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ETAPA DE LOS JUECES II "Un hombre sanguinario."

 

II.-La Etapa de los Jueces 

 "Un hombre sanguinario." Abimelec

        II. Un hombre sanguinario: Abimelec (Juc. 9). A. Abimelec era el hijo que Gedeón tuvo con una concubina de Siquem (8:31). Tramó y llevó a cabo el asesinato de sesenta y nueve de sus setenta hermanastros y fue coronado «rey» de Siquem, el pueblo de su madre (9:1-5)

        Jotam, el hermanastro que pudo escapar, relata una de las dos fábulas que aparecen en la Biblia (la otra está en 2 R. 14:9), y se la dirige a Abimelec, a quien ridiculiza llamándole «zarza». Nótese en 9:8-14 su amargo sarcasmos. 

Tres años más tarde Dios encendió los ánimos de los de Siquem contra Abimelec. En la tensión y lucha que se suscitó, Abimelec perdió la vida (Jue. 9:22-57). Algunos cristianos se han sentido incómodos con la declaración que aparece en Jue. 9:23: «Envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec.» 

    Esta es la primera de al menos tres situaciones del Antiguo Testamento en que una acción así tiene lugar. Examinemos brevemente cada una de estas ocasiones. 

1. Saúl (1 S. 16:14. 23). 
2. Acab (2 Cr. 18:18-22). 
    ¿Cómo podemos entender estos versículos? Se han sugerido dos interpretaciones básicas: 
        a. Que estos eran mensajeros celestiales enviados por Dios para juicio como un día lo harán los siete ángeles elegidos para la tribulación venidera. (Véase Ap. 8:2.) 
        b. Que eran ángeles caídos transformados en demonios. El contexto parece favorecer este punto de vista. Se les describe como malos, y es la misma palabra hebrea que encontramos en Génesis 6:5. donde se nos dice que Dios se propuso destruir a la humanidad a causa de sus malos corazones. Pero, ¿por qué espíritus malos solicitarían ser usados por Dios, y por que el lo consentiría? Aquí deberíamos releer cuidadosamente Job capítulos 1 y 2. Satanás mismo había solicitado permiso para atormentar a Job y Dios se lo concede, pero sólo para que se cumpla su propósito divino. 
        En el caso de Abimelec, Dios ya había dictado sentencia sobre él mediante una mujer de Siquem, lo que abría camino para un líder piadoso llamado Tola, que defendería las ovejas de Israel y no las asesinaría como lo hizo Abimelec (véase Jue. 10:1). El mal espíritu tenía obviamente en mente un motivo diferente. Él había demostrado ser un líder inepto que había fallado por tres años en extender su territorio más allá de los límites de Siquem. Quizá el mal espíritu había intentado operar por medio de otro hombre malvado pero no había funcionado. En el caso de Saúl, el espíritu malo esperaba aparentemente controlarlo por completo en un intento de quitar de la escena al aborrecido David. Pero una vez más fallaría, porque Dios ya había puesto en marcha los planes que le llevarían a Saúl a la muerte en el campo de batalla frente a los filisteos. 
        En el caso de Acab el espíritu malo parecía dispuesto a sacrificar a este fiel adorador del mal induciéndole a que entrara en guerra con los sirios, con el fin de llegar hasta Josafat. Tal como se desarrollaron las cosas, si Dios no hubiera intervenido, el necio de Josafat habría caído en la batalla (véase 2 Cr. 18:28-32). De manera que Dios a veces usa la ira de hombres malvados e incluso a los demonios para su gloria (Salmo 76:10). Ver los siguientes dos ejemplos en el Nuevo Testamento para comprobar cómo Dios usa hombres impíos y demonios para su gloria: 
        (1) Apocalipsis 16:13, donde se indica que Dios usará demonios para atraer a los hombres al Armagedón.     
        (2) Apocalipsis 17:16, 17, donde se indica que él hará que el anticristo destruya a la falsa iglesia.