Más adelante en este estudio consideraremos una posición popular (pero en nuestra opinión equivocada) 
conocida como The Gap Theory («La teoría de la brecha»). En pocas palabras, esta teoría localiza la caída de Satanás entre Génesis 1:1 y 1:2. Por el 
contrario, Moisés parece colocarlo entre el segundo 
y el tercer capítulo de Génesis. Podemos encontrar 
material de apoyo útil concerniente a los eventos que 
acontecieron entre estos dos capítulos los en Isaías 14 
y Ezequiel 28. 
A. La sutileza de Satanás (3:1). 
1. Habla por medio de la serpiente. Eva es tentada por el diablo, que le habla a través del cuerpo de la serpiente, a desobedecer a Dios. Adán 
y Eva podían aparentemente comunicarse con 
el reino animal, antes de la caída, en formas totalmente desconocidas para nosotros hoy. 
    Antes de la caída la serpiente no era solamente la más inteligente de las criaturas, sino 
quizá también la más bella. Es evidente por el 
relato posterior (véase 3:14) que la serpiente no 
reptaba como lo hace hoy. Bien pudiera ser que 
tuviera alas y se mantuviera en posición vertical. La serpiente es la primera de tres criaturas, 
aparte del hombre, que habla en la Biblia. (Para 
las otras dos, véanse Nm. 22:28, donde habla 
un asno; y Ap. 8:13, donde habla un águila.) A 
partir de este momento la serpiente se convierte en un símbolo de falsedad y pecado. 
    «Veneno tienen como veneno de serpiente; son como el áspid sordo que cierra su 
oído» (Sal. 58:4).
«¡Serpientes, generación de víboras! 
¿Cómo escaparéis de la condenación del 
infierno?» (Mt. 23:33).
«Y fue lanzado fuera el gran dragón, 
la serpiente antigua, que se llama diablo 
y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles 
fueron arrojados con él» (Ap. 12:9).
«Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es diablo y Satanás, y lo aló por 
mil años» (Ap. 20:2). 
2. Empezó poniendo en duda la Palabra de Dios. 
«... ¿Conque Dios os ha dicho:...?» (3:1). Eva 
tontamente trata ahora de superar el ingenio 
del diablo. Ningún hijo de Dios debería intentarlo nunca. Debemos resistirle (I P. 5:8, 9: 
Stg. 4:7), pero nunca debatir con él.
«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, 
anda a vuestro alrededor buscando a quien 
devorar; al cual resistid firmes en la fe. sabiendo que los mismos padecimientos se 
van cumpliendo en vuestros hermanos en 
todo el mundo» (I P. 5:8, 9).
«Someteos, pues, a Dios; resistid al 
diablo, y huirá de vosotros» (Stg. 4:7). 
Eva complica aún más las cosas al añadirle a 
la Palabra de Dios durante el debate (3:3). Dios 
no les dijo que no tocaran el fruto. El diablo 
disfruta en gran manera cuando puede llevar 
a alguien a añadir o quitar a la Palabra de Dios. 
«Toda palabra de Dios es limpia: él es escudo a los que en él esperan. No añadas a 
sus palabras, para que no te reprenda, y seas 
hallado mentiroso» (Pr. 30:5, 6).
«Yo testifico a todo aquel que oye las 
palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá 
sobre él las plagas que están escritas en 
este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la 
santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro» (Ap. 22:18, 19). 
3. Termina negando la Palabra de Dios. 
«Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis» (3:4). ¿Hay mentiras en la Biblia? Sí 
que las hay y aquí tenemos la primera. Dios 
dijo a Adán y a Eva que morirían si desobedecían, pero Satanás les dice que no sucederá. Debemos hacer notar rápidamente aquí que 
aún cuando la Biblia no enseña mentiras, sí 
registra fielmente cuando se produce la mentira de los pecadores (Saúl, por ejemplo, véase 1 S. 15:20) y la de los santos (David, véase 
1 S. 21:2).
Muchos siglos después el apóstol Juan advertiría a todos los creyentes de los peligros 
de tres tentaciones mortales: 
(1) los deseos de 
la carne, 
(2) los deseos de los ojos, 
(3) y la 
vanagloria de la vida 
(1 Jn. 2:15-17). En el 
huerto del Edén Satanás esclavizó a Eva a estos deseos (véase Gn. 3:6). 
a. «Y vio la mujer que el árbol era bueno 
para comer» (los deseos de la cante). 
b. «Y que era agradable a los ojos» (los deseos de los ojos). 
c. «Y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría» (la vanagloria de la vida). 
Nuestro Señor será más tarde tentado en una manera similar por el diablo en el desierto. 
(Véase Mt. 4:3-10.) 
a. «Di que estas piedras se conviertan en pan»
(los deseos de ¡a carne). 
b. «Y le mostró todos los reinos del mundo, 
y la gloria de ellos» (los deseos de los
ojos). 
c. «Échate abajo» 
[desde el pináculo del 
templo] a sus ángeles mandará acerca 
de ti...» (la vanagloria de la vida).
Notemos la manera de trabajar de Satanás en 
Génesis 3:5: «Sino que sabe Dios que el día 
que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, 
y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.»
En un sentido las promesas de Satanás eran 
ciertas. Sus ojos fueron abiertos, y supieron del 
bien y del mal, pero no como Dios. Una media verdad presentada como toda la verdad es 
una falsedad. Dios quería que Adán supiera lo que es el bien y lo que podría ser el mal, pero 
en su lugar él ahora descubriría lo que era el 
mal y lo que podría haber sido el bien.
En vez de reconocer el mal desde la cumbre del bien, deben ahora reconocer el bien 
desde el abismo del mal. La experiencia no es 
frecuentemente el mejor maestro, porque a veces el costo es demasiado elevado. 
B. El pecado de Adán. 
1. Se convierte en el primer pecador humano. 
Cronológicamente Eva comió primero, pero 
desde la perspectiva teológica Adán es declarado por el Nuevo Testamento como el pecador original. La razón de ello es que Adán era 
cabeza de la raza humana y. por consiguiente, 
responsable de sus acciones. 
«Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, 
por cuanto todos pecaron» (Ro. 5:12). 
«Pero temo que como la serpiente con 
su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos 
sean de alguna manera extraviados de la 
sincera fidelidad a Cristo» (2 Co. 11:3). 
«Y Adán no fue engañado, sino que la 
mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión» (1 Ti. 2:14). 
2. Intentó de primeras esconder su desnudez ante 
Dios (3:7). Aparentemente ocurrieron algunos 
cambios drásticos concernientes tanto a la condición física como espiritual de Adán. Puede 
ser que los cuerpos de Adán y Eva estaban, en 
la creación, cubiertos de una suave luz de inocencia. Nuestro Señor estuvo revestido de una luz más brillante que la del sol durante su 
transfiguración (Mt. 17:2).
Pero ahora esta protección había desaparecido. y en un esfuerzo desesperado por corregir la situación 
«cosieron hojas de higuera, y 
se hicieron delantales» (3:7). 
Tenemos aquí el primer ejemplo en la historia del esfuerzo religioso humano. La religión es un intento de vestirnos a nosotros 
mismos de justicia aparte de Injusticia de Cristo. Adán y Eva lo procuraron con hojas de higuera. Los hombres lo intentan hoy mediante 
la educación, la membresía de iglesia, el bautismo, las ofrendas, la confirmación, las buenas obras, etc. Pero de nada sirve todo eso. 
«Si bien todos nosotros somos como suciedad. y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia; y caímos todos 
nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como el viento» (Is. 
64:6). 
3. Intentó por último esconderse de Dios. 
«... el hombre y su mujer se escondieron 
de la presencia de Jehová Dios...» (3:8). 
Este es el resultado trágico y final del pecado. No sólo separa al hombre de Dios, sino 
que le lleva a desear esconderse de Dios. ¡Pero 
no lo logra! 
«Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos» (Sal. 69:5). 
«¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y 
a dónde huiré de tu presencia?» (Sal. 
139:7). 
«Así que. no los temáis; porque nada 
hay encubierto, que no haya de ser manifestado: ni oculto, que no haya de saberse» (Mt. 10:26). 
«Y los reyes de la tierra, y los grandes, 
los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo 
siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes: y decían 
a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros. y escondednos del rostro de aquel que 
está sentado sobre el trono, y la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; 
¿y quién podrá sostenerse en pie?» (Ap. 6:15- 
17). 
C. La redención de Dios. 
Hasta este momento hemos visto solamente aquellos atributos de Dios que aparecen directamente 
involucrados en sus actos creativos. Estos incluyen su poder y sabiduría. Sin embargo, a partir de 
ahora, después del pecado del hombre, conoceremos sus atributos redentores, es decir, su santidad 
y su gracia. 
1. Su santidad en su manera de tratar con el pecado. Dios pronuncia ahora un quíntuple juicio. 
a. Sobre el hombre (3:17). 
«Maldita será la tierra por tu causa.» 
Dios 
es cuidadoso en no maldecir nunca a Adán. 
Maldice a la serpiente, a Satanás y la tierra. pero no a la humanidad. La razón, por 
supuesto, es que él desea redimir al hombre y, por tanto, no maldice a aquel a quien 
planea salvar después. Con todo, el hombre sin Dios no puede esperar nada bueno 
de esta vida aparte de Cristo. 
«Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre hace 
para la aflicción» (Job 5:7). 
    «El hombre nacido de mujer, corlo 
de días y hastiado de sinsabores» (Job 
14:1). 
b. Sobre la mujer (3:16).
«Con dolor darás a luz los hijos.» Debemos notar que el sufrimiento por la procreación de los hijos no es tanto un juicio 
directo de Dios, sino más bien un resultado indirecto del pecado. El pecado siempre causa sufrimiento, enfermedad, 
separación y tristeza. 
c. Sobre la naturaleza (3:18). 
«Espinos y cardos te producirá.» A partir de 
este momento el paraíso del hombre se convierte en un lugar donde es difícil vivir. Las 
rosas ahora tienen espinas y el manso tigre 
se convierte en un voraz devorador de carne. Así continuará hasta que se levante la 
maldición durante el milenio. Pablo habla
d.
«Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de 
los hijos de Dios. Porque la creación  fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la 
sujetó en esperanza; porque también la 
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque 
sabemos que toda la creación gime a 
una. y a una está con dolores de parto 
hasta ahora.»
Fue en este momento que entró en efecto 
el principio científico inmutable conocido 
como la «segunda ley de la termodinámica». Esta ley establece que cuando la 
energía pasa de un estado a otro, una parte 
se transforma en energía calórica, la cual no 
puede volver a convertirse en una forma útil 
de energía. En otras palabras, podemos considerar este universo como un reloj al que 
se le está acabando la cuerda. Esta ley se 
menciona en el Salmo 102:25.26 y Hebreos 
1: 10- 12.
«Y: Tú. oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de 
tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces: y todos ellos se envejecerán 
como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; 
pero tú eres el mismo, y tus años no 
acabarán» (He. 1:10-12). 
d. Sobre la serpiente (3:14). 
«Y Jehová Dios dijo a la serpiente: 
...sobre tu pecho andarás....»
A la serpiente no se le ofrece la oportunidad de explicar sus acciones como Dios 
permitió a Adán y a Eva que lo hicieran. 
Es juzgada inmediatamente. Por prestar su 
cuerpo a Satanás la serpiente es castigada 
a arrastrarse en el polvo a partir de ese momento. Isaías indica que este juicio permanecerá sobre la serpiente aún durante el 
milenio.
«El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como 
el buey; y el polvo será el alimento de 
la serpiente. No afligirán, ni harán mal n todo mi santo monte, dijo Jehová» 
(Is. 65:25).
e. Sobre Satanás (3:15). 
«Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente 
suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú 
le herirás en el calcañar» (Gn. 3:15). 
A primera vista este versículo parecería que 
estaría simplemente prediciendo el desagrado natural del hombre por las serpientes. 
Pero durante siglos los estudiosos devotos 
de la Biblia han visto verdades mucho más 
preciosas y profundas subyacentes en estas 
palabras. Ven en ellas una predicción conmovedora de la cruz y de la resurrección, y 
de la gran victoria del Salvador sobre Satanás. Entonces, teológicamente, este 
versículo podría ser traducido así:
«Y habrá odio intenso entre Satanás y 
Cristo. Jesucristo finalmente aplastará 
la cabeza de Satanás, aunque el en el 
proceso será herido en el calcañar.» 
Este importantísimo versículo es conocido 
como el «protoevangelio» o el primer 
evangelio.
Veamos también: 
«Y el Dios de paz. aplastará en breve a 
Satanás bajo vuestros pies. La gracia de 
nuestro Señor Jesucristo sea con todos 
vosotros» (Ro. 16:20). 
«Mas él herido fue por nuestras rebeliones. molido por nuestros pecados; 
el castigo de nuestra paz fue sobre él, 
y por su llaga fuimos nosotros curados» 
(Is. 53:5). 
2. Su gracia en su manera de tratar con los pecadores. 
a. Buscando a Adán (3:9). 
«Mas Jehová Dios llamó al hombre....»
A veces profesores necios e impíos dicen 
a sus estudiantes que la Biblia es solamente el registro de la búsqueda de Dios por 
el hombre; pero, sin embargo, es todo lo 
contrario. La Biblia es la demostración de 
la búsqueda del hombre por Dios. Aquí 
Dios da el primer paso para reconciliar 
consigo al hombre. 
«Venid luego, dice Jehová. y estemos a 
cuenta: si vuestros pecados fueren como 
la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, 
vendrán a ser como blanca lana» (Is. 
1:18). 
«A todos los sedientos: Venid a las 
aguas: y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad 
sin dinero y sin precio, vino y leche. 
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no 
es pan, y vuestro trabajo en lo que no 
sacia? Oídme atentamente, y comed del 
bien, y se deleitará vuestra alma con 
grosura. Inclinad vuestro oído, y venid 
a mí; oíd, y haré con vosotros pacto 
eterno, las misericordias firmes a David» (Is. 55:1-3). 
«En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, 
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a 
mí y beba. El que cree en mí, como 
dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (Jn. 7:37, 38). 
«Y el Espíritu y la Esposa dicen: 
Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que 
tiene sed, venga; y el que quiera, tome 
del agua de la vida gratuitamente» (Ap. 
22:17). 
«Porque el Hijo del hombre vino a 
buscar y a salvar lo que se había perdido» (Le. 19:10). 
b. Prometiéndoles un Salvador (3:15). 
c. Vistiéndoles (3:21). 
«Y Jehová Dios hizo al hombre y a su 
mujer túnicas de pieles, y los vistió.» 
Aunque no se dice expresa y específicamente, parece probable que tuvo que 
morir algún animal inocente a fin de que 
Adán y su mujer pudieran ser vestidos. Tenemos aquí el primer ejemplo de la gran 
doctrina bíblica del inocente muriendo por 
el culpable. 
«Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por 
su llaga fuimos nosotros curados. Todos 
nosotros nos descarriamos como ovejas, 
cada cual se apartó por su camino; mas 
Jehová cargó en él el pecado de todos 
nosotros» (Is. 53:5,6). 
«Porque también Cristo padeció una 
sola vez por los pecados, el justo por 
los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la came, pero 
vivificado en espíritu» (1 P. 3:18). 
NOTA: Ya hemos visto el primer símbolo que aparece en la Biblia cuando la 
serpiente se convierte en un tipo del pecado. Observemos ahora el segundo símbolo: la justicia y la salvación son 
comparadas con ir vestidos correctamente. (Cp. Is. 64:6 con Ap. 19:7, 8.) 
«Si bien todos nosotros somos como 
suciedad, y todas nuestras justicias 
como trapo de inmundicia; y caímos 
todos nosotros como la hoja, y nuestras 
maldades nos llevaron como viento» 
(Is. 64:6). 
«Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha 
preparado. Y a ella se le ha concedido 
que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las 
acciones justas de los santos» (Ap. 19:7.
8). 
d. Expulsándoles del huerto de Edén (3:24). 
«Echó, pues, fuera al hombre....»
La expulsión del hombre por Dios del 
huerto de Edén fue realmente un acto de 
misericordia más que de juicio. Como se 
nos dice en 3:22, Dios lo hizo para prevenir que el hombre comiera del árbol de la 
vida y viviera para siempre en inmoralidad. Adolfo Hitler se suicidó pocos días 
después de cumplir cincuenta y seis años. 
Sin embargo, durante su breve período de 
vida, fue directamente responsable de la 
muerte de literalmente millones de seres 
humanos mediante formas de tortura y 
muerte demasiado horribles para mencionarlas. ¿Qué habría pasado si este monstruo nazi hubiera vivido 500 o 5.000 años? 
Peor aún, ¿qué si hubiera vivido por siempre? Por esta razón Dios echó a Adán del 
Edén. 
«... y puso al oriente del huerto de 
Edén querubines, y una espada encendida...» (3:24).
Los querubines son aparentemente una 
clase especial de seres angelicales que tienen que ver con los asuntos relacionados 
con la santidad de Dios. (Véanse Ex. 
25:18-22; Ez. 10:1-20; Ap. 4:6-8.) 
Esta es 
la primera de dos clases de ángeles mencionados en la Biblia. La otra clase mencionada son los serafines. (Véase Is. 6.) 
«En el año que murió el rey Uzías vi 
yo al Señor sentado sobre un trono alto 
y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines: 
cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus 
pies, y con dos volaban. Y el uno al otro 
daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria. Y los 
quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la 
casa se llenó de humo» (Is. 6:1-4). 
«Para guardar el camino del árbol de 
la vida» (Gn. 3:24). 
A partir de este momento, el árbol de 
la vida desaparece de las páginas de la Biblia. Reaparece una vez más durante el 
milenio y la era eterna. 
«Después me mostró un río limpio de 
agua de vida, resplandeciente como 
cristal, que salía del trono de Dios y del 
Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba 
el árbol de la vida, que produce doce 
frutos, dando cada mes su fruto; y las 
hojas del árbol eran para la sanidad de 
las naciones» (Ap. 22:1, 2).
D. El martirio de Abel (Gn. 4).
1. Eva dio a luz a Caín y dijo: 
«... Por voluntad de 
Jehová he adquirido varón» (4:1). 
Ella aparentemente pensó que este niño era el cumplimiento de 
Génesis 3:15, pero pronto se daría cuenta de que 
no era así. Pronto nace también Abel (4:2).
El nacimiento de estos dos bebés ilustra el 
cuarto de los cuatro métodos que Dios ha escogido para traer seres humanos al mundo. 
a. Adán: nació sin padre ni madre. 
b. Eva: nació sin madre. 
c. Cristo: nació sin padre terrenal, 
d. Todos los demás: nacen mediante padre y 
madre. 
2. Caín ofrece un sacrificio incruento a Dios y es 
rechazado (4:5). No sólo era el sacrificio incruento. sino que ya había sido maldecido por 
Dios, de manera que agravó las cosas. (Véase 
3:17.) Quizá Caín pensó que era más refinado 
y culto presentar una ofrenda fresca de frutos 
y vegetales que una ofrenda sangrienta. ¡Pero 
no era así!
 «Hay camino que al hombre le parece derecho, pero su fin es camino de muerte» 
(Pr. 14:12).
Tenemos en este versículo la primera referencia a esa gran verdad de la Escritura de que 
sin derramamiento de sangre no hay remisión 
de pecado (Lv. 17:11; He. 9:22).
 «Y casi todo es purificado, según la ley, 
con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (He. 9:22).
Abel ofreció una oveja en sacrificio y fue aceptado (4:4).
El doctor Barnhouse ha escrito lo siguiente: 
«El camino real a la cruz estaba ahora firmemente establecido. Aquí vemos al primer cordero, un cordero por un hombre. 
Más tarde, en el establecimiento de la Pascua, habría un cordero por cada familia 
(Ex. 12). Después en el día de la expiación, habría un sacrificio por toda la nación (Lv. 16).
 Finalmente, es Cristo quien 
quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29). 
 Esta era la manera de Dios de ilustrar el tremendo poder de la sangre del Cordero traspasado. Un cordero salva a un hombre, después 
a una familia, después a una nación, y finalmente el Cordero de Dios está disponible para 
todo el mundo. 
3. Caín mata a su hermano. Así se convierte en 
el primer homicida (4:8). También llega a ser 
el primer hombre mentiroso (4:9). 
4. Caín es desterrado y apartado de las bendiciones 
de Dios. Se casa con una de sus hermanas (4:17; 
5:4) y se marcha a morar en la tierra de Nod. Observemos algunos hechos registrados concernientes a la primera civilización de la tierra. 
a. Caín edifica la primera ciudad y le pone 
el nombre de Enoc (como su propio hijo), 
que significa «dedicado». Este proyecto 
urbano fue, sin duda, un intento de neutralizar la maldición de Dios que se cita 
en 4:12. 
b. Lomee, el tataranieto de Caín, llega a ser:
(1) El primer polígamo conocido (4:19).
(2) El primer escritor de himnos (la expresión «mi voz» de 4:23 puede referirse a un poema o himno).
(3) El segundo homicida conocido (4:23). 
c. JabaI fue el inventor de la tienda de campaña y el primero en desarrollar un estilo 
de vida nómada. También ideó sistemas formales de domesticación y comercialización 
de animales, aparte de las ovejas. Su nombre significa «vagamundo» (4:20). 
d. Jubal fue el inventor de los instrumentos 
musicales de cuerda y de viento. Su nombre significa «sonido» o «música» (4:21). 
e. Tubal-Caín llegó a ser el primero que hizo 
trabajos metalúrgicos en hierro v bronce 
(4:22). 
E. El ministerio de Enoc (Gn.5). 
1. Enoc es uno de los dos hombres de los que se 
dice que caminaron con Dios antes del diluvio. (El otro fue Noé. Véase 6:9.) Nota: no 
dice, sin embargo, que caminó con Dios sino 
hasta después que nació su hijo Matusalén. En 
la lengua hebrea Matusalén literalmente significa «cuando él muera será enviado». ¿Por qué 
caminó Enoc con Dios? Porque Dios aparentemente le había dicho que cuando él muriera 
el mundo sería destruido mediante el diluvio. 
Por esto Matusalén probablemente vivió más 
años que ningún otro humano en la historia del mundo (969). porque Dios no quería que nadie pereciera, sino que dio al mundo todo el 
tiempo posible para el arrepentimiento.
«El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es 
paciente para con nosotros, no queriendo 
que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 P. 3:9).
«El cual quiere que todos los hombres 
sean salvos y vengan al conocimiento de 
la verdad» (1 Ti. 2:4).
, 
2. Enoc fue el primer predicador conocido y predicó acerca del juicio venidero. En Judas 
versículos 14 y 15 tenemos en realidad recogido su mensaje:
«De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el 
Señor con sus santas decenas de millares, 
para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras 
impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos 
han hablado contra él.» 
3. Enoc fue un hombre de gran fe (He. 11:5).
«Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver 
muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo 
testimonio de haber agradado a Dios.» 
Pero, ¿cómo demostró Enoc esta fe que se le 
atribuye? Predicando fervientemente acerca de 
la Segunda Venida de Cristo antes que la Primera tuviera lugar. 
4. Enoc fue uno de los dos seres humanos que 
fueron arrebatados al cielo sin haber muerto físicamente. (Para el otro véase 2 R. 2:11.) Un 
día, sin embargo, millones de cristianos experimentarán lo mismo.
«He aquí, os digo un misterio: No todos 
dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, y los 
muertos serán resucitados incorruptibles, 
v nosotros seremos transformados» (1 Co. 
15:51,52).
«Porque el Señor mismo con voz de 
mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del ciclo; y los 
muertos en Cristo resucitarán primero. 
Luego nosotros los que vivimos, los que 
hayamos quedado, seremos arrebatados 
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos 
siempre con el Señor» (1 Ts. 4:16, 17).


