LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 41,42 y 43

 LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 41,42 y 43

Paso cuarenta y uno: de Magdalá a Betsaida (Mr. 8:22-26; Jn. 7:2-9) 

A. M ilagro veintidós: curación de un ciego (Mr. 8:25). 

I. Jesús puso saliva en los ojos del ciego y tam bién puso sus m anos sobre él. 

2. L e p reguntó d espués si veía algo. 

3. El hom bre dice que ve hom bres com o árboles que an ­ dan. L a Biblia Anotada de Scofield tiene la siguiente nota sobre este versículo: 

        «L a acción del S eñ o r en este caso es m uy sig ­ nificativa. Habiendo ya abandonado a B etsaida para ju ic io (M t. 11:21-24), Él no estaba dispuesto a h acer m ás m ilagros en esa aldea, ni a permitir que se diera allí un testimonio acerca de Él (v. 26). La prueba a que B etsaida, com o una com u n id ad , fue som etida, ya había term inado; sin embargo , Él se hallaba aún liso a mostrar misericordia a individuos en ella. Véase Ap. 3:20. Cristo se encuentra afuera, a la puerta de aquella iglesia; no obstante. Él dice? «Si alguno oye mi voz» (p. 1015). 

4. Jesús toca de nuevo sus ojos y ahora ve claram ente. Como creyentes, m uchas veces necesitam os un segundo toque de parte del Salvador, a fin de que no veamos a los que nos rodean com o estadísticas impersonales sino com o seres hum anos necesitados. 

B. Jesús es criticado p o r sus herm anos (Jn. 7:2-9). 

1. O pinan que Él evita la publicidad p o r causa de in sin ­ ceridad. 

2. Intenta ayudarles a superar su torpe pensar m anifestándoles que cuando llegue la hora del C alvario habrá abundancia de publicidad. Los nom bres de cuatro de sus h erm an o s ap arecen en M ateo 13:55 y son: Jacobo, José, Sim ón y Judas. 

C. Cumplimiento número diecisiete de las profecías del Antiguo Testamento: que sería rechazado por los suyos. (Cp. Is. 53:3 y Sal. 69:8 con Jn. 1:11; 7:5.) 

D. En Juan 7:6 nuestro Señor dice: «M i tiempo aún no ha llegado ....» El «tiem po» que Jesús tenía en m ente aq u í es, p o r supuesto, la crucifixión. Él estuvo siem pre p lenam ente consciente de esta hora. N ota: 

«Jesús le dijo: ¿Q ué tienes conm igo m ujer |a su m adre en la fiesta de bodas de Canáj? A ún no ha venido mi hora» (Jn. 2:4). «Entonces procuraban prenderle [un grupo de gente con malas inteciones); pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora» (Jn. 7:30). «Jesús les respondió [algunos griegos que querían verle) diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado» (Jn. 12:23). (Véase también 12:27.) «Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre ...» (Jn. 13:1). « ...Padre , la hora hallegado ....» (Jn. 17:1).

 Notemos especialm ente las declaraciones que encontram os en Juan 7:30 y 8:20. Estos versículos nos en señan que el siervo de Dios es indestructible hasta que la voluntad de Dios se ha llevado a cabo en su vida. (Véase también A p. 11:7.) 


Paso cuarenta y dos: de Betsaida a Jerusalén (Jn. 7:10— 10:39) 

A. Jesús participa en la fiesta de los tabernáculos en Jerusalén, y es objeto de mucha especulación (7 :1 2 ,4 3 ). 

1. Unos pensaban que era simplemente un hombre bueno (7:12). 

2. Otros pensaban que era un engañador (7:12). 

3. A lgunos le reconocían como un gran maestro (7:14, 1 5 ,4 6 ). 

4. Otros le tenían como uno que quebrantaba el día de reposo (especialmente después de hab er sanado al paralítico que llevaba en fermo treinta y ocho años) (7:19-25). 

5. Otros lo consideraban un profeta (7:40). 

6. Y algunos le aceptaron como su M esías (7 :3 1 ,4 1 ).

 B. Octava predicción: su ascensión (Jn. 7:33, 34). 

1. Les dice que le buscarán infructuosam ente. 

2. E stará donde ellos no podrán ir. 

C . Novena predicción: Pentecostés (7:37-39). 

1. Q ue el Espiritó Santo vendría después que Él fuera glorificado. 

2. Que el Espíritu Santo produciría dentro de los creyentes ríos de agua viva. 

«En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a m í y beba. El que cree en m í, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (7:37, 38). 

El docto r Hom er Kent del Grace Sem inary sugiere lo siguiente: «Se había desarrollado la costumbre de que los sacerdotes, durante la fiesta, tomaran diariamente un vaso de agua del estanque de Siloé y lo llevaran en procesión hasta el templo. A llí el agua era derramada sobre el altar de los sacrificios como un recuerdo de cómo D ios había provisto para sus necesidades en el desierto. En el octavo día se omitía el acto, significando la presencia de Israel en la tierra. Si este evento sucedió en el octavo día, la invitación de Cristo a los hombres de ir a él para recibir el agua viva fue especialm ente dramática, porque reclamaba para sí el cumplimie to de la tipología que se desarrollaba en la fiesta. Él era el proveedor del agua viva. (Véanse también Jn. 4:10 y 1 Co. 10:4.)»

 D. Nicodemo intenta defender a Jesús y es ridiculizado por los fariseos (7:50-53). . 

1. Nicodemo: «¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?»

            2. Los fariseos: «¿E res tú tam bién g alileo ? E scu d riñ a y ve que de G alilea nunca se ha levantado profeta» 

N ota: L os fariseos estaban equivocados en su d is p u ta de que ningún profeta había salido de Galilea , pues Jonás era de allí, y Nahum pudo haberlo sido.

 E. Jesús perdona a la mujer adúltera (Jn. 8:1-11). 

1. Este incidente es usado por los fariseos con malévola intención para poner a Jesús en oposición a Moisés y así atraparle. 

2. El Señor, sin em bargo, le da la vuelta a la situación y los acusadores salen acusados, m ientras que la acusad a sale libre y perdonada. 

a. Los fariseos a Jesús: «M aestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú. pues, ¿qué dices?» (Véanse Lv. 20:10; Dt. 22:23, 24.) 

b. Jesús a los fariseos (después de escrib ir algo sob re la tierra): «El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.» 

c. Jesús a la m ujer: «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban ? ¿Ninguno te condenó?» [Ella responde que se han marchado | «Ni yo te condeno: vete, y no peques más.» 

F. Décima predicción: su ascensión (Jn. 8:14, 21). 

G . Predicción once: su muerte (Jn. 8:28). 

H. I. J. H abla acerca de su Padre y m uchos creen en Él (Jn. 8:30- 32). 1. Les anim a a p erm an ecer en su P alabra (8:31). 2. Les prom ete que esta verdad les hará libres (8:32). 

Noveno sermón: el diablo y sus hijos (Jn. 8:33-59). 

1. Jesús rech aza las pretensiones jactan cio sas de los fariseos de que son los verdaderos hijos de A braham . 

a. N o están haciendo la clase de cosas que A braham hizo (8:37-43). 

b. E stán haciendo lo que Satanás acostum bra a h acer (8:44). 

2. Le acusan de nuevo de estar p oseído p o r el dem onio (8:48, 52). N otem os tam bién la hiriente acusación: «N osotros no som os nacidos de fornicación» (8:41). E sta es una de varias ocasiones en las que los ju d ío s hacen com entarios d udosos sobre las circunstancias poco com unes del nacim iento de C risto. C uando el S eñ o r m ás tarde sana a un ciego, los fariseos rehúsan creerlo, d iciéndole al hom bre curado: «D a gloria a D ios: nosotros sabem os que ese hom bre es p ecador» (9:24). 

3. Je sús declara que Él ha existido desde antes de Abraham (8:56-58).

 «Abraham vuestro Padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó» (8:56). ¿Cuando ocurrió esto en la vida de A braham ? (Véanse Gn .2 2 y H e. 11:17-19.) «Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has vistoa Abraham ?» (8:57). Esta declaración nos da una idea acerca de la tremenda presión y carga que llevaba nuestro Señor. A penas tiene treinta y tres años y ya le suponen tener cerca de cincuenta. «Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que A braham fuese, yo soy» (8:58). Notemos que no dice: «Yo era, sino Yo soy.» (Véase Ex. 3:14). 

4. Los judíos intentan apedrearlo sin lograrlo (8:59). 

J.Milagro veinticuatro: curación de un hom bre nacido ciego (Jn. 9:7). 

1. Jesús explica por qué Dios ha permitido que este hombre naciera ciego. No era por causa de pecado, sino para que Dios fuera glorificado (9:1-3). 

2. A continuación escupe en el suelo, hace lodo con la saliva y unta los ojos del ciego, ordenándole después que se vaya a lavar al estanque de Siloé (9:6, 7). 

3. Él hombre lo hace y ve. 

4. Seguidam ente tienen lugar los siguientes seis diálogos 

    a. Entre el ciego y sus vecinos (9:8-12).        

     (1) A lgunos piensan que es el mism o hombre, pero otros dudan.     

     (2) El hombre les asegura que sí es y les da testimonio de Cristo. 

    b. E ntre el ciego y los fariseos (9:13-17). 

    (1) Los fariseo s están e n co le rizad o s p o rq u e la curación se había realizado en sábado.     

                         (2) R ehúsan aceptar el testim onio del hom bre ciego. 

    c. Entre los fariseos y los padres del ciego (9:18-23).     

    (1) Los padres reconocen que el hombre en cuestión es en verdad su hijo y que había nacido ciego. 

    (2) Pero no dan crédito a Jesús por esto por el temor de ser expulsados de la sinagoga. 

    d. Entre el ciego y los fariseos (9:24-34). 

    (1) El ciego repite su testimonio. 

    (2) Los fariseos le ridiculizan y le acusan de ser discípulo de Cristo.

             e. Entre el ciego y Jesús (9:35-38).

            (1) El Señor le pregunta si cree en el Hijo de D ios. 

            (2) El hombre desea creer, pero quiere más información. 

            (3) Jesús le declara su deidad y recibe la adoración del ciego. 

          f. E ntre Jesús y los fariseos (9:39-41). 

            (1) Declara que él es la luz del mundo. 

            (2) Les advierte de su terrible ceguedad espiritual.  

5. Este notable milagro: 

a. Corrige dos errores. 

(1) Que un individuo puede pecar antes de nacer. (Véanse vv. 1, 2.) 

 (2) Q ue todo sufrimiento es un resultado directo del pecado. (Véase el v. 3. V éase tam bién Jn. 1 1:4, 14, 15.). 

Los discípulos aquí cometen el mismo grave error que com etieron los tres «am igos» de Job, y en el que caen tam bién hoy algunos sanadores por fe. Es decir, suponer que todo sufrimiento proviene del pecado. 

b. Confirma tres hechos.

           (1) Que las personas religiosas son frecuentem ente las más ciegas de todas. (V                éanse vv. 16, 24, 39-41.)

 (2) Que el temor a los hombres impide a muchos de aceptar a Cristo. (Véanse vv. 18-23 y Jn. 12:42, 43.)

 (3) Que Cristo afirmaba ser el Hijo de D ios. (V éanse vv. 35-38). 

K. Décimo sermón: sobre el buen pastor (Jn. 10:1-18). El buen pastor: 

                   1. Conoce a sus ovejas (10:3. 14). 

                   2. Las dirige (10:3, 4, 27). 

                    3. Habla con ellas (1 0 :3 ,4 .2 7 ). 

                    4. Las salva (1 0 :9 ,2 8 ). 

                    5. Las satisface (10:10). 

                    6. Muere por ellas (10:11, 15). 

                    7. Las une (10:16). 

L. R esumen del décimo sermón. El doctor Homer Kent ha escrito uno de los m ejores resúm enes sobre Juan 10: 1. 

                    El buen pastor forma su rebaño (10:1-6). 

                    «En Palestina acostum braban a gu ard ar los rebaños de ovejas en cercados próxim os a los pueblos. M uchos pastores m etían sus ovejas en el redil du ­ rante la noche y volvían a recogerlas en la m añana para dirig irlas a los cam pos de pastos durante el día. Esta actividad m añanera de reunir a las oveja s alred ed o r del p astor es el tem a de la prim era parte del discurso. 

El p astor del relato representa a C risto, y el redil rep resen ta el ju d a ism o , el sistem a relig io so donde el pueblo de D ios estuvo reunido hasta la venida de C risto. Esto parece desprenderse claram ente de 10:16. donde Jesús llam a a los gentiles “ otras ovejas que no son de este redil” . D ebem os tam bién reco rd ar que Jesús estaba hablando a representantes del ju d aism o que acababan de ver la excom unión del ciego salir. De esa manera estaba explicando cóm o se relaciona el ju d aism o con el M esías y sus seguidores. El redil no representa al cielo, porque allí no hay ladrones (M t. 6:20). Tam  poco represen ta la salvación ni la Iglesia, porque el p asto r encontró a las ovejas ya en el redil y en ­ tonces las sacó (10:3). 


a. L lega por el cam ino apropiado (10:1, 2). El p asto r que tiene derecho sobre las ovejas no necesita m eterse a escondidas ni saltar la cerca; él puede en trar p o r la puerta. C risto pudo allegarse a su pueblo porque tenía el derecho de hacerlo. L as p ro fecías del A ntiguo T estam ento se referían a él (y a nadie m ás). N ació de una virgen com o Isaías había profetizado (Is. 7:14). T enía derecho al trono de D avid por la línea de José, su padre legal (M t. 1:1-16). 

b. Es recibido por el portero (10:3n). El portero era la persona encargada de vigilar el rebaño hasta la llegada del pastor, y e n to n ­ ces adm itirle en el redil. Esto parece retratar a Juan el B autista, aquel que presentó oficialm ente al P astor a la nación ( 1:26-34). 

c. L lam a a sus ovejas por su nom bre (10:36). M uchos reb añ o s eran g u ard ad o s en un redil palestino, pero eran separados p o r sus propios pastores, que llam aban a sus ovejas de una m anera especial. D e m anera que cuando C risto llegó al pueblo de Israel, no todos los ju d ío s le reconocieron com o el M esías. A unque m uchos eran fieles al sistem a religioso jud ío , no form aban el verdadero rebaño espiritual de D ios. A lgunos, sin em bargo, sí que eran del verdadero rebaño. A lgunos sí esperaban verdaderam ente la re d e n c ió n d e Is ra e l (c o m o p o r e je m p lo Z acarías, Elisabet, S im eón, A na. M aría y José) y recibieron con gozo al Salvador que había llegado. El ciego de este relato era uno de ellos. C uando el verdadero p astor llegó, él reconoció su voz. 

d. Saca a sus ovejas del redil ( IO:3c-6). Al presentarse Jesús ante la nación, los líderes le rechazaron; y no sólo le persiguieron a él sino tam bién a todos los que le siguieron. Esta es la explicación del Señor a su relación con el ciego. Había sido expulsado del judaism o porque había aceptado a C risto, El redil del judaismo había cum plido su propósito: Había conservado a la nación bajo la protección de la ley de M oisés y les había separado de las naciones idólatras del m undo. Pero ahora que Cristo había llegado, había em pezado un nuevo orden (cp. Gá. 3:2 4 .2 5 ). Los fariseos podían objetar que Jesús no fue quien sacó al ciego sino que ellos le expulsaron. Sin em ­ bargo, Dios en su soberanía usa frecuentem ente los actos hum anos para llevar a cabo sus propósitos. El M esías estaba form ando su rebaño en cum plim iento de las antiguas profecías. Es de interés observar que el pasaje no declara en ninguna parte que el rebaño regresa de nuevo al redil. La audiencia que escu ch ab a a Jesús estaba com puesta p rincipalm ente de fariseos in créd u ­ los (9:40), y no se apropiaron de la verdad que él en cam ab a (10:6). 

2. El pastor alimenta a sus ovejas (10:7-10). Jesús procede ahora a describir una segunda escena que nos da instrucción adicional. L a escena corresponde al medio día, y las ovejas ap arecen fuera del redil pastando en las laderas de los montes y bebiendo en los arroyos. Jesús se llamó a sí mismo la “puerta” para enseñar la verdad de su provisión para los suyos. No debemos pensar que es la puerta del redil, porque él ya ha sido d iferenciado de esa puerta al llamársele el Pastor que entra por la puerta (10:2). Más bien debemos entender la puerta como la representación de la en ­ trada por la que la oveja pasa para encontrar pasto, agua y sombra. 

a. Es la puerta a la salvación ( 10:7-9a). 

La seguridad perfecta de la oveja co n siste en estar cerca del pastor. A sí es con Cristo, pues la salvación espiritual es provista mediante la unión con Él. Por la fe en El como Señor y Salvador, el creyente es introducido en el reino de la salvación. C risto se convierte así en nuestro pastor, y asum e la responsabilidad de sup lir todas nuestras necesidades. 

b. Es la puerta a nuestro susten to (10:9¿). L os pastores tenían la responsabilidad de localizar el pasto para sus rebaños, una tarea nada fácil en una tierra que era bastante árida. De la misma manera, Cristo es el que sustenta a los creyentes, y su crecim iento espiritual ocurre en la m edida en que "se alim en tan ” de Él oyendo su p alabra y obedeciéndola (H ch. 20:32; 1 Ti. 4:6; 2 P. 3:18). "E n trar y salir” es una expresión com ún de la B iblia que rep resen ta la idea de vivir y llevar adelante sus propios asuntos (D t. 31:2; 2 Cr. 1:10; Hch. 1:21). 

c. Es la puerta a la vida abundante (10:10). La vida que el creyente recibe de C risto es eterna. N o es sim plem ente una extensión de nuestra vida m ortal, sino una vida m ucho m ás rica que lo que jam ás ha conocio. Empieza a experim entarla en el m om ento en que pone su fe en C risto. El acceso a Dios por m edio de la oración, el con o cim ien to del perdón total de sus pecados, la posesión del E spíritu de D ios para ilum inar la Palabra divina y guiarle en la vida diaria, todas estas cosas y m uchas o tras dan abundancia a la vida cristiana.

3. El pastor protege a su rebaño (10:11-18). L a escen a cam bia ahora al atardecer. S ucedía fre ­ cu en tem en te que los pastores palestinos llevaban sus rebaños tan lejos del redil buscando pastos y agua, esp ecialm en te en la estación seca, que no po d ían volver al redil al atardecer. A sí que p asaban la noche afuera. E ste era el tiem po cuando el p eligro acech ab a m ás, y era cuando m ás se n ecesitab a la protección del pastor,

         a. Muere por sus ovejas (10:11-13). 

M uchos pastores m orían defendiendo sus reb años. H abía ladrones y bandas de ladrones que enfrentar, así com o anim ales salvajes. E n estos casos, no obstante, ellos no tenían la intención de m orir. Cristo, por otro lado, iba a morir por sus ovejas a fin de que fueran salvas, pero él iba a hacerlo voluntariamente . Él “daría su vida” . Sus ovejas estab an en el m ayor de los peligro s: “Todos nosotros nos descarriamo s com o ovejas, cada cual se apartó por su camino ...” (Is. 53:6). Jesús estaba, pues, p rediciendo su p ro p ia m u e rte , lo q u e o c u rriría a la p rim avera siguiente. S em ejan te acció n sacrificial de p arte del p asto r estaba en agudo contraste con el asalariado, cuyo único interés era su propia g anancia. El asalariado cuidaba de las ovejas m ientras fuera en su propio beneficio, pero no arriesg aría su vida p o r la propiedad de otro. La referencia podía estar relacio n ad a con los líderes relig io so s que se b en eficiab an de su labores profesionales, pero no tenían interés auténtico en las “ ovejas” .  


            b. Conoce a sus ovejas (10:14, 15). 

El pastor protege a sus ovejas porque tiene un conocim iento perfecto de ellas. Sabe de su p ro ­ pensión a vagar y de sus debilidades. D e manera que él las cuida como miembros del rebaño. Ninguna puede vagar y extraviarse porque él las conoce a todas. “ ... a los que med iste , yo los guardé , y ninguno de ellos se perd ió ...” (1 7 :1 2 ). E ste co n o cim ien to d e las ovejas es tan completo como el conocimiento que el Padre y el H ijo tienen el uno del otro. 

            c. R ecoge a sus ovejas (10:16-18). 

Cristo, com o el buen pastor, tiene tam bién interés en “ otras ovejas” que nunca han sido parte del “redil” del judaism o. Parece que se refiere claramente a los gentiles que el pastor va a recoger de todas partes del m undo donde el evangelio sea predicado. C uando sus ovejas responden a su voz en el evangelio, se convierten en “un rebaño” con “un pastor” . A continuación de la muerte de C risto y del establecim iento de la Iglesia del N uevo T estam ento en Pentecostés, todos aquellos que respondieron a Cristo, ya fueran judíos o gentiles, son p arte del reb añ o con C risto com o el pastor. El apóstol Pablo habló de ello m ediante la figura de un cuerpo, siendo los judíos y gentiles m iem bros de él (Ef. 3:6; Col. 3:11).» (.Light in the Darkness, pp. 138-142.) 

M . P redicción doce: su m uerte (Jn. 10:17, 18). 

1. Q ue el Padre le am a porque Él da su vida en sacrificio. 

2. N adie se la puede quitar, sino que Él la pone de sí m ism o. 

N. Su serm ón hace una vez m ás que la gente decida si está con Él o contra Él (10:19-21). 

Ñ. L os fariseos le enfrentan de nuevo (10:22-39). 

1. Intentan apedrearle debido a su afirmación de que era uno con el Padre (10:30-33). 

2. Él les responde que la prueba de la comida está en comerla, por lo que les invita a verificar la validez de sus palabras por las obras milagrosas que realiza (10:34-38). 

O . E llos procuran prenderle pero Él escapa otra vez de sus manos (10:39). Israel estaba ahora rechazando tanto sus obras (Jn. 5:16) como sus palabras (Jn. 8:58, 59; 10:30, 31).

Paso cuarenta y tres: de Jerusalén a Perea (Jn. 10:40-42) 

A. Cruza el Jordán y mora por un tiempo breve en el área donde Juan el Bautista bautizaba. 

B. Muchos de esa zona creen en Él.  


FIN DEL TERCER AÑO

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