LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 43, 44 y 45

 LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 43,44 y 45 


Paso cuarenta y tres: de Jerusalén a Perea (Jn. 10:40-42) 

A. Cruza el Jordán y mora por un tiempo breve en el área donde Juan el Bautista bautizaba. B. M uchos de esa zona creen en 

Él. FIN DEL TERCER AÑO 

Paso cuarenta y cuatro: de Perea a Cesárea de Filipos (Mt. 16:13-28; Mr. 8:27—9:1; Le. 9:18-27) 

A. Sexta oración: cerca de Cesárea de F ilip o s (Le. 9:18). 

B. Jesús pregunta a sus d iscípulos quién dicen otros que es él. 

1. Le responden que algunos piensan que es Juan el B autista. 

2. Otros, que es Elias. 

3. Otros, que es Jeremías. 

C. Les pregunta también quién creen ellos que es él. Pedro responde (M t. 16:16). 

1. Que es el Mesías. 

2. El Hijo del Dios viviente. 

D. Jesús afirma que esta confesión le ha sido revelada por el Padre

E. Predicción trece: la Iglesia (M t. 16:18, 19). El Señor promete lo siguiente en relación con su fu tu ra Iglesia: 

1. Que la edificará sobre confesiones como la de Pedro. 

2. Que las puertas del infiemo no prevalecerán contra ella. 

3. Que les dará a los creyentes las llaves del reino de los cielos. 

4. Que los cielos y la tierra cooperarán atando y desatando los asuntos espirituales. 

Nota: Este pasaje lleva in­ mediatamente a formular algunas preguntas: 

a. ¿Planeaba Cristo edificar su Iglesia sobre Pedro y hacerle a él el primer papa? Podem os decir con certidumbre que no. 

(1) Porque el Señor dio más tarde a los demás apóstoles la misma responsabilidad que le había dado a Pedro . (C p. M t. 16:19 co n Jn. 20:22, 23.) 

(2) Porque el Nuevo Testamento nos presenta claramente a Cristo y sólo a Él como el único fundamento de su Iglesia. (Véanse Hch. 4:11, 12; 1 C o. 3:11; I P. 2:4-8.) 

(3) Porque el Nuevo Testamento declara sin lugar a dudas que Cristo y sólo Él es la única cabeza de su Iglesia. (Véanse Ef. 1:20-23; 5:23; C ol. 1:18; 2:18, 19.) 

(4) Porque la lengua original griega no da pie para ello. Tenemos aquí un juego de palabras. Jesús dijo: «Tú eres Pedro (petrns, una piedra pequeña), y sobre esta roca (petra, una masa rocosa y com pacta) edificaré mi iglesia.»

 (5) Por el testimonio personal de Pedro. (V éase 1 P. 5:1-4.) 

(6) Porque fue Santiago y no Pedro el que más tarde ministró en la Iglesia de Jerusalén y presidió el p rim er concilio celebrado allí. (V éase H ch. 15:13, 19.) 

¿De qué, pues, estaba Cristo hablando? La respuesta la tenemos en Efesios 2:19-22 y A pocalipsis 21:14. ¿Q ué quiso decir el Señor con «las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» ? J. V ernon M cGee escribe sobre el particular: 

« L as p u ertas del in fiern o se refieren a las “puertas de la m uerte” . La palabra que se usa aq uí es el Hades y el Seol del Antiguo Testamento, que tiene que ver con el m undo invisible y habla de la m uerte. Las puertas de la m uerte no prevalecerán contra la Iglesia de Cristo»(Matthew, tom o 2, p. 23.) 

Este glorioso evento es conocido com o el rap ­ to. (V éanse 1 T s. 4:13-18; 1 C o. 15:51-57.) ¿Cuáles eran las «llaves del reino de los ciclos» que Jesús le dio a Pedro? U na llave, p o r supuesto, abre puertas y pone a disposición algo que antes estaba cerrado. 

5. Jesús predice aquí que a Pedro se le daría el privilegio de abrir las puertas de la salvación a varias gentes, lo cual hizo más tarde. 

a. Le abrió a Israel la puerta de la oportunidad cristiana en Pentecostés (H ch. 2:38-42). 

b. H izo lo mismo con los samaritanos (H ch. 8:14-17). 

c. M inistró de esta manera a los gentiles en la casa d e Cornelio en Cesárea (H ch. 10). 

6. ¿Q ué q uiso d ecir Jesús con atar y desatar en M ateo 16:19? Esta autoridad le fue dada a todos los apósto ­ les e incluso a todos los creyentes. (V éanse M t. 18:18; Jn. 20:22, 23.) W .A. Criswell escribe: 

 «E n griego el futuro perfecto se usa para expresar el concepto doble de una acción term inada en el p asad o pero cuyos efectos existen to d av ía en el presente. “Fue atado y todavía lo está” y “fue desatado y todavía sigue así” . Lo que quiere decir que si los discípulos actúan apropiadam ente en su capacidad de mayordomos, lo harán de acuerdo con los principios y pro pósito de elección ordenados de antemano en el cielo .» (Expository Notes on Matthew, p. 101.) 

En otras palabras, todas las acciones del creyente lleno del Espíritu Santo, bien sean positivas o negativas en naturaleza, van a llevar consigo la tremenda autoridad del mismo cielo. 

F. Predicción catorce: su resurrección (M t. 16:21; Mr. 8:31; Le. 9:22). 

1. El Hijo del hombre padecería mucho. 

2. Sería rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas. 

3. Moriría y al tercer día resucitaría. 

G. Es reconvenido por Pedro y, en consecuencia, el repren de a Pedro (M i. 16:22, 23; Mr. 8:32, 33). Vemos en varias ocasiones que Dios reprende a Satanás a través de otros. (Véanse G n. 3:14, 15 y Ez. 28:11-19.) 

H. Cristo comenta sobre el verdadero valor de la vida de un hombre (Mt. 16:24-26: Mr. 8:34-37; Le. 9:23-25). 

1. Querer conservarla por en cima de todo es terminar perdiéndola. 

2. Perderla por amor de Él nos lleva a termiar ganán ­ dola. 

3. Ganar el mundo pero perder el alma es un trágico cambio de valores. 

I. P redicción quince: Su Segunda Venida (M i. 16:27; Mr. 8:38; Le. 9:26). 

1. R egresará un día a esta tierra. 

a. Con la gloria del Padre. 

b. En compañía de ángeles. 

2. Pagará a cada hombre conforme a sus palabras y hechos. 

J. P redicción dieciséis: su transfiguración (M t. 16:28; Le. 9:27). 


Paso cuarenta y cinco: de Cesárea de Filipos al monte Hermón (Mt. 17:1-23; Mr. 9:2-32; Le. 9:28-45)

 A. Séptima oración: en el monte de la transfiguración (Le. 9:28. 29)

B. Jesús se transfigura (M i. 17:2; M r. 9:3; Le. 9:29). 

1. Pedro. Santiago y Juan le acom pañan a la cumbre del monte Hermón a orar, pero pronto se quedan dorm idos. 

2. De pronto su cara brilla como el sol y su ropa se vuelve blanca com o la luz. 

3. A parecen con Él dos v isitantes celestiales. Moisés y Elias, que hablan con Jesús acerca de su muerte, resurrección y ascensión. 

4. Los tres discípulos están ahora despierto s, y Pedro declara, sin pensarlo m ucho: 

«Señor, bueno es para nosotros que estem os aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Mosiés. y o tra para Elias.» 

5. E n este m om ento se oye la voz del Padre que habla desde una nube de luz, y dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a él oíd» (M t. 17:5). 

6. Al oírlo los discípulos se postraron en tierra llenos de temor, pero Jesús los tranquiliza. 

7. Pensam ientos acerca de la transfiguración: 

a. L as E scrituras sugieren que ésta pu d o haber sido una escena nocturna, porque los discípulos acaban de d esp ertar de un su eñ o p ro fu n d o . (V éase Le. 9:32.) 

b. Notemos que la luz era interna y no de algún gran foco cósmico que de repente se enfocara sobre Cristo . Su apariencia quedó afectada primero y después sus ropas. Saulo vio, tiempo después, a este Salvador resplandeciente (H ch. 9). así como también Juan (A p. i ). Satanás ha tratado de imitar sin éxito este resplandor interno del Señor. (Véase 2 Co. 11:14.) 

c. La palabra «transfigurado» viene del térm ino griego metamorphoo, de donde procede nuestra palabra « metamorfosis». N os recu erd a al gusano de seda que se transform a en m ariposa. 

d. La transfiguración de Cristo no m anifiesta su deidad sino m ás bien su humanidad. La transform ación es la m eta de la hum anidad y la experim entarem os en el rapto. A dán y Eva bien pudieron estar vestidos de una luz de inocencia interna, pero todo se perdió a causa del pecado. 

e. A parecen M oisés y E lias. Ambos habían ex p erim entado antes una revelación especial de D ios (véanse Ex. 33:17-23 y 1 R. 19:9-13), en el m ism o lugar (m onte Sinaí-H oreb). L a transfiguración responde a la doble solicitud de M oisés: 

(1) Ver la gloria de Dios (véase Ex. 3 3 :18). 

(2) E ntrar en la T ierra Prom etida (véase Di. 3:23- 25). Algunos creen que estos dos hombres v olverán aformar otra vez equip o para ministrar en el nombre de Dios duran te la gran tribulación. (Véanse M al. 4:5 y Ap. 11:3- 14.) 

8. Pedro suguiere, sin pensarlo mucho , construir tres enramadas. Bien pudiera ser que se e stuviera celebrando en este tiempo en Jerusalén la fiesta de los Tabernáculos. Esto es un tipo del milenio que viene como también un recordatorio de la redención de Israel de Egipto . (V éase Lv. 2 3 :3 4 -4 4 .). Pero antes de que esto suceda (el milenio ), tiene que tener lugar otra fiesta: la Pascua. (Véan se Lv. 2 3 :4 -8 y M t. 2 6 -2 7 .) 

« .... Porque nuestra pascua, que es Cristo , ya fue sacrificada por nosotros» ( I C o. 5:7). 

9. Pedro nunca olvidaría esta gran experiencia. Más tarde escribió acerca de ella (2 P. 1:16-18).

10. Jesús habló con Moisés y Elias acerca de su «partida» (Le. 9:31). La palabra que se usa aquí es en realid ad « éxodo » y es la misma que empleó Pedro tiempo después al describ ir su muerte que se acercaba. (V éase 2 P. 1:13, 14.) 

C. Predicción diecisiete: su resurrección (M t. 17:9: Mr. 9:9). 

D. Jesús les com enta acerca del m inisterio de Elias m ientras descienden del m onte (M t. 17:10-13; M r. 9:11-13). 

1. Les dice que Juan el Bautista ya ha venido en el espíritu de Elias. 

2. Les anuncia que Elias mismo vendrá otra vez durante el tiempo de la tribulación. (Véase Mal. 4:5.) 

E. Predicción dieciocho: sus sufrimientos (M t. 17:12; Mr. 9:12)

1 Sufrirá mucho. 

2. Será abonecido .

 F. Milagro veinticinco: (M t. 17:18: Mr. 9:25; 

1. Jesús desciende del monte y acongojado. 

a. Aquel hombre tenía un hijo poseído por un demonio. 

  ( I ) El demonio le causaba al joven intenso sufrímiento. curación de un joven demoníaco Le. 9:42). se le acerca un padre 

 (2) Le producía convulsiones epilépticas. 

(3) Cuando le poseía le arrojaba al suelo en convulsiones violentas. 

(4) Le hacía echar espumarajos por la boca y rechinar los dientes. 

(5) Frecuentemente se hería. 

(6 ) Había intentado matarle echándole en el agua y fuego. 

(7) Estaba así desde su niñez.

 b. El padre lo había llevado a los discípulos pero no habían podido ayudarle. 

2. Jesús ordena que le lleven el muchacho.

 a. El Señor le dice al padre que si cree que él (Jesús) puedesanar al muchacho. 

 b. El padre clama, diciendo: «Creo; ayuda mi incredulidad.» 

3. Jesús reprende al espíritu malo y le manda que salga y que nunca regrese. 

4. El demonio sale del muchacho sacundiéndolc de tal manera que lo deja inconsciente. 

5. Jesús lo reaviva tiernamente y entrega el joven sanado a su agradecido padre. 

6 . Los discípulos preguntan por qué no pudieron ellos ayudar al muchacho y el Señor les responde que: 

a. Les faltaba fe. 

b. Aquella clase de demonio sólo responde ante la oración y el ayuno. 

7. Que contraste tan grande encontramos aquí al comparar lo que acababa de ocurrir en el monte (un cuadro de lo que Dios se proponía que fuera el hombre) con la escena en el valle (lo que el hombre ha llegado a ser por causa del pecado). 

8 . Esta es quizá la más terrible descripción de posesión demoniaca de toda la Biblia. Un resumen sobre los demonios incluye: 

a. Su origen: ángeles que se unieron a Satanás durante la rebelión en el cielo. (Véanse Is. 14:12-15; Ez. 28:11-17; Ap. 12:4.) 

b. Su clasificación: ángeles encarcelados (Jud. 1:6 , 7; 2 P. 2:4) y ángeles no encadenados (Ef. 6:12). Algunos opinan que la razón por la que hay espíritus malos que están ya en prisiones de oscuridad es por su actividad en Génesis 6 antes del diluvio. 

c. Su actividad: 

(1) Se oponen al propósito de Dios (Dn. 10:10-14). 

(2) Llevan a cabo el programa de Satanás (1 Ti. 4:l;Ap. 9; 16:12-14). 

(3) Afligen a las personas en la tierra. Algunos causan demencia (Mt. 8:28). otros mudez (Mt. 9:33), algunos causan inmoralidad (Mr. 1:23- 26), y finalmente, otros producen sordera (Mr. 9:25). 

d. Su destino (Mt. 25:41). 

G. Predicción diecinueve: su traición (Le. 9:44: Mt. 17:22)

H. Predicción veinte: su resurrección (Mr. 9:31; Mt. 17:23). 

1. Matarán al Hijo del hombre. 

2. Resucitará al tercer día.

LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 41,42 y 43

 LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 41,42 y 43

Paso cuarenta y uno: de Magdalá a Betsaida (Mr. 8:22-26; Jn. 7:2-9) 

A. M ilagro veintidós: curación de un ciego (Mr. 8:25). 

I. Jesús puso saliva en los ojos del ciego y tam bién puso sus m anos sobre él. 

2. L e p reguntó d espués si veía algo. 

3. El hom bre dice que ve hom bres com o árboles que an ­ dan. L a Biblia Anotada de Scofield tiene la siguiente nota sobre este versículo: 

        «L a acción del S eñ o r en este caso es m uy sig ­ nificativa. Habiendo ya abandonado a B etsaida para ju ic io (M t. 11:21-24), Él no estaba dispuesto a h acer m ás m ilagros en esa aldea, ni a permitir que se diera allí un testimonio acerca de Él (v. 26). La prueba a que B etsaida, com o una com u n id ad , fue som etida, ya había term inado; sin embargo , Él se hallaba aún liso a mostrar misericordia a individuos en ella. Véase Ap. 3:20. Cristo se encuentra afuera, a la puerta de aquella iglesia; no obstante. Él dice? «Si alguno oye mi voz» (p. 1015). 

4. Jesús toca de nuevo sus ojos y ahora ve claram ente. Como creyentes, m uchas veces necesitam os un segundo toque de parte del Salvador, a fin de que no veamos a los que nos rodean com o estadísticas impersonales sino com o seres hum anos necesitados. 

B. Jesús es criticado p o r sus herm anos (Jn. 7:2-9). 

1. O pinan que Él evita la publicidad p o r causa de in sin ­ ceridad. 

2. Intenta ayudarles a superar su torpe pensar m anifestándoles que cuando llegue la hora del C alvario habrá abundancia de publicidad. Los nom bres de cuatro de sus h erm an o s ap arecen en M ateo 13:55 y son: Jacobo, José, Sim ón y Judas. 

C. Cumplimiento número diecisiete de las profecías del Antiguo Testamento: que sería rechazado por los suyos. (Cp. Is. 53:3 y Sal. 69:8 con Jn. 1:11; 7:5.) 

D. En Juan 7:6 nuestro Señor dice: «M i tiempo aún no ha llegado ....» El «tiem po» que Jesús tenía en m ente aq u í es, p o r supuesto, la crucifixión. Él estuvo siem pre p lenam ente consciente de esta hora. N ota: 

«Jesús le dijo: ¿Q ué tienes conm igo m ujer |a su m adre en la fiesta de bodas de Canáj? A ún no ha venido mi hora» (Jn. 2:4). «Entonces procuraban prenderle [un grupo de gente con malas inteciones); pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora» (Jn. 7:30). «Jesús les respondió [algunos griegos que querían verle) diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado» (Jn. 12:23). (Véase también 12:27.) «Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre ...» (Jn. 13:1). « ...Padre , la hora hallegado ....» (Jn. 17:1).

 Notemos especialm ente las declaraciones que encontram os en Juan 7:30 y 8:20. Estos versículos nos en señan que el siervo de Dios es indestructible hasta que la voluntad de Dios se ha llevado a cabo en su vida. (Véase también A p. 11:7.) 


Paso cuarenta y dos: de Betsaida a Jerusalén (Jn. 7:10— 10:39) 

A. Jesús participa en la fiesta de los tabernáculos en Jerusalén, y es objeto de mucha especulación (7 :1 2 ,4 3 ). 

1. Unos pensaban que era simplemente un hombre bueno (7:12). 

2. Otros pensaban que era un engañador (7:12). 

3. A lgunos le reconocían como un gran maestro (7:14, 1 5 ,4 6 ). 

4. Otros le tenían como uno que quebrantaba el día de reposo (especialmente después de hab er sanado al paralítico que llevaba en fermo treinta y ocho años) (7:19-25). 

5. Otros lo consideraban un profeta (7:40). 

6. Y algunos le aceptaron como su M esías (7 :3 1 ,4 1 ).

 B. Octava predicción: su ascensión (Jn. 7:33, 34). 

1. Les dice que le buscarán infructuosam ente. 

2. E stará donde ellos no podrán ir. 

C . Novena predicción: Pentecostés (7:37-39). 

1. Q ue el Espiritó Santo vendría después que Él fuera glorificado. 

2. Que el Espíritu Santo produciría dentro de los creyentes ríos de agua viva. 

«En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a m í y beba. El que cree en m í, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (7:37, 38). 

El docto r Hom er Kent del Grace Sem inary sugiere lo siguiente: «Se había desarrollado la costumbre de que los sacerdotes, durante la fiesta, tomaran diariamente un vaso de agua del estanque de Siloé y lo llevaran en procesión hasta el templo. A llí el agua era derramada sobre el altar de los sacrificios como un recuerdo de cómo D ios había provisto para sus necesidades en el desierto. En el octavo día se omitía el acto, significando la presencia de Israel en la tierra. Si este evento sucedió en el octavo día, la invitación de Cristo a los hombres de ir a él para recibir el agua viva fue especialm ente dramática, porque reclamaba para sí el cumplimie to de la tipología que se desarrollaba en la fiesta. Él era el proveedor del agua viva. (Véanse también Jn. 4:10 y 1 Co. 10:4.)»

 D. Nicodemo intenta defender a Jesús y es ridiculizado por los fariseos (7:50-53). . 

1. Nicodemo: «¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?»

            2. Los fariseos: «¿E res tú tam bién g alileo ? E scu d riñ a y ve que de G alilea nunca se ha levantado profeta» 

N ota: L os fariseos estaban equivocados en su d is p u ta de que ningún profeta había salido de Galilea , pues Jonás era de allí, y Nahum pudo haberlo sido.

 E. Jesús perdona a la mujer adúltera (Jn. 8:1-11). 

1. Este incidente es usado por los fariseos con malévola intención para poner a Jesús en oposición a Moisés y así atraparle. 

2. El Señor, sin em bargo, le da la vuelta a la situación y los acusadores salen acusados, m ientras que la acusad a sale libre y perdonada. 

a. Los fariseos a Jesús: «M aestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú. pues, ¿qué dices?» (Véanse Lv. 20:10; Dt. 22:23, 24.) 

b. Jesús a los fariseos (después de escrib ir algo sob re la tierra): «El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.» 

c. Jesús a la m ujer: «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban ? ¿Ninguno te condenó?» [Ella responde que se han marchado | «Ni yo te condeno: vete, y no peques más.» 

F. Décima predicción: su ascensión (Jn. 8:14, 21). 

G . Predicción once: su muerte (Jn. 8:28). 

H. I. J. H abla acerca de su Padre y m uchos creen en Él (Jn. 8:30- 32). 1. Les anim a a p erm an ecer en su P alabra (8:31). 2. Les prom ete que esta verdad les hará libres (8:32). 

Noveno sermón: el diablo y sus hijos (Jn. 8:33-59). 

1. Jesús rech aza las pretensiones jactan cio sas de los fariseos de que son los verdaderos hijos de A braham . 

a. N o están haciendo la clase de cosas que A braham hizo (8:37-43). 

b. E stán haciendo lo que Satanás acostum bra a h acer (8:44). 

2. Le acusan de nuevo de estar p oseído p o r el dem onio (8:48, 52). N otem os tam bién la hiriente acusación: «N osotros no som os nacidos de fornicación» (8:41). E sta es una de varias ocasiones en las que los ju d ío s hacen com entarios d udosos sobre las circunstancias poco com unes del nacim iento de C risto. C uando el S eñ o r m ás tarde sana a un ciego, los fariseos rehúsan creerlo, d iciéndole al hom bre curado: «D a gloria a D ios: nosotros sabem os que ese hom bre es p ecador» (9:24). 

3. Je sús declara que Él ha existido desde antes de Abraham (8:56-58).

 «Abraham vuestro Padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó» (8:56). ¿Cuando ocurrió esto en la vida de A braham ? (Véanse Gn .2 2 y H e. 11:17-19.) «Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has vistoa Abraham ?» (8:57). Esta declaración nos da una idea acerca de la tremenda presión y carga que llevaba nuestro Señor. A penas tiene treinta y tres años y ya le suponen tener cerca de cincuenta. «Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que A braham fuese, yo soy» (8:58). Notemos que no dice: «Yo era, sino Yo soy.» (Véase Ex. 3:14). 

4. Los judíos intentan apedrearlo sin lograrlo (8:59). 

J.Milagro veinticuatro: curación de un hom bre nacido ciego (Jn. 9:7). 

1. Jesús explica por qué Dios ha permitido que este hombre naciera ciego. No era por causa de pecado, sino para que Dios fuera glorificado (9:1-3). 

2. A continuación escupe en el suelo, hace lodo con la saliva y unta los ojos del ciego, ordenándole después que se vaya a lavar al estanque de Siloé (9:6, 7). 

3. Él hombre lo hace y ve. 

4. Seguidam ente tienen lugar los siguientes seis diálogos 

    a. Entre el ciego y sus vecinos (9:8-12).        

     (1) A lgunos piensan que es el mism o hombre, pero otros dudan.     

     (2) El hombre les asegura que sí es y les da testimonio de Cristo. 

    b. E ntre el ciego y los fariseos (9:13-17). 

    (1) Los fariseo s están e n co le rizad o s p o rq u e la curación se había realizado en sábado.     

                         (2) R ehúsan aceptar el testim onio del hom bre ciego. 

    c. Entre los fariseos y los padres del ciego (9:18-23).     

    (1) Los padres reconocen que el hombre en cuestión es en verdad su hijo y que había nacido ciego. 

    (2) Pero no dan crédito a Jesús por esto por el temor de ser expulsados de la sinagoga. 

    d. Entre el ciego y los fariseos (9:24-34). 

    (1) El ciego repite su testimonio. 

    (2) Los fariseos le ridiculizan y le acusan de ser discípulo de Cristo.

             e. Entre el ciego y Jesús (9:35-38).

            (1) El Señor le pregunta si cree en el Hijo de D ios. 

            (2) El hombre desea creer, pero quiere más información. 

            (3) Jesús le declara su deidad y recibe la adoración del ciego. 

          f. E ntre Jesús y los fariseos (9:39-41). 

            (1) Declara que él es la luz del mundo. 

            (2) Les advierte de su terrible ceguedad espiritual.  

5. Este notable milagro: 

a. Corrige dos errores. 

(1) Que un individuo puede pecar antes de nacer. (Véanse vv. 1, 2.) 

 (2) Q ue todo sufrimiento es un resultado directo del pecado. (Véase el v. 3. V éase tam bién Jn. 1 1:4, 14, 15.). 

Los discípulos aquí cometen el mismo grave error que com etieron los tres «am igos» de Job, y en el que caen tam bién hoy algunos sanadores por fe. Es decir, suponer que todo sufrimiento proviene del pecado. 

b. Confirma tres hechos.

           (1) Que las personas religiosas son frecuentem ente las más ciegas de todas. (V                éanse vv. 16, 24, 39-41.)

 (2) Que el temor a los hombres impide a muchos de aceptar a Cristo. (Véanse vv. 18-23 y Jn. 12:42, 43.)

 (3) Que Cristo afirmaba ser el Hijo de D ios. (V éanse vv. 35-38). 

K. Décimo sermón: sobre el buen pastor (Jn. 10:1-18). El buen pastor: 

                   1. Conoce a sus ovejas (10:3. 14). 

                   2. Las dirige (10:3, 4, 27). 

                    3. Habla con ellas (1 0 :3 ,4 .2 7 ). 

                    4. Las salva (1 0 :9 ,2 8 ). 

                    5. Las satisface (10:10). 

                    6. Muere por ellas (10:11, 15). 

                    7. Las une (10:16). 

L. R esumen del décimo sermón. El doctor Homer Kent ha escrito uno de los m ejores resúm enes sobre Juan 10: 1. 

                    El buen pastor forma su rebaño (10:1-6). 

                    «En Palestina acostum braban a gu ard ar los rebaños de ovejas en cercados próxim os a los pueblos. M uchos pastores m etían sus ovejas en el redil du ­ rante la noche y volvían a recogerlas en la m añana para dirig irlas a los cam pos de pastos durante el día. Esta actividad m añanera de reunir a las oveja s alred ed o r del p astor es el tem a de la prim era parte del discurso. 

El p astor del relato representa a C risto, y el redil rep resen ta el ju d a ism o , el sistem a relig io so donde el pueblo de D ios estuvo reunido hasta la venida de C risto. Esto parece desprenderse claram ente de 10:16. donde Jesús llam a a los gentiles “ otras ovejas que no son de este redil” . D ebem os tam bién reco rd ar que Jesús estaba hablando a representantes del ju d aism o que acababan de ver la excom unión del ciego salir. De esa manera estaba explicando cóm o se relaciona el ju d aism o con el M esías y sus seguidores. El redil no representa al cielo, porque allí no hay ladrones (M t. 6:20). Tam  poco represen ta la salvación ni la Iglesia, porque el p asto r encontró a las ovejas ya en el redil y en ­ tonces las sacó (10:3). 


a. L lega por el cam ino apropiado (10:1, 2). El p asto r que tiene derecho sobre las ovejas no necesita m eterse a escondidas ni saltar la cerca; él puede en trar p o r la puerta. C risto pudo allegarse a su pueblo porque tenía el derecho de hacerlo. L as p ro fecías del A ntiguo T estam ento se referían a él (y a nadie m ás). N ació de una virgen com o Isaías había profetizado (Is. 7:14). T enía derecho al trono de D avid por la línea de José, su padre legal (M t. 1:1-16). 

b. Es recibido por el portero (10:3n). El portero era la persona encargada de vigilar el rebaño hasta la llegada del pastor, y e n to n ­ ces adm itirle en el redil. Esto parece retratar a Juan el B autista, aquel que presentó oficialm ente al P astor a la nación ( 1:26-34). 

c. L lam a a sus ovejas por su nom bre (10:36). M uchos reb añ o s eran g u ard ad o s en un redil palestino, pero eran separados p o r sus propios pastores, que llam aban a sus ovejas de una m anera especial. D e m anera que cuando C risto llegó al pueblo de Israel, no todos los ju d ío s le reconocieron com o el M esías. A unque m uchos eran fieles al sistem a religioso jud ío , no form aban el verdadero rebaño espiritual de D ios. A lgunos, sin em bargo, sí que eran del verdadero rebaño. A lgunos sí esperaban verdaderam ente la re d e n c ió n d e Is ra e l (c o m o p o r e je m p lo Z acarías, Elisabet, S im eón, A na. M aría y José) y recibieron con gozo al Salvador que había llegado. El ciego de este relato era uno de ellos. C uando el verdadero p astor llegó, él reconoció su voz. 

d. Saca a sus ovejas del redil ( IO:3c-6). Al presentarse Jesús ante la nación, los líderes le rechazaron; y no sólo le persiguieron a él sino tam bién a todos los que le siguieron. Esta es la explicación del Señor a su relación con el ciego. Había sido expulsado del judaism o porque había aceptado a C risto, El redil del judaismo había cum plido su propósito: Había conservado a la nación bajo la protección de la ley de M oisés y les había separado de las naciones idólatras del m undo. Pero ahora que Cristo había llegado, había em pezado un nuevo orden (cp. Gá. 3:2 4 .2 5 ). Los fariseos podían objetar que Jesús no fue quien sacó al ciego sino que ellos le expulsaron. Sin em ­ bargo, Dios en su soberanía usa frecuentem ente los actos hum anos para llevar a cabo sus propósitos. El M esías estaba form ando su rebaño en cum plim iento de las antiguas profecías. Es de interés observar que el pasaje no declara en ninguna parte que el rebaño regresa de nuevo al redil. La audiencia que escu ch ab a a Jesús estaba com puesta p rincipalm ente de fariseos in créd u ­ los (9:40), y no se apropiaron de la verdad que él en cam ab a (10:6). 

2. El pastor alimenta a sus ovejas (10:7-10). Jesús procede ahora a describir una segunda escena que nos da instrucción adicional. L a escena corresponde al medio día, y las ovejas ap arecen fuera del redil pastando en las laderas de los montes y bebiendo en los arroyos. Jesús se llamó a sí mismo la “puerta” para enseñar la verdad de su provisión para los suyos. No debemos pensar que es la puerta del redil, porque él ya ha sido d iferenciado de esa puerta al llamársele el Pastor que entra por la puerta (10:2). Más bien debemos entender la puerta como la representación de la en ­ trada por la que la oveja pasa para encontrar pasto, agua y sombra. 

a. Es la puerta a la salvación ( 10:7-9a). 

La seguridad perfecta de la oveja co n siste en estar cerca del pastor. A sí es con Cristo, pues la salvación espiritual es provista mediante la unión con Él. Por la fe en El como Señor y Salvador, el creyente es introducido en el reino de la salvación. C risto se convierte así en nuestro pastor, y asum e la responsabilidad de sup lir todas nuestras necesidades. 

b. Es la puerta a nuestro susten to (10:9¿). L os pastores tenían la responsabilidad de localizar el pasto para sus rebaños, una tarea nada fácil en una tierra que era bastante árida. De la misma manera, Cristo es el que sustenta a los creyentes, y su crecim iento espiritual ocurre en la m edida en que "se alim en tan ” de Él oyendo su p alabra y obedeciéndola (H ch. 20:32; 1 Ti. 4:6; 2 P. 3:18). "E n trar y salir” es una expresión com ún de la B iblia que rep resen ta la idea de vivir y llevar adelante sus propios asuntos (D t. 31:2; 2 Cr. 1:10; Hch. 1:21). 

c. Es la puerta a la vida abundante (10:10). La vida que el creyente recibe de C risto es eterna. N o es sim plem ente una extensión de nuestra vida m ortal, sino una vida m ucho m ás rica que lo que jam ás ha conocio. Empieza a experim entarla en el m om ento en que pone su fe en C risto. El acceso a Dios por m edio de la oración, el con o cim ien to del perdón total de sus pecados, la posesión del E spíritu de D ios para ilum inar la Palabra divina y guiarle en la vida diaria, todas estas cosas y m uchas o tras dan abundancia a la vida cristiana.

3. El pastor protege a su rebaño (10:11-18). L a escen a cam bia ahora al atardecer. S ucedía fre ­ cu en tem en te que los pastores palestinos llevaban sus rebaños tan lejos del redil buscando pastos y agua, esp ecialm en te en la estación seca, que no po d ían volver al redil al atardecer. A sí que p asaban la noche afuera. E ste era el tiem po cuando el p eligro acech ab a m ás, y era cuando m ás se n ecesitab a la protección del pastor,

         a. Muere por sus ovejas (10:11-13). 

M uchos pastores m orían defendiendo sus reb años. H abía ladrones y bandas de ladrones que enfrentar, así com o anim ales salvajes. E n estos casos, no obstante, ellos no tenían la intención de m orir. Cristo, por otro lado, iba a morir por sus ovejas a fin de que fueran salvas, pero él iba a hacerlo voluntariamente . Él “daría su vida” . Sus ovejas estab an en el m ayor de los peligro s: “Todos nosotros nos descarriamo s com o ovejas, cada cual se apartó por su camino ...” (Is. 53:6). Jesús estaba, pues, p rediciendo su p ro p ia m u e rte , lo q u e o c u rriría a la p rim avera siguiente. S em ejan te acció n sacrificial de p arte del p asto r estaba en agudo contraste con el asalariado, cuyo único interés era su propia g anancia. El asalariado cuidaba de las ovejas m ientras fuera en su propio beneficio, pero no arriesg aría su vida p o r la propiedad de otro. La referencia podía estar relacio n ad a con los líderes relig io so s que se b en eficiab an de su labores profesionales, pero no tenían interés auténtico en las “ ovejas” .  


            b. Conoce a sus ovejas (10:14, 15). 

El pastor protege a sus ovejas porque tiene un conocim iento perfecto de ellas. Sabe de su p ro ­ pensión a vagar y de sus debilidades. D e manera que él las cuida como miembros del rebaño. Ninguna puede vagar y extraviarse porque él las conoce a todas. “ ... a los que med iste , yo los guardé , y ninguno de ellos se perd ió ...” (1 7 :1 2 ). E ste co n o cim ien to d e las ovejas es tan completo como el conocimiento que el Padre y el H ijo tienen el uno del otro. 

            c. R ecoge a sus ovejas (10:16-18). 

Cristo, com o el buen pastor, tiene tam bién interés en “ otras ovejas” que nunca han sido parte del “redil” del judaism o. Parece que se refiere claramente a los gentiles que el pastor va a recoger de todas partes del m undo donde el evangelio sea predicado. C uando sus ovejas responden a su voz en el evangelio, se convierten en “un rebaño” con “un pastor” . A continuación de la muerte de C risto y del establecim iento de la Iglesia del N uevo T estam ento en Pentecostés, todos aquellos que respondieron a Cristo, ya fueran judíos o gentiles, son p arte del reb añ o con C risto com o el pastor. El apóstol Pablo habló de ello m ediante la figura de un cuerpo, siendo los judíos y gentiles m iem bros de él (Ef. 3:6; Col. 3:11).» (.Light in the Darkness, pp. 138-142.) 

M . P redicción doce: su m uerte (Jn. 10:17, 18). 

1. Q ue el Padre le am a porque Él da su vida en sacrificio. 

2. N adie se la puede quitar, sino que Él la pone de sí m ism o. 

N. Su serm ón hace una vez m ás que la gente decida si está con Él o contra Él (10:19-21). 

Ñ. L os fariseos le enfrentan de nuevo (10:22-39). 

1. Intentan apedrearle debido a su afirmación de que era uno con el Padre (10:30-33). 

2. Él les responde que la prueba de la comida está en comerla, por lo que les invita a verificar la validez de sus palabras por las obras milagrosas que realiza (10:34-38). 

O . E llos procuran prenderle pero Él escapa otra vez de sus manos (10:39). Israel estaba ahora rechazando tanto sus obras (Jn. 5:16) como sus palabras (Jn. 8:58, 59; 10:30, 31).

Paso cuarenta y tres: de Jerusalén a Perea (Jn. 10:40-42) 

A. Cruza el Jordán y mora por un tiempo breve en el área donde Juan el Bautista bautizaba. 

B. Muchos de esa zona creen en Él.  


FIN DEL TERCER AÑO

LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 36,37,38,39 y 40

 LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 36,37,38,39 y 40


Paso treinta y seis: del llano de Genesaret a Capernaum (Mt. 15:1-20; Mr. 7:1-23;.In. 6:22-71; 7:1) 

A. Séptimo sermón: sobre el pan de vida (Jn. 6:26-59). 

1. Parte de la m ultitud que había alim entado poco antes le rodea ahora otra vez. 

2.Él conoce sus motivos carnales y les amonesta para que busquen el pan de vida y no sim plem ente el pan físico.(V éase Jn. 2:23-35.) 

3 Les dice que el Padre le ha sellado y desea que todos los hombres crean en Él. 

4.Declara que Él solo es el pan de vida, y todos aquellos que el Padre dirija vendrán a Él y n unca tendrán ham bre. 

5. Los judíos que conocían a José y a María ridiculizan su declaración de que Él procede del cielo, pero ignorándolo, dice que solo Él ha visto al Padre. 

6. Promete resucitar a todos los creyentes en el día ú ltimo. 

7. Dice que Él pronto dará su carne por la vida del mundo. 

8. Concluye afirm ando que es absolutam ente necesario que particip en de su carne y sangre p ara ten er seguridad de la vid a eterna. 

B. A lgunos de sus seguidores quedan confundidos y ofendidos a causa de este sermón, y m uchos le dejan en este m om ento p ara no volver nunca m ás (Jn. 6:60-66). 

C . Jesús pregunta a los doce si ellos también quieren de ­ jarle, a lo que Pedro responde inmed iatamente (Jn. 6:67-69): 

1. «Señor, ¿a quién iremos?» 

2. «Tú tienes palabras de vida eterna.» 

3. «Y nosotros hem os creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del D ios viviente.» 

D. Sexta predicción: sería traicionado (Jn. 6:70, 71). Nota: A lgunos creen, basados en este pasaje y otros que se refieren a Él, que Judas será el futuro A nticristo. 

1. En L ucas 22:3 y Juan 13:27 se nos dice que Satanás entró en Judas. Esto nunca se dice de ninguna otra persona en la B iblia. 

2. Hay dos momentos en el Nuevo Testamento donde se usa la expresión «hijo de perdición». En el primer caso, Jesús lo usa para referirse a Judas (Jn. 17:12), y en el segundo caso, Pablo se refiere al A nticristo (2 T s. 2:3). 

E. Octavo sermón: sobre la fuente de profanación (M t. 15:1- 20; Mr. 7:1-23). 

1. Los fariseos acusan a Jesús de quebrantar la ley cuando perm ite a sus discíp u lo s com er con las m anos sin lavar. 

2. Les responde que ellos son los que en verdad están quebrantando la ley a los ojos de D ios, com o Isaías había p ro fetizad o (Is. 29:13). E sto lo hacían: 

a. Al hablar tanto y, a la vez. tener un corazón tan duro. 

b. Al en fatizar sus propias tradiciones e ignorar los m andam ientos de D ios. 

c. Por la manera tan vergonzosa en que trataban a sus propios padres. 

3. Les enseña que la verdadera fuente de la violación es interna, y consiste no de manos sucias sino de corazones contaminados. Seguidam ente menciona las siguientes cosas: 

a. Los homicidios, los adulterios y los vicios sexuales. 

b. Los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. 

c. Las avaricias, las maldades, el engaño. 

d. La lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 


Paso treinta y siete: de Capernaum a la región de Tiro y Sidón (Mt. 15:21-28: Mr. 7:24-30) 

A. Busca solaz en una casa pero se encuentra con una madre gentil desesperada. 

B. Milagro veinte: curación de una joven endem oniada (M t. 15:28; Mr. 7:29). 

1. Jesús al principio escucha en completo silencio su lastim oso ruego con cern ien te a su hija. 

2. Después am ablemente le recuerda que su ministerio de sanidad es primariamente para Israel. 

3. Ella señala, sin em bargo, que incluso los perros comen debajo de la mesa de las migajas que les caen a los hijos del dueño de la casa. 

4. Jesús queda conmovido por su fe y sana a la hija.

Paso treinta y ocho: de Tiro y Sidón a la región de Decápolis (Mr. 7:31-37) 

A. Le piden que ponga su m ano sobre un hom bre sordo, que era además tartamudo. si 

B. Milagro veintiuno: curación de un sordo y tartamudo W (M r. 7:34, 35). 

1. Nuestro Señor realiza este milagro de una manera poco corriente: 

a. Metió sus dedos en los oídos del sordo. 

b. Escupió y tocó su lengua. 

c. Levantó los ojos al cielo y gimió. 

2. La gente se llenó de gran adm iración, y dijo: 

«Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.» 

¡Oh, que tuviera lenguas mil para poder cantar Las glorias de mi Dios y Rey, y sus triunfos alabar! 

O h, mudos, de su amor hablad; y sordos, oíd su voz; 

Oh, cojos, de emoción saltad; ciegos, ved al Salvador. C harles W esley


Paso treinta y nueve: de Decápolis al monte Tabor (¿?) (Mt. 15:29-38; Mr. 8:1-9) 

A. Sanó a muchas personas en este m onte de Galilea. 

B. Milagro veintidós: alimentación de 4.000 hombres y sus familias (Mat 15:36; Mr. 8:6). 

1. Se compadece de estas fam ilias que han estado con El durante los últimos tres días y tienen mucha hambre. 

2. Los Doce sólo pueden en contrar siete panes y unos pocos pccccillos. 

3. Jesús toma este alimento, lo bendice, y satisface con abundancia a todos los presentes. 

4. Los discípulos recogieron después siete canastas llenas de pedazos sobrantes. 


Paso cuarenta: del monte Tabor (¿?) a la región de Magdalá (Mt. 15:39— 16:12; Mr. 8:9-21) 

A. L e confrontan los fariseos y los saduceos demandándo ­ le que haga algunas señales m ilagrosas. 

1. .Les reprende por su hipocresía y les señala una notoria inconsecuencia de su parte. 

a.Aceptan las señales del cielo que les hablan de los cam bios del tiempo. 

b. Rechazan las señales del Hijo que les hablan acerca del Padre. (Nota: A quí están dem andando una señal cuando él acababa de realizar el milagro número veintidós que tenemos registrado en los evangelios.) L es d eclara que sólo una gen eració n m ala y adúltera se em-peña en hacer tal demanda. 

B. Séptima predicción: su resurrección (M t. 16:4). 

1. Unicamente gente mala e infiel se atreve a exigirtales señales. 

2. La única señal que recibirá sem ejante generación será la del profeta Jonás. Esta es la razón por la que Satanás aborrece tanto el libro de Jonás. Ha procurado a lo largo de la historia que se le subestimara y se negara haciendo que sus seguidores ridiculizaran el que el pez se tragara a Jonás. No es el pez lo que el diablo aborrece sino lo que prefigura. 

C . Jesús les advierte a sus discípulos que se cuiden de la levadura de los fariseos (el tradicion alismo), de los saduceos (el escepticismo), y de los herodianos (el materialismo). 


LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 31,32,33,34 y 35

 

LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 31,32,33,34 y 35

Paso treinta y uno: de Capernaum a Jerusalén (Jn. 5:1-47) 

A. Milagro diecisiete: curación de un hombre que había sido inválido por treinta y ocho años (Jn. 5:8). 

1. Jesús le pregunta a un inválido si quiere ser sano. 

2. El hombre responde que sí. pero que él no puede meterse en un estanque de agua que cree que le sanaría. 

3. Jesús ignora su fe mal dirigida y le sana. 

4. Pronto le confrontan los fariseos a cau sa de que el milagro ha sido realizado en sábado. 

5. El Maestro se encuentra más tarde en el templo con el hombre sanado y le amonesta a que no peque más.

6. Los judíos siguen procurando matarle, no sólo por sus actividades en el día de reposo sino tam bién porque llamaba Padre a Dios. (Jn. 5:16-18). 

Quinto sermón: sobre el juicio y la resurrección (Jn. 5:19-47). 

1. Jesús declara que el Padre le ama y le instruye en sus acciones. 

2. A firma que el Padre le ha dado toda potestad de juzgar y que desea que los hombres honren al Hijo como hacen con el Padre. 

3. Promete vida eterna a todos los que creen en Él. 

4. Les asegura que un día serán levantados de entre los muertos por el Hijo. Notemos su declaración: «No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación» (Jn. 5:28, 29). Otros versículos de la Biblia nos aclaran que hay aquí dos resurrecciones diferentes, separadas entre sí por mil años. L a primera resurrección sucederá justo antes del milenio, e incluirá a todos los santos del Antiguo Testam ento y de la tribulación. La segunda tendrá lugar después del milenio, y consistirá de todos los inconversos que han existido. (Véanse Dn. 12:2 y Ap. 20 :5,6 , 11-15.) 

5. N uestro Señor señala que su deidad es afirmada por al menos cuatro testimonios verdaderos: 

a. El de Juan el Bautista. 

b. Sus propios milagros (diecisiete hasta la fecha). 

c. El Padre mismo (en su bautismo). 

d. El del A ntiguo T estam ento (especialm ente los escritos de Moisés). 

6. Con todo, señala tristemente que a pesar de ello la mayoría de Israel no le aceptaría. 

C. Quinta predicción: sobre la futura resurrección (Jn. 5:28,29). 1. Los que hicieron el bien, saldrán a resurrección de vida. 

2. L os que hicieron el mal, saldrán a resurrección de condenación. 


Paso treinta y dos: de Jerusalén a Nazaret (segunda visita) (Mt. 13:53-58: Mr. 6:1-6) 

A. Predica allí pero viene a ser motivo de preocupación para sus hermanos. 

B. Contristeza menciona que no hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa, al escuchar a la gente decir: 

1. «¿No es éste el hijo del carpintero?» 

2. « ¿No se llama su ma re María, y sus hermanos, Jacobo , José, Sim ón, y Judas?» 

3. «¿No están todas sus hermanas con nosotros?» 

C. No hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de aquella gente. 


Paso treinta y tres: de Nazaret a su tercera gira de predicación por Galilea (Mateo 9:35— 10:1, 5-16, 24-33, 37— 11:1; 14:1-33; Mr. 6:6-29; Lc. 9:1-9) 

A. Comparte con sus discípulos la carga de su corazón por los perdidos (M t. 9:36-38). 

1. Les habla de la abundancia de la m ies y de la escasez de obreros. 

2. L es anim a a rogar al Padre a que envíe obreros a la mies. 

B. Sexto sermón: a los doce que había comisionado (M t. 10:5-16, 24-33, 37-42; Lc. 9:3-5; Mr. 6 :8 -1 1).  

1Les confirm a que su campo de trabajo es sólo el pueblo de Israel. 

2. Su ministerio sería múltiple. Tenían que: 

a. Predicar que el reino de los cielos se había acercado y que debían arrepentirse (M r. 6:12). 

b. Sanar a los enfermos. 

c. Limpiar a los leprosos. 

d. Levantar a los muertos. 

e. Echar demonios. 

3. Debían hacer todo esto sin esperar paga, pero serían atendidos en su necesidad de comida y vestido por aquellos a quienes ministraran. 

4. Debían posar solamente en los hogares de aquellos que amaran a Dios. 

5. Tenían que sacudirse el polvo de los pies mientras abandonaban cualquier ciudad que hubiera rechazado el mensaje. 

6. Serían frecuentemente como ovejas en medio de lobos; les recomendaba, pues, ser sencillos como palo ­ mas y prudentes como serpientes. 

7. Debían esperar persecución, pero podían alentarse por el hecho de que el Padre tenía incluso contados to ­ dos sus cabellos. 

8. Tenían que confesar a Cristo delante de los hombres a fin de que Él les confesara a ellos un d ía delante del Padre. 

9. Debían ponerle siempre a él primero y llevar su propia cruz. 

10. Serían tratados com o profetas por algunos que un día com partirían su galardón .

C.  Después de darles instrucciones y enviarles en parejas. Él se va solo a predicar (M t. 11:1). . 

D. Le inform an de la muerte de Juan el Bautista, y se aparta con los doce a un lugar desierto (M t. 14:1-13; Mr. 6:14-29; Le. 9:7-9). 

1. Herodes había encarcelad o a Juan por su fuerte de ­ nuncia del matrimonio ilegítimo del rey con Herodías, la exesposa de su hermano Felipe. 

2. Herodías estaba resentida y demandó la ejecución de Juan, pero Herodes le tenía respeto e incluso estuvo interesado en su mensaje por un tiempo. 

3. Sin em bargo, Herodías, ayudada por la atracción de la danza de su hermosa hija y por la n aturaleza sensual del rey, exigió y con siguió la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. 

4. Herodes, turbado y perplejo, llegó más tarde a pensar que Jesús era en realidad Juan el Bautista resucitado. 

5. Así es como el más grande profeta del Nuevo Testamento salió del escenario terrenal. Jesús ya había comentado anteriormente acerca de la grandeza de este hombre. (Véase M t. 11:1-11.) Una de las últimas declaraciones que tenemos acerca de Juan nos revela que este audaz profeta era también un hombre poderoso en la oración. Leemos acerca de los discípulos de Jesús que se le acercaron y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos» (Le. 11:1)

Paso treinta y cuatro: de su tercer viaje de predicación por Galilea a un desierto cerca de Betsaida (Mt. 14:13-23; Mr. 6:30-47; Le. 9:10-17; Jn. 6:1-18) 

A. Jesús se retira con sus d iscípulos p ara un descanso bien ganado, pero pronto es reconocido y rodeado p o r la m ultitud siem pre presente. 

B. Tuvo compasión de ellos y sanó m uchos enfermos, enseñándoles también acerca del reino de Dios. 

C . Milagro dieciocho: alimentación de 5.000 hombres y sus familias (M t. 14:19; M r. 6:41; Lc. 9:16; Jn. 6:11). 

1. Jesús prueba a Felipe preguntándole cómo podrían alimentar a aquella multitud. Felipe lo considera imposible. 

2. Andrés encuentra a un muchacho que tiene escasamente cinco panes de cebada y dos pececillos, pero él también opina como Felipe. 

3. Los doce se ponen finalmente de acuerdo en que lo mejor es despedirle en la esperanza de que ellos encuentren de comer en los pueblos cercanos. 

4. Jesús, por el contrario, ordena que la multitud se siente por grupos de cincuenta. 

5. Toma después el almuerzo del jovencito , lo bendice y lo reparte, alcanzando para dar de com er a todos. 

6. M ás larde los discípulos llenan doce cestas con las sobras. En realidad se dio de comer com o a 15.000 personas, porque los 5.000 mencionados eran sólo los hombres. Habría ta bién, sin duda, varios cientos de mujeres y niños presentes. Este es uno de los dos únicos m ilagros que aparecen en los cuatro evangelios. El otro es la restauración de una oreja cortada en el jard ín de Getsamaní. 

Quinta oración: en un monte cerca del mar después de alimentar a los 

5 .0 0 0 (M t. 14:23; Mr. 6:46; Jn. 6:15). 

1. Cristo se da cuenta de que los 5.000 hombres alimentados se hallan tan impresionados que planean forzarle a que sea su rey. 

2. Por tanto, ordena a los discípulos que se  archen sin él y se retira a un monte a orar. 


Paso treinta y cinco: del desierto de Betsaida al llano de Genesaret ^ ¡Mt. 14:24-36; Mr. 6:48-56; Jn. 6:19-21) 

A . Milagro diecinueve: Jesús camina sobre el mar (M t. 14:25; M r. 6:48; Jn. 6:19). 

1. Cristo observa que sus discípulos tienen dificultades en medio del lago, y va a su encuentro caminando sobre el agua. 

2. Ellos se turbaron al verle, pero Él los tranquiliza y accede a la petición de Pedro de ir a su encuentro caminando también. 

3. Pedro aparta su m irada de Jesús después de dar unos pasos sobre el agua, y el Maestro tiene que rescatarlo de perecer ahogado. 

a. Pedro: «¡Señor, sálvame!» (M t. 14:30). (La oración más breve de la Biblia.) 

b. Jesús: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» 

4. Jesús y Pedro suben abordo. Los demás le adoraron, diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.» 

B. Desembarcan en Genesaret y entran en los pueblitos cercanos, sanando Jesús a muchos.




FIN   D E L    S E G U N D O  A Ñ O

LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 26,27,28,29,30

 Paso veintiséis: del monte Tabor (¿?) a Capernaum (Mt. 8:1, 5-13; Le. 7:1-10) 

A. Noveno milagro: curación del siervo de un centurión (M t. 8:13; Le. 7:10). 

B. Jesús se maravilla de la fe mostrada por este soldado gentil. 1. «No soy digno de que entres bajo mi techo.» 2. «Solamente di la palabra, y mi criado sanará.» 

C . Le entristece el hecho de que muchos gentiles como éste se sentarán un día con Abraham (el padre de la fe) en el cielo, m ientras que muchos judíos serán echados al infierno. Jesús se m aravilló en dos ocasiones de la fe de los individuos, y ambos eran gentiles. Uno fue el centurión romano que aparece aquí (M t. 8:10) y el o tro fue una mujer cananea (M t. 15:28). Por el contrario, de lo único que se pudo maravillar acerca de la nación de Israel fue de su trágica incredulidad (véase Mr. 6:6). 


Paso veintisiete: de C apernaum a Naín (Le. 7:11-17, 36-50) 

A. Décimo milagro: resurrección del hijo de la viuda (Le. 7:14). 

1. Lleno de com pasión le dice a la viuda que deje de llorar. 

2. Tocó el féretro y mandó al joven que se levantara. 

3. Se lo entregó a su madre. 

4. A causa de este milagro es reconocido como un gran profeta de Dios. 

B. S egunda parábola: los dos deudores (Le. 7 :4 1 ,4 2 ). 

1. N uestro S eñ o r estaba com iendo en la casa de un fariseo llam ado Sim ón. 

2. U na m ujer de m ala reputación en tra calladam ente y (para sorpresa de los fariseos) hace lo siguiente: a. E m pezó a llo rar y regar con sus lágrim as los pies de Jesús. b. D espués los besaba y los secaba con sus cabellos. c. Los ungió con perfum e. 

3. Sabiendo que Sim ón le condenaba en su mente por perm itir las acciones de la mujer, el Señor le relata la parábola de un acreedor que perdona a dos de sus deudores, a uno quinientos denarios y al otro cincuenta. • 

4. D espués le pregunta a Sim ón cuál de ellos am ará m ás al prestam ista. 

5. F inalm ente relaciona la parábola con Sim ón y la m ujer. a. Sim ón no le ha d ad o el beso de bienvenida, pero la m ujer ha besado sus pies. b. Sim ón no ungió su cabeza con aceite, p ero la m uje r le ungió los pies con perfume. 

Paso veintiocho: de Naín a su segunda cam paña de predicación en Galilea (Mt. 12:46-50; 13:1-52; Mr. 3:19-35; 4:1-34; Le. 8:1-21; 12:10; 13:18-21) 

A. Le acompañan en este viaje sus discípulos y algunas mujeres mayores, tales como María Magdalena, Juana (la esposa del intendente de Herodes) y otra llamada Susana (Le. 8:1-3). 

B. Le acusan de estar fuera de sí y se convierte en m otivo de preocupación para sus fam iliares (M r. 3:21). 

C . Tercera parábo la: sujeción de un hombre fuerte (M r. 3:22-30). 

1. Le acusaban de echar fuera los demonios por B eelzebú, el príncipe de los demonios. 

2. El señala la in sensatez de tal acusación al preguntarles: »¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?» 

3. Continúa recordándoles que una casa dividida contra sí mism a no puede permanecer. 

4. Y concluye declaran d o que nadie puede en trar en la casa de un hom bre fuerte para robar a menos que an­tes lo ate. 

Esto es, por supuesto, lo que el Señor ha hecho con Satanás. 

5. Finalmente les advierte que acusarle de estar cooperando con Satanás es un pecado a los ojos de Dios que nunca será perdonado. 

D. Le anuncian que su madre y hermanos están esperando para verle, y él usa la oportunidad para decirles que todo aquel que hace la voluntad de Dios es su hermano, hermana y madre (M r. 3:31-35: M t. 12:46-50; Le. 8:19-21). 


E. Tercer sermón: sobre los ejemplos del reino (M t. 13:1- 52; Mr. 4 :!-3 4 ; Le. 8:4-18; 13:18-21). N ota: El térm ino «reino de los cielos», tal como lo usa Jesús, puede referirse a uno (o ambos) de los siguientes conceptos: 

1. AI gobierno general que el Padre ejerce desde el c ie ­ lo de los asuntos hum anos desde la creación hasta el m ilenio. De manera que todos, creyentes e incrédulos, son parte de su reino. (Véase Dn. 4:17.) 

2. El gobierno específico que el Hijo ejercerá desde Jerusalén sobre los asuntos humanos durante el m ilenio. En este tiempo será quitad a la maldición del pecado, y todos los hombres morarán en un ambiente perfecto. (V éase A p. 11:15.) E n el sermón que encontramos en  esta sección nuestro Señor se refiere fundamentalmente al primer concepto general. El sermón con siste de ejem p lo s m ediante nueve parábolas. 


F. Cuarta parábola: el sem brador, la sem illa y el terreno (M t. 13:1-9, 18-23; Mr. 4:1-20; Le. 8:4-15). 

1. Les relata la parábola: el sembrador salió a sembrar. 

a. Parte de ella cayó al lado del camino y fue pronto pisoteada por los hombres y comida por las aves. 

b. Otra cayó entre las rocas donde había poca tierra. La semilla brotó, pero se secó pronto por falta de hum edad y de raíces. 

c. Parte cayó en un lado de la tierra llena de espinos y éstos la ahogaron. 

d. O tra parle cay ó en buena tierra y dio fruto, unas / espigas a trein ta por uno, o tras a sesenta y otras a cien. 

2. Explica la parábola: el es el Sembrador y la semilla es su Palabra. 

a. Están aquellos que reciben la palabra sin realmente entenderla. Satanás inm ediatam ente la pisotea y la destruye. E ste es el ejem plo de la sem illa que cae al lado del cam ino. 

b. E stán aquellos que reciben la palabra de una m anera m uy superficial, y cuando llegan las persecu cio n es y las pru eb as, d esap arecen . Este es el ejem plo de la que cae entre rocas. 

c. Están los otros que reciben la Palabra pero la q uieren m ezclar con los placeres de la vida. Sin em­bargo, estas cosas m undanas term inan ahogándola. Este es el ejemplo de la que cayó entre espinos. 

d. Y, por último, están aquellos que reciben la Palabra con sinceridad y entendimiento. Estos son los únicos que llevarán mucho fruto . Esto s son el ejemplo de treinta, sesenta y ciento por uno. 


G. En este punto de su m inisterio, nuestro Señor explica a sus discípulos en privado la razón de hablar en parábolas. La intención es revelar verdades espirituales a los sinceros, pero ocultarlas de los escépticos (M t. 13:10-17; Mr. 4:10-12; L e. 8:9, 10). 


H. Quinta parábola: Satanás siem bra cizaña en el cam po del S eñ o r (M t. 1 3 :2 4 -3 0 , 36-43). 

1. R elata la parábola. a. U n hombre siembra buena sem illa en su cam po y luego se retira a descansar. b. Su enem igo viene durante la no ch e y siem bra c izaña en aquel cam po. c. El hombre decide no arran car la cizaña a fin de no arrancar tam bién el trigo. d. Planea esp erar hasta el tiem p o de la siega y o rd en ar entonces a los segadores que recojan y quem en la cizaña, y guarden el trigo en el granero. 

2. Explica la parábola. a. Él es el hom bre, el cam po es el m undo, y la buena sem illa son los creyentes. b. El enem igo es Satanás y la cizaña son los in crédulos. c. L a siega es el tin del siglo y los segadores son sus ángeles. d. El horno de fuego es el infierno y el g ranero es el ciclo. 


I. Sexta parábola: de sem brar a cosechar (M r. 4:26-29). 1. El crecim iento del reino es perm anente pero m isterioso. 2. Prim ero brota una hierba, luego se form a la espiga, y m ás tarde los granos llenan la espiga. 


J. Séptim a parábola: la poderosa sem illa de mostaza (M t. 13:31, 32; Mr. 4:30-32; Le. 13:18, 19). 1. El reino, a sem ejanza de una sem illa de mostaza, es muy pequeño cuando se planta. 2. Sin em bargo, cuando crece produce una de las plantas más grandes del jardín , hasta el punto de que las aves del cielo hacen nidos en sus ramas. 


K. Octava parábola: la levadura en la com ida y el reino de los cielos (M t. 13:33; Le. 1 3 :2 0 ,2 1 ). 

1. A quí el reino de los cielos es com parado a la levadura que una m u jer tom a y esco n d e en tres m edidas de harina. 

2. Toda la masa pronto quedó leudada. La Biblia Anotada de Scofield dice lo siguiente en relación con la levadura: «(1) L a levadura, como substancia simbólica, se menciona siem pre en el A.T. en el sentido m alo (Gn. 19:3, reís.). (2) El uso de la palabra en el N.T. explica su significado sim bólico. Es “malicia y maldad” en contraste con “sinceridad y verdad” (1 Co. 5:6-8). Es doctrina errónea (M t. 16:12), según ésta se enseñaba o practicaba por fariseos, saduccos y H erodianos (M t. 16:6; Mr. 8:15). La levadura de los fariseos era form alismo religioso (Mt. 2 3 :1 4 ,1 6 ,2 3 - 28); la de los saduceos, escepticism o en cuanto a lo sobrenatural y a las E scrituras (M t. 22:23, 29); y la de los Herodianos era la mundanalidad: ellos formaban un partido de H erodes entre los jud íos (M t. 22:16-21; M r 3:6)» (p. 976). 


L. Novena parábola: hallazgo de una fortuna en un cam po (M t. 13:44).

1. Un hombre encuentra un gran tesoro en un campo. 

2. Vende con g ozo todo lo que tiene para comprar el campo. 


M. Décima parábola: la perla de gran precio (M t. 1 3 :45,46) 

1. Un comerciante en perlas descub re una perla de gran valor. 

2. En consecuencia, él vende todo lo que tiene y la co m ­ pra. N ota: A lgunos estudiosos de la B iblia creen que el tesoro escondido es Israel, y la perla de gran p recio es la Iglesia. Si esto es así, esta es la prim era referencia a la Ig lesia en la B iblia. 


N. Parábola once: encogiendo en una pesca en el m ar (M t. 13:47-50). 

1. Lanzan una gran red al mar y pesca toda clase de peces. 

2. Los pescadores después separan los peces, recog ien ­ do los buenos en cestas y desech an d o los m alos. 

O. Parábo la doce: un hombre instruido y su tesoro (M i. 13:52). 

1. Todo hombre que es entendido en el reino es como el dueño de una casa. 

2. Puede sacar de su tesoro cosas viejas y nuevas. Cumplimiento número dieciséis de las profecías del Antiguo Testamento: que hablaría en parábolas. (C p. Is. 6:9, 10 con M t. 13:10-15.) El d o cto r M . F. U nger resum e m uy apropiadam ente estas siete parábolas presentadas en M ateo 13, escribiendo: «La siete parábolas (misterios) del reino (3-52). Se denom inan misterios porque contienen verdades que no han sido reveladas con anterioridad. Las siete parábolas se refieren a la época presente cuando la viña, Israel, no es cuidada (Is. 5:1-17). La parábola I revela que nuestro S eñor siem bra la sem illa de la Palabra en el cam p o (el m undo), 3-23. L a parábola 2, la de la buena sim iente y la cizaña, 24-30, interpretada en 36-43, m uestra la actividad y el engaño de S atanás durante la era presente, al falsificar el trigo, sustituyendo a los verdaderos hijos del reino por falsos creyentes (M t. 7:21-23). La parábola 3, la sem illa de m ostaza, 31-32, sim boliza el rápido crecim ien to d e l' m isterio del reino. La parábola 4, la de la levadura oculta en tres m edidas de harina, 35, advierte de cóm o las falsas en señanzas (la m ujer), pueden afectar con la levadura del erro r la verdad de la Palabra en esta época (cp. M t. 16:11, 12; M r. 8:15; 1 Co. 5:6; G á. 5:9). L a parábola 5, presenta a nuestro Señor, que dio todo lo que ten ía para p o seer el tesoro (Israel), o cu lto en el cam po, 4 4 (cp. Is. 53:4-10; Sal. 22:1; 2 Co. 8:9). El S eñor restau rará este tesoro sobre la base de su m uerte expiatoria. L a parábola 6 m uestra a n u estro S eñor com o un m ercader que halló ‘una perla p recio sa’, (la iglesia, E f. 5 :25-27) y vendió todo en el C alvario p ara com prarla, 45-46. L a parábola 7 p resenta a la red reco g ien d o co njuntam ente lo bueno y lo m alo, 47-52, los cuales perm anecerán ju n to s d u ­ rante esta era hasta que sean separados al final de la m ism a.» (Manual Bíblico de Unger, 

E ditorial P o rtavoz, pp. 485, 486.)


Paso veintinueve: de la segunda campaña de predicación en Galilea al país de los gadarenos (Mt. 8:18, 23-34; Mr. 4:35—5:20; Le. 8:22-39) 

A. M ilagro once: Jesús calm a una torm enta en el m ar (M t. 8:26; Mr. 4:39; Le. 8:24). 

1. Sobreviene una gran torm enta en el m ar de G alilea m ientras Jesús y los d iscípulos lo están cruzando. 

2. El dormía en la popa, pero es despertado p o r las voces atem orizadas de los discípulos clam ando por ayuda. 3. Jesús reprende a la torm enta y calm a el mar. .. 

B. M ilagro doce: curación del endem o n iad o gadareno (M t. 8:32; Mr. 5:8; Le. 8:33). 

1. Jesús es confrontado por un hom bre con espíritu inm undo, que se com portaba com o un loco descontrolado, y que cayó a sus pies. a. N o podía ser sujetado con cadenas ni grullos. b. V ivía en los sepulcros, dando voces e hiriéndose con piedras. 

2. El demonio de aquel maníaco y los o tros muchos espíritus malos que estaban dentro del hom bre reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios, y le suplicaron que no los atormentara antes de tiempo. a. «¿Q ué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?» b. «¿Has venido acá para a torm en tarnos antes de tiempo?» c. «Te conjuro por Dios que no nos atormentes.» 

3. Jesús perm ite que aquella legión de espíritus malos vaya a meterse.nadamás salir del hom bre, en un hato de cerdos que estaban cerca. 

4. A sí lo hicieron, y todo el hato, com puesto de unos dos mil cerdos, se precipitó al m ar p o r un d esp eñ adero y se ahogó. 

5. Al poco tiempo toda la ciudad se enteró, y llenos de temor pidieron a Jesús que se marchara de sus con­tornos. 

6. A l en trar en la b arca de nuevo, el endem oniado sanado le ru eg a que le perm ita ir con él. 

7. N uestro Señor, p o r el contrario, le pid e que vaya con su fam ilia y les de testim onio a ellos. 


Paso treinta: de la región de los gadarenos a Capernaum (Mi. 9:1, lJÓ-34; 11:2-19; Mr. 2:15-22; 5:21-43; Le. 5:29- 39; 7:18-35; 8:40-56; 16:16) 

A. Leví (M ateo) da un banquete p ara Jesús e invita alg u ­ nos de sus am igos inconversos. 1. HI Maestro es criticado por los mal intencionados fariseos por comer con los publícanos y pecadores. 2. Jesús los reprende y les explica que El ha venido a llamar a pecadores al arrepentimiento y no a los que se consideran a sí mismos justos (M t. 9:10-15; Mr. 2:15-20; Le. 5:29-35). 

B. Parábola trece: vestidos remendados y odres viejos (M t. 9:16, 17; Mr. 2:21. 22; Le. 5:36-39). 1. A lgunos discípulos de Juan el B autista se acercaron a Jesús para preguntarle por qué ellos ayunaban y, sin em bargo, Él y sus d iscípulos no lo hacían. 2. El S eñ o r les explica que en una boda los am igos del novio no ayunan, sino que están de tiesta m ientras Él está con ellos. 3. L es relata esta p arábola para aclarárselo todavía m ás, declarándoles que nadie cose rem iendo nuevo en vestido viejo, ni pone vino nuevo en odres viejos, porque am bos artículos se term inarán de rom per. Lo que está indicando es que el vino nuevo de una vida co n ­ trolada p o r el E spíritu no en caja bien en los viejos odres del legalism o judío. 


C . Milagro trece: curación de una m ujer con hem orragia ¡nterna"(M t. 9:22; Mr. 5:29: Le. 8:44). 1. N uestro S eñ o r va cam in o de realizar otro m ilagro cu an d o esta necesidad surge a su paso. a. La mujer: «Si locare solamente su manto, seré salva.» b. Jesús a los discípulos: «¿Q uién es el que m e ha to cad o ? ... A lguien m e ha tocado: porque yo he conocido que ha salido poder de m í.» c. Jesús a la m ujer (después que confesó que le h a ­ bía tocado): «H ija, tu fe te ha salvado: vé en paz.» 


D. M ilagro catorce: Jesús resu citar a la hija de Jairo (M t. 9:25; M r. 5:41; Le. 8:54). 

1. Jairo , uno de los principales de la sinagoga, recibe la noticia de que su hija ha m uerto. 

2. Jesús le conforta y le exhorta a que siga creyendo. 

3. El Maestro toma a Pedro, a Santiago y a Juan y entra en el cuarto de la niña con sus padres. 4. No hace caso de los comentarios de la gente que e staba afuera, y tomándola de la mano la restaura a la vida y manda que le den de comer. 

E. Milagro quince: curación de dos ciegos (M t. 9:29). 1. Jesús: «¿Creéis que puedo hacer esto?» 2. Los ciegos: «Sí, Señor.» 3. Jesús: «Conforme a vuestra fe os sea hecho.» 

F. Milagro dieciciséis: curación de un m udo en d em o n iad o (M t. 9:33). 1. L a gente se m aravilló a causa de este m ilagro. 2. Los fariseos continuaron acusándole de hacerlo a través del príncipe de los demonios. 

G. Contesta a las dudas de Juan, que estaba encarcelado, sanando a muchos (M t. 11:2-6; Le. 7 : 18-23). 

1. Juan había enviado a sus discípulos a Jesús para preguntarle si É l era el Mesías o si tenían que esperar a otro. 

2. En presencia de ellos restaura la vista a los ciegos, sana a los sordos, limpia a los leprosos y resucita a los muertos. 

3. Después les instruye para que vayan y le cuenten a Juan lo que han visto y oído. (Véase Is. 35:4-6.) 

H. Cuarto sermón: sobre Juan el Bautista (M t. 11:7-15; Le. 7:24-30). 

Nuestro Señor honra a Juan. Según Jesús: 

1. Juan no era una caña sacudida por el viento, sino un profeta fiel y siempre listo para m inistrar. 

2. Era el más grande los profetas. «D e cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista: pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (M t. 11:11). ¿A quien se refería Jesús con la declaración «el m ás pequeño ... m ayor es»? Se han dado dos ex ­ plicaciones: a. Que tenía al apóstol Pablo en m ente. (V éanse Ef. 3:8; 1 Co. 15:9.) b. Que estaba pensando en el milenio, cuando el menor de los ciudadanos de aquel glorioso reino conocerá y experimentará más de la majestad de Dios que cualquier profeta, sacerdote o rey en el pasado. 

3. El pueblo común y los pecadores escuchaban con gozo a Juan, pero los impíos líderes judío s lo menospreciaban. 

4. El m inisterio audaz de Juan marcó el comienzo de la oposición satánica al reino. 

5. Juan apareció en el espíritu del Elias del Antiguo Testamento. «Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti» (Mt. 11:10). Jesús asocia aquí la profecía de Malaquías 3:1 con Juan el Bautista. N o obstante, es im portante señalar que no m enciona la últim a parte del versículo, que dice: «Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis....» Según Habacue 2:20, cuando esto ocurra Cristo vendrá a juzgar. Su primera venida era para manifestar la gracia y por eso se omite esta segunda parte. 

I. Parábola catorce: una generación de gente inmadura (Mi. 11:16-19: Le. 7:31-35). 1. Jesús com para su generación a un grupo de niños volubles que juegan. 

a. Uno grupo dice: «Os tocam os la flauta, y no bailasteis.» 

b. El otro grupo responde: «Os endechamos, y no lamentasteis.» 2. Declara que esta inconstancia podía verse en Israel también. a. Juan practicaba el ayuno y los fariseos decían que tenía dem onio. b. Jesús no ayunaba y le acusaban de ser un comilón y bebedor de vino.