LA ETAPA EL RETORNO (MALAQUÍAS)

MALAQUÍAS (435-396 a.C.) INTRODUCCIÓN 

1. Malaquías significa «mi mensajero». , 

2. Nada sabemos acerca de Malaquías aparte de su nombre y del hecho de que fue el último de los profetas del Antiguo Testamento. 

3. Podemos considerar a Malaquías como una especie de resumen en miniatura de todo el Antiguo Testamento, porque el profeta abarca brevemente aquellas cinco grandes verdades que encontramos en los demás libros, y son: 

a. La elección de Israel por Dios (1:2; 2:4-6, 10). 

b. La transgresión de Israel contra Dios (1:6; 2:11, 17). 

c. La manifestación del Mesías (3:1; 4:2). 

d. La tribulación sobre las naciones (4:1). 

e. La purificación de Israel al final (3:2-4, 12,16-18; 4:2-6). 

4. Malaquías puede ser comparado con Moisés. a. Moisés nos dio la primera profecía del Antiguo Testamento relacionada con el Mesías (Gn. 3:15). b. Malaquías escribe la última profecía del Antiguo Testamento concerniente al Mesías (4:2). 

5. El libro de Malaquías puede ser considerado como un cumplimiento parcial de la profecía de Daniel en 9:24-27. Esta gran predicción, conocida como las setenta semanas, (en realidad un período de 490 años) empezó en el 445 a.C, y estaba divida en tres grandes segmentos. El primero abarcaba un período de cuarenta y nueve años. Esto nos lo deja en el 396, o aproximadamente la fecha en que muchos creen que Malaquías completó su libro.


I. El amor de Dios es declarado (1:1-5). 

A. En el segando versículo de su libro Malaquías introduce la primera de siete preguntas petulantes que los israelitas camales le hacían a Dios. Cada una de las preguntas era la reacción a una clara declaración previa que Dios había hecho. Estas eran: 

1 . ¿En qué nos amaste? (1:2). 

2. ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? (1:6). 

3. ¿En qué te hemos deshonrado? (1:7). 

4. ¿En qué te hemos cansado? (2:17). 

5. ¿En qué hemos de volvemos? (3:7). 

6 . ¿En qué te hemos robado? (3:8). 

7. ¿En qué hemos hablado contra ti? (3:13). 

B. S. Franklin Logsdon escribe lo siguiente en relación con la primera pregunta: «La pregunta: “¿En qué nos amaste?” indica irritación de parte del pueblo que le lleva a acusar al Señor de no poder probar su amor. Tenían amargos recuerdos de las actitudes y acciones de los edomitas cuando Jerusalén fue saqueada por los filisteos y los árabes (2 Cr. 21:16,17). Estos descendientes de Esaú habían animado y ayudado al enemigo para derrotar a sus hermanos, y el Señor no los había frenado (Abd. 11). Mostraron un placer sádico por el infortunio de Judá burlándose de su desgracia (Abd. 12). Compartieron los despojos con el enemigo cuando la ciudad fue capturada (Abd. 13). Ayudaron al enemigo bloqueando la retirada de los que huían (Abd. 14), y le entregaron los que no pudieron escapar (Abd. 14). Es decir, en la hora de la prueba de Judá, los edomitas se quedaron mirando, se burlaron, insultaron, robaron, atraparon y asesinaron debido al odio heredado contra Jacob (y su posteridad) por haber obtenido la bendición de manera fraudulenta. El pueblo de Israel estaba dolido con Dios a causa de esto. Era una espina que llevaban clavada en su memoria. Recordaban cómo sus padres, en cautiverio, sentados a las orillas de los ríos de Babilonia, lloraban: “Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén, cuando decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos” (Sal. 137:7). La pregunta en los días de Malaquías era en síntesis: “¿Por qué Dios lo permitió si nos amaba?”» (Malachi, or, Will a Man Rob God?, pp. 14,15.) 

C. Dios responde a esta primera pregunta señalando dos hechos. 

1. Nunca va a permitir que Edom prospere porque maltrataron a Israel, la niña de sus ojos. 

2. El ya había preferido a Israel sobre Esaú. Algunos han tenido mucha dificultad sobre la declaración de Dios de que amó a Jacob y aborreció a Esaú. Debemos observar aquí varios factores: 

a. En el relato de Génesis que nos cuenta la vida de ambos jóvenes nunca aparece que Dios aborreciera real y personalmente a Esaú y amara a Jacob. (Véanse Gn. 25, 27.) 

b. La declaración puede más bien referirse a las naciones que fundaron estos hombres. Dios aborreció definitivamente las actitudes y acciones tan malvadas de los edomitas, como lo indica el profeta Abdías.

c. El nombre Jacob como aparece aquí es plural, lo que puede indicar que se refiere a toda la nación. 

d. La palabra hebrea para odio es sane, y algunas veces se usa para indicar preferencia o prioridad en vez de aborrecimiento. Este es también el caso con el término griego para odio, que es misco. Consideremos el siguiente ejemplo: 

(1) «Y vio Jehová que Lea era menospreciada [odiada], y le dio hijos; pero Raquel era estéril» (Gn. 29:31). El texto no indica en absoluto que Jacob odiara a su primera esposa, sino simplemente que prefería a la segunda. 

(2) «El pobre es odioso aun a su amigo, pero muchos son los que aman al rico» (Pr. 14:20). «Si alguno viene a mí, y no aborrece [odia] a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo» (Le. 14:26). En este último caso está perfectamente claro que el Señor no estaba enseñando que la persona despreciara o aborreciera a su propia carne y sangre, sino simplemente que el creyente debe dar a Dios la prioridad en su vida. e. El verdadero problema en el pasaje de Malaquías no es que Dios «aborreciera» a Esaú sino que amara a Jacob. Pero el hecho es que Dios amó en verdad a esta nación pecadora. Moisés les recuerda este amor durante su último discurso no menos de siete veces. (Véanse Dt. 4:37; 7:8, 13; 10:15; 15:16; 23:5; 33:3. Otros pasajes que declaran este hecho son: Is. 43:4; 48:14; 63:9; Jer. 31:3; Os. 3:1; 11:1, 4; 14:4.)


II. El amor de Dios es despreciado. 


A. Por los sacerdotes. 

1. Que pretendían engañar al Señor por medio de sus ofrendas en mal estado ( 1 :6 —2:9). a. Le habían ofrecido a Dios animales enfermos y defectuosos. Dios rechazaba estos sacrificios baratos y les retaba diciéndoles: «....Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto?...» ( 1:8). (Véase también el testimonio de David en 2 Samuel 24:24). b. No le habían dado a Dios aquella honra y respeto apropiados que (1) Un niño debe dar a su padre ( 1 :6 ) (2) Un siervo debe rendir a su señor (1:6) (3) Un ciudadano debe pagarle a su rey (1:4). 2. Habían defraudado al pueblo con su mal ejem- , pío (2:7-9). 

B. Por el pueblo. 

1. Por medio de la desigualdad social (2:10). 

2. Por medio de los matrimonios mixtos (2:11). 

3. Por medio de la inmoralidad (2:14). 

4. Por medio de su falta de sinceridad (2:17). 

5. Por medio de su deuda en las ofrendas (3:8- 10). 

6 . Por medio de sus acusaciones (3:13-15).


III. El amor de Dios es mostrado. 

A. Recordando a sus propios santos (3:16, 17). 

Debemos notar especialmente las últimas palabras del 3:16: «... y para los que piensan en su nombre.» Esto sin duda incluye los diferentes nombres que se le dan a Dios en el Antiguo Testamento, junto con sus significados. Una lista resumida de los nombres de Dios incluiría: 

1. Elohim: usado 2.570 veces, habla de la fortaleza y el poder de Dios (Gn. 1:1; Sal. 19:1). 

2. El: encontramos cuatro combinaciones de este nombre

a. Elyon: Dios Altísimo (Gn. 14:17-20; Is. 14:13, 14). 

b. R o í: El Dios que ve (Gn. 16:13). 

c. Shaddai: Todopoderoso, Omnipotente (usado cuarenta y ocho veces en el Antiguo Testamento; véanse Gn. 17:1; Sal. 91:1). 

d. Olam: el Dios eterno (Is. 40:28). 

3. Adonai: Maestro, Señor. Dios es dueño de su creación (Mal. 1:6). 

4. Jehová: el nombre más común de todos. Aparece 6.823 veces. Significa «el que siempre vive», el que tiene vida en sí mismo. Es el Dios del pacto (Gn. 2:4). Aparecen nueve composiciones de este nombre. a. Jireh: Jehová proveerá (Gn. 22:13, 14). 

b. Nisi: Jehová es mi estandarte (Ex. 17:15). 

c. Shalom: Jehová es paz (Jue. 6:24). 

d. Sabbaoth: Jehová de los ejércitos (1 S. 1:3; Is. 6:1-3). 

e. Maccaddeshoem: Jehová que santifica (Ex. 31:13). 

f. Rohi (Raah): Jehová es mi pastor (Sal. 23:1). 

g. Tsidkenu: Jehová justicia nuestra (Jer. 23:6). 

h. Sama: Jehová allí, el Dios que está presente (Ez. 48:35). 

i. Rafe: Jehová tu sanador (Ex. 15:26). 

B. Enviando a su propio Hijo. 

1. En su primera venida fue presentado por Juan el Bautista (3:1). La Biblia Anotada de Scofield, nos dice: «La primera parte del v. 1 se cita con referencia a Juan el Bautista (Mt. 11:10; Mr. 1:2; Le. 7:27), pero la segunda parte, “el Señor a quien vosotros buscáis”, etc., no se cita en ningún lugar del N.T.» (p. 943). La razón para esta omisión es trágicamente evidente: Israel no esperó su primera venida ni le aceptó. (Véase Jn. 1:11.) J. Vernon McGee escribe: «Malaquías anunció la llegada de Juan el Bautista como el mensajero. Juan fue el Malaquías del Nuevo Testamento y empezó donde el Malaquías del Antiguo Testamento había quedado. Malaquías fue el primer locutor de radio que dijo: “La siguiente voz que van a escuchar va a ser la del mensajero del Señor.”» 

2. En su segunda venida será presentado por el profeta Elias (4:5, 6 ). (Véase también Ap. 11:3-14.) Al profeta Elias se le concederá el privilegio de preparar a este viejo, corrompido, cruel y maldecido mundo para su momento más importante, trascendental y glorioso: la venida personal y visible del Rey de reyes y Señor de señores a. Aparecerá para castigar a los gentiles (4:1, 3). b. Vendrá para purificar a Israel (3:2-4).