LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO TERCERA PARTE

 LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO 

II. Los reyes de esta etapa del reino dividido.

EN LA INTRODUCCION A ESTA ETAPA SE REVISA COMO 

A) LA VISION DE CONJUNTO Y 

B) EL METODO DE MIRAR CON LUPA  ---------> ESTE  TITULO  TIENE LOS REYES DEL NORTE VISTO EN EL CAPITULO ANTERIOR "SEGUNDA PARTE" Y ESTA LA TERCERA PARTE HABLARA DE LOS REYES MAS IMPORTANTES DEL REINO DE SUR..

LOS REYES IMPORTANTES DEL SUR


A. Roboam (primer rey). 

1. Empezó a reinar en el 930 a.C. y reinó diecisiete años. 

2. Su falta de tacto y crueldad al responder a las demandas de algunos líderes ayudó a que se desatara la trágica guerra civil (1 R. 12:1-16). 

3. Fue ayudado inconscientemente por Jeroboam cuando éste provocó que los fieles sacerdotes y levitas del norte huyeran a Jerusalén. Estos hombres piadosos fueron en buena medida responsables de que el reino de Judá permaneciera en pie durante un siglo más después de la caída del reino del norte (2 Cr. 11:16, 17). 

4. El fracaso de Roboam empezó, sin duda, con su vida polígama, que le llevó a tener dieciocho mujeres y sesenta concubinas; estas mujeres le dieron veintiocho hijos y sesenta hijas. Otro factor contribuyente a su caída fue Maaca, su esposa favorita, hija de Absalón, quien aparentemente ejerció una funesta influencia sobre el rey y sobre Abías, el hijo de ambos, que le sucedió en el trono. El rey Asa, nieto de Maaca, pudo al fin doblegar su nefasto poder y la desposeyó de todos sus privilegios por su adoración idolátrica (2 Cr. 11:18-23; 12:1, 14; 2 R. 15:13). A medida que creció el poder de este rey también creció su maldad. Aparecieron en Judá templos, pilares e ídolos paganos en cada monte alto y debajo de cada árbol verde. Además, se extendió la homosexualidad en la tierra. Esta perversión sexual fue probablemente introducida entre los habitantes de Palestina por medio de Canaán, nieto de Noé. (Véase Gn. 9:20-25.) El pueblo de Israel había permitido ahora que esta perversión les degradara. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo habla contra el pecado de sodomía quizá más fuerte que contra ningún otro pecado (Ro. 1:18-32). 

5. En el año quinto de Roboam, Sisac de Egipto invadió Judá con un poderoso ejército. A causa de la debilidad de Roboam, Judá es ahora invadida por primera vez en 100 años por una potencia extranjera. Sisac conquista las ciudades fortificadas de Judá y asedia Jerusalén. El profeta Semaías dirige a Roboam y a los atemorizados habitantes de Jerusalén en un avivamiento espiritual. Dios perdona a Jerusalén, pero permite que la ciudad tenga que pagar tributos a Sisac a fin de que se den cuenta de que es mucho mejor servir a su Rey celestial que a uno tenrenal. Sisac despojó de sus tesoros al templo y del palacio real, incluyendo los escudos de oro que Salomón había hecho. Roboam los reemplazó después con escudos de bronce, simbolizando el rápido deterioro de la condición espiritual de Judá. Se podía ver ya el rastro de Icabod en la vida del reino del sur (2 Cr. 12:2-12; 1 S. 4:21). 

6. Después de reinar durante diecisiete años, muere Roboam y es sucedido en el trono por su hijo Abías (1 R. 14:31). 

7. Abías encuentra pronto una excusa para declararle la guerra a Jeroboam, el viejo enemigo de su padre. Se encuentran en el campo de batalla, Abías con 400.000 soldados y Jeroboam con 800.000. Antes de empezar el combate, Abías pronuncia un largo discurso dirigido a Jeroboam y a sus tropas sobre la necedad de rebelarse contra la casa de David y la impiedad de su adoración del becerro de oro, comparándolo con el verdadero templo y la verdadera adoración que se lleva a cabo en Jerusalén. Sin embargo, nada más terminar su discurso se da cuenta de que Jeroboam había enviado secretamente parte de su ejército a su retaguardia y que ahora los de Judá se encontraban rodeados por el enemigo. Abías clamó inmediatamente a Jehová y los sacerdotes tocaron las trompetas, y Jehová tornó en victoria lo que parecía una derrota irremediable. Jeroboam quedó derrotado y perdió 500.000 soldados (2Cr. 13:1-7). 

8. A pesar de esta victoria dada por Dios en el campo de batalla, Abías degeneró en un rey que hizo lo malo ante los ojos de Jehová (I R. 15:3, 4). Después de tres años de reinado, murió y le sucedió en el trono su hijo Asa (1 R. 15:8). 


B. Asa (tercer rey). 

1. Empezó su reinado en el 911 a.C. y reinó cuarenta y un años. 

2. Durante los primeros diez años de su reinado hubo paz en Judá y Asa usó sabiamente este tiempo. 

a. Dirigió al pueblo en un gran avivamiento (2 Cr. 14:2-5). 

b. Edificó ciudades y las fortificó con murallas, torres y puertas (2 Cr. 14:6, 7). 

3. Esta paz quedó de repente amenazada cuando un ejército de un millón de etíopes avanza para invadirlos (14:9)

4. Asa se siente impotente ante un ejército tan numeroso y clama a Dios: «... ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti hombre» (14:11)

5. Dios respondió esta oración y personalmente deshizo a los etíopes (14:12). 

6. Asa vuelve a casa agradecido y continúa con sus reformas (15:8-15). «Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma» (15:12)

7. El celoso rey llega incluso a desposeer de sus privilegios de reina madre a Maaca, la esposa de su abuelo Roboam, a causa de su idolatría (1 R. 15:13). 

8. En el año treinta y seis de su reinado, Baasa, rey del norte, le declaró la guerra y empezó a fortificar a Ramá para controlar la carretera que llevaba a Jerusalén y cortar así el tráfico y el comercio con la ciudad (2 Cr. 16:1). En vez de confiar en Dios como hizo cuando la invasión etíope, procuró comprar la ayuda de Ben-adad, rey de Siria (2 Cr. 16:2-6)

9. Asa es reprendido severamente por el profeta Hanani y le advierte que a partir de ese momento se vería plagado de guerras a causa de su infidelidad. Le recuerda elocuentemente lo que pasó con los reyes insensatos de los tiempos pasados (2 Cr. 16:8, 9). Hanani le dice entonces: «Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti» (16:9). Asa respondió enojándose contra Hanani y arrojándole en la cárcel (2 Cr. 16:10). Este es el truco favorito pero inútil de los monarcas pecadores contra siervos de Dios que no cooperan. Acab lo había hecho contra Micaías (2 Cr. 18:7). Sedequías lo hizo también con Jeremías (Jer. 32:3), y  Herodes con Juan el Bautista (Mt. 14:3). Así terminó Asa su buen reinado y empezó a oprimir al pueblo. Dos años antes de su muerte enfermó gravemente de sus pies, pero rehusó llevar su necesidad al Señor. Después de reinar durante cuarenta y un años, falleció y fue sucedido en el trono por su hijo Josafat (2 Cr. 16:10—17:1)


C. Josafat (cuarto rey). 

1. Empezó a reinar en el 873 a.C. y reinó veinticinco años. 

2. Empezó prosiguiendo con las reformas morales y proyectos de edificaciones que Asa su padre había iniciado (2 Cr. 17:3-6)

3. Durante su tercer año en el poder, instituyó un programa nacional de educación religiosa, enviando maestros a todas las ciudades importantes de Judá para instruir al pueblo en la ley de Moisés (17:7-9)

4. Vio aumentar su poder y recibió tributo de los filisteos (17:11)

5. En los últimos años de su reinado, sin embargo, malogró su testimonio comprometiéndose con los inicuos reyes del norte, Acab y sus dos hijos Ocozías y Oram. 

a. Su alianza matrimonial con Acab: permitió torpemente que su hijo Joram se casara con Atalía, la impía hija de Acab y Jezabel (2 Cr. 18:1). 

b. Su alianza militar con Acab en contra de Siria (2 Cr. 18:2,3). 

c. Su alianza mercantil con Ocozías, el hijo mayor de Acab, (2 Cr. 20:35-37). d. Su alianza militar con Joram, el hijo menor de Acab, contra Moab (2 R. 3:6, 7).

 6. Josafat regresó a casa después del fiasco sirio y es reprendido severamente por el profeta Jehú por su necedad en comprometerse con los reyes del norte (2 Cr. 19:1-3). El humillado Josafat reasumió una vez más sus reformas espirituales, involucrándose ahora directamente, visitando a su pueblo y animándoles a adorar a Dios, y nombrando hombres piadosos para juzgarles. Es verdaderamente digna de notarse su exhortación a estos jueces judíos (2 Cr. 19:6, 7). 

7. También nombra a Amarías como sumo sacerdote para servir como último tribunal de apelación en asuntos religiosos, y a Zebadías, un anciano líder de Judá, para intervenir en todos los casos civiles importantes. Aquí tenemos otro ejemplo del principio de la «separación de iglesias y estado» que encontramos frecuentemente en el Antiguo Testamento (como también en el Nuevo Testamento) (2 Cr. 19:11)

8. En este tiempo los moabitas y sus aliados le declaran la guerra a Judá, y llega la información a Jerusalén de que un fuerte ejército marcha hacia la Ciudad Santa. Josafat tiembla ante esta terrible noticia y convoca un tiempo nacional de ayuno y oración. Gente procedente de todo el país acude a Jerusalén para unirse al rey cuando este dirige personalmente la oración al lado del santuario. Ora diciendo: «... Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? ... ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos» (2 Cr. 20:6,12).

 9. Repentinamente el Espíritu de Dios descendió sobre un levita llamado Jahaziel que transmitió el siguiente mensaje: «... Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.... No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros» (2 Cr. 20:15, 17). 

10. El rey Josafat cayó sobre sus rodillas y dirigió al pueblo en un servicio de adoración y alabanza a Dios. El servicio termina con la participación del coro levítico cantando himnos gozosos de agradecimiento al Señor (20:18,19). A la mañana siguiente temprano el ejército de Judá sale a enfrentarse al enemigo. Después de consultar con sus consejeros, Josafat determina dejar que el coro inicie la marcha revestido con sus vestiduras santas y cantando: «Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre» (v. 21). Y así se encuentran con el enemigo. El Señor inmediatamente interviene causando consternación entre las tropas enemigas, y éstos empiezan a luchar entre sí, matándose unos a otros. Ninguna otra batalla se ha ganado, sin duda alguna, como esta en toda la historia. Los cantos ganaron a las espadas y los hosannas demostraron ser más fuertes que los caballos. Cuatro días después de la batalla, cuando habían recogido ya todo el botín que el enemigo había dejado (dinero, ropas, joyas), todos los de Judá se congregaron en un valle llamado Beraca, que significa «bendición», y de nuevo tuvieron un tiempo de alabanza a Dios (20:26-30). 


D. Atalía (séptima cabeza reinante). 

1. Empezó a reinar en el 841 a.C. y reinó durante seis años. 

2. Ya hemos indicado que Atalía (la hija de Jezabel) se había casado con Joram, el hijo de Josafat. Tuvieron un hijo a quien llamaron Ocozías; cuando éste fue asesinado por Jehú, Atalía usurpó el trono (2 Cr. 22:10).

3. Esta mujer asesina ordenó entonces la ejecución de todos los miembros de la casa real de Judá. 

4. Pero Josabet, la propia hija de Atalía (junto con esposo Joiada, que era el sumo sacerdote en esos días) escondió a Joás, un pequeño niño y único sobreviviente de aquella matanza (22:11). 

5. Después de ocultar al niño durante seis años, Joiada planeó un golpe de estado para destronar a Atalía, la única reina de Judá. Joiada etaba apoyado por el ejército y los sacerdotes levitas. Cuando todo estaba preparado Joás fue sacado de donde estaba escondido, presentado en público y proclamado rey. Cuando la sorprendida y enfurecida reina corrió para aplastar la revuelta, fue detenida y ejecutada. Es irónico notar que esta madre asesina, que había intentado una vez eliminar la simiente de David, fue ella misma ejecutada con las lanzas de David (2 R. 11:4-6). 


E. Joás (octavo rey). 

1. Subió al trono en el 835 a.C. y reinó durante cuarenta años. 

2. El joven rey cooperó con el sumo sacerdote Joiada en la promoción de un tiempo de renovación, que incluyó, entre otras cosas, la destrucción de los templos de Baal (2 Cr. 23:16-21; 24:1,2)

Joás determinó después que el templo de Dios necesitaba reparaciones y le ordenó a Joiada que las llevara a cabo. El sumo sacerdote construyó una caja especial de ofrendas para financiar las obras (2 R. 12:4-16)

Esta es la primera ofrenda voluntaria levantada entre el pueblo desde la construcción del tabernáculo por Moisés. (Véanse Ex. 35 y Nm. 7.) 

3. Después de la muerte de Joiada, Judá experimentó otra vez momentos difíciles. Mientras que el sumo sacerdote vivió, Joás caminó con rectitud, pero en cuanto que falleció tuvo lugar una trágica transformación. Fue sin duda una manifestación de la gracia de Dios que Joiada viviera 130 años como llegó a vivir; pero ahora estaba muerto y Joás estaba sin él tan perdido como Lot sin Abraham (2 Cr. 24:2, 15, 16). 

4. Notemos los tristes sucesos que tuvieron lugar en los últimos años de Joás: 

a. Poco después de los funerales de Joiada, los líderes de Judá indujeron al rey a que dejara la adoración a Dios y adorara los ídolos paganos. Joás comete ahora el mismo error, necio y fatal, que cometió Roboam, su antepasado en el trono: permitir que le aconsejen los corrompidos. (Véanse 1 R. 12:8; 2 Cr. 24:17-19.) 

b. El rey sirio Hazael empezó una campaña de engrandecimiento de su reino mediante la toma de la ciudad de Gat. Seguidamente emprendió la marcha hacia Jerusalén, pero fue contentado por Joás cuando este con urgencia le envió el oro y los tesoros del templo (2 R. 12:17,18)

c. Entonces el Espíritu de Dios descendió sobre Zacarías, hijo de Joiada, y denunció con osadía la idolatría de Judá e hizo un llamamiento al arrepentimiento nacional. No aceptaron esta palabra de amonestación y finalmente Joás ordenó que lo apedrearan hasta matarlo. Este es quizá el momento más negro de la historia de Judá: el asesinato de su propio sumo sacerdote. Nuestro Señor se referiría a ello ocho siglos y medio después (Mt. 23:35). Zacarías viene a ser el Esteban del Antiguo Testamento, pues ambos hombres fueron lapidados por decir la verdad. (Véase Hechos 7:51-59.) Sus últimas palabras fueron: «... Jehová lo vea y lo demande» (2 Cr. 24:22). Zacarías está pidiendo que su muerte sea vengada por Dios. Ya hemos señalado la favorable comparación entre Zacarías y Esteban, pero se da una diferencia significativa en que el sumo sacerdote muere demandando que Dios juzgue a sus asesinos, mientras que Esteban pide que el Señor los perdone (véase Hch. 7:60). La gracia del Nuevo Testamento va más allá que la ley del Antiguo Testamento. 

5. Unos pocos meses después de la muerte de Zacarías, el ejército sirio volvió y Dios permitió que Jerusalén fuera capturada, los principales líderes ejecutados y la ciudad saqueada. Joás mismo fue mal herido en esta guerra y finalmente asesinado por sus siervos que conspiraron contra él. 


F. Uzías (décimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 790 a.C. y reinó durante cincuenta y dos años. 

2. Uzías es el segundo de los reyes de Judá en la duración de su reinado. Fue un buen rey y fue ayudado mucho por un piadoso profeta de Dios llamado Zacarías (2 Cr. 26:5). Nos maravillamos de los logros que alcanzó: 

a. Reconstruyó la ciudad de Elat y la recuperó para Judá. 

b. Sometió a su dominio las ciudades fuertes de los filisteos. 

c. Venció a los árabes. 

d. Hizo que los amonitas le entregaran un tributo anual. 

e. Su fama se extendió hasta Egipto y otras naciones.

f. Construyó torres fuertes en Jerusalén. 

g. Edificó también torres en el desierto. 

h. Abrió muchos pozos. 

i. Crió mucha ganadería. 

j. Cultivó muchas viñas y huertas. 

k. Organizó su ejército en regimientos. 

Su ejército consistió de 307.500 soldados bien entrenados, que estaban mandados por 2.600 capitanes. 

l. Los equipó con el mejor equipo de guerra conocido. 

m. Construyó ingeniosas máquinas de guerra para lanzar muchas flechas y grandes piedras desde las torres (2 Cr. 26:6-15). 

3. Pero cuando estaba en el apogeo de su prosperidad el orgullo le arruinó. Se nos dice: «Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina» (26:16). La primera criatura de la creación de Dios que pecó escuchó palabras parecidas en contra suya. (Véanse Is. 14:12-15; Ez. 28:12-17.) 

4. Su pecado fue entremeterse en las funciones del sacerdocio quemando incienso en el altar del incienso. 

5. En el mismo momento que lo hacía fue confrontado y reprendido por el sumo sacerdote Azarías y otros ochenta sacerdotes valientes. Fue advertido de que dicha tarea estaba únicamente asignada a los descendientes de Aarón. Uzías se enfureció y no estuvo dispuesto a ceder. Allí mismo y cuando todavía tenía en su mano el incensario, Dios le castigó con lepra (26:17-21). Uzías fue el tercero y último de los reyes bíblicos que cometió el error fatal de asumir funciones que correspondían a los sacerdotes. Dios rechazó al primero (Saúl, 1 S. 13:11-14), le quitó el hijo al segundo (Jeroboam, 1 R. 14:17), y ahora castiga al tercero con lepra. 

6. Uzías murió tiempo después en esta trágica condición. «Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová...» (2 Cr. 26:21). 


G. Acaz (duodécimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 735 a.C. y reinó dieciséis años. 

2. Este joven y arrogante rey de veinte años enfrentó dificultades desde el comienzo de su reinado. 

a. Se vio amenazado por la alianza de Rezín, rey de Siria, y Peka, rey de Israel (2 R. 15:37; 16:5, 6), que le atacaron por separado y conjuntamente. Querían castigarle porque rehusó unirse a ellos para formar un frente común a fin de frenar el creciente poder del rey de Asiria. (2 Cr. 28:5, 6; 2 R. 16:5). b. Isaías visitó al aterrorizado rey y le aseguró que no tenía que preocuparse porque la conspiración de Siria e Israel no prosperaría, y que ambas naciones serían pronto destruidas (en sesenta y cinco años) (Is. 7:1-9).

c. Dios entonces invitó a Acaz, por medio de Isaías; a que le pidiera una señal divina para probarle que sus enemigos serían de verdad destruidos como se había profetizado. El incrédulo rey rehusó hacerlo (aparentemente porque se había decidido a unirse a Israel); Isaías a pesar de todo predijo que una señal vendría de parte de Dios mismo para toda la casa de David (no sólo para .Acaz) que demostraría el poder y el amor de Dios para toda la simiente de Abraham. Notemos el elocuente lenguaje: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Is. 7:14). ¡Así predijo Isaías el nacimiento virginal de Cristo! Siete siglos después el ángel Gabriel le recordaría estas palabras a un angustiado carpintero de Nazaret (Mt. 1:18-25)

d. Acaz no sólo rehusó prestar atención a la palabra de Dios, sino que volvió su corazón a la adoración de Baal, ofreciendo incluso a sus propios hijos en sacrificio a esta deidad diabólica en el valle de Hinom, a las afueras de Jerusalén (2 Cr. 28:1-4). 

e. Debido a esto. Dios permitió que muchos enemigos avasallaran y despojaran el reino de Acaz. 

f. Acaz desesperado se volvió en busca de ayuda al rey Tiglat-pileser de Asiría. Trató de comprar su protección enviándole junto con la solicitud de ayuda el oro y la plata del templo (2 Cr. 28:16-21; 2 R. 16:7,8). 

g. Tiglat-pileser accedió y atacó a Siria, capturando Damasco y matando al rey Rezín, uno de los enemigos de Acaz. El rey de Judá viajó hasta Damasco para besar la, mano del rey asirio. Mientras que estaba allí vio un altar pagano que le llamó la atención, copió su diseño y lo envió junto con la descripción y medidas al sacerdote Urías, con la orden de que se lo tuviera listo para su regreso. Este altar pagano reemplazó el viejo altar de bronce en el templo (2 R. 16:10-16). De esa manera continuó con esta viciosa adoración pagana (2 Cr. 28:22). 

h. Tiglat-pileser prosiguió con sus conquistas deportando al pueblo de algunas ciudades del norte de Israel y de la tierra al este del Jordán (2 R. 15:29). 


H. Ezequías (decimotercer rey). 

1. Empezó su reinado en el 715 a.C. y reinó durante veintinueve años. 

2. Sus reformas. Ezequías fue en la opinión de Dios el mejor rey de Judá hasta este momento. Sus logros espirituales serían sólo superados por su nieto Josías (2 R. 18:5)

-Quitó los santuarios paganos, 

-rompió las piedras sagradas, 

-destruyó las representaciones de Asera, y la serpiente de bronce que hizo Moisés (Nm. 21:9), que era adorada por el pueblo. 

3. Su riqueza. Fue más rico que todos los otros reyes del norte o del sur, su vastas riquezas fueron solamente superadas por Salomón (2 Cr. 32:27-30). 4. Su servicio en el templo. Durante el primer mes de su reinado, Ezequías ordenó el restablecimiento de los sacrificios de animales, dándose cuenta de la gran ley mosaica que establece: «... y la misma sangre hará expiación de la persona» (Lv. 17:11; véase también He. 9:22). El rey organizó entonces la orquesta del templo, compuesta de arpas, salterios, címbalos, y un grupo especial de sacerdotes con trompetas. Fue también formado un coro de levitas que tenía en su repertorio los salmos de David. Cuando todo estuvo listo, el pueblo fue invitado a acudir al templo (2 Cr. 29:20-30). Este tuvo que ser uno de los grandes servicios de adoración de todos los tiempos. 

5. Su gran celebración de la Pascua. Ezequías empezó a planear la más grande celebración de la pascua que habían tenido desde la dedicación del templo con Salomón hacía ya tres siglos (2 Cr. 30:26). La noticia corrió por toda Judá y se enviaron cartas a distintos lugares de Israel invitando a la gente al arrepentimiento y al gozo de la comunión con Dios, lo cual podrían alcanzar participando en la Pascua. Muchos del reino del norte se rieron e hicieron burla de semejante invitación (para un ejemplo del Nuevo Testamento, véase Le. 14:16- 24), pero otros respondieron gozosamente (2 Cr. 30:3-11). Se programó originalmente que la celebración durara siete días, pero se decidió unánimemente continuarla durante otros siete días. Se ofreció durante estos días una cantidad grande de animales, que incluía 20.000 novillos y 17.000 ovejas (2 Cr. 30:21-27). Cuando al fin los fieles regresaron a sus casas continuaron creciendo en el avivamiento, a medida que los ídolos familiares eran destruidos (2 Cr. 31:1). Ezequías también organizó a los sacerdotes y levitas en distintos cuerpos de servicio, nombrando a unos para ofrecer los sacrificios de animales y a otros para la alabanza (2 Cr. 31:2, 3). Años atrás, David había nombrado a 288 para dedicarse exclusivamente para la alabanza y la acción de gracias al Señor (1 Cr. 16:4; 6:31, 32). Una y otra vez leemos acerca de este consagrado coro: 

a. Cuando el templo fue dedicado en el reinado de Salomón (2 Cr. 5:12, 13). 

b. Cuando el Señor derrotó a una coalición de enemigos de su pueblo en tiempos de Josafat (2 Cr. 20:21)

c. Cuando la inicua reina Atalía fue destronada bajo la dirección del sumo sacerdote Joyada (2 Cr. 23:13). 

d. Durante el avivamiento de Ezequías (2 Cr. 29:25-28)

e. Durante la celebración de la Pascua en el tiempo de Josías (2 Cr. 35:15, 16)

f. Cuando el remanente que volvió puso los fundamentos del templo en el tiempo de Esdras (Esd. 3:11,13). El avivamiento espiritual del pueblo se mostró también en que entregaban los diezmos para las necesidades del templo. El sumo sacerdote Azarías depositó el excedente en cuartos especialmente preparados en el templo. Notemos su testimonio: «... Desde que comenzaron a traer la ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha somucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones» (2 Cr. 31:10). Esta gloriosa verdad aparece ampliada en el último de los libros del Antiguo Testamento (Mal. 3:8-10). 

6. Sus logros militares. Judá estuvo pagando tributos a Asiria durante el reinado de Acaz, pero Ezequfas se rebeló contra el rey Salmanasar de Asiria en el cuarto año de su reinado y nunca más pagó el tributo (2 R. 18:7). También dirigió con éxito una campaña contra los filisteos en este tiempo (2 R. 18:8)

7. Su enfermedad y recuperación. Ezequías cayó azotado por una enfermedad mortal, probablemente algún tipo de tumor, y Dios le comunicó por medio de Isaías que no se recuperaría. La razón para la enfermedad pudo ser su orgullo (2 Cr. 32:24, 25; Is. 38:17). El afligido rey se humilló ante Dios y le rogó que le perdonara. El Señor le escuchó y le prometió que le añadiría quince años más a su vida (2 R. 20:1-6). En consecuencia, Ezequías fue el único ser humano que jamás vivió que pudo (durante quince años) contar con seguridad que volvería a ver amanecer el día cuando se retiraba a dormir. Isaías preparó una masa de higos para ponerla sobre la llaga de Ezequías. Aquel emplasto no tenía, por supuesto, más poder sanador que tenía el barro que Jesús usó para untar los ojos del hombre ciego (Jn. 9:6). Ambos milagros de sanidad fueron el resultado de la fe en la promesa y poder de la Palabra de Dios (2 R. 20:7). Ezequías pidió una señal sobrenatural que probara que el tratamiento realmente funcionaría. Dios se lo concedió y, a petición del rey mismo, la sombra del reloj de sol del rey retrocedió diez grados (2 R* 20:8-11). El doctor John Davis escribe lo siguiente acerca de este milagro: «La señal que Dios dio a Ezequías fue ciertamente uno de los más espectaculares milagros en la historia del Antiguo Testamento. En el patio del palacio había aparentemente una serie de gradas (no necesariamente un reloj de sol como solemos imaginárnoslo) arregladas de tal manera que la sombra que el sol proyectaba sobre ellas daría una noción aproximada del tiempo. A petición del rey, y probablemente en presencia de un buen grupo de sirvientes y funcionarios (¿y embajadores extranjeros, tal vez?), la sombra retrocedió diez gradas (o grados) ¿Cómo pudo Dios realizar realmente este milagro? ¿Hizo que la tierra se parara en su rotación y retrocediera un poco? Todos los verdaderos cristianos estaríamos de acuerdo en que Dios puede hacer tal cosa, porque él es el origen de todas las cosas y por él subsisten (Col. 1:17). Pero la Biblia nos da a entender claramente que este no fue el método que Dios usó; porque al referirse a este milagro, 2 Crónicas 32:24 declara que Ezequías oró a Jehová, él le respondió y le dio una señal (hebreo: mopheth ). Pero en el versículo 31 se nos dice que Babilonia envió embajadores a Ezequías para inquirir acerca de este portento (mopheth) que había sido hecho en el país (2 Cr. 32:31). Fue, entonces, un milagro bien localizado geográficamente, que no involucró una paralización y retroceso de la rotación de la tierra, lo que implicaría que habría ocurrido en toda la zona del Cercano Oriente. En su lugar, el milagro sucedió en el “país” (Judá), y para ser más específico fue solamente en el patio de la casa del rey que la sombra retrocedió diez grados (Is. 38:8). Es la convicción de este escritor que la comprensión correcta de este milagro nos ayuda a entender lo que sucedió en aquel largo día del tiempo de Josué (Jos. 10:12-14). En razón de que lo que Josué necesitaba era una prolongación de la luz solar (no que la rotación de la tierra se hiciera más lenta), su necesidad podía ser satisfecha mediante una continuación sobrenatural de la luz del sol y de la luna en Palestina durante un día completo hasta que el ejército de Josué pudiera alzarse con la victoria y derrotar por completo al enemigo.» (Solomon to the Exile , pp. 128, 129.) El profeta Isaías incluye en su libro para nosotros una página del diario de Ezequías, escrito durante la agonía de aquella terrible enfermedad. Es un relato bien sombrío en verdad Os. 38:9-20). Algunos creen que Ezequías pasó los últimos quince años de su vida poniendo en orden las Escrituras del Antiguo Testamento, debido a que se encuentran con frecuencia las letras hebreas «H Z K» al final de muchos libros del Antiguo Testamento en los manuscritos hebreos. 

8. Sus visitantes babilonios. Ezequías recibió la visita de los enviados de una creciente potencia, que pronto se enfrentaría y derrotaría a la poderosa Asiria. Los babilonios pudieron haberle visitado por varias razones: 

a. Presentar sus respetos a un rey que hacía poco se había recuperado de una enfermedad mortal. 

b. Para saber cómo había sucedido. Los babilonios estaban realmente fascinados con la astrología, toda su vida nacional giraba alrededor del movimiento de los astros. (Véanse Is. 47:13; Dn. 2:27; Jer. 10:2.) 

c. Para determinar cuánto podrían sacar de Jerusalén cuando alcanzaran el poderío mundial (2 R. 20:12, 13). Ezequías actuó neciamente mostrándoles todos sus tesoros y fue por ello reprendido severamente por el profeta Isaías. El profeta predijo entonces que tiempo después de la muerte del rey, Judá sería llevada en cautiverio por los babilonios, en parte para hacerse con los tesoros que Ezequías les había mostrado. La respuesta del rey manifiesta un gran egoísmo: «... La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días» (2 R. 20:19). (Véase también Ro. 7:18.) Nos dice la Escritura que Dios permitió la visita de los babilonios para probar a Ezequías, pero él no pasó el examen (2 Cr. 32:31). 

9. Su dura prueba con Senaquerib. Como ya hemos observado, Ezequías se había rebelado contra el pago de tributo a Asiria durante el cuarto año de su reinado. Pero al empezar su décimo cuarto año de reinado, el poderoso sucesor de Salmanasar empezó a amenazar a Jerusalén. Ezequías intenta componer las cosas aceptando el tributo que el rey asirio le impone de trescientos talentos de plata y treinta de oro (nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa de oro). Este triste intento de aplacar al ambicioso Senaquerib nos recuerda a Neville Chamberlain, el primer ministro británico, que acudió mansamente a Munich al final de los años treinta para entregarle a Hitler media Europa. Pero la táctica no funcionó como muy pronto descubrieron Ezequías y Chamberlain. Senaquerib subió contra Jerusalén y la sitió (2 R. 18:17; Is. 36:1). 

Ezequías hizo un desesperado esfuerzo por defenderse reforzando los muros y reclutando un ejército, e incluso motivándoles con arengas desafiantes. Pero parece que el mismo rey tenía serias dudas en cuanto al resultado final de la crisis (2 Cr. 32:1-8). Senaquerib había enviado con el ejército a su Rabsaces (título para su más alto oficial), quien primeramente intentó rendir la ciudad mediante el poder de sus palabras de amenaza. Lanzó sus terribles amenazas desde las fuentes de agua que abastecían a la ciudad, un lugar donde él sabía estaban concentrados el mayor número de judíos. Les dio siete razones por las que Jerusalén debería de rendirse inmediatamente (2 R. 18:17-35).

a. Egipto, su aliado, era incapaz de auxiliarles (v. 21). 

b. Habían «ofendido» a Jehová su Dios al destruir todos los lugares de adoración excepto el de Jerusalén (v. 22). Los judíos que oyeron este argumento debieron de reírse mucho ante semejante estupidez. Es cierto que Ezequías había eliminado los santuarios paganos (18:4), pero sólo porque eran centro de adoración de Baal.

c. Jerusalén tenía un ejército débil (v. 23). Rabsaces ofrece incluso entregarles 2.000 caballos si ellos disponen de jinetes para montarlos. 

d. Era la voluntad de Dios que él conquistara Jerusalén (v. 25). Era cierto que Isaías había predicho la invasión asiria de Palestina (Is. 10:5, 6), pero no porque ésta fuera su perfecta voluntad, sino como un castigo divino por sus pecados. 

e. Asiria disponía de un gran ejército (v. 24). 

f. Les ofreció condiciones aceptables de rendición (v. 31). Nadie en sus cabales se tragaría esa mentira, porque los asirios eran conocidos por no tratar bien a sus prisioneros. 

g. Señaló también la total imposibilidad de que Jehová les pudiera salvar (v. 35). Este bocazas aprendería muy pronto por experiencia personal cuán «débil» era en realidad Jehová. Durante toda esta manifestación de arrogancia de los asidos, la delegación judía, compuesta de tres hombres, sólo interrumpió una vez a Rabsaces. Tímidamente le pidieron que las «conversaciones de paz» se llevaran a cabo en arameo (siriaco), y no en hebreo, para evitar que lo entendiera la multitud que escuchaba. Los negociadores judíos temían que cundiera el pánico si la gente del pueblo se daba cuenta de la seriedad de la situación. Rabsaces no sólo lo rechazó sino que incluso elevó todavía más la voz para que todos pudieran escuchar. Pero no cundió el pánico sino que el pueblo se mantuvo en silencio. Esto fue sabio porque, ¿cómo responde una oveja a los gruñidos y ladridos de un perro salvaje? (2 R. 18:27, 28, 36). 

10. Su oración por la ciudad de Jerusalén. La delegación judía informó inmediatamente a Ezequías de todas las amenazas del Rabsaces. El rey buscó a Dios fervientemente en oración y pronto supo por medio del gran profeta Isaías que él ya había determinado la muerte de Senaquerib, y que nada tenía que temer de las amenazas asirias. (Véase 2 R. 19:1-7 y tabién Fil. 4:6, 7.)

11. La respuesta de parte del Señor. En este momento Dios se dirige tanto a Ezequías como a Senaquerib por medio del profeta Isaías (2 R. 19:20-33). A Ezequías le dijo: 

a. «He oído» (v. 20). Esto solo era ya suficiente para confortar el corazón del rey. (Véanse Sal. 20:1; 34:4; 120:1; Jon. 2:2; 1 Jn. 5:14.) Cuán diferentes son los ídolos sordos del paganismo. (Véanse Sal. 115:2-7; 135:15-21.) 

b. Volvería a plantar, sembrar y cosechar en los campos que los asirios habían destruido (v. 29). 

c. El ciclo normal de la agricultura volvería a funcionar para el tercer año (v. 29). 

d. Este tiempo de prueba produciría un fuerte remanente de creyentes fieles en Jerusalén (v. 31). A Senaquerib le dijo: 

e. Sión no te tiene miedo (v. 21). 

f. Te escarnece y menosprecia (v. 21). 

g. La única razón por la que has logrado algunos éxitos es porque yo te lo he permitido (v. 25). 

h. Conozco todas las cosas que piensas, dices y haces (v. 27). 

i. Te pondré argolla en la nariz y freno en tu boca y te haré salir de Jerusalén (v. 28). Nota: Esta era una crueldad que los asirios solían infligir sobre sus cautivos. Otra nación pagana sufrirá la misma clase de juicio durante la tribulación. (Ez. 38:4.) 

j. No entraría en Jerusalén ni siquiera dispararía su arco contra la ciudad (v. 32).

k. El mismo sería asesinado por miembros de su propia familia (v. 7). Nota: Los descubrimientos arqueológicos indican que Senaquerib murió aplastado por sus propios hijos. Lo hicieron deslizándose dentro de su capilla privada de oración y dejando caer sobre él la gigantesca estatua del dios Nisroc, ¡su dios! El doctor John Davis escribe: «Y así, el orgulloso y gran rey de Asiria, que se había jactado ante Ezequías de que Dios era impotente, no solamente perdió su ejército con un simple movimiento del dedo de Jehová, sino también él mismo murió aplastado por la imagen de un dios inexistente a quien había dedicado su vida.» (S o lo m o n to th e E xile, p. 124.) 

l. Salvaría la ciudad por amor de sí mismo y de su siervo David (v. 34). 

m. Todo esto será así porque cuando te burlaste de Jerusalén, te mofaste también de mí. Dios no solamente prometió salvar Jerusalén, sino que aseguró al rey que ni una flecha enemiga caería dentro de la ciudad. Aquella misma noche el Ángel del Señor mató a 185.000 soldados asirios y en la mañana se vieron los cuerpos muertos a todo lo largo dél horizonte. Algunos creen que este ángel era Cristo mismo. En cualquier caso, el poder de un ángel es tremendo. Nuestro Señor nos dice en Mateo 26:53 que él podía, si lo deseara, llamar a doce legiones de ángeles para ayudarle. En aquellos días una legión estaba compuesta de 6.000 hombres. Eso significa que Cristo tenía a su disposición al menos 72.000 guerreros celestiales. Los asirios experimentaron ahora lo que los egipcios habían sufrido unos ocho siglos antes (Ex. 12:29). Senaquerib volvió inmediatamente a Nínive y allí fue asesinado, tal como Dios lo había profetizado (2 R. 19:36, 37). Ezequías murió después de un glorioso reinado de veintinueve años y fue sucedido en el trono por su hijo Manasés (2 R. 20:20, 21; 2 Cr. 32:32, 33). 

I. Manasés (decimocuarto rey). 

1. Empezó a reinar en el 695 a.C. y reinó durante cincuenta y cinco años. 

2. El decimocuarto rey de Judá fue, sin duda, único entre todos los reyes del norte y del sur. Notemos lo siguiente: 

a. Reinó más tiempo que ningún otro rey. 

b. Tuvo el padre más piadoso, hasta ese momento, de todos los reyes de Judá. 

c. Su nieto Josías fue el mejor de todos. 

d. Fue el único rey impío que se arrepintió genuinamente de sus pecados antes de su muerte. 

e. Fue el peor de todos los reyes hasta antes de su arrepentimiento. 

3. El reinado de Manasés antes de su conversión (tal como se registra en 2 R. 21:2-6,2 Cr. 33:1- 20) probablemente sobrepasaría en maldad los gobiernos de Hitler y Stalin. Consideremos las siguientes acciones: 

a. Reconstruyó todos los altares de Baal que su padre había destruido (2 Cr. 33:3)

b. Levantó altares para la adoración pagana de los astros del cielo (Zodiaco) en los atrios de la casa de Dios (2 Cr. 33:4, 5). 

c. Sacrificó a sus propios hijos en altares de dioses diabólicos en el valle de Hinom como lo había hecho su abuelo Acaz (33:6). 

d. Consultó a espíritus de adivinación y hechicería (33:6)

e. La tradición dice que mató a Isaías cortándole en partes con una siena (He. 11:37).

f. Dios dijo que cometió más infamias y maldades que las naciones paganas que vivieron anteriormente en Palestina (2 R. 21:11). 

g. Derramó sangre inocente por todas partes (2 R. 21:16). 

h. Ignoró por completo varios avisos de parte del Señor en relación con todo esto (2 Cr. 33:10).

i. Fue hecho prisionero temporalmente por el rey de Asiria.

j. Se arrepintió mientras estaba en la prisión y Dios le perdonó. 

k. Le fue permitido reinar otra vez sobre Judá. 

l. Reinó durante cincuenta y cinco años y fue sucedido en el trono por su hijo Amón. 


J. Josías (decimosexto rey). 

1. Empezó a reinar en el 640 a.C. y reinó durante treinta y un años. 

2. Josías fue el mejor de los reyes desde Salomón. «No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual» (2 R. 23:25). Sus logros nos asombran. Nos preguntamos cómo se las arregló para comer y dormir. 

3. Las reformas de Josías. 

a. Comenzó a buscar a Dios siendo muy joven, de dieciséis años (2 Cr. 34:3). b. A la edad de veinte años empezó su gran obra de reforma (34:3). 

c. Destruyó todos los altares de Baal (34:4). 

d. Deshizo todas las imágenes y esculturas convirtiéndolas en polvo y esparciéndolo sobre los sepulcros de aquellos que habían sacrificado a ellas (34:4). 

e. Quemó los huesos de los sacerdotes paganos sobre sus propios altares (34:5). 

f. Llevó esto a cabo en ciudades distantes de Israel y en su propio reino (34:6)

g. A la edad de veintiséis empezó a reparar el templo (34:8). 

h. Dirigió al pueblo en un «servicio multitudinario de arrepentimiento» como resultado del descubrimiento del libro de la ley de Moisés (2 R. 23:1-3,18-21,29-32). Después hizo que se leyera a todo el pueblo. 

i. Planeó y presidió una de las celebraciones de la Pascua más grandes de todos los tiempos (2 Cr. 35:1, 18)

j. Mató a los sacerdotes paganos que antes habían nombrado otros reyes de Judá (2 R. 23:5). 

k. Sacó fuera de Jerusalén la imagen de Asera que estaba en el templo (2 R. 23:6). 

l. Derribó los lugares de prostitución masculina (23:7). 

m. Mandó venir a Jerusalén a los sacerdotes de Dios que vivían en otras ciudades de Judá (23:8). 

n. Destruyó el altar de Tofet que estaba en el valle de Hinom para que no se ofrecieran sacrificios humanos sobre él (23:10). 

ñ. Quitó también las esculturas de caballos y carros (dedicadas al dios sol) que estaban instaladas cerca de la entrada del templo (23:11). 

o. Derribó los altares de Acaz que estaban sobre el tejado del Templo 23:12

p. También quitó los altares que Manasés había ordenado levantar en los atrios del templo (23:12). 

q. Derribó los santuarios paganos de Astoret (dios de Sidón), Quemos (dios de Moab), y Milcom (dios de Amón) que Salomón había edificado para sus muchas mujeres (23:13). 

r. También quebró el altar de Bet-el que había levantado Jeroboam I (23:15), cumpliéndose así una profecía de 300 años de antigüedad. (Véase 1 R. 13:1,2.) 

s. Demolió todos los santuarios paganos que había en los montes de Samaria (23:19). t. Exterminó también a todos los brujos y adivinos (23:24). 

4. El ministerio bíblico de Josías.

 a. Al limpiar el templo, el sumo sacerdote Hilcías descubrió un viejo rollo que resultó ser una copia de la ley de Moisés (2 R. 22:8). 

b. Josías fue informado y rasgó sus vestiduras de horror al darse cuenta de cuánto habían sido ignoradas y ridiculizadas las Escrituras del Antiguo Testamento durante el reinado tanto de su padre como de su abuelo (22:9- 13). Aparentemente, durante el reinado del inicuo Manasés la Palabra de Dios había sido completamente destruida, y probablemente sería un delito grave poseer un ejemplar de la ley de Dios. Pero algunos sacerdotes fieles habían ocultado un ejemplar en el templo esperando días mejores. 

c. El joven rey ordenó a Hilcías buscar el consejo de una piadosa mujer, la profetisa Huida, acerca de todo este asunto. Este mujer bien pudo ser una tía carnal de Jeremías. (Véanse 2 R. 22:14; Jer. 32:7.) Dios había hablado a veces a su pueblo por medio de una mujer, y lo haría otras veces después de esta ocasión (22:14). 

(1) Habló por medio de Miriam, la hermana de Moisés (Ex. 15:20). 

(2) Obró por medio de Débora (Jue. 5). 

(3) La esposa de Zacarías era una profetisa (Le. 2:36). 

(4) Las cuatro hijas de Felipe eran tenidas por profetisas (Hchi 21:9). 

d. El mensaje de Huida fue una doble profecía. Dijo: 

(1) Que a causa del trágico y vergonzoso fracaso espiritual de Judá, Dios ya había determinado juzgar a su pueblo. Pronunció sobre la Santa Ciudad las terribles palabras del .Señor (22:17). 

(2) Que a causa del amor de Josías por el Señor, él no vería todo esto y que el juicio vendría después que él muriera. «... serás llevado a tu sepulcro en paz...» (2 R. 22:20). No debemos entender estas palabras en el sentido de que Josías moriría de forma tranquila en su lecho real (porque en realidad murió en el campo de batalla), sino que él sería librado del dolor de la cautividad a manos de los babilonios y de la subsiguiente destrucción de Jerusalén. e. Josías entonces convocó al pueblo en el templo y él personalmente leyó la ley de Moisés en voz alta y les instó a que obedecieran la Palabra de Dios (2 R. 23:1-3). 

5. La gran celebración de la Pascua de Josías. Esta fiesta que había empezado en Egipto hacía casi 900 años (Ex. 12), no se había evidentemente vuelto a celebrar desde los días de Ezequías, hacía unos sesenta años. Pero Josías estaba ahora determinado a enmendar el olvido. Notamos con sorpresa el gran número de animales sacrificados en esta ocasión (2 Cr. 35:7, 8 ). 

a. Animales: 

(1) Treinta mil corderos. 

(2) Tres mil novillos. 

(3) Seis mil setecientas ovejas. 

(4) Trescientos bueyes. 

b. El arca del pacto. 

Según 2 Crónicas 35:18 esta fue la más grande celebración pascual de todos los tiempos. Durante esta celebración de la pascua, Josías subió la sagrada arca del testimonio a su lugar propio en el templo (2 Cr. 35:3). Esta es la última mención que se hace en el Antiguo Testamento del mueble más sagrado que jamás se haya construido. Su historia es realmente fascinante. (1) Es primeramente mencionada en Exodo 25:10. 

(2) Fue depositada en el tabernáculo por Moisés (Ex. 40:21). 

(3) Fue transportada por el pueblo de Israel durante los cuarenta años de su peregrinación en el desierto (Nm. 10:35; 14:44). 

(4) Siguió al pueblo de Israel cuando cruzaron el río Jordán (Jos. 4:5). 

(5) Fue llevada alrededor de Jericó (Jos. 6:13). 

(6 ) Fue puesta al lado de Josué en el monte Ebal mientras que él leía la ley a todo el pueblo (Jos. 8:33). 

(7) La instalaron formalmente en el nuevo tabernáculo levantado en Silo (Jos. 18:1). 

(8 ) Fue llevada al campo de batalla por los impíos Ofni y Finees (1 S. 4:4). (9) Fue capturada por los filisteos y retenida durante siete meses (1 S. 4:11; 6:1). 

(a) La trasladaron a Asdod donde derrotó a Dagón (1 S. 5:1). 

(b) La llevaron después a Ecrón donde causó una gran plaga ( 1 S. 5:10).

(10) Fue llevada a Bet-semes por dos vacas que criaban, pero allí el Señor castigó a algunos de la ciudad por mirar dentro del arca (1 S. 6:12). 

(11) Luego la trasladaron a Quiriat-jearim donde permaneció durante veinte años (1 S. 7:1). 

(12) Fue llevada por Saúl a Gabaa. Aquí dio la victoria a los israelitas sobre los filisteos (1 S. 14:18). 

(13) David quiso trasladarla desde Baala a Jerusalén en un carro nuevo. Uza murió en el camino por tocarla (2 S. 6:3).

14) Descansó durante tres meses en la casa de Obed-edom (2 S. 6:11). 

(15) David la trasladó definitivamente a Jerusalén (2 S. 6:16). 

(16) El sumo sacerdote Sadoc se la llevó a David, cruzando el torrente de Cedrón, cuando escapaba de la rebelión de Absalón (2 S. 15:24). 

(17) La devolvieron a Jerusalén por orden de David (2 S. 15:25, 29). 

(18) Fue instalada en el templo de Salomón (1 R. 8:1). 

(19) No sabemos lo que sucedió al final con ella. 


6 . La trágica muerte de Josías. 

a. Necao, rey de Egipto, planeó dirigir un ejército a través de Judá para presentar un frente unido con Babilonia frente a Asiría en Carquemis (2 Cr. 35:20). 

b. A causa de esto Josías le declaró la guerra a Necao. El Faraón egipcio intentó en vano convencer al rey de Judá de que no tenía pleito con él, y le advirtió de que no interviniera, no fuera que Dios le destruyera en la guerra (35:20, 21). 

c. Josías rechazó la oferta de paz y atacó a Necao en el valle de Meguido. El campo de Meguido, localizado en la llanura de Esdraelón (Jezreel), había sido ya escenario de muchas batallas: 

(1) Débora y Barac derrotaron aquí a los cananeos (Jue. 4—5). 

(2) Gedeón denotó aquí a los madianitas (Jue. 7). 

(3) David derrotó aquí a Goliat (1 S. 17). 

(4) Fue aquí donde los filisteo mataron a Saúl (1 S. 31). 

(5) Fue aquí donde Josías fue herido de muerte (2 Cr. 35:22). 

(6 ) Será en este campo donde un día tendrá lugar la gran ¿batalla del Armagedón (Zac. 12:11; Ap. 16:16). 

d. Josías fue herido mortalmente por los flecheros de Necao a pesar de entrar disfrazado en la batalla (como lo hizo otro rey en otra ocasión). (Véase 1 R. 22:30.) Lo llevaron a Jerusalén donde lo sepultaron en medio de una gran ceremonia y dolor. El profeta Jeremías estuvo presente en el funeral (2 Cr. 35:23-25). 'Judá no volvió a tener más reyes buenos. De aquí en adelante el país cayó en un gran declive espiritual. Josías fue sucedido en el trono por su hijo Joacaz (2 Cr. 36:1). 


K. Joacim (decimoctavo rey). 

1. Empezó a reinar en el 609 a.C. y reinó durante once años. 2. Con la excepción de su tatarabuelo Manasés, Joacim puede ser catalogado como el peor de los reyes de Judá. Veamos su nefasto historial: 

a. Se construyó un gran palacio, de grandes recámaras, con muchas ventanas, cubierto con panel de madera de cedro y pintado de rojo. Se aprovechó para hacerlo del trabajo de esclavos, mientras que su propio pueblo sufría (Jer. 22:13, 14). 

b. Estaba lleno de egoísmo, codicia y deshonestidad (22:17). 

c. Mató a los inocentes, oprimió a los pobres y reinó con crueldad (22:17). 

d. Ordenó matar al profeta Urías, un hombre de Dios que denunció sus excesos. Mandó perseguirle y buscarlo en Egipto, Cayéndole prisionero a Jerusalén (Jer. 26:20-22). 

e. Intentó frecuentemente silenciar al profeta Jeremías (26:24; 36:19, 26). f. Quemó en una ocasión un rollo que contenía los escritos y profecías inspiradas de Jeremías. Pero no le dio resultado, porque el profeta volvió a escribir todo lo que el rey había destruido y añadió una escalofriante profecía contra Joacim (36:22, 23, 27-32)

3. Joacim se convirtió en vasallo de Nabucodonosor después que los babilonios derrotaron a los asirios y egipcios en la batalla de Carquemis. En los últimos años de su reinado Nabucodonosor capturó Jerusalén y se llevó algunos de sus vasos sagrados a Babilonia. Encadenó a Joacim para llevárselo prisionero, pero aparentemente, por alguna razón, lo restauró en el trono de Judá como un rey vasallo (2 R. 24:1; Jer. 25:1; 2 Cr. 36:6, 7). Sí se llevó, sin embargo, algunos jóvenes judíos de la aristocracia, uno de los cuales fue Daniel (Dn. 1:3,4). 

4. Pasados tres años, Joacim fue convencido por el grupo pro Egipto de su corte para que se rebelara contra Babilonia. 

5. Aunque Nabucodonosor no pudo aparentemente aplastar la rebelión en forma rápida en este tiempo, Dios castigó al inicuo rey de Judá permitiendo que la tierra fuera invadida por bandas de sirios, moabitas y amonitas (2 R. 24:2, 3). 

6 . Joacim murió y, como fue profetizado por Jeremías (Jer. 22:18, 19; 36:30), fue sepultado como un animal salvaje. Su cadáver fue sacado de Jerusalén y arrojado en un vertedero de basura, no fue llorado ni por su propia familia. Le sucedió en el trono su hijo Joaquín (2 R. 24:5, 6 ). 


L. Sedequías (vigésimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 597 a.C. y reinó durante once años. Este fue el hijo más joven del piadoso rey Josías, y a semejanza de sus hermanos Joacim y Joaquín, Sedequías hizo lo malo ante los ojos de Jehová. Fue conocido como el «rey marioneta». (2 R. 24:18, 19; 2 Cr. 36:12). 

2. Sedequías mostró al principio señales de querer obedecer la ley de Moisés (Jer. 34:8-10). 

3. En el cuarto año de su reinado hizo un viaje a Babilonia, seguramente para reafirmar su lealtad a Nabucodonosor (Jer. 51:59). 

4. Cuando volvió se vio forzado a imponer silencio al profeta Jeremías, quien hablaba mucho en voz alta en público (Jer. 27-29). 

5. Jeremías sufrió mucho bajo el reinado de Sedequías. 

a. Fue aborrecido y conspiraron contra él a causa de su mensaje de juicio divino (Jer. 11:8- 10). 

b. Fue arrestado por Pasur, el sacerdote del templo, golpeado y sujetado en el cepo durante una noche (20:1-3). 

c. Casi io matan después de uno de sus mensajes en un violento tumulto de sacerdotes y profetas falsos de Judá (26:7-9). 

d. En el año cuarto del reinado de Sedequías, un falso profeta llamado Hananías refutó públicamente a Jeremías, diciendo que Jehová iba a romper el yugo de Babilonia en dos años (28:1-4). 

e. Fue arrestado y arrojado en la cárcel acusado de traición (27:11 -16)

f. Lo sacaron de allí y lo pusieron en una celda del palacio por orden del voluble Sedequías (37:21). 

g. Sin embargo, pronto fue sacado de allí por judíos violentos que lo metieron en la cisterna del patio de la cárcel. No había agua en la cisterna y Jeremías se hundió en el lodo (38:1-6). 

h. Lo liberaron otra vez y de nuevo trató de convencer a Sedequías, sin lograrlo, de que se sometiera al dominio babilonio como castigo de Dios (38:14-26). 

i. Fue otra vez encarcelado durante los dos años últimos del triste y pervertido reinado de Sedequías. Dios le ordenó en este tiempo que comprara un campo de su primo Hanameel (32:6-15). 

6 . Sedequías rechazó neciamente el consejo de Jeremías y se rebeló contra Nabucodonosor, incluso aunque le había jurado lealtad (2 Cr. 36:13). El rey de Babilonia respondió yendo contra Jerusalén y sitiándola. La ciudad resistió durante treinta meses, pero en julio del 586 a.C. se rindió cayendo en manos de los babilonios. En la última noche Sedequías trató de escapar, pero fue capturado cerca de Jericó y llevado a la presencia de Nabucodonosor, quien le castigó a ver la ejecución de sus propios hijos y después le sacaron a él los ojos. Fue finalmente encadenado y llevado cautivo a Babilonia donde murió (Jer. 52:4-11; 39:1-7)., Nota: Jeremías le había advertido de que tendría que m irar cara a cara al rey de Babilonia (32:4; 34:3), pero Ezequiel profetizó que no vería Babilonia con sus propios ojos (12:6,12,13). Estas terribles profecías se cumplieron. 

7. Durante los últimos días de julio del 587, Nebuzaradán, capitán de la guardia de Nabucodonosor, prendió fuego al templo, junto con la mayoría de los edificios públicos y privados. Las murallas de la ciudad fueron destruidas (Jer. 52:12, 13). 

8 . Nabucodonosor ordenó también la ejecución del sumo sacerdote Serías, además-de otros setenta y tres altos funcionarios. El exilio de Judá quedó ahora completado (Jer. 52:24-27). Desde este momento y hasta el 14 de mayo de 1948 d.C., Israel cesó de existir como nación. 

Los  profetas orales   importantes ------> continuara en cuarta parte!


LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO SEGUNDA PARTE

LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO

Esta etapa nos ofrece el período más entretejido, dinámico y detallado de toda la Biblia. La vamos a considerar bajo tres divisiones principales. 

I. Una introducción a la etapa del reino dividido. 

II. Los reyes que reinaron en esta etapa. En su presentación emplearemos un método doble: 

A. La visión de conjunto. El reinado de cada rey será brevemente bosquejado. 

B. El método de mirar con la lupa. El reinado de cada uno de los reyes importantes será examinado más en detalle. 

III. Los libros del Antiguo Testamento que fueron escritos durante esta etapa.


II. Los reyes de esta etapa del reino dividido.

EN LA INTRODUCCION A ESTA ETAPA SE REVISA COMO 

A) LA VISION DE CONJUNTO Y 

B) EL METODO DE MIRAR CON LUPA  ---------> ESTE   TITULO ES EL QUE VEREMOS A CONTINUACIÓN EN ESTA ENTRADA HASTA EL ULTIMO REY DEL NORTE

El método de mirar con la lupa La etapa del reino dividido puede ser estudiada y resumida mediante un examen un tanto minucioso de la vida de veinte personas. Este número no incluye a los profetas que escribieron tales como Jonás, cuya vida la consideraremos junto con su libro. 

De los veinte, seis son reyes del norte, 

doce son reyes del sur, y 

dos son profetas. 

Son: Jeroboam, Omri, Acab, Jehú, Jeroboam II, Oseas (norte), Roboam, Asa, Josafat, Atalía, Joás, Uzías, Acab, Ezequías, Manasés, Josías, Joaquín, Sedequías (sur), Elias y Elíseo (profetas) 



Los reyes importantes del norte

 A. Jeroboam  (el primer rey). 

Empezó a reinar en el 930 d.C. y reinó durante veintidós años. A fin de considerar propiamente el reinado de Jeroboam es necesario que conozcamos algo de las circunstancias que le llevaron al poder. Todo empezó con la arrogancia y falta de tacto de Roboam, el hijo de Salomón.

 1. Roboam fue a Siquem para ser coronado rey sobre todo Israel (1 R. 12:1; 2 Cr. 10:1). 

2. Allí una delegación encabezada por Jeroboam (que había regresado de Egipto después de la muerte de Salomón) le presenta un ultimátum mediante el cual el pueblo le exige una mejor vida bajo su reinado que la que habían conocido bajo Salomón (1 R. 12:3, 4; 2 Cr. 10:2-4). 

3. Roboam solicita tres días de receso para considerar sus demandas. Durante este período consultó a los ancianos que habían servido con su padre y también a los jóvenes amigos que se habían criado con él. Aceptó el consejo de los jóvenes y a los tres días, respondió: «... Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones» (1 R. 12:14). 

4. Al escuchar esta respuesta, diez de las tribus dieron oído al grito de Jeroboam que les incitaba a regresar a sus casas, y así comenzó la triste historia de la división del reino (1 R. 12:16)

5. Adoram, el encargado de recoger los impuestos para el rey, es apedreado hasta morir, y el atemorizado Roboam tiene que huir a Jerusalén para salvar su vida (1 R. 12:18). Pretende recuperar por la fuerza lo que ha perdido, pero Dios le amonesta a que no lo haga (1 R. 12:21- 24); Roboam desobedeció continuamente este mandamiento a lo largo de su reinado. (Véase 1 R. 15:6.) 

6. Jeroboam, el nuevo líder de la confederación de las diez tribus, se enfrenta inmediatamente a una seria amenaza. Tres veces al año, tal como lo mandaba la ley de Dios (véase Lv. 23; Ex. 23:17), el pueblo subía a Jerusalén para adorar a Dios. Jeroboam sabía que los sacerdotes usarían sin duda esta oportunidad para cambiar la opinión de la gente y hacer volver al pueblo al redil de Roboam. Jeroboam intenta resolver esta situación mediante el siguiente plan: 

a. Cambia los símbolos religiosos de Israel. En vez de tener los dos querubines de oro que había sobre el arca, ahora tendrían dos becerros de oro. Da base a su acción citando el ejemplo histórico del sumo sacerdote Aarón (En realidad, usó las palabras de Aarón para presentar a Israel estos becerros de oro. Cp. Ex. 32:4 con 1 R. 12:28.) 

b. Cambia el centro religioso de adoración de Jerusalén a Bet-el y Dan. Esto es una manifiesta desobediencia del claro mandamiento que Dios le dio. (Véase 1 R. 11:36.) 

c. Degradó el sacerdocio levítico haciendo «sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví» (12:31). A causa de esto, la gran mayoría de los sacerdotes y levitas se marcharon a Judá, dejando detrás de ellos una situación de casi total apostasía. (Véase 2 Cr. 11:13-17.) Esto explica el hecho trágico de que ninguno de los diecinueve reyes del norte, empezando con Jeroboam y terminando con Oseas, en un período de 210 años aproximadamente, volvió su corazón ni reino a Dios. 

d. Cambió el calendario religioso de octubre a noviembre. Según Levítico 23, Israel debía observar seis fiestas principales, comenzando en abril y terminando en octubre. 

Estas seis fiestas, tres de las cuales caían en octubre, anticipaban la cruz (panes sin levadura), la resurrección (primeros frutos), Pentecostés (fiesta de los cincuenta días), el rapto (fiesta de las trompetas), la tribulación (el día de la expiación), y el milenio (la fiesta de los tabernáculos). Es evidente, sin embargo, que Jeroboam tenía muy poco interés en estas fiestas, porque se nos dice que él ideó esta fiesta de noviembre inventándola a su antojo. (Véase 12:33.) 

7. Jeroboam visitó el altar en Bet-el para quemar incienso. Aquí tenemos al segundo de los reyes de Israel que tuvieron el atrevimiento de asumir también el oficio de sacerdote. Todos ellos fueron castigados severamente. Los otros dos fueron: 

a. Saúl (1 S. 13:9-14). 

b. Uzías (2 Cr. 26:16-21). 

8. Por su idolatría Jeroboam recibió una profecía y un castigo por medio de un varón de Dios. 

a. La profecía. Que vendría un día cuando un rey de Judá llamado Josías destruiría totalmente la falsa religión de Jeroboam, quemando incluso los huesos de sus sacerdotes muertos sobre el mismo altar donde Jeroboam estaba sacrificando. Esta sorprendente profecía se cumplió exactamente 300 años después. (Cp. 1 R. 13:2 con 2 R. 23:15, 16.) 

b. El castigo. El altar de Jeroboam fue destruido y su mano quedó paralizada mediante una acción sobrenatural de Dios (1 R. 13:3-6). El profeta después oró y la mano del rey quedó restaurada. 

9. En su camino de regreso a casa, el profeta tontamente prestó atención a las palabras de un viejo profeta de Bet-el que le mintió y por su desobediencia a Dios perdió su vida. 

a. Dios le había dicho que se volviera a casa inmediatamente. 

b. El viejo profeta le dijo que Dios había cambiado de idea y que ahora deseaba que se quedara y comiera en Bet-el. 

c. Cuando finalmente emprendió el camino para volver a su casa, le atacó un león y lo mató. 

10. Poco después de este triste evento, Abías, el hijo de Jeroboam, se puso muy enfermo. El profeta Ahías transmite un terrible mensaje de Dios a la esposa de Jeroboam (quien había intentado disfrazarse), que debido a su gran impiedad el juicio de Dios vendría sobre él (14:10-14). Todo esto sucedió realmente. Este niño murió pronto (14:17) y pocos años después, Nadab, el hijo de Jeroboam que le había sucedido en el trono, fue asesinado con toda su familia por un rebelde llamado Baasa, usurpándole el trono (15:29). En este momento Dios dio el escalofriante primer aviso de la futura cautividad a manos de los asirios, la cual ocurrió 200 años después (14:15). 

11. Dios castiga a Jeroboam con una plaga y muere, después de un depravado reinado de veintidós años. Leemos más de veinte veces

frase de que «él hizo pecar a Israel». Le sucedió en el trono su hijo Nadab (1 R. 14:20; 2 Cr. 13:20). Nadab fue asesinado por un rebelde llamado Baasa después de reinar solamente dos años. El fue el primero de seis reyes del norte que fueron asesinados, los cuales son: 

(2) Ela, 

(3) Joram, 

(4) Zacarías, 

(5) Salum, y 

(6) Pekaía.

 Baasa, al matar a Nadab y sus familiares, cumplió sin saberlo la profecía que había sido dada por Ahías a la esposa de Jeroboam. (Cp. 1 R. 14:14 con 15:29.) 


B.  Omri (sexto rey). 

1. Subió al trono en el 885 a.C. y reinó durante doce años. 

2. Hizo de la ciudad de Samaria la nueva capital del reino del norte (1 R. 16:24)

3. Fue el más impío de los reyes del norte hasta esa fecha. 


C. Acab (séptimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 874 y reinó durante veintidós años. 

2. Se casó con Jezabel y edificó un templo a Baal en Samaria (1 R. 16:31, 32)

3. Fue más malvado que Omri, su padre (16:33). 

 (Véase también 21:25, 26.) 

4. Al comienzo de su reino se cumplió una prfecía pronunciada 500 años antes, relacionada con la reedificación de Jericó (comparar 16:34 con Jos. 6:26). 

5. Es confrontado por el profeta Elias quien le advierte que a causa de su pecado y de la impiedad de Israel, habría hambre en la tierra por tres años y medio (1 R. 17:1; Stg. 5:17). 

6. Acab es testigo de la derrota y ejecución de sus sacerdotes de Baal a manos de Elias en el monte Carmelo (18:40). 

7. Le es permitido por Dios derrotar dos veces a los arrogantes sirios para demostrar un hecho, la realidad de que Jehová es Señor por encima de todos (20:23, 28). En este momento, Ben-adad, rey de Siria, le declaró la guerra a Acab, que en principio trató de aplacarlo sobornando al codicioso monarca sirio, pero cuando esto falló,  Acab determinó luchar (1 R. 20:1-11). Un profeta anónimo (quizá Elias) le reafirma a Acab que vencerá a los sirios, y dicha victoria tiene lugar muy pronto (20:13-19). Después de su derrota, los sirios llegan a la conclusión de que ha sido debido a un factor geográfico, porque la batalla se desarrolló en una zona montañosa, lo cual había dado al ejército israelita una gran ventaja. Los sirios creían que el Dios de Israel era un Dios de montañas. De manera que planean luchar otra vez contra Israel, pero en esta ocasión será en la llanura. No podían estar más equivocados, pues el Dios de Israel es ciertamente Dios de las montañas, pero también es Dios de: 

a. El Dios del valle (Ex. 17:8-13; 1 S. 17:3, 49). 

b. El Dios de la montaña (1 R. 18:19, 40). 

c. El Dios del llano (Jue. 11:33). 

d. El Dios del agua (Ex. 14:27, 28). 

e. El Dios del fuego (Dn. 3:19-26). 

Los sirios atacan otra vez y son derrotados completamente, perdiendo 127.000 soldados de infantería. El victorioso Acab desobedece el mandamiento de Dios y le perdona la vida a Ben-adad (como Saúl hizo una vez con Agag, 1 S. 15:31-33)

El profeta de Dios le anuncia entonces que a causa de lo que Acab había hecho. Dios demandaría su vida por la vida de Ben-adad (1 R. 20:32-43, lo cual ocurrió tres años más tarde (véase 1 R. 22:29-37)

8. Acab intenta adquirir sin lograrlo una viña escogida ubicada cerca de su palacio en Samaria, cuyo propietario era un hombre de Jezreel llamado Nabot. Samuel había advertido al principio de la monarquía acerca del riesgo de que los reyes quisieran apoderarse de las tierras de sus súbditos (1 S. 8:14). Aunque Nabot hubiera querido vender la viña, la ley levítica se lo prohibía. (Véanse Lv. 25:23; Nm. 36:7; Ez. 46:18.) Acab regresa a casa malhumorado. Jezabel se entera de la negativa de Nabot y le dice a su marido que se alegre y coma, que ella le dará la viña . Decide entonces escribir cartas en nombre de Acab, dirigidas a los líderes de Jezreel, donde Nabot vivía, y sellarlas con el sello real. En las cartas les manda que convoquen a los israelitas del lugar para una reunión de oración y ayuno, que se aseguren que Nabot esté presente y que paguen a dos testigos falsos para que le acusen de maldecir a Dios y al rey, y, en consecuencia, le mataran a pedradas. Esta orden horrible es ejecutada al pie de la letra (1 R. 21:4-14). Sus hijos son también azedreados. (Véase 2 R. 9:26.) La malvada Jezabel, ella misma una rabiosa adoradora de Baal, apela ahora astutamente a la ley de Moisés para obtener dos testigos contra el acusado (Lv. 24:17). Este juicio falso tendría su imitación final nueve siglos después, en las primeras horas de un viernes del mes de abril, cuando el Creador Todopoderoso es juzgado por sus miserables criaturas (Mt. 26:59-68). Jezabel es informada del resultado de su intriga y Acab jubiloso va a la viña para reclamarla (1 R. 21:15, 16). Dios le ordena a Elias que vaya y confronte a Acab en la viña de Nabot y pronuncie maldición divina sobre él y su familia. 

 Un Acab enojado y, sin duda, atemorizado, escucha el juicio de Dios sobre él (21:19, 21-24). Todo lo dicho por Elias llegó a ser literalmente cierto. 

a. Los perros lamieron la sangre de Acab como habían lamido la de Nabot (1 R. 22:38). 

b. Sus descendientes fueron destruidos. Su hijo mayor Ocozías murió de una caída (2 R. 1:17), y Joram su hijo más joven, fue asesinado por Jehú (2 R. 9:24), y su cuerpo arrojado en el mismo campo donde Nabot había sido entenado. c. Jezabel, su depravada mujer, fue devorada por los peños salvajes de Jezreel (2 R. 9:30-36). Nada más escuchar estas terribles profecías, Acab se humilla, y Dios le permite que al menos no vea la muerte de sus hijos. Pero su arrepentimiento es superficial y temporal (1 R. 21:27-29)

9. En este tiempo Acab desea que el monarca reinante en Judá (cuyo nombre es Josafat) se una a él para combatir a Ben-adad de Siria, que ha incumplido un pacto de tres años (1 R. 22:1) y sigue acuartelando tropas en Ramot de Galaad. Si Acab le hubiera ejecutado como Dios le mandó hacerlo, está situación no se habría producido ahora. Josafat no tenía nada material que ganar y sí mucho que perder moralmente. Su respuesta es trágica: «... Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos» (1 R. 22:4). Josafat evidentemente tuvo sus dudas acerca de esta alianza, porque le pidió a Acab: «... Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová» (2 Cr. 18:4). Acab inmediatamente convocó a 400 profetas, todos los cuales comían de su mesa y no dudaban en decirle al rey lo que a él le gustaba escuchar. Todos ellos predijeron la victoria y animaban al rey a ir a la guerra (2 Cr. 18:5, 6). Esta era la clase de hombres de los que Jeremías habló años más tarde (Jer. 23:21). Josafat, que todavía se sentía asediado por las dudas, preguntó si no había algún otro profeta de Dios al que pudieran preguntar. Acab amargamente le responde diciendo: «... Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías, hijo de Imla; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal...» (1 R. 22:8). Quizá el mayor elogio que podríá recibir Micaías es que era aborrecido por Acab. Aquel rey insensato y malo odiaba al profeta como un necio puede aborrecer al médico que le diagnostica cáncer. Ante la insistencia amable del rey de Judá, Acab ordena a regañadientes que vayan a buscar a Micaías a la prisión, pero instruye privadamente a los mensajeros para que le adviertan al profeta que no contradiga la profecía de la mayoría. Micaías escucha lo que le dicen pero replica: «... Vive Jehová, que lo que Jehová me hablare, eso diré» (1 R. 22:14). Mientras que los dos reyes esperan la llegada de Micaías, Sedequías, el portavoz de aquellos profetas títeres, desarrolla una escena intentando dramatizar para Acab cómo logrará la victoria sobre los sirios. Quizá había aprendido aquello sacando completamente fuera de contexto a Deuteronomio 33:17. Finalmente Micaías aparece delante de Acab, y sin duda, con un guiño en sus ojos y sarcasmo en su voz, imita a los otros profetas: «... Sube, y serás prosperado, y Jehová la entregará en manos del rey» (1 R. 22:15). Este sarcasmo debió ser dolorosamente evidente para los dos, porque Acab lívido por la ira, le gritó: «... ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová» (22:16). Acab quería escuchar la verdad tanto como un criminal culpable desea oír a un juez pronunciar sentencia sobre él. Esas palabras fueron dichas indudablemente para impresionar a Josafat. El guiño desaparece repentinamente de los ojos de Micaías y el tono burlón se transforma en sobrias palabras de juicio al decir: «... Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz» (22:17). Nada más oírle, Acab explota otra vez y le dice a Josafat: «¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal» (22:18). Micaías, no obstante, continúa y declara que Dios ha permitido que un espíritu de mentira engañe a los profetas de Acab, a fin de matar al depravado rey en la batalla. Al terminar esta verdadera profecía, es abofeteado por Sedequías, el profeta títere de Acab. Este punzante insulto sería más tarde experimentado tanto por nuestro Señor (Jn. 18:22) como por el apóstol Pablo (Hch. 23:2). Acab ordena que vuelvan a Micaías a la prisión y que le tengan a pan y agua hasta que él regrese de la guerra sano y salvo. Cuando sale, Micaías agrega que si Acab regresa con bien significará que Dios no había hablado por medio de él (1 R. 22:28)

10. Acab y Josafat se apresuran para marchar a Ramot de Galaad. En la víspera de la batalla, Acab sugiere que Josafat se ponga las ropas reales de Acab y él usaría el uniforme de un soldado de infantería. El rey del sur acepta el plan. Algunas veces parece como si Josafat fuera un tonto (1 R. 22:29, 30). Josafat es inmediatamente visto por los sirios, que le confunden con Acab. El atemorizado y necio rey de Judá clama a Dios por protección, y los soldados sirios le dejan sin tocarle cuando se dan cuenta de que no es Acab (1 R. 22:31-33; 2 Cr. 18:30-32). Sin embargo, uno de los soldados sirios disparó su arco al azar contra las filas israelitas e hirió de muerte al disfrazado Acab, clavándole la flecha entre las juntas de la armadura. Al darse cuenta de que estaba gravemente herido, Acab ordenó al conductor de su carro que lo sacara del campo de batalla. Cuando el sol se ponía por el occidente, el rey murió (1 R. 22:34-37; 2 Cr. 18:33, 34). Acab es enterrado en Samaria y su carro lleno de sangre es llevado a un estanque cercano para lavarlo, donde los perros lamen la sangre, exactamente como Elias había predicho (1 R. 22:38, 39). Acab es sucedido en el trono por Ocozías, su hijo mayor, quien siguió en los malos caminos de su padre (1 R. 22:52, 53)


D. Jehú (décimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 841 a.C. y reinó durante veintiocho años. 

2. Dios había mandado a Elias a que ungiera a Jehú como rey (1 R. 19:16), pero por alguna razón no lo había hecho, sino que lo hizo Elíseo por medio de un joven profeta (2 R. 9:1). 

3. Jehú llegó a ser notorio por la manera de conducir su carro (9:20) y por la sangre que derramó. Ejecutó a 

a. Ocozías, rey de Judá y nieto de Josafat (9:27). 

b. Joram, rey del norte, que estaba en el trono en ese tiempo (9:24). 

c. Jezabel (9:30-37). 

d. Los setenta hijos de Acab (10:1, 11). 

e. Cuarenta y dos príncipes de Judá (10:14). 

f. A los adoradores de Baal (10:25). Dios le ordenó que ejecutara a todos los miembros de la familia de Acab, incluida Jezabel, cuyo cuerpo se lo comieron los perro más tarde (2 R. 9:1-10), pero no sancionó los demás asesinatos. Examinemos brevemente sus sangrientas actividades. Nada más ser ungido, Jehú monta en su carro y se encamina a toda velocidad hacia Jezreel para matar al rey Joram, el hijo más joven de Acab, que en estos momentos se estaba recuperando de las heridas que había sufrido en una batalla reciente. En aquel funesto día le acompañaba un visitante, el rey Ocozías de Judá, que era el nieto de Josafat y sobrino de Joram. Es dudoso que hallemos en la historia que dos jefes de estado reunidos en conferencia tuvieran madres más impías que estos dos. La madre de Joram era Jezabel, y la madre de Ocozías era Atalía. Jehú es avistado mientras estaba todavía en el camino en el valle, y tanto Joram como Ocozías, temiendo una rebelión inminente, salen a su encuentro confiando en poder arreglar las cosas de una manera pacífica. Jehú rechaza los intentos de negociación de Joram y mata a los dos reyes, tío y sobrino, mediante una lluvia de flechas. El cuerpo sin vida de Joram es arrojado en el campo de Nabot, donde Acab (el fallecido padre del rey) tiró una vez el cuerpo de Nabot. Se cumplía la enseñanza bíblica de que «lo que el hombre sembrare, eso también segará» (2 R. 9:25-29). Al entrar Jehú en Jezreel vio a Jezabel, la maquillada hechicera, que se burlaba de él asomada a una ventana alta, y ordena que la echen por la ventana, lo cual hacen y muere en la caída. Los perros salvajes devoraron su cuerpo, dejando solamente su calavera, los pies y las manos. Así se cumplió literalmente la terrible profecía dada a Acab. (Cp. 1 R. 21:23 con 2 R. 9:30-36.) Jehú después escribe una carta a las autoridades de la ciudad de Samaria demandando las cabezas (literalmente) de los setenta hijos de Acab que vivían en la ciudad. Los atemorizados oficiales obedecen nmediatamente la sangrienta orden, echan las cabezas en canastas y se las envían a Jehú a Jezreel (10:11-14). Jehú prosigue con su sangrienta purga matando a todo descendiente o amigo de Acab, incluyendo a cuarenta y dos familiares de Ocozías de Judá que acababan de llegar a Jezreel para visitar a Jezabel (10:11-14). Aquel brutal guerrero ordena después a todos los sacerdotes de Baal que acudan a una convocatoria religiosa especial en Jezreel, fingiendo ser él también un adorador de Baal. Sin embargo, tiene el plan secreto de matarlos a todos una vez que estén congregados en el lugar de reunión acordado. Al poco tiempo, el templo de Baal en Jezreel se llenó de sacerdotes paganos. Es entonces cuando Jebú da la orden de matarlos y aquel falso dios fenicio se manifiesta impotente mientras sus adoradores van siendo sistemáticamente exterminados. Jebú seguidamente ordena que saquen las estatuas del templo y las quemen, que destruyan el altar y el templo. Todo quedó convertido en una letrina pública. A causa de su obediencia al mandamiento de Dios de destruir la dinastía de Acab, se le promete la permanencia de su propia dinastía en el trono hasta la cuarta generación (2 R. 10:30). 

4. A pesar de sus reformas, Jehú continúa adorando los becerros de oro establecidos por Jeroboam (10:29-31) y muere sin arrepentirse. 


E. Jeroboam II (decimotercer rey). 

1. Empezó a reinar en el 793 y reinó durante cuarenta y un años. 
2. Jeroboam II llegó a ser el más poderoso de los reyes del norte. 
3. Recuperó gran parte del territorio de Israel que los sirios les habían arrebatado (2 R. 3:5; 14:25-27). 
4. Esto fue profetizado por el profeta Jonás, que vivió durante el reinado de Jeroboam II (14:25). 


F. Oseas (decimonoveno rey). 

1. Empezó a reinar en el 732 y reinó nueve años. 

2. Después de quedar sometido como vasallo al rey Salmanasar de Asiria, Oseas se alió con Egipto en una rebelión contra Asiria. 

3. A causa de ello fue apresado y encarcelado por Salmanasar (2 R. 17:4, 5). 

4. Samaria cayó en este tiempo y el pueblo del reino fue deportado a Asiria (2 R. 17:6).