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LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 26,27,28,29,30

 Paso veintiséis: del monte Tabor (¿?) a Capernaum (Mt. 8:1, 5-13; Le. 7:1-10) 

A. Noveno milagro: curación del siervo de un centurión (M t. 8:13; Le. 7:10). 

B. Jesús se maravilla de la fe mostrada por este soldado gentil. 1. «No soy digno de que entres bajo mi techo.» 2. «Solamente di la palabra, y mi criado sanará.» 

C . Le entristece el hecho de que muchos gentiles como éste se sentarán un día con Abraham (el padre de la fe) en el cielo, m ientras que muchos judíos serán echados al infierno. Jesús se m aravilló en dos ocasiones de la fe de los individuos, y ambos eran gentiles. Uno fue el centurión romano que aparece aquí (M t. 8:10) y el o tro fue una mujer cananea (M t. 15:28). Por el contrario, de lo único que se pudo maravillar acerca de la nación de Israel fue de su trágica incredulidad (véase Mr. 6:6). 


Paso veintisiete: de C apernaum a Naín (Le. 7:11-17, 36-50) 

A. Décimo milagro: resurrección del hijo de la viuda (Le. 7:14). 

1. Lleno de com pasión le dice a la viuda que deje de llorar. 

2. Tocó el féretro y mandó al joven que se levantara. 

3. Se lo entregó a su madre. 

4. A causa de este milagro es reconocido como un gran profeta de Dios. 

B. S egunda parábola: los dos deudores (Le. 7 :4 1 ,4 2 ). 

1. N uestro S eñ o r estaba com iendo en la casa de un fariseo llam ado Sim ón. 

2. U na m ujer de m ala reputación en tra calladam ente y (para sorpresa de los fariseos) hace lo siguiente: a. E m pezó a llo rar y regar con sus lágrim as los pies de Jesús. b. D espués los besaba y los secaba con sus cabellos. c. Los ungió con perfum e. 

3. Sabiendo que Sim ón le condenaba en su mente por perm itir las acciones de la mujer, el Señor le relata la parábola de un acreedor que perdona a dos de sus deudores, a uno quinientos denarios y al otro cincuenta. • 

4. D espués le pregunta a Sim ón cuál de ellos am ará m ás al prestam ista. 

5. F inalm ente relaciona la parábola con Sim ón y la m ujer. a. Sim ón no le ha d ad o el beso de bienvenida, pero la m ujer ha besado sus pies. b. Sim ón no ungió su cabeza con aceite, p ero la m uje r le ungió los pies con perfume. 

Paso veintiocho: de Naín a su segunda cam paña de predicación en Galilea (Mt. 12:46-50; 13:1-52; Mr. 3:19-35; 4:1-34; Le. 8:1-21; 12:10; 13:18-21) 

A. Le acompañan en este viaje sus discípulos y algunas mujeres mayores, tales como María Magdalena, Juana (la esposa del intendente de Herodes) y otra llamada Susana (Le. 8:1-3). 

B. Le acusan de estar fuera de sí y se convierte en m otivo de preocupación para sus fam iliares (M r. 3:21). 

C . Tercera parábo la: sujeción de un hombre fuerte (M r. 3:22-30). 

1. Le acusaban de echar fuera los demonios por B eelzebú, el príncipe de los demonios. 

2. El señala la in sensatez de tal acusación al preguntarles: »¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?» 

3. Continúa recordándoles que una casa dividida contra sí mism a no puede permanecer. 

4. Y concluye declaran d o que nadie puede en trar en la casa de un hom bre fuerte para robar a menos que an­tes lo ate. 

Esto es, por supuesto, lo que el Señor ha hecho con Satanás. 

5. Finalmente les advierte que acusarle de estar cooperando con Satanás es un pecado a los ojos de Dios que nunca será perdonado. 

D. Le anuncian que su madre y hermanos están esperando para verle, y él usa la oportunidad para decirles que todo aquel que hace la voluntad de Dios es su hermano, hermana y madre (M r. 3:31-35: M t. 12:46-50; Le. 8:19-21). 


E. Tercer sermón: sobre los ejemplos del reino (M t. 13:1- 52; Mr. 4 :!-3 4 ; Le. 8:4-18; 13:18-21). N ota: El térm ino «reino de los cielos», tal como lo usa Jesús, puede referirse a uno (o ambos) de los siguientes conceptos: 

1. AI gobierno general que el Padre ejerce desde el c ie ­ lo de los asuntos hum anos desde la creación hasta el m ilenio. De manera que todos, creyentes e incrédulos, son parte de su reino. (Véase Dn. 4:17.) 

2. El gobierno específico que el Hijo ejercerá desde Jerusalén sobre los asuntos humanos durante el m ilenio. En este tiempo será quitad a la maldición del pecado, y todos los hombres morarán en un ambiente perfecto. (V éase A p. 11:15.) E n el sermón que encontramos en  esta sección nuestro Señor se refiere fundamentalmente al primer concepto general. El sermón con siste de ejem p lo s m ediante nueve parábolas. 


F. Cuarta parábola: el sem brador, la sem illa y el terreno (M t. 13:1-9, 18-23; Mr. 4:1-20; Le. 8:4-15). 

1. Les relata la parábola: el sembrador salió a sembrar. 

a. Parte de ella cayó al lado del camino y fue pronto pisoteada por los hombres y comida por las aves. 

b. Otra cayó entre las rocas donde había poca tierra. La semilla brotó, pero se secó pronto por falta de hum edad y de raíces. 

c. Parte cayó en un lado de la tierra llena de espinos y éstos la ahogaron. 

d. O tra parle cay ó en buena tierra y dio fruto, unas / espigas a trein ta por uno, o tras a sesenta y otras a cien. 

2. Explica la parábola: el es el Sembrador y la semilla es su Palabra. 

a. Están aquellos que reciben la palabra sin realmente entenderla. Satanás inm ediatam ente la pisotea y la destruye. E ste es el ejem plo de la sem illa que cae al lado del cam ino. 

b. E stán aquellos que reciben la palabra de una m anera m uy superficial, y cuando llegan las persecu cio n es y las pru eb as, d esap arecen . Este es el ejem plo de la que cae entre rocas. 

c. Están los otros que reciben la Palabra pero la q uieren m ezclar con los placeres de la vida. Sin em­bargo, estas cosas m undanas term inan ahogándola. Este es el ejemplo de la que cayó entre espinos. 

d. Y, por último, están aquellos que reciben la Palabra con sinceridad y entendimiento. Estos son los únicos que llevarán mucho fruto . Esto s son el ejemplo de treinta, sesenta y ciento por uno. 


G. En este punto de su m inisterio, nuestro Señor explica a sus discípulos en privado la razón de hablar en parábolas. La intención es revelar verdades espirituales a los sinceros, pero ocultarlas de los escépticos (M t. 13:10-17; Mr. 4:10-12; L e. 8:9, 10). 


H. Quinta parábola: Satanás siem bra cizaña en el cam po del S eñ o r (M t. 1 3 :2 4 -3 0 , 36-43). 

1. R elata la parábola. a. U n hombre siembra buena sem illa en su cam po y luego se retira a descansar. b. Su enem igo viene durante la no ch e y siem bra c izaña en aquel cam po. c. El hombre decide no arran car la cizaña a fin de no arrancar tam bién el trigo. d. Planea esp erar hasta el tiem p o de la siega y o rd en ar entonces a los segadores que recojan y quem en la cizaña, y guarden el trigo en el granero. 

2. Explica la parábola. a. Él es el hom bre, el cam po es el m undo, y la buena sem illa son los creyentes. b. El enem igo es Satanás y la cizaña son los in crédulos. c. L a siega es el tin del siglo y los segadores son sus ángeles. d. El horno de fuego es el infierno y el g ranero es el ciclo. 


I. Sexta parábola: de sem brar a cosechar (M r. 4:26-29). 1. El crecim iento del reino es perm anente pero m isterioso. 2. Prim ero brota una hierba, luego se form a la espiga, y m ás tarde los granos llenan la espiga. 


J. Séptim a parábola: la poderosa sem illa de mostaza (M t. 13:31, 32; Mr. 4:30-32; Le. 13:18, 19). 1. El reino, a sem ejanza de una sem illa de mostaza, es muy pequeño cuando se planta. 2. Sin em bargo, cuando crece produce una de las plantas más grandes del jardín , hasta el punto de que las aves del cielo hacen nidos en sus ramas. 


K. Octava parábola: la levadura en la com ida y el reino de los cielos (M t. 13:33; Le. 1 3 :2 0 ,2 1 ). 

1. A quí el reino de los cielos es com parado a la levadura que una m u jer tom a y esco n d e en tres m edidas de harina. 

2. Toda la masa pronto quedó leudada. La Biblia Anotada de Scofield dice lo siguiente en relación con la levadura: «(1) L a levadura, como substancia simbólica, se menciona siem pre en el A.T. en el sentido m alo (Gn. 19:3, reís.). (2) El uso de la palabra en el N.T. explica su significado sim bólico. Es “malicia y maldad” en contraste con “sinceridad y verdad” (1 Co. 5:6-8). Es doctrina errónea (M t. 16:12), según ésta se enseñaba o practicaba por fariseos, saduccos y H erodianos (M t. 16:6; Mr. 8:15). La levadura de los fariseos era form alismo religioso (Mt. 2 3 :1 4 ,1 6 ,2 3 - 28); la de los saduceos, escepticism o en cuanto a lo sobrenatural y a las E scrituras (M t. 22:23, 29); y la de los Herodianos era la mundanalidad: ellos formaban un partido de H erodes entre los jud íos (M t. 22:16-21; M r 3:6)» (p. 976). 


L. Novena parábola: hallazgo de una fortuna en un cam po (M t. 13:44).

1. Un hombre encuentra un gran tesoro en un campo. 

2. Vende con g ozo todo lo que tiene para comprar el campo. 


M. Décima parábola: la perla de gran precio (M t. 1 3 :45,46) 

1. Un comerciante en perlas descub re una perla de gran valor. 

2. En consecuencia, él vende todo lo que tiene y la co m ­ pra. N ota: A lgunos estudiosos de la B iblia creen que el tesoro escondido es Israel, y la perla de gran p recio es la Iglesia. Si esto es así, esta es la prim era referencia a la Ig lesia en la B iblia. 


N. Parábola once: encogiendo en una pesca en el m ar (M t. 13:47-50). 

1. Lanzan una gran red al mar y pesca toda clase de peces. 

2. Los pescadores después separan los peces, recog ien ­ do los buenos en cestas y desech an d o los m alos. 

O. Parábo la doce: un hombre instruido y su tesoro (M i. 13:52). 

1. Todo hombre que es entendido en el reino es como el dueño de una casa. 

2. Puede sacar de su tesoro cosas viejas y nuevas. Cumplimiento número dieciséis de las profecías del Antiguo Testamento: que hablaría en parábolas. (C p. Is. 6:9, 10 con M t. 13:10-15.) El d o cto r M . F. U nger resum e m uy apropiadam ente estas siete parábolas presentadas en M ateo 13, escribiendo: «La siete parábolas (misterios) del reino (3-52). Se denom inan misterios porque contienen verdades que no han sido reveladas con anterioridad. Las siete parábolas se refieren a la época presente cuando la viña, Israel, no es cuidada (Is. 5:1-17). La parábola I revela que nuestro S eñor siem bra la sem illa de la Palabra en el cam p o (el m undo), 3-23. L a parábola 2, la de la buena sim iente y la cizaña, 24-30, interpretada en 36-43, m uestra la actividad y el engaño de S atanás durante la era presente, al falsificar el trigo, sustituyendo a los verdaderos hijos del reino por falsos creyentes (M t. 7:21-23). La parábola 3, la sem illa de m ostaza, 31-32, sim boliza el rápido crecim ien to d e l' m isterio del reino. La parábola 4, la de la levadura oculta en tres m edidas de harina, 35, advierte de cóm o las falsas en señanzas (la m ujer), pueden afectar con la levadura del erro r la verdad de la Palabra en esta época (cp. M t. 16:11, 12; M r. 8:15; 1 Co. 5:6; G á. 5:9). L a parábola 5, presenta a nuestro Señor, que dio todo lo que ten ía para p o seer el tesoro (Israel), o cu lto en el cam po, 4 4 (cp. Is. 53:4-10; Sal. 22:1; 2 Co. 8:9). El S eñor restau rará este tesoro sobre la base de su m uerte expiatoria. L a parábola 6 m uestra a n u estro S eñor com o un m ercader que halló ‘una perla p recio sa’, (la iglesia, E f. 5 :25-27) y vendió todo en el C alvario p ara com prarla, 45-46. L a parábola 7 p resenta a la red reco g ien d o co njuntam ente lo bueno y lo m alo, 47-52, los cuales perm anecerán ju n to s d u ­ rante esta era hasta que sean separados al final de la m ism a.» (Manual Bíblico de Unger, 

E ditorial P o rtavoz, pp. 485, 486.)


Paso veintinueve: de la segunda campaña de predicación en Galilea al país de los gadarenos (Mt. 8:18, 23-34; Mr. 4:35—5:20; Le. 8:22-39) 

A. M ilagro once: Jesús calm a una torm enta en el m ar (M t. 8:26; Mr. 4:39; Le. 8:24). 

1. Sobreviene una gran torm enta en el m ar de G alilea m ientras Jesús y los d iscípulos lo están cruzando. 

2. El dormía en la popa, pero es despertado p o r las voces atem orizadas de los discípulos clam ando por ayuda. 3. Jesús reprende a la torm enta y calm a el mar. .. 

B. M ilagro doce: curación del endem o n iad o gadareno (M t. 8:32; Mr. 5:8; Le. 8:33). 

1. Jesús es confrontado por un hom bre con espíritu inm undo, que se com portaba com o un loco descontrolado, y que cayó a sus pies. a. N o podía ser sujetado con cadenas ni grullos. b. V ivía en los sepulcros, dando voces e hiriéndose con piedras. 

2. El demonio de aquel maníaco y los o tros muchos espíritus malos que estaban dentro del hom bre reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios, y le suplicaron que no los atormentara antes de tiempo. a. «¿Q ué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?» b. «¿Has venido acá para a torm en tarnos antes de tiempo?» c. «Te conjuro por Dios que no nos atormentes.» 

3. Jesús perm ite que aquella legión de espíritus malos vaya a meterse.nadamás salir del hom bre, en un hato de cerdos que estaban cerca. 

4. A sí lo hicieron, y todo el hato, com puesto de unos dos mil cerdos, se precipitó al m ar p o r un d esp eñ adero y se ahogó. 

5. Al poco tiempo toda la ciudad se enteró, y llenos de temor pidieron a Jesús que se marchara de sus con­tornos. 

6. A l en trar en la b arca de nuevo, el endem oniado sanado le ru eg a que le perm ita ir con él. 

7. N uestro Señor, p o r el contrario, le pid e que vaya con su fam ilia y les de testim onio a ellos. 


Paso treinta: de la región de los gadarenos a Capernaum (Mi. 9:1, lJÓ-34; 11:2-19; Mr. 2:15-22; 5:21-43; Le. 5:29- 39; 7:18-35; 8:40-56; 16:16) 

A. Leví (M ateo) da un banquete p ara Jesús e invita alg u ­ nos de sus am igos inconversos. 1. HI Maestro es criticado por los mal intencionados fariseos por comer con los publícanos y pecadores. 2. Jesús los reprende y les explica que El ha venido a llamar a pecadores al arrepentimiento y no a los que se consideran a sí mismos justos (M t. 9:10-15; Mr. 2:15-20; Le. 5:29-35). 

B. Parábola trece: vestidos remendados y odres viejos (M t. 9:16, 17; Mr. 2:21. 22; Le. 5:36-39). 1. A lgunos discípulos de Juan el B autista se acercaron a Jesús para preguntarle por qué ellos ayunaban y, sin em bargo, Él y sus d iscípulos no lo hacían. 2. El S eñ o r les explica que en una boda los am igos del novio no ayunan, sino que están de tiesta m ientras Él está con ellos. 3. L es relata esta p arábola para aclarárselo todavía m ás, declarándoles que nadie cose rem iendo nuevo en vestido viejo, ni pone vino nuevo en odres viejos, porque am bos artículos se term inarán de rom per. Lo que está indicando es que el vino nuevo de una vida co n ­ trolada p o r el E spíritu no en caja bien en los viejos odres del legalism o judío. 


C . Milagro trece: curación de una m ujer con hem orragia ¡nterna"(M t. 9:22; Mr. 5:29: Le. 8:44). 1. N uestro S eñ o r va cam in o de realizar otro m ilagro cu an d o esta necesidad surge a su paso. a. La mujer: «Si locare solamente su manto, seré salva.» b. Jesús a los discípulos: «¿Q uién es el que m e ha to cad o ? ... A lguien m e ha tocado: porque yo he conocido que ha salido poder de m í.» c. Jesús a la m ujer (después que confesó que le h a ­ bía tocado): «H ija, tu fe te ha salvado: vé en paz.» 


D. M ilagro catorce: Jesús resu citar a la hija de Jairo (M t. 9:25; M r. 5:41; Le. 8:54). 

1. Jairo , uno de los principales de la sinagoga, recibe la noticia de que su hija ha m uerto. 

2. Jesús le conforta y le exhorta a que siga creyendo. 

3. El Maestro toma a Pedro, a Santiago y a Juan y entra en el cuarto de la niña con sus padres. 4. No hace caso de los comentarios de la gente que e staba afuera, y tomándola de la mano la restaura a la vida y manda que le den de comer. 

E. Milagro quince: curación de dos ciegos (M t. 9:29). 1. Jesús: «¿Creéis que puedo hacer esto?» 2. Los ciegos: «Sí, Señor.» 3. Jesús: «Conforme a vuestra fe os sea hecho.» 

F. Milagro dieciciséis: curación de un m udo en d em o n iad o (M t. 9:33). 1. L a gente se m aravilló a causa de este m ilagro. 2. Los fariseos continuaron acusándole de hacerlo a través del príncipe de los demonios. 

G. Contesta a las dudas de Juan, que estaba encarcelado, sanando a muchos (M t. 11:2-6; Le. 7 : 18-23). 

1. Juan había enviado a sus discípulos a Jesús para preguntarle si É l era el Mesías o si tenían que esperar a otro. 

2. En presencia de ellos restaura la vista a los ciegos, sana a los sordos, limpia a los leprosos y resucita a los muertos. 

3. Después les instruye para que vayan y le cuenten a Juan lo que han visto y oído. (Véase Is. 35:4-6.) 

H. Cuarto sermón: sobre Juan el Bautista (M t. 11:7-15; Le. 7:24-30). 

Nuestro Señor honra a Juan. Según Jesús: 

1. Juan no era una caña sacudida por el viento, sino un profeta fiel y siempre listo para m inistrar. 

2. Era el más grande los profetas. «D e cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista: pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (M t. 11:11). ¿A quien se refería Jesús con la declaración «el m ás pequeño ... m ayor es»? Se han dado dos ex ­ plicaciones: a. Que tenía al apóstol Pablo en m ente. (V éanse Ef. 3:8; 1 Co. 15:9.) b. Que estaba pensando en el milenio, cuando el menor de los ciudadanos de aquel glorioso reino conocerá y experimentará más de la majestad de Dios que cualquier profeta, sacerdote o rey en el pasado. 

3. El pueblo común y los pecadores escuchaban con gozo a Juan, pero los impíos líderes judío s lo menospreciaban. 

4. El m inisterio audaz de Juan marcó el comienzo de la oposición satánica al reino. 

5. Juan apareció en el espíritu del Elias del Antiguo Testamento. «Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti» (Mt. 11:10). Jesús asocia aquí la profecía de Malaquías 3:1 con Juan el Bautista. N o obstante, es im portante señalar que no m enciona la últim a parte del versículo, que dice: «Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis....» Según Habacue 2:20, cuando esto ocurra Cristo vendrá a juzgar. Su primera venida era para manifestar la gracia y por eso se omite esta segunda parte. 

I. Parábola catorce: una generación de gente inmadura (Mi. 11:16-19: Le. 7:31-35). 1. Jesús com para su generación a un grupo de niños volubles que juegan. 

a. Uno grupo dice: «Os tocam os la flauta, y no bailasteis.» 

b. El otro grupo responde: «Os endechamos, y no lamentasteis.» 2. Declara que esta inconstancia podía verse en Israel también. a. Juan practicaba el ayuno y los fariseos decían que tenía dem onio. b. Jesús no ayunaba y le acusaban de ser un comilón y bebedor de vino.


Las 5 Solas de la Reforma

Nota del editor: Hemos recopilado los escritos acerca de Las 5 Solas de La Reforma desarrollados por el Pastor Miguel Núñez y publicados originalmente en el website del ministerio que él preside (Integridad y Sabiduría), los hemos integrado en un sólo archivo PDF que puedes descargar en esta entrada, esperamos que esto beneficie tu crecimiento espiritual.

LAS 5 SOLAS DE LA REFORMA

Lo que comenzó con una simple protesta de parte de Martín Lutero, en contra de una serie de prácticas religiosas de parte de la iglesia de Roma, culminó siendo un movimiento transformador de la Iglesia y de toda la sociedad. Este movimiento, denominado como la Reforma, se expandió por los próximos 200 años, cruzando el océano y llegando a Norteamérica. Las cinco “Solas” que vamos a ver resumieron la teología propulsada por la Reforma.

Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg el 31 de Octubre de 1517. La queja principal de estas tesis era la venta de indulgencias, con las cuales se pagó una buena parte de la construcción de la Basílica de San Pedro. Sin embargo, esto inició todo un movimiento que culminó revisando no solo la venta de las indulgencias, sino también toda la teología que la iglesia de Roma practicaba y enseñaba.

Por años, los teólogos de la Reforma cuestionaron y cambiaron el entendimiento de la salvación del hombre que la iglesia católica abrazaba, junto con toda la teología relacionada al plan de redención. Con el paso del tiempo se hizo necesario resumir todo ese nuevo entendimiento teológico, con tal de que otros pudieran visualizarlo de una manera sencilla, pero no simplista. Esto dio origen a estas cinco famosas frases:

SOLA SCRIPTURA: La Palabra de Dios es la máxima autoridad en materia de fe y práctica. Por tanto, nada que contradiga la revelación de Dios puede regular la vida del creyente (Gálatas 1:6-102 Timoteo 3:162 Pedro 1:3).

SOLA FIDE: La salvación solo puede ser recibida cuando ponemos nuestra fe en Aquel que murió por nosotros, excluyendo la posibilidad de que nuestras obras puedan contribuir (Efesios 2:8-9Romanos 3:28).

SOLA GRATIA: La salvación es un don de Dios. Por tanto, es algo que el pecador recibe de forma inmerecida basada en los méritos de Cristo alcanzados durante su vida, muerte y resurrección (Efesios 2:8).

SOLUS CHRISTUS: La salvación se encuentra solo en Cristo, excluyendo así todo otro camino para llegar a Dios (Hechos 4:12).

SOLI DEO GLORIA: El propósito de la salvación que recibimos es glorificar a Dios; poner de manifiesto las excelencias o virtudes de su carácter (Efesios 1:4-61 Pedro 2:9).

Estas frases representan el corazón de la teología reformada, y resumen verdades no negociables del evangelio. La fortaleza de una iglesia depende de las verdades que la sustentan, y de ahí que toda iglesia bíblica necesite no solo abrazar estos principios, sino también proclamarlos de una manera que garantice que estos sean pasados a la próxima generación. Lamentablemente, muchas iglesias han asumido estos principios y han dejado de proclamarlos con claridad y frecuencia. Con el tiempo, todo lo que es asumido va siendo olvidado poco a poco. Nuevas generaciones en los últimos 200 años desconocen parcial o completamente toda la historia detrás de esta teología, y poco a poco fueron desarrollando una teología liberal (a final del siglo XIX), o un pragmatismo ignorante de la centralidad de la gloria de Dios en el plan de redención (segunda mitad del siglo XX).

Algunos podrían preguntarse por qué hablar de este tema en esta ocasión. Creo que es una buena pregunta. No sé cuántos se han percatado de que hay un resurgimiento de las doctrinas de la gracia en nuestros días, aun dentro de iglesias que vienen de un trasfondo pentecostal. Por tanto, hablar de estos temas contribuye a fortalecer y a promover este nuevo mover en Latinoamérica.

Ciertamente, la iglesia primitiva no usó esta terminología para hablar de sus creencias; pero cada una de estas frases está arraigada en la revelación del Nuevo Testamento, que daba continuidad al pacto anterior. A lo largo de la historia, la Iglesia ha elaborado credos, declaraciones de fe y frases como las que aquí definimos, no como una forma de traer nueva revelación, sino buscando maneras de afirmar lo ya conocido, para evitar que las verdades fundamentales de nuestra fe sean olvidadas en el tiempo, o tratando de llamar a la Iglesia a sus raíces.

Oramos para que el mismo Dios que levantó a un Martín Lutero o a un Juan Calvino vuelva a hacer lo mismo en nuestros días, y que la transformación de la iglesia y de la sociedad vista en Europa y Estados Unidos en los años de 1500 – 1700 pueda ser vista en nuestra región.