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LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO NOVENA PARTE (JEREMIAS )

 JEREMÍAS 

(Destino: reino del sur) 

I. Los reyes bajo los cuales Jeremías ministró. 

A. Josías. Jeremías fue llamado por Dios durante el reinado del rey Josías, el último rey bueno de Judá. 
B. Joacim. Este rey impío quemó el rollo original de la profecía de Jeremías. 
C. Joaquín. Reinó sólo tres meses. Hizo lo malo ante los ojos de Dios y Jeremías le condenó enérgicamente. 
D. Sedequías. Fue el último rey de Judá; el profeta sufrió mucho durante su reinado. 
E. Nabucodonosor. Jeremías es tratado respetuosamente por este gran conquistador babilonio. 
F. Gedalías. Fue nombrado gobernador por Nabucodonosor para que le representara en Jerusalén. 
G. Johanán. Se hizo cargo de la situación después deltrágico asesinato de Gedalías y más tarde obligó a Jeremías a que acompañara a un remanente judío a Egipto.

II. El triple ministerio de Jeremías. 

A. Advirtió a la mayoría que todavía quedaba en Judá de la cautividad bajo Babilonia que se avecinaba

B. Confortó a la minoría que ya estaba cautiva en Babilonia (cap. 29). Jeremías escribió una carta para alentar a los judíos exiliados en Babilonia (29:1-32). 
1. Tenían que estar allí para una larga permanencia de setenta años. 
2. Debían orar por la paz y prosperidad de Babilonia a fin de que ellos mismos pudieran vivir en paz. 
3. Tenían que ignorar las mentiras de los falsos profetas y médiums en Babilonia, de otra manera serían castigados junto con ellos. 
4. Jeremías pronuncia la sentencia de muerte de parte de Dios para dos de estos profetas llamados Acab y Sedequías, por sus mensajes falsos y sus pecados de adulterio (29:20-23). 
5. También avisó a los exiliados acerca de un hombre llamado Semaías que estaba enviando cartas desde Babilonia a los líderes influyentes de Jerusalén en contra de Jeremías (29:23-32). 
6 . Dios todavía los amaba y algún día los traería de vuelta a Jerusalén (29:14). 

C. Pronunció juicio sobre nueve naciones gentiles (46—51). 
Estas naciones eran: Egipto (46:1-27). 
Filistea (47:1-6). 
Moab (48:1-47). 
Amón (49:1-6). 
Edom (49:7-22). 
Damasco (49:23-27). 
Cedar y Hazor (49:28-33). 
Elam (49:34-39). 
Babilonia (50—51). Después de citar a cada una de estas naciones, trata con cada una de ellas en una forma específica: 

1. Egipto (46:1-27). 
a. Egipto sería derrotado por Nabucodonosor en la batalla de Carquemis (46:2). 
b. Su ejército huiría aterrorizado y el río Éufrates se llenaría de cadáveres egipcios (46:5, 6 ). 
c. El mal que había producido su pecado (como el de Judá) era ya incurable (46:11). 
d. El faraón Hofra, rey de Egipto, es ridiculizado como un hombre que hace mucho ruido pero no tiene poder (46:17). 
e. Egipto quedaría dominado por Nabucodonosor (46:26). 

2. Filistea (47:1-6).
a. Sería invadida por los egipcios. Esto sucedió en el 606 a.C., el año en que murió el rey Josías (47:1). b. Los más fuertes entre los filisteos llorarían y los padres huirían, dejando abandonados e indefensos a sus hijos (47:2, 3). 
c. Tiro y Sidón, aliados de Filistea, serían destruidos al mismo tiempo (47:4). 
d. Gaza y Ascalón, las dos ciudades filisteas principales, quedarían completamente arrasadas (47:5). 

3. Moab (48:1-47). 
a. Los ejércitos de Nabucodonosor invadirían Moab (48:1,2). 
b. Su dios Quemos sería desterrado junto con sus sacerdotes y príncipes (48:7). 
c. Hasta ese momento Moab había vivido en relativa paz, librándose de otras invasiones (48:11). 
d. Al final, Moab se sentiría tan avergonzado de Quemos, su ídolo-dios nacional, como Israel lo estuvo de su becerro de oro en Bet-el (48:13). 
e. Moab, el antepasado que dio origen a los moabitas, había nacido en una cueva (Gn. 19:37). Durante la temible invasión babilónica los moabitas huirían buscando refugio en las cuevas (48:28). 

4. Amón (49:1-6). 
a. Esta nación sería castigada por ocupar las ciudades de Israel después de la cautividad y por su adoración del falso dios Milcom (49:1). 
b. Milcom sería llevado en cautiverio junto con los sacerdotes y gente importante de Amón (49:3). 
c. Amón será restaurada durante el milenio (49:6). 

5. Edom (49:7-22). 
a. Las ciudades de Edom quedarían tan silenciosas como Sodoma y Gomorra (49:18). 
b. Los gritos del pueblo de Edom pidiendo auxilio se escucharán tan lejos que llegarán hasta el mar Rojo (49:21). 
c. Dios, sin embargo, tendría misericordia de sus viudas y huérfanos (49:11). 

6 . Damasco (49:23-27).
a. Todo su ejército sería destruido en un solo día (49:26). 
b. Un incendio empezaría en los muros de Damasco y consumiría los palacios de Ben-adad (49:27). 

7. Cedar y Hazor (49:28-34). 
a. Cedar era el nombre de una tribu árabe que vivía en el desierto al este de Palestina y que sería destruida por Nabucodonosor (49:28). 
b. Dios mismo ordenó a Nabucodonosor que destruyera a estas tribus beduinas, ricas, arrogantes y materialistas (49:31). 
c. Hazor, otra tribu árabe ubicada en las cercanías, iba a quedar convertida para siempre en desierto y nunca la volverían a reedificar (49:33). 

8 . Elam (49:34-39). 
a. Elam estaba localizada al este de los ríos Tigris y Éufrates y tenía por capital a Susa. Fue invadida por Nabucodonosor en el invierno del año 596 a.C. Sedequías, el último rey de Judá, empezó a reinar en Jerusalén en ese año (49:34). 
b. Elam será restaurada durante el milenio (49:39). 

9. Babilonia (50:1—51:64). 
a. Parece que Jeremías se refiere a dos Babilonias en estos versículos. Una es la Babilonia histórica, capturada por Darío, el caudillo persa, en octubre del 539 a.C. (véase Dn. 5), y la otra es la futura Babilonia que Dios mismo destruirá. (Véase Ap. 18:18.)
b. Después de la destrucción de ambas Babilonias, Israel buscaría a su Dios. Esto ocurrió históricamente (Esd. 1) y volverá a acontecer en el futuro (Zac. 13:9-11). 
c. Después de la destrucción final de Babilonia (Ap. 18), la ciudad nunca más volverá a ser habitada (51:26). 
d. Las naciones impías llorarían por la destrucción de ambas Babilonias (Jer. 50:46; Ap. 18). 
e. Los israelitas debían de huir de ambas Babilonias (Jer. 51:6; Ap. 18:4).
f. Las dos ciudades son representadas como copas de oro llenas de iniquidades de las que las naciones bebieron y se embriagaron (Jer. 51:7; Ap. 17:1-6). 
g. Los cielos se regocijan por la destrucción de ambas (Jer. 51:10,48; Ap. 18:20).

III . La historia personal de Jeremías. 
A. Fue llamado a una dedicación completa durante el reinado de Josías (1:1-10). Tenía que permanecer soltero (16:2). 
1. Jeremías era hijo de Hilcías, una familia de sacerdotes que vivía en Anatot, a unas 3 millas (5 km) al noroeste de Jerusalén, en tierra de Benjamín (1:1). 
2. Recibió el llamamiento a un ministerio de tiempo completo durante el año decimotercero del reinado del piadoso rey Josías ( 1:6). 
a. Jeremías se resistió al principio a este llamamiento (como lo había hecho una vez Moisés, Ex. 3—4), presentando su juventud como una excusa ( 1 :6 ). 
b. Dios, no obstante, le reafirmó inmediatamente que: 
(1) Le había escogido a él aun desde antes de su nacimiento para ser un portavoz divino para todas las naciones (1:5). 
(2) Dios, por tanto, daría el mensaje al mensajero que él había elegido (1:7- 10). 
3 Debido a sus osados mensajes concernientes al juicio venidero, Jeremías fue perseguido por su propia familia ( 1 2 :6 ), por sus paisanos de Anatot (11:21), y posteriormente por toda la nación de Judá. 
4. Al comenzar su ministerio, Dios le mostró dos cosas que subrayaban la naturaleza e importancia de su ministerio. 
a. Le fue mostrada una rama de almendro (1:11). A causa de que este árbol florece antes que los demás, el almendro simbolizaba lo cercano que estaba el cumplimiento del juicio de Dios. 
b. Vio una olla de agua hirviendo que se inclinaba hacia el sur desde el norte. Esto simbolizaba la invasión babilónica (1:13). 
5. Jeremías llora por la destrucción de Judá que se aproxima (4:19-21). Esto lo hizo frecuentemente (véanse 8:18, 21; 9:1, 2, 10; 13:17; 14:17). 
6 . Dios le encomienda (a semejanza del griego Diógenes, que una vez recorrió las calles de Atenas procurando encontrar a un hombre honrado): «Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré» (5:1). Dios hizo una vez un acuerdo similar con Abraham en relación con Sodoma (véase Gn. 18:23-33). 
7. Jeremías admite que esta espantosa condición es una realidad entre los pobres y los ignorantes, pero él siente que puede encontrar hombres honrados entre los líderes educados y ricos de Judá. Sin embargo, todos habían rechazado a Dios por completo (5:4, 5). 
8 . El rey Josías fallece después de treinta y un años de fructuoso reinado. El apenado profeta asiste a su funeral (2 Cr. 35:25). El último rey bueno de Judá ha muerto y el país iría espiritualmente cuesta abajo desde ahora en adelante. 

B. Razona con Judá acerca de su reconciliación con Dios (3:12-14; 26:1-7). 
1. Dios invitó repetidas veces a Israel a que volviera a él (2:9). 
2. Le recibiría aun después de su inmoralidad con otros amantes (3:1). Esto estaba prohibido por la ley mosaica (véase Dt. 24:1-4). 
3. Jeremías, usando una figura agrícola, contiende con ellos para que aren la dureza de sus corazones no sea que queden ahogados en espinos (4:3, 4). 
4. Podían todavía escapar del juicio limpiando sus corazones y purificando sus pensamientos (4:14). 
5. Arrepentirse significaba que podrían permanecer en la tierra (7:3). 
6 . Rechazarlo significaba que quedarían cubiertos por espesa oscuridad (13:16). 

C. Declara sin temor el juicio venidero a manos de los babilonios. 
Seguidamente cita los pecados de Judá. 
1. Judá ha olvidado la fuente de agua viva y se ha cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua (2:13). 
2. La nación se había transformado en una raza de gente degenerada (2 :2 1 ). 
3. Ningún jabón ni lejía, por mucho que fuera, serla capaz de limpiar sus manchas (2 :2 2 ). 
4. Los líderes tenían sus ropas manchadas con la sangre de los inocentes y de los pobres (2:34). 
5. Tenían el descaro de una prostituta (3:3). 
6 . Adoraban a los dioses falsos en todo monte alto y bajo todo árbol frondoso (3:6). 
7. Habían matado a sus profetas como un león mataría a su presa (2:30). 
8 . Eran tan insolentes como el bronce y duros y crueles como el hierro (6:28). 
9. Habían establecido ídolos en el mismo templo y adoraban a una diosa pagana llamada «reina del cielo» (7:18; 44:17). 
10. Habían sacrificado en realidad a sus propios hijos ofreciéndolos como ofrendas quemadas a los dioses paganos (7:31; 19:5). 

D. Les advierte finalmente acerca de los terrible resultados que traería su desobediencia. 
1. Grandes ejércitos marcharían sobre Jerusalén. 
2. Ni Asiria ni Egipto podrían ayudar a Judá en contra de Babilonia (2:18, 36). 
3. La gente huirá de las ciudades de Judá como uno huye de un león hambriento (4:5-7). 
4. Jerusalén será asediada como los cazadores acosan a un animal salvaje herido (4:17; 6:3- 5). 
5. Gritarán de dolor como una mujer de parto (4:31; 6:24; 13:21
6 . Los propios árboles de Jerusalén serían cortados y usados como rampas para atacarla (6 :6 ). 
7. El templo sería destruido (7:14). 
8 . Los soldados enemigos se moverían entre las gentes del pueblo como sapientes venenosas (8:17). 9. Muchos morirían a espada (15:3), de enfermedad (16:3, 4), y de hambre (21:9). 
10. Algunos serían dispersados como paja que arrastra el viento al desierto (13:24). 
11. Los cadáveres insepultos llenarían los valles a las afueras de Jerusalén y servirían de alimento a las aves de rapiña y a las fieras (7:32, 33; 9:22; 12:8, 9). 
12. Los enemigos de Judá profanarían las tumbas sagradas de sus reyes, sacerdotes y profetas, y dejarían esparcidos sus huesos al sol, la luna y las estrellas (8 : 1 , 2 ). 
13. Miles serían llevados cautivos a Babilonia por un período de setenta años (7:15; 25:11; 29:10). 
14. La severidad del castigo de Judá espantaría a las naciones gentiles paganas que miraran (19:8; 22:8; 25:11). 

E. Cuando la gente empezó a reírse de su mensaje y a rechazarlo, el profeta que advertía se transformó en el profeta llorón (4:19; 8 :2 1 ; 9:1, 2, 10; 13:17: 14:17). 

F. Debido a sus sermones y postura firme, Jeremías tuvo que sufrir mucho. 
1. Fue perseguido por su propia familia (12:6). 
2. Sus propios paisanos de Anatot tramaron contra él ( 1 1 :2 1 ). 
3. Fue rechazado y ultrajado por sus colegas sacerdotes y profetas. 
a. Pasur, el sacerdote principal del templo, mandó que lo golpearan y lo pusieran en el cepo (20:1-3). b. Fue casi linchado por un grupo de sacerdotes y profetas que se enfurecieron mucho a causa de uno de sus mensajes (26:7-9). 
c. Hananías, un falso profeta, lo ridiculizó (28).
4. Fue amenazado por el rey Joacim (26:21-24; 36:26). 
5. Fue arrestado, golpeado, acusado de traición y encarcelado (37:11-16). Sedequías fue a buscar a Jeremías solicitándole sus oraciones después que Nabucodonosor había declarado la guerra a Judá (21:1, 2). Jeremías le envió un mensaje a aquel inicuo rey advirtiéndole que las oraciones eran inútiles en este caso, porque Dios iba a usar a los babilonios para castigar a Jerusalén, y que el propio rey Sedequías sería entregado al rey de Babilonia (21:3-7). Jeremías le dijo a Sedequías que la ciudad sería incendiada y que él sería capturado y llevado a Babilonia (34:1-5). Jeremías reprende a ios judíos ricos, propietarios de casas, que violaban la ley mosaica que demandaba que todos los siervos hebreos fueran puestos en libertad después de servir durante seis años (34:8-16). El ejército egipcio del faraón Hofar acababa de llegar para ayudar a Judá a pelear contra Nabucodonosor. Jeremías le advierte a Sedequías que esta alianza política no le va a dar resultado, porque el rey de Babilonia derrotaría a los egipcios (37:5-10). Jeremías intentó en este tiempo visitar la tierra de Benjamín para inspeccionar una propiedad que había comprado (37:11, 12). Sin embargo, uno de la guardia llamado Irías le arrestó en la puerta de la ciudad y le acusó de querer pasarse a los caldeos (37:13). Jeremías lo negó, pero fue golpeado y encarcelado (37:14-16). Fue de nuevo buscado en secreto por Sedequías y una vez más predice la derrota de Jerusalén (37:17). Sedequías le mete en la cárcel del palacio en vez de dejarlo en la mazmorra en que antes le tenían (37:21). No obstante, Sedequías, presionado por los líderes religiosos que despreciaban a Jeremías, se vio forzado a meter al profeta en un confinamiento aún peor. Esta vez lo bajaron con cuerdas a una cisterna vacía que había en el patio de la guardia, donde pronto se hundió en la capa de lodo que cubría el fondo (38:1-6). Pero un amigo etíope llamado Ebed-melec, persuadió a Sedequías para que sacara al profeta de aquel sucio lugar. Fue necesaria la ayuda de treinta hombres para sacar al profeta de la cisterna, y lo devolvieron a la cárcel de la guardia en el palacio (38:7-13). Jeremías una vez más predijo la caída de Jerusalén (38:14- 17). Véase también 32:1-5. Permaneció en la prisión hasta que la ciudad fue tomada (38:28). 
6 . Vio como su manuscrito original fue quemado por el malvado rey Joacim (36:21-23). Dios le encomienda que mande a su escriba Baruc que escriba todos los mensajes orales que Dios le había dado durante los últimos veintitrés años (36:1-2). Baruc lo lleva a cabo y después los lee al pueblo en el templo (36:8). Es invitado seguidamente a leérselos también a los líderes religiosos. Cuando terminó, estaban realmente atemorizados y decidieron que el rey Joacim debía también escucharlo (36:14-16). Un funcionario llamado Jehudí es encargado de leerle a Joacim el rollo, mientras el adusto rey está sentado ante un brasero encendido. Cuando Jehudí termina de leer las tres o cuatro primeras columnas, Joacim toma su cuchillo, corta aquella sección y la arroja al fuego. Al final todo el manuscrito es quemado (36:21-23). El Señor encarga de nuevo a Jeremías que vuelva a escribir el rollo, además de agregar otro material adicional, incluyendo aquellas espantosas palabras acerca de Joacim: 
«Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche. Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he anunciado y no escucharon. Y tomó Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc hijo de Nerías escriba; y ecribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes» (Jer. 36:30-32)
Después que Joacim quemó el rollo, Baruc quedó muy desalentado, pues probablemente le ocupó un año escribir todo el material. Dios no se olvida de él y le exhorta y le alienta por medio de Jeremías (45:1-5). 
7. Dios le manda ahora que no ore por Judá (7:16; 11:14; 14:11; 16:5). 
8. El profeta experimenta frustración y depresión (20:7-9,14-18). Jeremías se siente tan frustrado por su incapacidad para lograr que Judá se vuelva a Dios que está decidido a dejar el ministerio. «Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude» (20:9). 
(Véanse también 1 R. 19:3,4; Jonás 1:1-3; 1 Co. 9:16.) Es en este momento cuando también pronuncia una de las oraciones más desalentadoras de toda la Biblia (véase también Job 3): «Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?» (20:14- 18)
9. Escribe una carta de ánimo para todos aquellos judíos que se hallaban ya desterrados en Babilonia (29). 
10. Cuando todavía está en la cárcel, Dios le ordena que le compre una propiedad a su primo Hanameel. Esto era para ilustrar que a pesar de que el ejército babilonio estaba ya atacando Jerusalén, «... aún se comprarán casas, heredades y viñas en este tierra» (32:15). Resulta muy interesante el trasfondo de todo esto: el Señor le dice a Jeremías que su primo Hanameel le va a visitar pronto, con la intención de venderle un terreno que poseía en Anatot. Jeremías tenía que comprarla por diecisiete piezas de plata (32:6-13). Baruc después pondría la escritura de compraventa, firmada y sellada, en una vasija de barro y la enterraría. El propósito de esta acción era demostrar que un día las personas volverían a disfrutar de propiedades en Judá, y las venderían y comprarían (32:14, 15). Jeremías fue confortado durante todo este tiempo en la cárcel por la promesa fiel de Dios: «Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (33:3). Estas «cosas», tremendas y emocionantes, aparecen en los capítulos 30—33. Entre otras están las siguientes: 
a. A pesar de la inminente cautividad en Babilonia, llegaría el tiempo cuando Dios sanaría las heridas a Jerusalén y le daría paz y prosperidad (33:4-6). 
b. Todavía amaba a Israel con amor eterno (31:3). 
c. Israel volvería a ser reunido en Palestina procedente de todos los rincones de la tierra (31:8). (Véase también 30:3, 10, 11.) «Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre.... Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sión, y correrán al bien de Jehová ... y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor» (31:9-12). Nota: Jeremías predice en 31:15, 16 que el llanto amargo de Raquel por sus hijos en Ramá desaparecerá. Rami es una antigua referencia al área dentro y en los alrededores de Belén. Nabucodonosor mató allí a muchos cautivos enfermos y debilitados que no resistirían el largo camino hasta Babilonia. Raquel, la esposa de Jacob, es por supuesto un símbolo de todas las madres israelitas que lloran. En Mateo 2:18 este triste versículo aparece enlazado con la ocasión en que Herodes ordena matar a los niños de Belén con el propósito de eliminar a Cristo. d. Israel entenderá durante el milenio la necesidad y el propósito de todos sus sufrimientos (31:18, 19). 
d. Las ciudades de Israel serán reconstruidas y Jerusalén llegará a ser motivo de alabanza y centro de poder de toda la tierra (33:7-9; 31:38, 39; 30:18-21). 
11. Jeremías ve dos cestas de higos en el templo. Una de las cestas contiene higos frescos, buenos y maduros, la otra está llena de higos malos (24:1-3). Dios le explica que los higos buenos representan a los judíos desterrados en Babilonia (hombres como Daniel y Ezequiel), mientras que los higos malos simbolizan a Sedequías y sus corrompidos funcionarios (24:4-8). Dios le ordena a Jeremías que se haga un yugo y se lo sujetase al cuello con correas. Después tenía que enviar mensajes a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón por medio de sus embajadores en Jerusalén advirtiéndoles que el Señor había entregado sus países a Babilonia. Aquellos que se sometieran y llevaran el yugo de castigo con verdadero arrepentimiento serían librados, pero aquellos que rehusaran serían destruidos (27:1-11). Después de que Dios haya usado a Nabucodonosor para castigar a Judá y a las naciones vecinas, él también castigaría a Babilonia (27:7). Se le asegura a Judá que se volverían a reunir en Jerusalén después de la cautividad babilónica (27:22). Jeremías es acusado de mentir por un profeta llamado Hananías, que había predicho que la cautividad babilónica sólo duraría dos años y que aquellos que ya estaban en el destierro (tales como el rey Joacim, Daniel, Ezequiel, etc.), regresarían trayendo todos los tesoros del templo que se habían llevado (28:1-4). Dramatiza su acusación rompiendo el yugo que Jeremías llevaba puesto (28:10, 11). Jeremías predice que Dios quitará la vida a Hananías en un futuro cercano a causa de su ministerio mentiroso, lo cual sucedió en el plazo de dos años (28:13-17).
12. Jeremías fue a visitar el campamento donde residía la comunidad de recabitas. Estas personas pertenecían a una orden religiosa formada por Jonadab, hijo de Recab, durante el reinado de Jehú (841-814 a.C.). Ayudaron en la eliminación del baalismo en Israel. Evitaban residir en las ciudades, vivían como pastores y no bebían vino (35:2).
a. Dios manda a Jeremías que pruebe a estas personas ofreciéndoles vino. Ellos lo rechazaron inmediatamente, diciendo: «No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Recab nuestro padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos» (35:6). 
b. Jeremías entonces presenta a Judá este gran ejemplo, y contrasta la obediencia de los recabitas con la desobediencia de Jerusalén (35:12-19). 13. Predicó un sermón en la puerta del templo y fue casi linchado por un grupo de sacerdotes enfurecidos por predecir la destrucción del templo (26:6-9). Lo defendieron algunos de los ancianos sabios de Judá, quienes recordaron a los enojados sacerdotes que el mensaje de Jeremías era semejante al del profeta Miqueas (Mi. 3:12). (Véase Jeremías 26:17-19.) 

G. Jeremías bajo el reinado de Nabucodonosor.
1. Sedequías intentó escapar de la ciudad que estaba a punto de caer, pero fue capturado cerca de Jericó y llevado otra vez a Jerusalén. Allí es forzado a presenciar la ejecución de sus propios hijos y después a someterse a la agonía de que le saquen los ojos (39:4-7; 52:6-11). 
2. Nabucodonosor instruyó a Nabuzaradán, capitán de la guardia, que tratase bien a Jeremías (39:11, 12).
3. Nabuzaradán lo libera de la prisión y lo lleva a Ramá, allí le da a elegir entre marchar con él a Babilonia o quedarse en Jerusalén. Jeremías prefiere quedarse y es puesto bajo la protección de Gedalías, el gobernador de Jerusalén nombrado por el rey de Babilonia (40:1-6; 39:14). 

H. Jeremías bajo el mando de Gedalías. 
1. Después de la guerra Gedalías intentó instituir una administración moderada que ayudara a la destruida Jerusalén (40:7-12). 
2. Esto provoca pronto la ira de un judío rebelde llamaido Ismael, quien conspira para asesinar a Gedalías. Un hombre llamado Johanán avisa al gobernador del complot, pero éste no lo toma en serio (40:13-16). 
3. Ismael asesina a Gedalías y a otros muchos funcionarios judíos, peregrinos, y a algunos soldados babilonios. Arrojan después algunos de los cadáveres a una cisterna vacía (41:1-9). 
4. Johanán llega al escenario de la masacre y logra restaurar el orden (41:11-17). 

I. Jeremías bajo el mando de Johanán. 
1. Johanán pide a Jeremías que averigüe cuál es la voluntad de Dios para el pequeño remanente judío que todavía queda en Jerusalén (42:1-5). 
2. Al cabo de un período de diez días de oración a Dios, el Señor le dice al profeta que Él desea que el remanente permanezca en la ciudad, y no se vayan a Egipto como algunos ya habían planeado hacer (46:6-22). 
3. Nada más escuchar la revelación que no estaban dispuestos a obedecer, Johanán y otros líderes acusan a Jeremías de mentiroso. Deciden marcharse a Egipto desobedeciendo la clara voluntad de Dios y fuerzan a Jeremías a que les acompañe (43:1-7). 
4. Al llegar a Egipto muchos de los judíos recaen en sus viejos hábitos de idolatría, y empiezan a quemar incienso a la «reina del cielo» (este era otro nombre que daban a Astarté, la diosa pagana del amor y la guerra de Mesopotamia, 44:8-10, 15-19). 
5. Jeremías les dice de parte del Señor que si rehúsan arrepentirse y volverse a Jerusalén, todos ellos morirán (44:7-14, 28). 
6 . Para dramatizar esta amarga verdad, Dios le ordena enterrar unas piedras grandes debajo del pavimento, frente a la entrada del palacio del faraón egipcio. Esto significaba que Nabucodonosor invadiría y ocuparía Egipto y que establecería su trono sobre aquellas piedras. Jeremías predice entonces que él mataría a muchos judíos que rehusarían volver. Los demás morirían de otras plagas o en la esclavitud (43:9-13). 

IV. Las profecías de Jeremías. 

A. La caída de Jerusalén (1:14-16; 3; 4:5-9; 5:15-17; 6:1-6; 32:2, 3; 38:17, 18). 
B. La destrucción del templo (7:11-15; 26:6-9). 
C. La muerte de Joacaz, el depuesto rey de Judá, en Egipto (22:10-12). 
D. La muerte tan vil y sin que nadie la llorara del rey Joacim de Judá (36:27-30). 
El profeta le había condenado fuertemente por su malvado reinado (22:13-19). Se había construido un palacio extravagante con obreros esclavos. Había matado a los inocentes y oprimido a los pobres. Se comportó con gran codicia, egoísmo y deshonestidad. Por este tiempo, Urías, un profeta compañero de Jeremías, fue asesinado por Joacim por predicar sin temor la verdad de Dios (26:20-23). Jeremías, por tanto, predijo que el rey moriría y nadie lo lamentaría, lo enterrarían como a un asno, lo arrastrarían fuera de Jerusalén y lo arrojarían a un basurero. 
E. Eliminación de la línea real del rey Joaquín (22:24- 30). 
1. Este joven hijo de Joacim reinó solamente tres meses, pero provocó de tal manera la ira divina, que Dios le dijo a Jeremías que aunque fuera un anillo de sellar puesto en su mano derecha, se lo arrancaría para entregarlo a los babilonios (22:24, 25). 
2. Jeremías predijo que: 
a. Sería entregado a Nabucodonosor. 
b. Sería desterrado junto con su madre. 
c. Moriría en tierra extranjera. 
d. Sería tenido como una vasija rota e inútil.
e. Sería tenido como un hombre sin hijos (aunque los tuvo) en lo que concernía a heredar el trono de David (22:25-29). 
F. La muerte de dos falsos profetas (Acab y Sedequías) y el castigo de otro (Semaías) que estaban ministrando entre los primeros judíos cautivos que fueron desterrados a Babilonia (29:30-32). 
G. La muerte de un falso profeta de Jerusalén llamado Hananías (28:13-17). 
H. La cautividad de Seraías. Jeremías advirtió a un hombre llamado Seraías que él sería llevado cautivo por Nabucodonosor en una fecha posterior (esto aconteció literalmente unos seis años después, 51:59). Jeremías le dio un rollo a Seraías que contenía sus profecías contra Babilonia. El profeta le mandó que en cuanto llegara, leyera públicamente el rollo, después lo atara a una piedra y lo arrojara al río Éufrates. Esto simbolizaría que Babilonia se hundiría también para no levantarse nunca más (51:60-64). 
I. El fracaso de la alianza militar egipcia-judía en contra de Babilonia (37:5-10). 
J. La derrota de Egipto por Babilonia (46:1-26). Jeremías describe con vividos detalles la famosa batalla deCarquemis en el mismo momento en que se está desarrollando. Egipto sufrió una gran derrota a manos de Nabucodonosor (46:1-12). 
K. Babilonia invadiría y finalmente ocuparía Egipto (43:9-13). 
L. Los setenta años de cautividad de Judá en Babilonia (25:11; 29:10). 
M . El retorno a Jerusalén después de los setenta años (27:19-22; 30:3, 10, 11, 18-21; 31:9, 12, 38, 39; 33:3-9). Jeremías promete que habrá restauración. 
1. Los hijos de Israel regresarán procedentes de todas partes del mundo (3:14; 31:10; 32:37-43). 
2. Dios les dará líderes conforme a su corazón (3:15). 
3. Palestina se volverá a llenar de la gloria y el pueblo de Dios (3:16-18). Este será un evento muy superior al del éxodo, cuando Dios los sacó de Egipto (16:14, 15; 23:7). 
4. Un descendiente justo y legítimo (el Salvador) ocupará el trono de David, y reinará con sabiduría y justicia (23:5, 6 ; 30:21; 33:17). 
5. Jerusalén será reconstruida y se volverá a llenar de gozo y acción de gracias (38:18-20; 31:4, 7-9, 12-14, 23-25; 33:10-12). 
N. La derrota de Babilonia después de setenta años (25:12; 27:6). Nota: El castigo que Babilonia recibiría de parte de Dios, tal como lo encontramos en los capítulos 50—52, se refiere evidentemente no sólo al juicio histórico (véase Dn. 5), sino también a un juicio futuro (véase Ap. 18). 
Ñ. La captura de Sedequías (21:3-7; 34:1-5; 37:17). (Véanse 39:4-7; 52:6-11 para su cumplimiento.) 
O. El trato favorable que recibirían en Babilonia los desterrados piadosos (24:1-7). 


V. El nuevo pacto de Jeremías.

A. La naturaleza del nuevo pacto (31:31-34). 
1. Abarcaría toda la casa de Israel. 
2. No sería como el pacto mosaico. 
3. Dios grabaría sus leyes en sus corazones. Israel siempre había sufrido de problemas de corazón que él mismo se había creado. Veamos el diagnóstico divino: «El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón...» (Jer. 17:1). Pero el Médico Celestial les ofrecía bajo el nuevo pacto un trasplante de corazón garantizado y perfecto. 
4. Esta nación con corazones nuevos volvería a ser otra vez el pueblo de Dios, y el Señor su Dios. 

B. El tiempo del nuevo pacto. Entrará en vigor «después de aquellos días» (31:33), a continuación del «tiempo de angustia para Jacob» (30:7). Ambas expresiones se refieren a la gran tribulación venidera. Es decir, el nuevo pacto empezará a funcionar después del tiempo de la angustia de Jacob, al comienzo del milenio. 

C. La superioridad del nuevo pacto. Será inmutable, incondicional y eterno; lo opuesto del pacto mosaico (Ex. 19:5-8). M.F. Unger escribe: «El viejo pacto estaba basado en la observancia estricta de la ley. El nuevo pacto (He. 8 :8 - 1 2 ) se basará completamente sobre la gracia y la sangre expiatoria de Cristo, que será el fundamento de la futura regeneración interna de Israel y de su restauración a la comunión con Dios. La entrada de Israel en las bendiciones del nuevo pacto (Ro. 11:1-26) asegurará su pe manencia eterna como nación.» (Unger's Bible Dictionary, p. 352) Dios mismo da seguridades a Israel acerca de la duración del nuevo pacto, cuando declara: «Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel...» (31:37). (Véase también 32:20-26.) 
D. El Mediador del nuevo pacto: el Hijo de David (33:15-18:30:9).


VI. Pasajes clásicos de Jeremías. 

A. «Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz» (6:14). 
B. «¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová» (7:11). 
C. «Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. Quebrantado estoy por el quebrantam iento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado. ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?» (8:20-22). 
D. «¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti. El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría» (10:7, 12). E. «Y yo era como un cordero inocente que llevan a degollar, pues no entendía que maquinaban designios contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no haya más memoria de su nombre» (11:19). 
F. «¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer el mal?» (13:23). 
G. «Me dijo Jehová: Si Moisés y Samuel se pudieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia y salgdn. Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos» (15:1,16). 
H. «No obstante, he aquí vienen días, dice Jehová, en que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres» (16:14, 15). 
I. «Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y desahabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras» (17:5-10). 
J. «Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré hacer yo de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel» (18:1-6). 
K. «Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mí corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude» (20:7-9). «Cantad a Jehová, load a Jehová; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos. Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho» (20:13-15). 
L. «Y a este pueblo dirás: Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte» (21:8). 
M . «¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?» (23:29). N. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis, y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar» (29:11-14). Ñ. «¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado» (30:7). 
O. «Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá. Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito. Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. ¿Hasta cuando andarás errante, oh hija contumaz? Porque Jehová creará una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón» (31:3, 8, 9, 15, 22). 
P. «¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti. He aqui que yo soy Jehová, Dios de toda came; ¿habrá algo que sea difícil para mí?» (32:17, 27). 
Q. «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven» (33:3,22). 
R. «Y tú no temas, siervo mío Jacob, no desmayes, Israel; porque he aquí yo te salvaré de lejos, y a tu descendencia de la tierra de su cautividad. Y volverá Jacob, y descansará y será prosperado, y no habrá quien lo atemorice» (46:27). 
S. «Oh espada de Jacob, ¿hasta cuando reposarás? Vuelve a tu vaina, reposa y sosiégate» (47:6).


LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO SEGUNDA PARTE

LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO

Esta etapa nos ofrece el período más entretejido, dinámico y detallado de toda la Biblia. La vamos a considerar bajo tres divisiones principales. 

I. Una introducción a la etapa del reino dividido. 

II. Los reyes que reinaron en esta etapa. En su presentación emplearemos un método doble: 

A. La visión de conjunto. El reinado de cada rey será brevemente bosquejado. 

B. El método de mirar con la lupa. El reinado de cada uno de los reyes importantes será examinado más en detalle. 

III. Los libros del Antiguo Testamento que fueron escritos durante esta etapa.


II. Los reyes de esta etapa del reino dividido.

EN LA INTRODUCCION A ESTA ETAPA SE REVISA COMO 

A) LA VISION DE CONJUNTO Y 

B) EL METODO DE MIRAR CON LUPA  ---------> ESTE   TITULO ES EL QUE VEREMOS A CONTINUACIÓN EN ESTA ENTRADA HASTA EL ULTIMO REY DEL NORTE

El método de mirar con la lupa La etapa del reino dividido puede ser estudiada y resumida mediante un examen un tanto minucioso de la vida de veinte personas. Este número no incluye a los profetas que escribieron tales como Jonás, cuya vida la consideraremos junto con su libro. 

De los veinte, seis son reyes del norte, 

doce son reyes del sur, y 

dos son profetas. 

Son: Jeroboam, Omri, Acab, Jehú, Jeroboam II, Oseas (norte), Roboam, Asa, Josafat, Atalía, Joás, Uzías, Acab, Ezequías, Manasés, Josías, Joaquín, Sedequías (sur), Elias y Elíseo (profetas) 



Los reyes importantes del norte

 A. Jeroboam  (el primer rey). 

Empezó a reinar en el 930 d.C. y reinó durante veintidós años. A fin de considerar propiamente el reinado de Jeroboam es necesario que conozcamos algo de las circunstancias que le llevaron al poder. Todo empezó con la arrogancia y falta de tacto de Roboam, el hijo de Salomón.

 1. Roboam fue a Siquem para ser coronado rey sobre todo Israel (1 R. 12:1; 2 Cr. 10:1). 

2. Allí una delegación encabezada por Jeroboam (que había regresado de Egipto después de la muerte de Salomón) le presenta un ultimátum mediante el cual el pueblo le exige una mejor vida bajo su reinado que la que habían conocido bajo Salomón (1 R. 12:3, 4; 2 Cr. 10:2-4). 

3. Roboam solicita tres días de receso para considerar sus demandas. Durante este período consultó a los ancianos que habían servido con su padre y también a los jóvenes amigos que se habían criado con él. Aceptó el consejo de los jóvenes y a los tres días, respondió: «... Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones» (1 R. 12:14). 

4. Al escuchar esta respuesta, diez de las tribus dieron oído al grito de Jeroboam que les incitaba a regresar a sus casas, y así comenzó la triste historia de la división del reino (1 R. 12:16)

5. Adoram, el encargado de recoger los impuestos para el rey, es apedreado hasta morir, y el atemorizado Roboam tiene que huir a Jerusalén para salvar su vida (1 R. 12:18). Pretende recuperar por la fuerza lo que ha perdido, pero Dios le amonesta a que no lo haga (1 R. 12:21- 24); Roboam desobedeció continuamente este mandamiento a lo largo de su reinado. (Véase 1 R. 15:6.) 

6. Jeroboam, el nuevo líder de la confederación de las diez tribus, se enfrenta inmediatamente a una seria amenaza. Tres veces al año, tal como lo mandaba la ley de Dios (véase Lv. 23; Ex. 23:17), el pueblo subía a Jerusalén para adorar a Dios. Jeroboam sabía que los sacerdotes usarían sin duda esta oportunidad para cambiar la opinión de la gente y hacer volver al pueblo al redil de Roboam. Jeroboam intenta resolver esta situación mediante el siguiente plan: 

a. Cambia los símbolos religiosos de Israel. En vez de tener los dos querubines de oro que había sobre el arca, ahora tendrían dos becerros de oro. Da base a su acción citando el ejemplo histórico del sumo sacerdote Aarón (En realidad, usó las palabras de Aarón para presentar a Israel estos becerros de oro. Cp. Ex. 32:4 con 1 R. 12:28.) 

b. Cambia el centro religioso de adoración de Jerusalén a Bet-el y Dan. Esto es una manifiesta desobediencia del claro mandamiento que Dios le dio. (Véase 1 R. 11:36.) 

c. Degradó el sacerdocio levítico haciendo «sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví» (12:31). A causa de esto, la gran mayoría de los sacerdotes y levitas se marcharon a Judá, dejando detrás de ellos una situación de casi total apostasía. (Véase 2 Cr. 11:13-17.) Esto explica el hecho trágico de que ninguno de los diecinueve reyes del norte, empezando con Jeroboam y terminando con Oseas, en un período de 210 años aproximadamente, volvió su corazón ni reino a Dios. 

d. Cambió el calendario religioso de octubre a noviembre. Según Levítico 23, Israel debía observar seis fiestas principales, comenzando en abril y terminando en octubre. 

Estas seis fiestas, tres de las cuales caían en octubre, anticipaban la cruz (panes sin levadura), la resurrección (primeros frutos), Pentecostés (fiesta de los cincuenta días), el rapto (fiesta de las trompetas), la tribulación (el día de la expiación), y el milenio (la fiesta de los tabernáculos). Es evidente, sin embargo, que Jeroboam tenía muy poco interés en estas fiestas, porque se nos dice que él ideó esta fiesta de noviembre inventándola a su antojo. (Véase 12:33.) 

7. Jeroboam visitó el altar en Bet-el para quemar incienso. Aquí tenemos al segundo de los reyes de Israel que tuvieron el atrevimiento de asumir también el oficio de sacerdote. Todos ellos fueron castigados severamente. Los otros dos fueron: 

a. Saúl (1 S. 13:9-14). 

b. Uzías (2 Cr. 26:16-21). 

8. Por su idolatría Jeroboam recibió una profecía y un castigo por medio de un varón de Dios. 

a. La profecía. Que vendría un día cuando un rey de Judá llamado Josías destruiría totalmente la falsa religión de Jeroboam, quemando incluso los huesos de sus sacerdotes muertos sobre el mismo altar donde Jeroboam estaba sacrificando. Esta sorprendente profecía se cumplió exactamente 300 años después. (Cp. 1 R. 13:2 con 2 R. 23:15, 16.) 

b. El castigo. El altar de Jeroboam fue destruido y su mano quedó paralizada mediante una acción sobrenatural de Dios (1 R. 13:3-6). El profeta después oró y la mano del rey quedó restaurada. 

9. En su camino de regreso a casa, el profeta tontamente prestó atención a las palabras de un viejo profeta de Bet-el que le mintió y por su desobediencia a Dios perdió su vida. 

a. Dios le había dicho que se volviera a casa inmediatamente. 

b. El viejo profeta le dijo que Dios había cambiado de idea y que ahora deseaba que se quedara y comiera en Bet-el. 

c. Cuando finalmente emprendió el camino para volver a su casa, le atacó un león y lo mató. 

10. Poco después de este triste evento, Abías, el hijo de Jeroboam, se puso muy enfermo. El profeta Ahías transmite un terrible mensaje de Dios a la esposa de Jeroboam (quien había intentado disfrazarse), que debido a su gran impiedad el juicio de Dios vendría sobre él (14:10-14). Todo esto sucedió realmente. Este niño murió pronto (14:17) y pocos años después, Nadab, el hijo de Jeroboam que le había sucedido en el trono, fue asesinado con toda su familia por un rebelde llamado Baasa, usurpándole el trono (15:29). En este momento Dios dio el escalofriante primer aviso de la futura cautividad a manos de los asirios, la cual ocurrió 200 años después (14:15). 

11. Dios castiga a Jeroboam con una plaga y muere, después de un depravado reinado de veintidós años. Leemos más de veinte veces

frase de que «él hizo pecar a Israel». Le sucedió en el trono su hijo Nadab (1 R. 14:20; 2 Cr. 13:20). Nadab fue asesinado por un rebelde llamado Baasa después de reinar solamente dos años. El fue el primero de seis reyes del norte que fueron asesinados, los cuales son: 

(2) Ela, 

(3) Joram, 

(4) Zacarías, 

(5) Salum, y 

(6) Pekaía.

 Baasa, al matar a Nadab y sus familiares, cumplió sin saberlo la profecía que había sido dada por Ahías a la esposa de Jeroboam. (Cp. 1 R. 14:14 con 15:29.) 


B.  Omri (sexto rey). 

1. Subió al trono en el 885 a.C. y reinó durante doce años. 

2. Hizo de la ciudad de Samaria la nueva capital del reino del norte (1 R. 16:24)

3. Fue el más impío de los reyes del norte hasta esa fecha. 


C. Acab (séptimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 874 y reinó durante veintidós años. 

2. Se casó con Jezabel y edificó un templo a Baal en Samaria (1 R. 16:31, 32)

3. Fue más malvado que Omri, su padre (16:33). 

 (Véase también 21:25, 26.) 

4. Al comienzo de su reino se cumplió una prfecía pronunciada 500 años antes, relacionada con la reedificación de Jericó (comparar 16:34 con Jos. 6:26). 

5. Es confrontado por el profeta Elias quien le advierte que a causa de su pecado y de la impiedad de Israel, habría hambre en la tierra por tres años y medio (1 R. 17:1; Stg. 5:17). 

6. Acab es testigo de la derrota y ejecución de sus sacerdotes de Baal a manos de Elias en el monte Carmelo (18:40). 

7. Le es permitido por Dios derrotar dos veces a los arrogantes sirios para demostrar un hecho, la realidad de que Jehová es Señor por encima de todos (20:23, 28). En este momento, Ben-adad, rey de Siria, le declaró la guerra a Acab, que en principio trató de aplacarlo sobornando al codicioso monarca sirio, pero cuando esto falló,  Acab determinó luchar (1 R. 20:1-11). Un profeta anónimo (quizá Elias) le reafirma a Acab que vencerá a los sirios, y dicha victoria tiene lugar muy pronto (20:13-19). Después de su derrota, los sirios llegan a la conclusión de que ha sido debido a un factor geográfico, porque la batalla se desarrolló en una zona montañosa, lo cual había dado al ejército israelita una gran ventaja. Los sirios creían que el Dios de Israel era un Dios de montañas. De manera que planean luchar otra vez contra Israel, pero en esta ocasión será en la llanura. No podían estar más equivocados, pues el Dios de Israel es ciertamente Dios de las montañas, pero también es Dios de: 

a. El Dios del valle (Ex. 17:8-13; 1 S. 17:3, 49). 

b. El Dios de la montaña (1 R. 18:19, 40). 

c. El Dios del llano (Jue. 11:33). 

d. El Dios del agua (Ex. 14:27, 28). 

e. El Dios del fuego (Dn. 3:19-26). 

Los sirios atacan otra vez y son derrotados completamente, perdiendo 127.000 soldados de infantería. El victorioso Acab desobedece el mandamiento de Dios y le perdona la vida a Ben-adad (como Saúl hizo una vez con Agag, 1 S. 15:31-33)

El profeta de Dios le anuncia entonces que a causa de lo que Acab había hecho. Dios demandaría su vida por la vida de Ben-adad (1 R. 20:32-43, lo cual ocurrió tres años más tarde (véase 1 R. 22:29-37)

8. Acab intenta adquirir sin lograrlo una viña escogida ubicada cerca de su palacio en Samaria, cuyo propietario era un hombre de Jezreel llamado Nabot. Samuel había advertido al principio de la monarquía acerca del riesgo de que los reyes quisieran apoderarse de las tierras de sus súbditos (1 S. 8:14). Aunque Nabot hubiera querido vender la viña, la ley levítica se lo prohibía. (Véanse Lv. 25:23; Nm. 36:7; Ez. 46:18.) Acab regresa a casa malhumorado. Jezabel se entera de la negativa de Nabot y le dice a su marido que se alegre y coma, que ella le dará la viña . Decide entonces escribir cartas en nombre de Acab, dirigidas a los líderes de Jezreel, donde Nabot vivía, y sellarlas con el sello real. En las cartas les manda que convoquen a los israelitas del lugar para una reunión de oración y ayuno, que se aseguren que Nabot esté presente y que paguen a dos testigos falsos para que le acusen de maldecir a Dios y al rey, y, en consecuencia, le mataran a pedradas. Esta orden horrible es ejecutada al pie de la letra (1 R. 21:4-14). Sus hijos son también azedreados. (Véase 2 R. 9:26.) La malvada Jezabel, ella misma una rabiosa adoradora de Baal, apela ahora astutamente a la ley de Moisés para obtener dos testigos contra el acusado (Lv. 24:17). Este juicio falso tendría su imitación final nueve siglos después, en las primeras horas de un viernes del mes de abril, cuando el Creador Todopoderoso es juzgado por sus miserables criaturas (Mt. 26:59-68). Jezabel es informada del resultado de su intriga y Acab jubiloso va a la viña para reclamarla (1 R. 21:15, 16). Dios le ordena a Elias que vaya y confronte a Acab en la viña de Nabot y pronuncie maldición divina sobre él y su familia. 

 Un Acab enojado y, sin duda, atemorizado, escucha el juicio de Dios sobre él (21:19, 21-24). Todo lo dicho por Elias llegó a ser literalmente cierto. 

a. Los perros lamieron la sangre de Acab como habían lamido la de Nabot (1 R. 22:38). 

b. Sus descendientes fueron destruidos. Su hijo mayor Ocozías murió de una caída (2 R. 1:17), y Joram su hijo más joven, fue asesinado por Jehú (2 R. 9:24), y su cuerpo arrojado en el mismo campo donde Nabot había sido entenado. c. Jezabel, su depravada mujer, fue devorada por los peños salvajes de Jezreel (2 R. 9:30-36). Nada más escuchar estas terribles profecías, Acab se humilla, y Dios le permite que al menos no vea la muerte de sus hijos. Pero su arrepentimiento es superficial y temporal (1 R. 21:27-29)

9. En este tiempo Acab desea que el monarca reinante en Judá (cuyo nombre es Josafat) se una a él para combatir a Ben-adad de Siria, que ha incumplido un pacto de tres años (1 R. 22:1) y sigue acuartelando tropas en Ramot de Galaad. Si Acab le hubiera ejecutado como Dios le mandó hacerlo, está situación no se habría producido ahora. Josafat no tenía nada material que ganar y sí mucho que perder moralmente. Su respuesta es trágica: «... Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos» (1 R. 22:4). Josafat evidentemente tuvo sus dudas acerca de esta alianza, porque le pidió a Acab: «... Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová» (2 Cr. 18:4). Acab inmediatamente convocó a 400 profetas, todos los cuales comían de su mesa y no dudaban en decirle al rey lo que a él le gustaba escuchar. Todos ellos predijeron la victoria y animaban al rey a ir a la guerra (2 Cr. 18:5, 6). Esta era la clase de hombres de los que Jeremías habló años más tarde (Jer. 23:21). Josafat, que todavía se sentía asediado por las dudas, preguntó si no había algún otro profeta de Dios al que pudieran preguntar. Acab amargamente le responde diciendo: «... Aún hay un varón por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías, hijo de Imla; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal...» (1 R. 22:8). Quizá el mayor elogio que podríá recibir Micaías es que era aborrecido por Acab. Aquel rey insensato y malo odiaba al profeta como un necio puede aborrecer al médico que le diagnostica cáncer. Ante la insistencia amable del rey de Judá, Acab ordena a regañadientes que vayan a buscar a Micaías a la prisión, pero instruye privadamente a los mensajeros para que le adviertan al profeta que no contradiga la profecía de la mayoría. Micaías escucha lo que le dicen pero replica: «... Vive Jehová, que lo que Jehová me hablare, eso diré» (1 R. 22:14). Mientras que los dos reyes esperan la llegada de Micaías, Sedequías, el portavoz de aquellos profetas títeres, desarrolla una escena intentando dramatizar para Acab cómo logrará la victoria sobre los sirios. Quizá había aprendido aquello sacando completamente fuera de contexto a Deuteronomio 33:17. Finalmente Micaías aparece delante de Acab, y sin duda, con un guiño en sus ojos y sarcasmo en su voz, imita a los otros profetas: «... Sube, y serás prosperado, y Jehová la entregará en manos del rey» (1 R. 22:15). Este sarcasmo debió ser dolorosamente evidente para los dos, porque Acab lívido por la ira, le gritó: «... ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová» (22:16). Acab quería escuchar la verdad tanto como un criminal culpable desea oír a un juez pronunciar sentencia sobre él. Esas palabras fueron dichas indudablemente para impresionar a Josafat. El guiño desaparece repentinamente de los ojos de Micaías y el tono burlón se transforma en sobrias palabras de juicio al decir: «... Yo vi a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor; y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz» (22:17). Nada más oírle, Acab explota otra vez y le dice a Josafat: «¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal» (22:18). Micaías, no obstante, continúa y declara que Dios ha permitido que un espíritu de mentira engañe a los profetas de Acab, a fin de matar al depravado rey en la batalla. Al terminar esta verdadera profecía, es abofeteado por Sedequías, el profeta títere de Acab. Este punzante insulto sería más tarde experimentado tanto por nuestro Señor (Jn. 18:22) como por el apóstol Pablo (Hch. 23:2). Acab ordena que vuelvan a Micaías a la prisión y que le tengan a pan y agua hasta que él regrese de la guerra sano y salvo. Cuando sale, Micaías agrega que si Acab regresa con bien significará que Dios no había hablado por medio de él (1 R. 22:28)

10. Acab y Josafat se apresuran para marchar a Ramot de Galaad. En la víspera de la batalla, Acab sugiere que Josafat se ponga las ropas reales de Acab y él usaría el uniforme de un soldado de infantería. El rey del sur acepta el plan. Algunas veces parece como si Josafat fuera un tonto (1 R. 22:29, 30). Josafat es inmediatamente visto por los sirios, que le confunden con Acab. El atemorizado y necio rey de Judá clama a Dios por protección, y los soldados sirios le dejan sin tocarle cuando se dan cuenta de que no es Acab (1 R. 22:31-33; 2 Cr. 18:30-32). Sin embargo, uno de los soldados sirios disparó su arco al azar contra las filas israelitas e hirió de muerte al disfrazado Acab, clavándole la flecha entre las juntas de la armadura. Al darse cuenta de que estaba gravemente herido, Acab ordenó al conductor de su carro que lo sacara del campo de batalla. Cuando el sol se ponía por el occidente, el rey murió (1 R. 22:34-37; 2 Cr. 18:33, 34). Acab es enterrado en Samaria y su carro lleno de sangre es llevado a un estanque cercano para lavarlo, donde los perros lamen la sangre, exactamente como Elias había predicho (1 R. 22:38, 39). Acab es sucedido en el trono por Ocozías, su hijo mayor, quien siguió en los malos caminos de su padre (1 R. 22:52, 53)


D. Jehú (décimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 841 a.C. y reinó durante veintiocho años. 

2. Dios había mandado a Elias a que ungiera a Jehú como rey (1 R. 19:16), pero por alguna razón no lo había hecho, sino que lo hizo Elíseo por medio de un joven profeta (2 R. 9:1). 

3. Jehú llegó a ser notorio por la manera de conducir su carro (9:20) y por la sangre que derramó. Ejecutó a 

a. Ocozías, rey de Judá y nieto de Josafat (9:27). 

b. Joram, rey del norte, que estaba en el trono en ese tiempo (9:24). 

c. Jezabel (9:30-37). 

d. Los setenta hijos de Acab (10:1, 11). 

e. Cuarenta y dos príncipes de Judá (10:14). 

f. A los adoradores de Baal (10:25). Dios le ordenó que ejecutara a todos los miembros de la familia de Acab, incluida Jezabel, cuyo cuerpo se lo comieron los perro más tarde (2 R. 9:1-10), pero no sancionó los demás asesinatos. Examinemos brevemente sus sangrientas actividades. Nada más ser ungido, Jehú monta en su carro y se encamina a toda velocidad hacia Jezreel para matar al rey Joram, el hijo más joven de Acab, que en estos momentos se estaba recuperando de las heridas que había sufrido en una batalla reciente. En aquel funesto día le acompañaba un visitante, el rey Ocozías de Judá, que era el nieto de Josafat y sobrino de Joram. Es dudoso que hallemos en la historia que dos jefes de estado reunidos en conferencia tuvieran madres más impías que estos dos. La madre de Joram era Jezabel, y la madre de Ocozías era Atalía. Jehú es avistado mientras estaba todavía en el camino en el valle, y tanto Joram como Ocozías, temiendo una rebelión inminente, salen a su encuentro confiando en poder arreglar las cosas de una manera pacífica. Jehú rechaza los intentos de negociación de Joram y mata a los dos reyes, tío y sobrino, mediante una lluvia de flechas. El cuerpo sin vida de Joram es arrojado en el campo de Nabot, donde Acab (el fallecido padre del rey) tiró una vez el cuerpo de Nabot. Se cumplía la enseñanza bíblica de que «lo que el hombre sembrare, eso también segará» (2 R. 9:25-29). Al entrar Jehú en Jezreel vio a Jezabel, la maquillada hechicera, que se burlaba de él asomada a una ventana alta, y ordena que la echen por la ventana, lo cual hacen y muere en la caída. Los perros salvajes devoraron su cuerpo, dejando solamente su calavera, los pies y las manos. Así se cumplió literalmente la terrible profecía dada a Acab. (Cp. 1 R. 21:23 con 2 R. 9:30-36.) Jehú después escribe una carta a las autoridades de la ciudad de Samaria demandando las cabezas (literalmente) de los setenta hijos de Acab que vivían en la ciudad. Los atemorizados oficiales obedecen nmediatamente la sangrienta orden, echan las cabezas en canastas y se las envían a Jehú a Jezreel (10:11-14). Jehú prosigue con su sangrienta purga matando a todo descendiente o amigo de Acab, incluyendo a cuarenta y dos familiares de Ocozías de Judá que acababan de llegar a Jezreel para visitar a Jezabel (10:11-14). Aquel brutal guerrero ordena después a todos los sacerdotes de Baal que acudan a una convocatoria religiosa especial en Jezreel, fingiendo ser él también un adorador de Baal. Sin embargo, tiene el plan secreto de matarlos a todos una vez que estén congregados en el lugar de reunión acordado. Al poco tiempo, el templo de Baal en Jezreel se llenó de sacerdotes paganos. Es entonces cuando Jebú da la orden de matarlos y aquel falso dios fenicio se manifiesta impotente mientras sus adoradores van siendo sistemáticamente exterminados. Jebú seguidamente ordena que saquen las estatuas del templo y las quemen, que destruyan el altar y el templo. Todo quedó convertido en una letrina pública. A causa de su obediencia al mandamiento de Dios de destruir la dinastía de Acab, se le promete la permanencia de su propia dinastía en el trono hasta la cuarta generación (2 R. 10:30). 

4. A pesar de sus reformas, Jehú continúa adorando los becerros de oro establecidos por Jeroboam (10:29-31) y muere sin arrepentirse. 


E. Jeroboam II (decimotercer rey). 

1. Empezó a reinar en el 793 y reinó durante cuarenta y un años. 
2. Jeroboam II llegó a ser el más poderoso de los reyes del norte. 
3. Recuperó gran parte del territorio de Israel que los sirios les habían arrebatado (2 R. 3:5; 14:25-27). 
4. Esto fue profetizado por el profeta Jonás, que vivió durante el reinado de Jeroboam II (14:25). 


F. Oseas (decimonoveno rey). 

1. Empezó a reinar en el 732 y reinó nueve años. 

2. Después de quedar sometido como vasallo al rey Salmanasar de Asiria, Oseas se alió con Egipto en una rebelión contra Asiria. 

3. A causa de ello fue apresado y encarcelado por Salmanasar (2 R. 17:4, 5). 

4. Samaria cayó en este tiempo y el pueblo del reino fue deportado a Asiria (2 R. 17:6).