LA ETAPA DEL EVANGELIO : LOS 72 PASOS DE CRISTO DE LA GLORIA A LA GLOR IA ¡PASO UNO!

 LOS SETENTA  Y  DOS PASOS DE CRISTO DE LA GLORIA  A  LA GLORIA 

Paso uno: de la gloria a Belén {Le. 2:1-21) 

A. José y María tienen que ir a Belén a causa de un edicto de empadronam iento que ordenaba que todos los ciudadanos hebreos se inscribieran en el censo en su lugar de nacimiento. Nota: Este es el tercero de tres viajes muy importantes que se hicieron a Belén. Rut y Noerní hicieron el primero (R ut 1:22), y el profeta 

Samuel realizó el segundo (1 S. 16). 

B. María dio a luz al Salvador. «Lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón» (L e. 2:7). 

1. Este fue el cuarto día más grande en la historia de la humanidad. 

2. El tercer día Más grande en la historia humana aconteció unos treinta y cuatro años más larde, cuando este bebé, hecho y a hombre maduro, fue crucificado en el Calvario entre dos ladrones. «Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera. le crucificaron allí, y a los m alhechores, uno a la derech a y otro a la izquierda» (Le. 23:33). 

3. El segundo día más grande en la historia humana tuvo lugar tres días después, cuando un ángel dijo a unas mujeres afligidas: «No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado , como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor» (M t. 28:5, 6). 

4. El día más grande en toda la historia humana está todavía por suceder. El apóstol Juan nos habla acerca de él: «El séptim o ángel tocó la trompeta, y hubo gran ­ desvoces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos» (A p. 11:15). 

Uno puede comparar favorablemente Lucas 2:7 con Daniel 2:11. En el pasaje del A ntiguo Testamento hallamos que el rey Nabucodonosor acaba de ordenar la muerte de sus sabios por su incapacidad para relatarle el sueño que hacía poco había tenido. Estos astrólogos protestaron, exclamando: «Porque el asunto que el rey dem anda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey. salvo los dioses cuya morada no es con la carne.» Pero todo esto cambió con el advenimiento del cuarto día más grande en la historia. Leemos en Juan 1:14 que el Verbo se hizo carne. Una de las verdades más g loriosas de la encarnación era su eternidad. Esto quiere decir que los resultados de este cuarto día permanecerán para siem pre. Él todavía tiene, y tendrá por siempre, un cuerpo de carne y hueso (véase Le. 24:39). 

C. Cumplimiento número seis de las profecías del A ntiguo Testam ento: que nacería en B elén. (C p. M i. 5:2 con Le. 2:4-6: M t. 2:5, 6.) 

D. El ángel del Señor lo anuncia a un grupo de pastores de las cercanías. «He aquíos doy nuevas de gran gozo, que será para  todo el pueblo» (Le. 2:10). Véanse Génesis 12:3; Mateo 28:19; Lucas 2:31. 32; 24:47; C olosenses 1:23. «Que os ha nacido hoy. en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor ... H allaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre» (Le. 2:11, 12). 

E. Se le unió entonces al ángel una multitud de las huestes celestiales, alabando a Dios y diciendo: «¡G loria a D ios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Le. 2:14). (Véase tam bién Le. 19:38.) 

F. Los pastores fueron después a donde estaba el niño y le adoraron, y regresaron alabando a 

Dios. 

G. El niño fue circuncidado al octavo día y le pusieron oficialm ente el nom bre de Jesús. (V éanse G n. 17:12; Lv. 12:3.) A lgunos han alegado que, aparte del testimonio de los escritores del Nuevo Testamento, no existe prueba secular de la historicidad de Jesús. Pero esto sencillamente no es cierto, porque hallamos menciones de su vida y de su muerte tanto en los antiguos registros romanos como en los judíos. Las siguientes citas lo dem uestran: «Jesús de Nazaret fue colgado en la víspera de la pascua. Durante los cuarenta días anteriores un heraldo iba delante de él pregonando: "Merece ser apedreado porque ha practicad o la magia, ha extraviado a muchos en Israel y los ha  incitado a la rebelión. Se permite que todo aquel que tenga algo que decir en su d efensa que salga.’' Pero nadie lo hizo y fue colgado en la víspera de la Pascua.» (De The Babylonial Jewish Talmud.) El Talmud también informa que Jesús fue un hijo ilegítimo de María y un soldado romano llamado BenPanther. «Por este tiempo vivió un hombre sabio llamado Jesús, y su conducta era buena, y era sabido que era virtuoso. Muchos de entre los judíos y de las otras naciones se hicieron discípulos suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los que habían venido a ser sus discípulos no abandonaron el discipulado. Informaron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión, y que estaba vivo. Por ello, quizá fue el Mesías, acerca de quien los profetas han dicho maravillas. Y la tribu de los cristianos, así llamada por él. no ha desaparecido hasta el día de hoy.» (Josefa: Las obras esenciales, Grand Rapids: Editorial P ortavoz, p. 269.) «Christus, el originador del nombre, había sufrido la pena de muerte durante el reinado de Tiberio, por sentencia del procurador Poncio Pilato, y la superstición quedó controlada por un momento, pero volvió a extenderse no solamente en Judea sino en la mism a capital de Roma...» (Anales, de Tácito, escritor romano). « Decir que en la antigüedad tenían el hábito de atribuir nacim ientos sobrenaturales a sus grandes personajes y que el cristianismo siguió por el mismo camino es engañoso. ¿Son los nacimientos virginales de la antigüedad de la misma clase del que se atribuye a Jesús en los evangelio s? Las palabras de Louis Matthew Sweet son dignas de m encionarse: “Después de un estudio cuidadoso y laborioso, y a veces agotador, de la evidencia ofrecida y de las analogías aportadas, estoy convencid o de que el paganismo no sabía nad a acerca de nacimientos virginales. Son innumerables los nacim ientos sobrenaturales, pero nu nca aparece un nacim ien to virginal en el sentido del Nuevo Testam ento y jamás sin generación física, excepto en unos pocos casos de n acim ientos m ágicos de parte de una m ujer que no tenía la m enor p retcn sió n de ser llam ada virgen. En todos los casos registrados que he sido capaz de exam inar. si la m ujer había sido virgen antes de la concepción, no podía reclam ar serlo después del parlo.” » (A Short Life of Christ. E. H arrison, p. 45.) 

Las Escrituras no especifican el tiempo del año en que Cristo nació. La primera celebración conocida del 25 de diciem bre está asociada con la iglesia en Roma a mediados del siglo cuarto, pero la práctica puede provenir del siglo segundo. El 6 de enero era la fecha observada en las iglesias orientales. M uchos han llegado a la conclusión de que el nacim iento no pudo aco n tecer en diciem bre en razón del tiempo frío, porque los pastores difícilmente tendrían sus rebaños expuestos al frío en los m ontes. Pero la fecha tradicional no resu lta totalm ente inaceptable, porque la baja tem peratura que a veces se produce en invierno se hace sentir generalm ente después del tiempo de Navidad. Nota especial de estudio: parem os en este punto y considerem os seis preguntas que pueden producirse en relación con los eventos que nos llevan al nacimiento del Salvador. 

1. ¿Por qué el ángel G abriel reprendió a Zacarías por su pregunta y no lo hizo con María por la misma causa? 

a. Z acarías: «¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.» (Le. 1:18). 

b. María: «¿Cóm o será esto? pues yo no conozco varón» (Le. 1:34). Respuesta: Zacarías llevaba muchos años orando por un hijo (Le. 1:13), pero cuando llegó la respuesta dudó del poder de Dios para cumplirlo. Cuando algo m aravilloso ocurre la persona m ás sorprendida es precisam ente aquel cristiano que ha estado orando fervientemente porque sucediera. Sin embargo, no hay razón para pensar que María hubiera estado orando para ser la madre de Jesús. Un ejemplo clásico de esto lo encontram os en el libro de Hechos. Pedro estaba en la cárcel esperando ser ejecutado, y cuando los creyentes en Jerusalén se enteraron «la ig lesia hacía sin cesar oración a Dios por él» (H ch 12:5). Por orden de D ios, un ángel llevó a cabo un rescate espectacular. Nada más quedar liberado Pedro corrió al culto de oración para dar la gran noticia. Notemos el sorprendente relato: «Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la m adre de Juan, el que tenía por sobrenombre M arcos, donde m uchos estaban reunidos orando. Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escu ch ar una m uchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de P edro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estab a a la puerta. Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que asiera. E ntonces ellos decían: ¡Es su ángel! M as Pedro p ersistía en llam ar; y cuando abrieron y le vieron. se qued aro n atónitos» (H ch. 12:12-16). P edro tuvo m ás dificultades en en trar a aquella reunión de oración que en salir de la cárcel. 

2. ¿Por qué José y M aría esperaron tanto tiempo antes de marchar a Belén? Sabemos que am bos habían creído el m ensaje del ángel acerca del niño en el vientre de María y estaban sin duda conscientes de la profecía de Miqueas 5:2 que declaraba que el Cristo nacería en Belén. ¿Por qué esperaron hasta el último m inuto para partir? En realidad, uno tiende a pensar que si no hubiera sido por el decreto de César Augusto ellos ni siquiera habrían ido. Respuesta: Este autor no ha encontrado una respuesta satisfactoria. Quizá es mejor concluir que José (siendo un hom bre de D ios como era) tuvo buenas razones para actuar de la m anera en que lo hizo. Quizá el lector desee ex p lo rar un poco más. 

3. ¿Por qué M aría y José no se hospedaron con sus fam iliares en Belén? Los mesones de aquellos días no eran lugares de buena fama, por lo que José se debió sentir desesperado al tener que someter a su esposa embarazada al pecado y ruido de semejan te lugar. Pero incluso esta posibilidad les fue negada. Respuesta: 

Hab ría sido bastante difícil para ellos explicar (o esperar que entendieran) la naturaleza del nacim iento virginal. Todos los chismosos sabrían ya que José y María llevaban sólo seis meses casados, y allí estaba ella, esperando un bebe para esos días. ¿S ería de José? ¿No sería de algún extraño? José evitó el co n tacto con los fam iliares para librar a su am ada esposa de todo esto. 

4. ¿Por qué nació Jesús en un lugar que aparentemente servía para albergar animales? Respuesta: Porque los corderos nacían generalm ente en un corral y éste era el Cordero de D ios. ó. 

5.¿Por qué los ángeles aparecieron primero a los pastores? Respuesta: Porque ningún otro grupo humano en la tierra habría entendido mejor lo que Dios estaba llevando a cabo que aquellos hombres que criaban corderos y después los vendían para el propósito de los sacrificios en el tem plo. (V éanse Jn. 1:29; 10:11.) 

Nota: E llos llegarían a entender después que en el pasado las ovejas habían muerto por el pastor, pero ahora el Pastor planeaba morir por las ovejas (Jn. 10: 11). Cuando los pastores escucharon las buenas nuevas « vin ieron , pues, apresuradamente» (Le. 2:16). Después de encontrar a Jesús «dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño ... y volvieron glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y vis to ...» (Le. 2:17-20). 

6. ¿Por qué usó Dios a los ángeles primero? 

Respuesta: 

a. Porque los ángeles están interesados en los asun­tos de la salvación. (Véanse 1 P. 1:12; Ex. 25:20; Dn. 12:5, 6; Le. 15:10; Ef. 3:10.) 

b. Porque estuvieron presentes en la creación del mundo y se regocijaron (Job 38:7). Es. pues, muy lógico que Dios les permitiera estar cerca en la presentación del Salvador del mundo.

LA ETAPA DE LOS EVANGELIOS V. Los cuatro biógrafos (Mateo. Marcos, Lucas y Juan). VI El mensaje y el ministerio de Juan el Bautista. 72 Pasos de Cristos.

 V. Los cuatro biógrafos (Mateo. Marcos, Lucas y Juan). 

Cada uno de ellos presenta un cuadro diferente del Salvador. 

A. Mateo: el Rey, simbolizado por un Icón. Escrito para los judíos. 

B. Marcos: el Siervo, a semejanza de un buey. Escrito para los romanos. 

C. Lucas: el Hombre perfecto, a semejanza de un hombre. Escrito para los griegos. 

D. Juan: el Dios Todopoderoso, simbolizado por un águila. Escrito para todo el mundo. De manera que: 

1. Tenemos una genealogía en Mateo porque un rey debe tener una. 

2. Aparece una genealogía en Lucas porque un hombre perfecto debe tener una. 

.3. No hay ninguna genealogía en Marcos porque un siervo no necesita una. 

4. No tenemos ninguna genealogía en Juan porque el Dios eterno no la tiene. El doctor Van Dyke dijo una vez: «Si cuatro testigos aparecieran delante de un juez para dar cuenta de un cierto suceso, y cada uno de ellos contara la misma historia con exactamente las mismas palabras. el juez concluiría que su testimonio no es muy valioso; que del único hecho del que no se podía dudar es que se habían puesto de acuerdo para contar la misma historia. Pero si cada hombre contaba lo que había visto, tal como él lo había visto, aquella evidencia sería mucho más creíble. Y cuando nosotros leemos los cuatro evangelios, (',no es eso exactamente lo que encontramos? Los cuatro testigos nos cuentan la misma historia a su propia manera.» Debemos notar también que los cuatro evangelios no deben ser considerados como resúmenes biográficos de la vida de Cristo, sino más bien como resúmenes teológicos. Casi todo lo relacionado con la primera parte de su vida, desde el nacimiento hasta los treinta años, se deja fuera. 



VI. El mensaje y el ministerio de Juan el Bautista (Mr. 3:1-12; Mr. í:l-8:Lc. 1:80; 3:1-18; Jn. 1:6-28). 

Nota: Aunque el ministerio completo de Juan no empezó a divulgarse hasta treinta años más tarde, precedió y preparó, el del Mesías; es, pues, procedente insertarlo en este punto de nuestro estudio. 

A. El ministerio de Juan consistía en aparecer en el momento apropiado como un testigo de Cristo, quien sólo él era la luz verdadera de este mundo (Jn. 1:6-18). 

1. Esta Luz ofrecería salvación a todos los hombres (1:9). 

2. Esta luz, sin embargo, sería: a. Ignorada por el mundo que el había creado (Jn. 1:10). b. Rechazada por la nación que él había llamado (Jn. 1:11). (Véanse también Le. 19:14: Hch. 13:46.) Se ha dicho que Juan 1:11 es el versículo más triste de la Biblia y que Juan 1:12 es el más gozoso. «A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.» «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.» 

3. Esta Luz, encarnada, llena de gracia y de verdad, transformaría en hijos de Dios a los pecadores arrepentidos. Es decir, el Hijo de Dios vino a ser el Hijo del Hombre para que los hijos de los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios (Jn. 1:11-14). Notamos por 1:13 que la salvación no es por generación (no de sangre), por reformación (no de la voluntad de la carne), ni por confirmación (no por la voluntad de hombre), sino por regeneración (de Dios). 

B. Las ropas de Juan (hechas de piel de camello) y su alimento (langostas y miel silvestre) reflejan que estaba totalmente dedicado a su llamamiento santo (Mt. 3:4).

C . El mensaje de Juan al pueblo en general era: 

1. A rrepentios porque el reino de los cielos se ha acercado (M i. 3:2). 
2. Preparad el cam ino del S eñ o r (Le. 3:4-6). 
3. Som eterse al bautism o en el río Jordán com o prueba de su arrepentim iento (M t. 3:6; Le. 3:3).

 D. El mensaje de Juan a grupos específicos era: 

1. A los fariseos y líderes ju d ío s (M t. 3:7-10). «Al ver él que m uchos de los fariseos y de los saduccos venían a su bautismo, les decía: i Generación de víboras! ¿Quién os enseño a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos digno de arrepentim iento. Y no penséis d ecir dentro de vosotros mismos: A Abraham ten em o s por Padre; p orque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Y y a tam bién el hacha está puesta a la raíz de los árboles: por tanto , todo árbol que noda buen fruto es cortado y echado en el fuego.» 

2. A los publícanos: «No exijáis m ás de lo que os está ordenado» (Le. 3:13). 

3. A los soldados: «No hagáis extorsión a nadie, ni calum niéis; y contentaos con vuestro salario» (Le. 3:14). 4. A los nuevos convertidos: «El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, h aca lo m ism o» (Le. 3:11). 

5. A l mundo: «H e aquí el Cordero de D ios, que qu ita el pecado del mundo» (Jn. 1:29). 

E. El testimonio de Juan a todos: 

1. Que él no era el Cristo (Jn. 1:20). 

2. Que él no era el pro feta E lias ni el p ro feta del que había hablado M oisés (1:21). (Véase también M al. 4 :5 ; D t. 18:15, 18.) Los sacerdotes y los levitas estaban dentro de su derecho al cu estio n ar a Juan, pues era su responsabilidad verificar lo que enseñaban todos los m aestros religiosos. (Véanse Dt. 13:1-5; 18:20-22.) 

3. Que él era sólo una voz que clam ab a en el d esierto (Jn. 1:23). 

4. Que él no era digno de desatar la correa de las sandalias del verdadero M esías (1:27). 

5. Que él era el am igo del verdadero esposo (Jn. 3:29). 

6. Toda carne  vera pronto la salvación de D ios (Le. 3:6). 

7. Que esta salvación en carnada (Cristo) revelaría al Padre (Jn. 1:18). 

8. Que este Salvador disfrutaría del m inisterio del E spíritu y del am or del Padre en form a sin p recedente (Jn. 3:34, 35). 

9. Q ue bautizaría con el Espíritu Santo a los hom ­ bres p o r gracia en su p rim era venida, pero con el fuego del ju icio en su segunda venida (Le. 3:16). (V éanse H ch. 2 y A p. 6.) 

10. Que Cristo debe crecer y él (Juan) menguar (Jn. 3:30). 

11. Cumplimiento número cinco de las profecías del A ntiguo Testam ento: que ten d ría un p recursor. (C p. Is. 40:3-5; M al. 3:1 con Le. 1:76- 78; 3:3-6; M t. 3:1-3.). De esta m an era Juan viene a ser el últim o de los grandes profetas bíblicos, como Samuel fue el primero en el Antiguo Testamento. A sí como Sam uel presentó a Saúl, el prim er rey de Israel (1 S. 10), Juan presen taría a su eterno Rey, Jesús (Jn. 1:29). 


Los setenta y dos pasos de Cristo de la gloria a la gloria 

Paso uno: desde la g loria hasta Belén (Le. 2:1-21). 
Paso dos: de Belén a Jeru salén (Le. 2:22-38). Paso tres: de Jerusalén a N azaret (Le. 2:39). 
Paso cuatro: de Nazaret a Belén (M t. 2:1-12).
Paso cinco: de Belén a Egipto (M t. 2:13-18). 
Paso seis: de Egipto a Nazaret (M t. 2:19-23; Le. 2:40). 
Paso siete: de Nazaret a Jerusalén (Le. 2:41-50). 
Paso ocho: de Jeru salén a Nazaret (Le. 2:51-52) 
Paso nueve: de Nazaret a Betábara, al lado del Jordán (M t. 3:13-17; Jn. 1:28). 
Paso diez: de Betábara a las tentaciones del desierto (M t. 4:1-11; Mr. 1:12, 13; Le. 4:1-13). 
Paso once: de las tentaciones del desierto a Betábara (Jn. 1:29-42). 
Paso doce: de Betábara a Betsaida (Jn. 1:43-51). 
Paso trece: de B etsaida a Caná (Jn. 2:1 - 11). 
Paso catorce: de C aná a Capernaum (Jn. 2:12). 
Paso quince: de Capernaum a Jerusalén (Jn. 2:13-3:21). 
Paso dieciséis: de Jerusalén al río Jordán (Jn. 3:22-36). 
Paso diecisiete: del río Jordán a Sicaren Samaria (M t. 4:12; Le. 3:19, 20; Jn. 4:1-42). 
P aso dieciocho: de Sicar a Caná (Jn. 4:43-54). 
Paso diecinueve: de Caná a Nazaret (Le. 4:16-30). 
Paso veinte: de Nazaret a Capernaum (M t. 4:13-22; 8:14- 17; M r. 1:14-38; Le. 4:31-42). 
Paso veintiuno : de Capernaum a su  primera gira de predicación en Galilea (M t. 4:23; 8:2-4; Mr. 1:39-45; Le. 4:4 3 — 5:16). 
Paso veintidós: de su primera gira de predicación en Galilea a Capernaum (M t. 9:2-9; M r. 2:1-14; Le. 5:17-28). 
Paso veintitrés: de Capernaum a los campos sembrados de Galilea (M t. 12:1-8; Mr. 2:23-28; Le. 6:1-5). Paso veinticuatro: de los campos de Galilea a una sinagoga galilea (M t. 12:9-14; Mr. 3:1-6; Le. 6:6-11). 
Paso veinticinco: de una sinagoga en Galilea al monte Tabor (M t. 5:1— 7:29; 4:24, 25"! 10:2-4; 12:15-21: Mr. 1:12: 3:7-19; Le. 6:12-49: 1 2 :2 2 -3 1 ,5 7 -5 9 ; 16:17). 
Paso veintiséis; del monte Tabor a Capernaum (M t. 8:1. 5- 13; Le. 7:1-10). Paso veintisiete: de Capernaum a Naín (Le. 7:11-17, 36-50). 
Paso veintiocho : d e N aín a su segunda c a m p a ñ a de predicación en Galilea (M t. 12:46-50; 13:1-52: Mr. 3:19- 35; 4:1-34; Le. 8:1-21; 12:10; 13:18-21). 
Paso veintinuev e: de Galile a a su segunda campaña de predicación en la región de los gadarenos (M t. 8:18, 23, 24: Mr. 4:3 5 — 5:20; Le. 8:22-39). 
Paso treinta: de la tierra de los gadarenos a Capernaum (Mt. 9:1; 10:34; 11:2-19; Mr. 1:21-43; 2:15-22; Le. 8:40-56; 5:29-39; 7:18-35; 16:16). 
Paso treinta y uno: de Capernaum a Jerusalén (Jn. 5:1-47). a 
Paso treinta y dos: de Jerusalén a Nazaret (segunda visita) (M t. 13:53-58; M r. 6:1-6). 
Paso trein ta y tres: de Nazaret a su tercera campaña de pred icación en Galilea (M t. 9 :3 5 — 10:1. 5 -1 6 , 24-33, 3 7 — 1 1 : 1 ; 14:1-13; Mr. 6:6-29; Le. 9:1-9). 
Paso treinta y cuatro : de su recorrido de predicación en Galile a una zona desértic a c e rc a d e B etsaid a (M t. 14:13-23; Mr. 6:30-47; Le. 9:10-17; Jn. 6:1-18). Paso treinta y cinco : de la zona desértic a de Betsaid a a G enesaret (M t. 14:24-36; Mr. 6:48-56; Jn. 6 : 19-21). 
Paso treinta y seis: del llano de Genesaret a Capernaum (Mt. 15:1-20; Mr. 7:1-23; Jn. 6:22-71; 7:1). 
Paso treinta y siete: de Capernaum a la región de Tiro y Sidón (M t. 15:21-28; Mr. 7:24-30). 
Paso treinta y ocho: de la región de Tiro y Sidón a la zona de Decápolis (Mr. 7:31-37). 
P aso trein ta y nueve: de Deeápolis al monte T ahor (M t. 15:29-38; M r. 8:1-9). 
Paso cuarenta: del monte Tabor a Magdala (M t. 15:39— 16:12: Mr. 8:9-21). 
Paso cuarenta y uno: de Magdala a Betsaida (M r. 8:22-26; Jn. 7:2-9). 
Paso cuarenta y dos: de Betsaida a Jerusalén (Jn. 7:10— 10:39). 
Paso cu aren ta y tres: de Jeru salén a Perca (Jn. 10:40-42). 
Paso cuarenta y cuatro: de P erea a Cesárea de Filipos (M t. 16:13-28: Mr. 8:27— 9:1: Le. 9:18-27). 
Paso cuarenta y cinco : de Cesárea de F ilipos al monte Herrnón (M i. 17:1-23; Mr. 9:2-31; Le. 9:28-45). Paso cuarenta v seis: del monte Herrnón a Capernaum (M i. 17:24— 18:35: M r. 9:33— 10:1: Le. 9:46-50). Paso cuarenta y siete: de C apernaum a P erea (M t. 8:19-22: 11:20-30: 19:1. 2: Le. 9:51 — 10:37: Mr. 10:1). Paso cuarenta y ocho: de Perea a Betania y sus alrededores (M t. 10:34-36: 1 2 :2 2 -38.42-45; 19:3— 20:28; 24:4.3-51; Mr. 10:2-45: Le. 10:38— 12:9: 13:22.32-36: 13:1-17.22. 33: 14:1— 16:15, 18-31: 17:1-37: 18:1-34: Jn. 11:1-54). 
Paso cuarenta y nueve: de Betania a Jericó (M t. 20:29-34: Mr. 10:46-52; Le. 18:35— 19:28). 
Paso cincuenta: de Jericó a Betania (M i. 26:6-13; Mr. 14:3- 9: Le. 22:1: Jn. 11:55— 12:11). 
Paso cincuenta y uno: de Betania a Betfaaé (M t. 21:1-7: Mr. 11:1-7: Le. 19:29-35). 
Paso cincuenta y dos: de B ctfagé al aposento alto (Mt. 10:17- 23 2 1 :8 — 23:39: 24:1-42: 25:1-46: 26:1-5; 14-38: Mr. 11:8— 13:37: 1 4 :1 .2 . 10-25: Le. 19:36— 2 0 :8 ,2 0 -4 0 ,4 5 - 47; 21:1-38: 13:34.35: 12:11. 12: 22:2-34; Jn. 12:12). 
Paso cincuenta y tres: del aposento altoa Getsem aní (M t. 26:31-56: M r. 14:26-52: Le. 22:35-53: Jn. 15:1— 18:12) Paso cincuenta y cuatro: de Getsem aní a la casa de Anas (Jn. 18:12-14: 19-24).
Paso cincuenta y cinco: de la casa de Anas al palacio de Caitas (M t. 26:57— 27:1; Mr. 14:53-72: Le. 22:54-71; Jn. 18:15-18. 25-27). 
Paso cincuenta y seis: del palacio de Caitas a la sala del tribunal de Pilato (M t. 27:2. 11-14: Mr. 15:1-5: Le. 23:1- 6: Jn. 18:28-38). Paso cincuenta y siete: del tribunal de Pilato al palacio de Herodes (Le. 23:7-12). 
Paso cincuenta y ocho: del palacio de Herodes al tribunal de P ilato (M t. 27:15-26: M r. 15:6-15: Le. 23:13-25; Jn. 18:39— 19:16). 
Paso cincuenta v nueve: del tribunal de Pilato al pretorio (M t. 27:27-31; Mr. 15:16-20). 
Paso sesenta: del pretorio al Calvario (M t. 27:32-56; Mr. 15:21-41: Le. 23:26-49: Jn. 19:16-37). 
Paso sesenta y uno: del Calvario a la tumba de José de A rimatea (M t. 27:57-66: M r. 15: 42-47: Le. 23:50-56: Jn. 19:31-42). Paso sesenta y dos: de la tumba de José a las profundidades de la tierra (1 P. 3:18-20). Paso sesenta y tres: del corazón de la tierra a la resu rrección (M t. 28:2-4: Mr. 16:9-11: Le. 24:12: Jn. 20:1-18). 
Paso sesenta y cuatro : de la resurrección al Padre (Jn. 20:17). 
Paso sesenta v cinco: del Padre al cam ino cerca de Jeru salén (M t. 28:5-15: M r. 16:2-8: Le. 24:1-11). 
Paso sesen ta y seis: de la carretera cerca de Jerusalén al camino a Emaús (M r. 16:12, 13; Le. 24:13-35). Paso sesenta y siete: de Emaús al aposento alto (Le. 24:36- 43: Jn. 20:19-23). 
Paso sesenta y ocho: del aposento alto otra vez al aposento alto, una semana después (Jn. 20:24-29). Paso sesenta y nueve: del aposento alto al m ar de Tiberias (Jn. 21:1-25). 
Paso setenta: del mar de T iberias al monte Tabor (M t. 28:16- 20). 
Paso setenta y uno: del monte Tabor al aposento alto (Mr. 16:14-18: Le. 24:44-49). 
Paso setenta y dos: del aposento alto al monte de los Olivos (M r. 16:19. 20: Le. 24:50-53: H ch. 1:4 -11)