LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO DECIMA PARTE Y FINAL DE ESTA ETAPA (LAMENTACIONES)

 LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO DÉCIMA PARTE Y FINAL DE ESTA ETAPA (LAMENTACIONES)


LAMENTACIONES (586 a.C.)

 INTRODUCCIÓN 

1. Este libro está compuesto de cinco elegías, en todas ellas se lamenta la trágica destrucción de Jerusalén por los babilonios. 

2. La forma literaria es alfabética, parecida al Salmo 119. 

a. Cada uno de los veintidós versículos de los capítulos 1 y 2 comienza con una letra diferente del alfabeto hebreo. 

b. En el capítulo 3 nos encontramos con sesenta y seis versículos, arreglados en veintidós conjuntos de tres versículos, y cada uno de estos grupos empieza con una letra diferente 

3. Dice la tradición que Jeremías se sentó a llorar a las afueras de la muralla norte de Jerusalén, al pie de la colina llamada Gólgota, donde tiempo después murió nuestro Señor. 

4. J. Vernon McGee escribe: «El libro está lleno de lágrimas y tristeza, Es un himno de dolor, un poema de aflicción, un proverbio de patetismo, un canto de quebrantamiento, un salmo de tristeza, una sinfonía de pesadumbre... Es el, muro de lamentaciones de la Biblia.» (Briefing the Bible, p. 232.) 


I. La provocación contra Dios (Lm. 1).

 Alrededor del año 1000 a.C. David había establecido su capital en Jerusalén (2 S. 6). Desde entonces Dios había bendecido a esta ciudad amada durante casi 400 años. El había permitido que el reino del norte fuera destruido por los asirios y el pueblo deportado en el 721 a.C., pero Jerusalén había sido perdonada por otros 115 años. Sin embargo, toda esta misericordia y paciencia había sido en vano, porque Judá continuó provocando al Santo de Israel mediante suconstante pecado. Pero el fin había llegado. Notemos los siguientes versículos de acusación: 

A. 1:1: «¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha quedado como viuda, la señora de provincias ha sido hecha tributaria.» 

B. 1:3: «Judá ha ido en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre; ella habitó entre las naciones, y no halló descanso; todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.» 

C. 1:8: «Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ha sido removida; todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; y ella suspira, y se vuelve atrás.» 

D. 1:9: «Su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin; por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la consuele. Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.» 

E. 1:17: «Sion extendió sus manos; no tiene quien la consuele; Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus vecinos fuesen sus enemigos; Jerusalén fue objeto de abominación entre ellos.»


 II. El castigo de parte de Dios (Lm. 2). 

A. Destruyó toda casa en Judá (2:2). 

B. Echó por tierra todas sus fortalezas militares (2:2). 

C. Tensó su arco de juicio sobre la tierra (2:4). 

D. Permitió que su propio templo cayera como si fuera un saco de hojas y ramas en un jardín (2:6). 

E. Les fue permitido a los enemigos de Judá ridiculizar y destruir a sus ciudadanos (2:16). 

F. Las calles de Jerusalén quedaron llenas de los cadáveres de jóvenes y ancianos del pueblo (2:21). 


III. El profeta de Dios (Lm. 3). 

Las lágrimas de Jeremías caían como lluvia de primavera sobre la destrucción de Jerusalén y el sufrimiento de su pueblo. 

A. La aflicción del profeta. A través de Lamentaciones Jeremías comparte con nosotros la agonía de su alma, como lo manifiestan los siguientes versículos: 1. 1: 12: «¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.» 2. 1:16: «Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos me fluyen aguas, porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma; mis ojos son destruidos, porque el enemigo prevaleció.» 3. 2:11: «Mis ojos desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas, mi hígado se derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija de mi pueblo, cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.» 4. 3:1-19: Jeremías relata en este pasaje los sufrimientos que tuvo que padecer a manos de sus propios compatriotas aun antes de la invasión babilónica. (Véase 3:52-56.

B. La seguridad del profeta. En medio de la terrible tormenta aparece un vislumbre de reafirmación. «Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.  Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. Porque el Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres» (3:21-27, 31-33). 

C. El consejo del profeta (3:40,41). «Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos.»


 IV. El pueblo de Dios (Lm. 4). 

A. Los niños tienen la lengua pegada al paladar a causa de su sed (4:4). 

B. La crema de la juventud de Judá es tratada como ollas de alfarero (4:2). (Véase también 5:13.) 

C. Los ricos y los que comían manjares andan ahora pidiendo pan en las calles (4:5). 

D. Sus poderosos príncipes, que antaño se les veía blancos y hermosos, ahora eran piel y huesos, y sus rostros oscurecidos y sombríos (4:7, 8). (Véase también 5:12.) 

E. Mujeres piadosas y de buen corazón habían ahora cocido y comido a sus propios hijos (4:10). 

F. Los falsos profetas y sacerdotes titubeaban por las calles como ciegos, con sus ropas manchadas de sangre (4:14). 

G. Al mismo rey Sedequías le habían capturado, le habían sacado los ojos y llevado a la cautividad (4:20). 


V. La oración a Dios (Lm. 5). 

La oración de Jeremías contiene cuatro elementos: 

A. Recuerdo «Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido; mira, y ve nuestro oprobio» (5:1). 

B. Arrepentimiento «Cayó la corona de nuestra cabeza; ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos» (5:16). 

C. Reconocimiento «Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; tu trono de generación en generación» (5:19)

D. Renovación «Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio» (5:21)