del pueblo (Nm. 6:23-27: Dt. 17:8. 9). 
d. Sus obligaciones personales. 
(1) No debían consumir bebidas alcohólicas (Lv. 10:9). 
(2) No deberían raparse la cabeza ni afeitarse la barba, ni hacerse heridas en el cuerpo (Lv. 21:5). 
(3) No podían casarse con una prostituta, mujer viuda o divorciada, o con alguien de otra tribu. Su esposa debía ser una virgen de la tribu de Leví (Lv. 21:7, 14). 
(4) No podían tener ningún defecto corporal, tales como ser ciegos o paralíticos (Lv. 21:16-21). 

4. Las ofrendas del tabernáculo. 
a. Había cinco ofrendas principales y cada una de ellas es descrita en capítulo aparte en Levítieo 1—5. (1) Los holocaustos (Lv. 1). 
(2) Las ofrendas de harina (2). 
(3) Los sacrificios de reconciliación (3). 
(4) Los sacrificios por el pecado (4). 
(5) Ofrendas expiatorias (5). 

b. Estas cinco ofrendas pueden ser clasificas en dos categorías generales: 
(1) Las ofrendas cuyo propósito era restaurar la comunión. Estas incluían las ofrendas por el pecado y las expiatorias. 
(2) Aquellas otras ofrendas cuyo propósito era mantener la comunión. Estas incluían los holocaustos, las ofrendas de harina y las ofrendas de paz. La ofrenda especial de la vaca de pelo rojizo que se cita en Números 19 está también incluida en esta categoría. 

5. Las fiestas sagradas del tabernáculo. Había nueve fiestas especiales y tiempos de descanso en el calendario judío. Las primeras tres recordaban al creyente la obra creadora de Dios y las otras seis su obra redentora. 
a. Su obra creadora.
(1) El reposo semanal (Sabat) (Ex. 20:8- II; Lv. 23:1-3). 
(2) La fiesta del reposo de la tierra en el año séptimo (Ex. 23: 10, 11; Lv. 25:2-7). 
(3) La fiesta del año del jubileo o fiesta del perdón (Lv. 25:8-16). Nota: Estas tres hablan de la creación de Dios, al venir en ciclos continuos de siete, como Dios descansó en el día séptimo. 
b. Su obra redentora. 
(1) La fiesta de la Pascua (Lv. 23:4-8), habla del Calvario (1 Co. 5:7). 
(2) La fiesta de los primeros frutos (Lv. 23:9-14), habla de la resurrección (1 Co. 15:23). 
(3) La fiesta de Pentecostés (Lv. 3:15- 25), habla de la venida del Espíritu Santo (Hechos 2).
(4) La fiesta de las trompetas (Lv. 23:23- 25). habla del rapto y de la segunda venida (1 Ts. 4:13-18). 
(5) La fiesta del día de la expiación (Lv. 23:26-32). Esta habla de la tribulación (Ap. 6— 19). En el hebreo es la llamada Yom Kippurim y se celebra el 10 de octubre de cada año. El orden del servicio de esta día tan importante aparece detallado en Levítico 
(a) El sumo sacerdote tenía que ofrecer un becerro en sacrificio por sí mismo. Los predicadores también necesitan ser salvos y santificarse. 
(b) Tenían que echar suertes sobre dos machos cabríos para determinar cuál sería sacrificado y a cuál dejarían escapar por ser Azael. 
(c) Luego el sumo sacerdote rociaba siete veces el propiciatorio con la sangre del becerro y del macho cabrío. 
(d) Finalmente pondría sus manos sobre el macho cabrío vivo, confesaría sobre él todos los pecados de Israel, y después señalaría a un hombre para dirigirlo [al macho cabrío] al desierto. 

(6) La fiesta de los tabernáculos (Lv. 23:33-44), esta habla del milenio (Ap. 20:1-6).
 c. Para representar el programa completo de la salvación


6. El manual del tabernáculo. 
En los restantes capítulos del libro de Levítico tenemos una serie de ordenanzas sobre lo que hay que hacer, o no hacer, en relación con la vida religiosa, social y física de cada israelita. 
a. Podían comerse ciertos alimentos, pero otros debían evitarse. La invitación que Dios hizo a Noé para comer de toda clase de animales (Gn. 9:3) es ahora limitada. 
b. Dos capítulos (Lv. 12; 15) son dedicados a instrucciones acerca de la limpieza ceremonial relacionada con el sexo y el dar a luz. Debemos señalar aquí que la Biblia no equipara en absoluto en ninguna parte el pecado con el sexo o el dar a luz. Lo que sin duda alguna Dios estaba intentando hacer mediante estas leyes era enseñar la trágica verdad de que todos los hombres nacen con una naturaleza de pecado (Ro. 5:12). 
c. Lo relacionado con la lepra ocupa dos capítulos (13— 14). 
Esta es la primera mención de la palabra lepra, y. a partir de este momento, la lepra viene a ser un símbolo del pecado. Entre los muchos miles de leprosos que hubo en los tiempos del Anti-Testamento, sólo dos se registran que fueron sanados por Dios. En Números 12 se nos dice que María, la hermana de Moisés fue sanada: y en 2 Reyes se nos dice que lo fue Naamán. 
d. En Levítico 17 se discute lo concerniente a la sangre, y se expresa allí un gran principio bíblico: «... la misma sangre hará expiación de la persona» (17:11; véase también He. 9:22). 
e. Los capítulos 18—21 tiene que ver con la separación personal. Notemos los siguientes mandamientos como aparecen en la Versión Popular de la Biblia: «Ningún hombre debe acercarse a una mujer pariente cercano para tener relaciones sexuales con ella» (18:6). «No te echarás con varón como con mujer; es abominación» (18:22). «El hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir: serán apedreados...» (20:27). Una lista específica de las regulaciones que hallamos en este manual, incluiría: 
(1) Concernientes a la dieta. (a) Vida animal (Lv. 11:2, 3). (b) Vida marina (11:9). (c) Vida de las aves (11:20). (d) Vida de los insectos (11:21, 22). 

(2) Concernientes a la maternidad (Lv. 12). 

(3) Concernientes a la lepra (13— 14). (a) Reconocimiento del leproso (13:2.3). (b) Normas para el leproso (13:45- 56). (c) Restauración del leproso (14:2, 3). 

(4) Sobre asuntos relacionados con el cuerpo (Lv. 15). 

(5) Concerniente a la moralidad entre familiares (18). (a) El padre (18:7). (b) La madre (18:8). (c) La hermana (18:9). (d) La nuera (18:10). (e) La tía (18:12). (f) El tío (18:14). (g) La cuñada (18:16). 

(6) En relación a la justicia y buena voluntad (Lv. 19). 

(7) Sobre la apostasía (20:1 -9). (a) La adoración de Moloc (20:3). (b) Consultar a adivinos (20:6). (c) Maldecir a los padres (20:9). 

(8) Sobre la perversión (20:10-21). (a) Adulterio (20:10). (b) Incesto (20:12). (c) Sodomía (20:13), (d) Poligamia (20:14). (e) Exhibición indecente (20:17). 

(9) En relación al rescate de familiares (25:47-49). 

(10) Concerniente a la desobediencia (Lv. 26). (a) Declaración del principio (Lv. 26:1-13). (b) El castigo establecido (26:14, 15). 

[ 1 ] El primer castigo (26:14,15). 
[2] El segundo castigo (26:14, 15). 
[3| El tercer castigo (26:21, 22). 
[4] El cuarto castigo (26:23- 26).
[5] El quinto castigo (26:27- 31). (c) El castigo seguro (26:32-39). 
(11) Concerniente a la dedicación (Lv. 27). 

7. La dedicación del tabernáculo (Ex. 30:22-33; 40:32-35). 
Esta fue la dedicación del edificio más importante que jamás se haya construido en la tierra. Hubo, sin embargo, un evento trágico que nubló lo que hasta ese momento era una feliz celebración, y fue la muerte de Nadab y Abiú, los dos sacerdotes hijos de Aarón. Estos dos jóvenes tuvieron la insensatez de ofrecer fuego extraño a Jehová. Además, el relato parece indicar que ambos estaban embriagados en ese momento. (Véase Lv. 10.) 

8. El censo del tabernáculo (Nm. 1:1-54). Hubo dos ocasiones en que Israel fue censado durante su peregrinaje de Egipto a Palestina. La primera vez es aquí, en el Sinai, el 15 de abril (véase Nm. 1—2), y la segunda tuvo lugar treinta y ocho años después en el desierto de Moab (Nm. 26). El censo de este momento fue para contar a todos los hombres de veinte años para arriba. El total fue de 603.550 hombres. Es triste saber que de todos estos hombres, 603.550 en número, 603.548 perecerían más tarde en el desierto (véase Nm. 14:29). Josué y Caleb fueron los únicos dos que entrarían años después en Canaán. Mucho se ha especulado sobre las cifras de este censo. Si las lomamos literalmente nos llevan a pensar en una población total hebrea de más de dos millones de personas. El problema, por consiguiente, se produce en relación con el cuidado y alimentación de esta multitud durante los casi cuarenta años que pasaron en aquel desolado y árido desierto. Se ha estimado, por ejemplo, que se requerirían unos cincuenta vagones de ferrocarril diarios cargados de maná para alimentarlos. Aparte, por supuesto, estarían las necesidades físicas de los miles de animales que iban con ellos. Las necesidades de agua serían inmensas, se calculan en doce millones de galones (unos cuarenta y cinco millones de litros) diarios. Pensemos simplemente en el espacio mínimo necesario para acomodar a todas estas personas cuando acamparan cada noche; ocuparían sin duda unas cien millas cuadradas (unos 259 kilómetros cuadrados). Algunos han intentado resolver estos problemas reinterpretando algunas palabras de diferente manera. Por ejemplo, han sugerido que la palabra hebrea elep que se traduce generalmente por «miles», se podría fácilmente traducir mediante las palabras «familia» o «clan». Esta manera de entenderlo nos daña unas 603 familias, que calculando contribuirían con un promedio de cinco soldados cada una, nos daría un total de unos 3.015 hombres de guerra. Suponiendo que cada hombre estuviera casado y tuviera dos hijos, llegaríamos a una cifra total de unos quince mil israelitas. Pero este abordamiento crea más problemas de los que resuelve. Gleason Archer escribe: «Cierto es que hay un ’elep que significa familia o clan (Jue. 6:15; 1 S. 10:19, etcétera) pero se ve con toda claridad, en los capítulos numéricos (Nm. 1—4; 26), que por ’elep se da a entender “un mil”, porque la unidad inmediatamente inferior a este ’elep es me 'ót. que traduce “cientos” (tal como en Nm. 1:21, 23, 25. etcétera). Lo más que “una familia” podría contribuir a las fuerzas armadas de la nación hubiera sido un promedio de cuatro o cinco hombres, y sería absurdo suponer que se mencionaran “cientos” como la siguiente unidad numérica inferior luego de mencionar contingentes que en promedio eran de cinco hombres cada uno. Una corroboración adicional la da el total del dinero del rescate—a un promedio de medio sido por cabeza que se registra en Éxodo 38:25 y que fue de 100 talentos, 1775 sidos. Puesto que 3000 asidos constituían un talento, el resultado final es exactamente 603.550 contribuyentes. Por lo tanto, podemos decir, sin temor a equivocamos, que según el manejo objetivo de la evidencia textual, no puede sostenerse ninguna otra tesis que no sea que 'elep significa “mil” en sentido literal.» (Gleason L. Archer, Reseña crítica de una introducción al Antiguo Testamento, Editorial Portavoz, pp. 272, 273.) En este número no estaban incluidos los hombres de Leví, que era la tribu que quedaba excluida del censo. El número total de los que componían el sacerdocio levítico, según Números 4:48, era de 8.580. Si la población estimada de Israel en aquel tiempo (como dos millones) es dividida por el número de sacerdotes (8.580), tenemos que cada sacerdote era responsable por unas doscientas treinta y tres personas. La tribu más numerosa era la de Judá (74.600) y la más pequeña era la de Manasés con 32.200. Los descendientes de los tres hijos de Leví, Gcrsón, Coat y Merari, fueron puestos al cuidado de todo el tabernáculo. El plan original de Dios era, por supuesto, que los hijos primogénitos de todas las tribus sirvieran como sacerdotes (Ex. 13:1), pero debido al constante pecado de Israel, se limitó a escoger a los levitas (Nm. 3:11-13). El sacerdote tenía que tener treinta años de edad antes de que pudiera entrar completamente al servicio de Dios (Véanse Nm. 4:3; Le. 3:23.) 



9. El arreglo de las tribus alrededor del tabernáculo (Nm. 2:1 -34). Debemos notar especialmente los arreglos de ubicación de las distintas tribus. 

En el este estaban Isacar. Judá y Zabulón. En el oeste se hallaba Benjamín. Efraín y Manasés. En el norte estaban Aser, Dan y Neftalí, mientras que el sur estaba ocupado por Gad, Rubén y Simeón. La tradición rabínica sugiere que Judá (el líder de la parte este) llevaba un estandarte verde porque la piedra con su nombre grabado que llevaba el sumo sacerdote en el pectoral era una esmeralda, y su emblema era un león a causa de la profecía de Génesis 49:9. Rubén, líder del flanco sur, portaba un estandarte rojo para conmemorar su nombre escrito en una piedra de sardio. Su emblema era una cabeza humana. Efraín era la tribu principal del lado oeste, y desplegaba una bandera dorada porque su nombre estaba grabado sobre una piedra dorada; su emblema era un buey, porque se decía que José, su progenitor, fue elevado al poder en Egipto por medio de la visión de una vaca (Gn. 41:1-32). Y, por último, el color de Dan, la tribu principal en el norte, era rojo y blanco, porque su piedra era de jaspe, y su emblema era un águila. No estamos seguros, por supuesto, de cuánto de esto está basado en hechos reales. Es cierto, sin embargo, que combina bien con las visiones de Ezequiel y Juan (véanse Ez. 1 y Ap. 4). 

10. El voto de los nazareos en el tabernáculo (Nm. 6: 1-21). Esto tiene relación especialmente con aquellas personas (hombre o mujer) que deseaban consagrarse al Señor en una manera más completa, bien por vida o por un cierto período de tiempo. Las normas eran: 
a. No podía probar los frutos de la viña en ninguna de sus formas (uvas, vino, sidra, vinagre, etc.) 
b. No podía corlarse el cabello. 
c. No podía estar en contacto con ninguna persona muerta. El más conocido de todos los nazareos del Antiguo Testamento es. por supuesto, Sansón (Jue. 13:7). 

11. La gran bendición del tabernáculo (Nm. 6:22- 27). «Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová le bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré» (Nm. 6:22-27)

12. Las dos trompetas de plata del tabernáculo (Nm. 10:1-9). Estas dos trompetas tenían que tocarse en cuatro  ocasiones específicas. 
a. Para reunirse (v. 2). Si sonaban ambas trompetas, todo el pueblo tenía que congregarse a la puerta del tabernáculo (v. 3). Pero si solamente sonaba una trompeta, sólo debían acudir los líderes principales, los jefes de las tribus (v. 4) 
b. Para avisar en caso de ataque (v. 5). 
c. Cuando Israel mismo tuviera que salir a la guerra (v. 9). 
d. En las fiestas establecidas en Israel (v. 10)