LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO 
II. Los reyes de esta etapa del reino dividido.
EN LA INTRODUCCION A ESTA ETAPA SE REVISA COMO 
A) LA VISION DE CONJUNTO Y 
B) EL METODO DE MIRAR CON LUPA  ---------> ESTE  TITULO  TIENE LOS REYES DEL NORTE VISTO EN EL CAPITULO ANTERIOR "SEGUNDA PARTE" Y ESTA LA TERCERA PARTE HABLARA DE LOS REYES MAS IMPORTANTES DEL REINO DE SUR..
LOS REYES IMPORTANTES DEL SUR
A. Roboam (primer rey). 
1. Empezó a reinar en el 930 a.C. y reinó diecisiete años. 
2. Su falta de tacto y crueldad al responder a las 
demandas de algunos líderes ayudó a que se 
desatara la trágica guerra civil (1 R. 12:1-16). 
3. Fue ayudado inconscientemente por Jeroboam 
cuando éste provocó que los fieles sacerdotes 
y levitas del norte huyeran a Jerusalén. Estos 
hombres piadosos fueron en buena medida 
responsables de que el reino de Judá permaneciera en pie durante un siglo más después 
de la caída del reino del norte (2 Cr. 11:16, 
17). 
4. El fracaso de Roboam empezó, sin duda, con 
su vida polígama, que le llevó a tener dieciocho mujeres y sesenta concubinas; estas mujeres le dieron veintiocho hijos y sesenta hijas. 
Otro factor contribuyente a su caída fue 
Maaca, su esposa favorita, hija de Absalón, 
quien aparentemente ejerció una funesta influencia sobre el rey y sobre Abías, el hijo de 
ambos, que le sucedió en el trono. El rey Asa, 
nieto de Maaca, pudo al fin doblegar su nefasto 
poder y la desposeyó de todos sus privilegios 
por su adoración idolátrica (2 Cr. 11:18-23; 
12:1, 14; 2 R. 15:13). A medida que creció el 
poder de este rey también creció su maldad. 
Aparecieron en Judá templos, pilares e ídolos 
paganos en cada monte alto y debajo de cada 
árbol verde. Además, se extendió la homosexualidad en la tierra. Esta perversión sexual 
fue probablemente introducida entre los habitantes de Palestina por medio de Canaán, nieto de Noé. (Véase Gn. 9:20-25.)
El pueblo de Israel había permitido ahora 
que esta perversión les degradara. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo habla contra 
el pecado de sodomía quizá más fuerte que contra ningún otro pecado (Ro. 1:18-32). 
5. En el año quinto de Roboam, Sisac de Egipto invadió Judá con un poderoso ejército. A 
causa de la debilidad de Roboam, Judá es 
ahora invadida por primera vez en 100 años 
por una potencia extranjera. Sisac conquista 
las ciudades fortificadas de Judá y asedia Jerusalén. El profeta Semaías dirige a Roboam 
y a los atemorizados habitantes de Jerusalén 
en un avivamiento espiritual. Dios perdona a 
Jerusalén, pero permite que la ciudad tenga 
que pagar tributos a Sisac a fin de que se den 
cuenta de que es mucho mejor servir a su Rey 
celestial que a uno tenrenal. Sisac despojó de 
sus tesoros al templo y del palacio real, incluyendo los escudos de oro que Salomón había hecho. Roboam los reemplazó después 
con escudos de bronce, simbolizando el rápido deterioro de la condición espiritual de 
Judá. Se podía ver ya el rastro de Icabod en 
la vida del reino del sur (2 Cr. 12:2-12; 1 S. 
4:21). 
6. Después de reinar durante diecisiete años, 
muere Roboam y es sucedido en el trono por 
su hijo Abías (1 R. 14:31). 
7. Abías encuentra pronto una excusa para declararle la guerra a Jeroboam, el viejo enemigo 
de su padre. Se encuentran en el campo de batalla, Abías con 400.000 soldados y Jeroboam 
con 800.000. Antes de empezar el combate, 
Abías pronuncia un largo discurso dirigido a 
Jeroboam y a sus tropas sobre la necedad de 
rebelarse contra la casa de David y la impiedad de su adoración del becerro de oro, comparándolo con el verdadero templo y la 
verdadera adoración que se lleva a cabo en Jerusalén. Sin embargo, nada más terminar su 
discurso se da cuenta de que Jeroboam había 
enviado secretamente parte de su ejército a su 
retaguardia y que ahora los de Judá se encontraban rodeados por el enemigo. Abías clamó 
inmediatamente a Jehová y los sacerdotes tocaron las trompetas, y Jehová tornó en victoria lo que parecía una derrota irremediable. 
Jeroboam quedó derrotado y perdió 500.000 
soldados (2Cr. 13:1-7). 
8. A pesar de esta victoria dada por Dios en el 
campo de batalla, Abías degeneró en un rey 
que hizo lo malo ante los ojos de Jehová (I R. 
15:3, 4). Después de tres años de reinado, murió y le sucedió en el trono su hijo Asa (1 R. 
15:8). 
B. Asa (tercer rey). 
1. Empezó su reinado en el 911 a.C. y reinó cuarenta y un años. 
2. Durante los primeros diez años de su reinado 
hubo paz en Judá y Asa usó sabiamente este 
tiempo. 
a. Dirigió al pueblo en un gran avivamiento 
(2 Cr. 14:2-5). 
b. Edificó ciudades y las fortificó con murallas, torres y puertas (2 Cr. 14:6, 7). 
3. Esta paz quedó de repente amenazada cuando 
un ejército de un millón de etíopes avanza para 
invadirlos (14:9). 
4. Asa se siente impotente ante un ejército tan 
numeroso y clama a Dios:
«... ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia 
alguna en dar ayuda al poderoso o al que 
no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová
Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, 
y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no 
prevalezca contra ti hombre» (14:11). 
5. Dios respondió esta oración y personalmente 
deshizo a los etíopes (14:12). 
6. Asa vuelve a casa agradecido y continúa con 
sus reformas (15:8-15).
«Entonces prometieron solemnemente que 
buscarían a Jehová el Dios de sus padres, 
de todo su corazón y de toda su alma» 
(15:12). 
7. El celoso rey llega incluso a desposeer de sus 
privilegios de reina madre a Maaca, la esposa 
de su abuelo Roboam, a causa de su idolatría 
(1 R. 15:13). 
8. En el año treinta y seis de su reinado, Baasa, 
rey del norte, le declaró la guerra y empezó a 
fortificar a Ramá para controlar la carretera 
que llevaba a Jerusalén y cortar así el tráfico 
y el comercio con la ciudad (2 Cr. 16:1). En 
vez de confiar en Dios como hizo cuando la 
invasión etíope, procuró comprar la ayuda de 
Ben-adad, rey de Siria (2 Cr. 16:2-6). 
9. Asa es reprendido severamente por el profeta 
Hanani y le advierte que a partir de ese momento se vería plagado de guerras a causa de 
su infidelidad. Le recuerda elocuentemente lo 
que pasó con los reyes insensatos de los tiempos pasados (2 Cr. 16:8, 9).
Hanani le dice entonces:
«Porque los ojos de Jehová contemplan 
toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para 
con él. Locamente has hecho esto; porque 
de aquí en adelante habrá más guerra contra ti» (16:9).
Asa respondió enojándose contra Hanani y 
arrojándole en la cárcel (2 Cr. 16:10). Este es 
el truco favorito pero inútil de los monarcas 
pecadores contra siervos de Dios que no cooperan. Acab lo había hecho contra Micaías (2 
Cr. 18:7). Sedequías lo hizo también con 
Jeremías (Jer. 32:3), y  Herodes con Juan el 
Bautista (Mt. 14:3). Así terminó Asa su buen 
reinado y empezó a oprimir al pueblo. Dos 
años antes de su muerte enfermó gravemente 
de sus pies, pero rehusó llevar su necesidad al 
Señor. Después de reinar durante cuarenta y un 
años, falleció y fue sucedido en el trono por 
su hijo Josafat (2 Cr. 16:10—17:1). 
C. Josafat (cuarto rey). 
1. Empezó a reinar en el 873 a.C. y reinó veinticinco años. 
2. Empezó prosiguiendo con las reformas morales y proyectos de edificaciones que Asa su 
padre había iniciado (2 Cr. 17:3-6). 
3. Durante su tercer año en el poder, instituyó un 
programa nacional de educación religiosa, enviando maestros a todas las ciudades importantes de Judá para instruir al pueblo en la ley 
de Moisés (17:7-9). 
4. Vio aumentar su poder y recibió tributo de los 
filisteos (17:11). 
5. En los últimos años de su reinado, sin embargo, malogró su testimonio comprometiéndose 
con los inicuos reyes del norte, Acab y sus dos 
hijos Ocozías y Oram. 
a. Su alianza matrimonial con Acab: permitió torpemente que su hijo Joram se casara con Atalía, la impía hija de Acab y 
Jezabel (2 Cr. 18:1). 
b. Su alianza militar con Acab en contra de 
Siria (2 Cr. 18:2,3). 
c. Su alianza mercantil con Ocozías, el hijo 
mayor de Acab, (2 Cr. 20:35-37).
d. Su alianza militar con Joram, el hijo menor de Acab, contra Moab (2 R. 3:6, 7).
 6. Josafat regresó a casa después del fiasco sirio 
y es reprendido severamente por el profeta 
Jehú por su necedad en comprometerse con los 
reyes del norte (2 Cr. 19:1-3).
El humillado Josafat reasumió una vez más 
sus reformas espirituales, involucrándose ahora 
directamente, visitando a su pueblo y animándoles a adorar a Dios, y nombrando hombres 
piadosos para juzgarles. Es verdaderamente 
digna de notarse su exhortación a estos jueces 
judíos (2 Cr. 19:6, 7). 
7. También nombra a Amarías como sumo sacerdote para servir como último tribunal de 
apelación en asuntos religiosos, y a Zebadías, 
un anciano líder de Judá, para intervenir en 
todos los casos civiles importantes. Aquí tenemos otro ejemplo del principio de la «separación de iglesias y estado» que 
encontramos frecuentemente en el Antiguo 
Testamento (como también en el Nuevo Testamento) (2 Cr. 19:11). 
8. En este tiempo los moabitas y sus aliados le 
declaran la guerra a Judá, y llega la información a Jerusalén de que un fuerte ejército marcha hacia la Ciudad Santa. Josafat tiembla ante 
esta terrible noticia y convoca un tiempo nacional de ayuno y oración. Gente procedente 
de todo el país acude a Jerusalén para unirse 
al rey cuando este dirige personalmente la oración al lado del santuario. Ora diciendo:
«... Jehová Dios de nuestros padres, ¿no 
eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? 
¿No está en tu mano tal fuerza y poder, 
que no hay quien te resista? ... ¡Oh Dios 
nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en 
nosotros no hay fuerza contra tan grande 
multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros 
ojos» (2 Cr. 20:6,12).
 9. Repentinamente el Espíritu de Dios descendió 
sobre un levita llamado Jahaziel que transmitió el siguiente mensaje:
«... Oíd, Judá todo, y vosotros moradores 
de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os 
dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque 
no es vuestra la guerra, sino de Dios.... No 
habrá para qué peleéis vosotros en este 
caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y 
Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid 
mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros» (2 Cr. 20:15, 17). 
10. El rey Josafat cayó sobre sus rodillas y dirigió 
al pueblo en un servicio de adoración y alabanza a Dios. El servicio termina con la participación del coro levítico cantando himnos gozosos 
de agradecimiento al Señor (20:18,19).
A la mañana siguiente temprano el ejército
de Judá sale a enfrentarse al enemigo. Después 
de consultar con sus consejeros, Josafat determina dejar que el coro inicie la marcha revestido con sus vestiduras santas y cantando: 
«Glorificad a Jehová, porque su misericordia es 
para siempre» (v. 21). Y así se encuentran con 
el enemigo. El Señor inmediatamente interviene causando consternación entre las tropas enemigas, y éstos empiezan a luchar entre sí, 
matándose unos a otros. Ninguna otra batalla se 
ha ganado, sin duda alguna, como esta en toda 
la historia. Los cantos ganaron a las espadas y 
los hosannas demostraron ser más fuertes que 
los caballos. Cuatro días después de la batalla, 
cuando habían recogido ya todo el botín que el 
enemigo había dejado (dinero, ropas, joyas), todos los de Judá se congregaron en un valle llamado Beraca, que significa «bendición», y de 
nuevo tuvieron un tiempo de alabanza a Dios 
(20:26-30). 
D. Atalía (séptima cabeza reinante). 
1. Empezó a reinar en el 841 a.C. y reinó durante seis años. 
2. Ya hemos indicado que Atalía (la hija de 
Jezabel) se había casado con Joram, el hijo de 
Josafat. Tuvieron un hijo a quien llamaron 
Ocozías; cuando éste fue asesinado por Jehú, 
Atalía usurpó el trono (2 Cr. 22:10).
3. Esta mujer asesina ordenó entonces la ejecución de todos los miembros de la casa real de 
Judá. 
4. Pero Josabet, la propia hija de Atalía (junto 
con esposo Joiada, que era el sumo sacerdote 
en esos días) escondió a Joás, un pequeño niño 
y único sobreviviente de aquella matanza 
(22:11). 
5. Después de ocultar al niño durante seis años, 
Joiada planeó un golpe de estado para destronar a Atalía, la única reina de Judá. Joiada etaba apoyado por el ejército y los sacerdotes 
levitas. Cuando todo estaba preparado Joás fue 
sacado de donde estaba escondido, presentado en público y proclamado rey. Cuando la 
sorprendida y enfurecida reina corrió para 
aplastar la revuelta, fue detenida y ejecutada. 
Es irónico notar que esta madre asesina, que 
había intentado una vez eliminar la simiente 
de David, fue ella misma ejecutada con las lanzas de David (2 R. 11:4-6). 
E. Joás (octavo rey). 
1. Subió al trono en el 835 a.C. y reinó durante 
cuarenta años. 
2. El joven rey cooperó con el sumo sacerdote 
Joiada en la promoción de un tiempo de renovación, que incluyó, entre otras cosas, la destrucción de los templos de Baal (2 Cr. 23:16-21; 
24:1,2). 
Joás determinó después que el templo de 
Dios necesitaba reparaciones y le ordenó a 
Joiada que las llevara a cabo. El sumo sacerdote construyó una caja especial de ofrendas 
para financiar las obras (2 R. 12:4-16). 
Esta es 
la primera ofrenda voluntaria levantada entre 
el pueblo desde la construcción del tabernáculo 
por Moisés. (Véanse Ex. 35 y Nm. 7.) 
3. Después de la muerte de Joiada, Judá experimentó otra vez momentos difíciles. Mientras 
que el sumo sacerdote vivió, Joás caminó con 
rectitud, pero en cuanto que falleció tuvo lugar una trágica transformación. Fue sin duda una 
manifestación de la gracia de Dios que Joiada 
viviera 130 años como llegó a vivir; pero ahora estaba muerto y Joás estaba sin él tan perdido como Lot sin Abraham (2 Cr. 24:2, 15, 16). 
4. Notemos los tristes sucesos que tuvieron lugar 
en los últimos años de Joás: 
a. Poco después de los funerales de Joiada, 
los líderes de Judá indujeron al rey a que 
dejara la adoración a Dios y adorara los 
ídolos paganos. Joás comete ahora el mismo error, necio y fatal, que cometió 
Roboam, su antepasado en el trono: permitir que le aconsejen los corrompidos. 
(Véanse 1 R. 12:8; 2 Cr. 24:17-19.) 
b. El rey sirio Hazael empezó una campaña de 
engrandecimiento de su reino mediante la 
toma de la ciudad de Gat. Seguidamente 
emprendió la marcha hacia Jerusalén, pero 
fue contentado por Joás cuando este con 
urgencia le envió el oro y los tesoros del 
templo (2 R. 12:17,18). 
c. Entonces el Espíritu de Dios descendió sobre Zacarías, hijo de Joiada, y denunció 
con osadía la idolatría de Judá e hizo un 
llamamiento al arrepentimiento nacional. 
No aceptaron esta palabra de amonestación y finalmente Joás ordenó que lo apedrearan hasta matarlo. Este es quizá el 
momento más negro de la historia de Judá: 
el asesinato de su propio sumo sacerdote. 
Nuestro Señor se referiría a ello ocho siglos y medio después (Mt. 23:35).
Zacarías viene a ser el Esteban del Antiguo Testamento, pues ambos hombres 
fueron lapidados por decir la verdad. (Véase Hechos 7:51-59.) Sus últimas palabras 
fueron: «... Jehová lo vea y lo demande» 
(2 Cr. 24:22).
Zacarías está pidiendo que su muerte 
sea vengada por Dios. Ya hemos señalado 
la favorable comparación entre Zacarías y 
Esteban, pero se da una diferencia significativa en que el sumo sacerdote muere demandando que Dios juzgue a sus asesinos, 
mientras que Esteban pide que el Señor los 
perdone (véase Hch. 7:60). La gracia del 
Nuevo Testamento va más allá que la ley 
del Antiguo Testamento. 
5. Unos pocos meses después de la muerte de 
Zacarías, el ejército sirio volvió y Dios permitió que Jerusalén fuera capturada, los principales líderes ejecutados y la ciudad saqueada. 
Joás mismo fue mal herido en esta guerra y finalmente asesinado por sus siervos que conspiraron contra él. 
F. Uzías (décimo rey). 
1. Empezó a reinar en el 790 a.C. y reinó durante cincuenta y dos años. 
2. Uzías es el segundo de los reyes de Judá en la 
duración de su reinado. Fue un buen rey y fue 
ayudado mucho por un piadoso profeta de 
Dios llamado Zacarías (2 Cr. 26:5). Nos maravillamos de los logros que alcanzó: 
a. Reconstruyó la ciudad de Elat y la recuperó para Judá. 
b. Sometió a su dominio las ciudades fuertes 
de los filisteos. 
c. Venció a los árabes. 
d. Hizo que los amonitas le entregaran un tributo anual. 
e. Su fama se extendió hasta Egipto y otras 
naciones.
f. Construyó torres fuertes en Jerusalén. 
g. Edificó también torres en el desierto. 
h. Abrió muchos pozos. 
i. Crió mucha ganadería. 
j. Cultivó muchas viñas y huertas. 
k. Organizó su ejército en regimientos. 
Su 
ejército consistió de 307.500 soldados bien 
entrenados, que estaban mandados por 
2.600 capitanes. 
l. Los equipó con el mejor equipo de guerra 
conocido. 
m. Construyó ingeniosas máquinas de guerra 
para lanzar muchas flechas y grandes piedras desde las torres (2 Cr. 26:6-15). 
3. Pero cuando estaba en el apogeo de su prosperidad el orgullo le arruinó. Se nos dice: 
«Mas cuando ya era fuerte, su corazón se 
enalteció para su ruina» (26:16). La primera 
criatura de la creación de Dios que pecó escuchó palabras parecidas en contra suya. 
(Véanse Is. 14:12-15; Ez. 28:12-17.) 
4. Su pecado fue entremeterse en las funciones 
del sacerdocio quemando incienso en el altar 
del incienso. 
5. En el mismo momento que lo hacía fue confrontado y reprendido por el sumo sacerdote 
Azarías y otros ochenta sacerdotes valientes. 
Fue advertido de que dicha tarea estaba únicamente asignada a los descendientes de 
Aarón. Uzías se enfureció y no estuvo dispuesto a ceder. Allí mismo y cuando todavía tenía 
en su mano el incensario, Dios le castigó con 
lepra (26:17-21). Uzías fue el tercero y último de los reyes bíblicos que cometió el error 
fatal de asumir funciones que correspondían a 
los sacerdotes. Dios rechazó al primero (Saúl, 
1 S. 13:11-14), le quitó el hijo al segundo 
(Jeroboam, 1 R. 14:17), y ahora castiga al tercero con lepra. 
6. Uzías murió tiempo después en esta trágica 
condición.
«Así el rey Uzías fue leproso hasta el día 
de su muerte, y habitó leproso en una casa 
apartada, por lo cual fue excluido de la 
casa de Jehová...» (2 Cr. 26:21). 
G. Acaz (duodécimo rey). 
1. Empezó a reinar en el 735 a.C. y reinó dieciséis años. 
2. Este joven y arrogante rey de veinte años enfrentó dificultades desde el comienzo de su reinado. 
a. Se vio amenazado por la alianza de Rezín, 
rey de Siria, y Peka, rey de Israel (2 R. 
15:37; 16:5, 6), que le atacaron por separado y conjuntamente. Querían castigarle 
porque rehusó unirse a ellos para formar 
un frente común a fin de frenar el creciente poder del rey de Asiria. (2 Cr. 28:5, 6; 
2 R. 16:5).
b. Isaías visitó al aterrorizado rey y le aseguró que no tenía que preocuparse porque la 
conspiración de Siria e Israel no prosperaría, y que ambas naciones serían pronto 
destruidas (en sesenta y cinco años) (Is. 
7:1-9).
c. Dios entonces invitó a Acaz, por medio de 
Isaías; a que le pidiera una señal divina 
para probarle que sus enemigos serían de 
verdad destruidos como se había profetizado. El incrédulo rey rehusó hacerlo 
(aparentemente porque se había decidido 
a unirse a Israel); Isaías a pesar de todo 
predijo que una señal vendría de parte de 
Dios mismo para toda la casa de David 
(no sólo para .Acaz) que demostraría el 
poder y el amor de Dios para toda la simiente de Abraham. Notemos el elocuente lenguaje:
«Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y 
dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Is. 7:14).
¡Así predijo Isaías el nacimiento virginal 
de Cristo! Siete siglos después el ángel 
Gabriel le recordaría estas palabras a un 
angustiado carpintero de Nazaret (Mt. 
1:18-25). 
d. Acaz no sólo rehusó prestar atención a la 
palabra de Dios, sino que volvió su corazón a la adoración de Baal, ofreciendo incluso a sus propios hijos en sacrificio a 
esta deidad diabólica en el valle de Hinom, 
a las afueras de Jerusalén (2 Cr. 28:1-4). 
e. Debido a esto. Dios permitió que muchos 
enemigos avasallaran y despojaran el reino de Acaz. 
f. Acaz desesperado se volvió en busca de 
ayuda al rey Tiglat-pileser de Asiría. Trató de comprar su protección enviándole 
junto con la solicitud de ayuda el oro y la 
plata del templo (2 Cr. 28:16-21; 2 R. 
16:7,8). 
g. Tiglat-pileser accedió y atacó a Siria, capturando Damasco y matando al rey Rezín, 
uno de los enemigos de Acaz. El rey de 
Judá viajó hasta Damasco para besar la, 
mano del rey asirio. Mientras que estaba 
allí vio un altar pagano que le llamó la atención, copió su diseño y lo envió junto con 
la descripción y medidas al sacerdote Urías, 
con la orden de que se lo tuviera listo para 
su regreso. Este altar pagano reemplazó el 
viejo altar de bronce en el templo (2 R. 
16:10-16). De esa manera continuó con esta 
viciosa adoración pagana (2 Cr. 28:22). 
h. Tiglat-pileser prosiguió con sus conquistas 
deportando al pueblo de algunas ciudades 
del norte de Israel y de la tierra al este del 
Jordán (2 R. 15:29). 
H. Ezequías (decimotercer rey). 
1. Empezó su reinado en el 715 a.C. y reinó durante veintinueve años. 
2. Sus reformas. Ezequías fue en la opinión de 
Dios el mejor rey de Judá hasta este momento. Sus logros espirituales serían sólo superados por su nieto Josías (2 R. 18:5). 
-Quitó los 
santuarios paganos, 
-rompió las piedras sagradas, 
-destruyó las representaciones de Asera, y 
la serpiente de bronce que hizo Moisés (Nm. 
21:9), que era adorada por el pueblo. 
3. Su riqueza. Fue más rico que todos los otros 
reyes del norte o del sur, su vastas riquezas 
fueron solamente superadas por Salomón (2 
Cr. 32:27-30).
4. Su servicio en el templo. Durante el primer 
mes de su reinado, Ezequías ordenó el restablecimiento de los sacrificios de animales, dándose cuenta de la gran ley mosaica que 
establece: «... y la misma sangre hará expiación de la persona» (Lv. 17:11; véase también 
He. 9:22). El rey organizó entonces la orquesta 
del templo, compuesta de arpas, salterios, címbalos, y un grupo especial de sacerdotes con 
trompetas. Fue también formado un coro de 
levitas que tenía en su repertorio los salmos de 
David. Cuando todo estuvo listo, el pueblo fue 
invitado a acudir al templo (2 Cr. 29:20-30). 
Este tuvo que ser uno de los grandes servicios 
de adoración de todos los tiempos. 
5. Su gran celebración de la Pascua. Ezequías 
empezó a planear la más grande celebración 
de la pascua que habían tenido desde la dedicación del templo con Salomón hacía ya tres 
siglos (2 Cr. 30:26). La noticia corrió por toda 
Judá y se enviaron cartas a distintos lugares de 
Israel invitando a la gente al arrepentimiento 
y al gozo de la comunión con Dios, lo cual podrían alcanzar participando en la Pascua. Muchos del reino del norte se rieron e hicieron 
burla de semejante invitación (para un ejemplo del Nuevo Testamento, véase Le. 14:16- 
24), pero otros respondieron gozosamente (2 
Cr. 30:3-11).
Se programó originalmente que la celebración durara siete días, pero se decidió unánimemente continuarla durante otros siete días. 
Se ofreció durante estos días una cantidad 
grande de animales, que incluía 20.000 novillos y 17.000 ovejas (2 Cr. 30:21-27). Cuando 
al fin los fieles regresaron a sus casas continuaron creciendo en el avivamiento, a medida 
que los ídolos familiares eran destruidos (2 Cr. 
31:1). Ezequías también organizó a los sacerdotes y levitas en distintos cuerpos de servicio, nombrando a unos para ofrecer los 
sacrificios de animales y a otros para la alabanza (2 Cr. 31:2, 3). Años atrás, David había 
nombrado a 288 para dedicarse exclusivamente 
para la alabanza y la acción de gracias al Señor (1 Cr. 16:4; 6:31, 32). Una y otra vez leemos acerca de este consagrado coro: 
a. Cuando el templo fue dedicado en el reinado de Salomón (2 Cr. 5:12, 13). 
b. Cuando el Señor derrotó a una coalición 
de enemigos de su pueblo en tiempos de 
Josafat (2 Cr. 20:21). 
c. Cuando la inicua reina Atalía fue destronada bajo la dirección del sumo sacerdote Joyada (2 Cr. 23:13). 
d. Durante el avivamiento de Ezequías (2 Cr. 
29:25-28). 
e. Durante la celebración de la Pascua en el 
tiempo de Josías (2 Cr. 35:15, 16). 
f. Cuando el remanente que volvió puso los 
fundamentos del templo en el tiempo de 
Esdras (Esd. 3:11,13).
El avivamiento espiritual del pueblo se 
mostró también en que entregaban los diezmos 
para las necesidades del templo. El sumo sacerdote Azarías depositó el excedente en cuartos especialmente preparados en el templo. 
Notemos su testimonio:
«... Desde que comenzaron a traer la ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha somucho, porque Jehová ha bendecido 
a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones» (2 Cr. 31:10).
Esta gloriosa verdad aparece ampliada en 
el último de los libros del Antiguo Testamento (Mal. 3:8-10). 
6. Sus logros militares. Judá estuvo pagando tributos a Asiria durante el reinado de Acaz, pero 
Ezequfas se rebeló contra el rey Salmanasar de 
Asiria en el cuarto año de su reinado y nunca 
más pagó el tributo (2 R. 18:7). También dirigió con éxito una campaña contra los filisteos 
en este tiempo (2 R. 18:8). 
7. Su enfermedad y recuperación. Ezequías cayó 
azotado por una enfermedad mortal, probablemente algún tipo de tumor, y Dios le comunicó por medio de Isaías que no se recuperaría. 
La razón para la enfermedad pudo ser su orgullo (2 Cr. 32:24, 25; Is. 38:17).
El afligido rey se humilló ante Dios y le 
rogó que le perdonara. El Señor le escuchó y 
le prometió que le añadiría quince años más a 
su vida (2 R. 20:1-6). En consecuencia, 
Ezequías fue el único ser humano que jamás 
vivió que pudo (durante quince años) contar 
con seguridad que volvería a ver amanecer el 
día cuando se retiraba a dormir.
Isaías preparó una masa de higos para ponerla sobre la llaga de Ezequías. Aquel emplasto no tenía, por supuesto, más poder sanador 
que tenía el barro que Jesús usó para untar los 
ojos del hombre ciego (Jn. 9:6). Ambos milagros de sanidad fueron el resultado de la fe en 
la promesa y poder de la Palabra de Dios (2 
R. 20:7). Ezequías pidió una señal sobrenatural que probara que el tratamiento realmente 
funcionaría. Dios se lo concedió y, a petición 
del rey mismo, la sombra del reloj de sol del 
rey retrocedió diez grados (2 R* 20:8-11). El 
doctor John Davis escribe lo siguiente acerca 
de este milagro:
«La señal que Dios dio a Ezequías fue ciertamente uno de los más espectaculares milagros en la historia del Antiguo 
Testamento. En el patio del palacio había 
aparentemente una serie de gradas (no necesariamente un reloj de sol como solemos 
imaginárnoslo) arregladas de tal manera 
que la sombra que el sol proyectaba sobre 
ellas daría una noción aproximada del tiempo. A petición del rey, y probablemente en 
presencia de un buen grupo de sirvientes y 
funcionarios (¿y embajadores extranjeros, 
tal vez?), la sombra retrocedió diez gradas 
(o grados) ¿Cómo pudo Dios realizar realmente este milagro? ¿Hizo que la tierra se 
parara en su rotación y retrocediera un 
poco? Todos los verdaderos cristianos estaríamos de acuerdo en que Dios puede hacer tal cosa, porque él es el origen de todas 
las cosas y por él subsisten (Col. 1:17). 
Pero la Biblia nos da a entender claramente que este no fue el método que Dios usó; 
porque al referirse a este milagro, 2 Crónicas 32:24 declara que Ezequías oró a 
Jehová, él le respondió y le dio una señal 
(hebreo: mopheth ). Pero en el versículo 31
se nos dice que Babilonia envió embajadores a Ezequías para inquirir acerca de este 
portento (mopheth) que había sido hecho en 
el país (2 Cr. 32:31). Fue, entonces, un milagro bien localizado geográficamente, que 
no involucró una paralización y retroceso 
de la rotación de la tierra, lo que implicaría que habría ocurrido en toda la zona del 
Cercano Oriente. En su lugar, el milagro 
sucedió en el “país” (Judá), y para ser más 
específico fue solamente en el patio de la 
casa del rey que la sombra retrocedió diez 
grados (Is. 38:8). Es la convicción de este 
escritor que la comprensión correcta de este 
milagro nos ayuda a entender lo que sucedió en aquel largo día del tiempo de Josué 
(Jos. 10:12-14). En razón de que lo que 
Josué necesitaba era una prolongación de 
la luz solar (no que la rotación de la tierra 
se hiciera más lenta), su necesidad podía ser 
satisfecha mediante una continuación sobrenatural de la luz del sol y de la luna en 
Palestina durante un día completo hasta que 
el ejército de Josué pudiera alzarse con la 
victoria y derrotar por completo al enemigo.» (Solomon to the Exile , pp. 128, 129.)
El profeta Isaías incluye en su libro para 
nosotros una página del diario de Ezequías, 
escrito durante la agonía de aquella terrible 
enfermedad. Es un relato bien sombrío en verdad Os. 38:9-20).
Algunos creen que Ezequías pasó los últimos quince años de su vida poniendo en orden las Escrituras del Antiguo Testamento, 
debido a que se encuentran con frecuencia las 
letras hebreas «H Z K» al final de muchos libros del Antiguo Testamento en los manuscritos hebreos. 
8. Sus visitantes babilonios. Ezequías recibió la 
visita de los enviados de una creciente potencia, que pronto se enfrentaría y derrotaría a la 
poderosa Asiria. Los babilonios pudieron haberle visitado por varias razones: 
a. Presentar sus respetos a un rey que hacía 
poco se había recuperado de una enfermedad mortal. 
b. Para saber cómo había sucedido. Los 
babilonios estaban realmente fascinados 
con la astrología, toda su vida nacional giraba alrededor del movimiento de los astros. (Véanse Is. 47:13; Dn. 2:27; Jer. 
10:2.) 
c. Para determinar cuánto podrían sacar de 
Jerusalén cuando alcanzaran el poderío 
mundial (2 R. 20:12, 13).
Ezequías actuó neciamente mostrándoles todos sus tesoros y fue por ello reprendido severamente por el profeta Isaías. El profeta 
predijo entonces que tiempo después de la 
muerte del rey, Judá sería llevada en cautiverio por los babilonios, en parte para hacerse 
con los tesoros que Ezequías les había mostrado. La respuesta del rey manifiesta un gran 
egoísmo:
«... La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días» (2 R. 
20:19). (Véase también Ro. 7:18.)
Nos dice la Escritura que Dios permitió la visita de los babilonios para probar a Ezequías, 
pero él no pasó el examen (2 Cr. 32:31). 
9. Su dura prueba con Senaquerib. Como ya hemos observado, Ezequías se había rebelado 
contra el pago de tributo a Asiria durante el 
cuarto año de su reinado. Pero al empezar su 
décimo cuarto año de reinado, el poderoso sucesor de Salmanasar empezó a amenazar a Jerusalén. Ezequías intenta componer las cosas 
aceptando el tributo que el rey asirio le impone de trescientos talentos de plata y treinta de 
oro (nueve mil novecientos kilos de plata y 
novecientos noventa de oro). Este triste intento de aplacar al ambicioso Senaquerib nos recuerda a Neville Chamberlain, el primer 
ministro británico, que acudió mansamente a 
Munich al final de los años treinta para entregarle a Hitler media Europa. Pero la táctica no 
funcionó como muy pronto descubrieron 
Ezequías y Chamberlain.
Senaquerib subió contra Jerusalén y la sitió 
(2 R. 18:17; Is. 36:1). 
Ezequías hizo un desesperado esfuerzo por defenderse reforzando los 
muros y reclutando un ejército, e incluso motivándoles con arengas desafiantes. Pero parece 
que el mismo rey tenía serias dudas en cuanto 
al resultado final de la crisis (2 Cr. 32:1-8).
Senaquerib había enviado con el ejército a 
su Rabsaces (título para su más alto oficial), 
quien primeramente intentó rendir la ciudad 
mediante el poder de sus palabras de amenaza. Lanzó sus terribles amenazas desde las 
fuentes de agua que abastecían a la ciudad, un 
lugar donde él sabía estaban concentrados el 
mayor número de judíos. Les dio siete razones por las que Jerusalén debería de rendirse 
inmediatamente (2 R. 18:17-35).
a. Egipto, su aliado, era incapaz de auxiliarles (v. 21). 
b. Habían «ofendido» a Jehová su Dios al 
destruir todos los lugares de adoración excepto el de Jerusalén (v. 22).
Los judíos que oyeron este argumento 
debieron de reírse mucho ante semejante 
estupidez. Es cierto que Ezequías había 
eliminado los santuarios paganos (18:4), 
pero sólo porque eran centro de adoración 
de Baal.
c. Jerusalén tenía un ejército débil (v. 23). 
Rabsaces ofrece incluso entregarles 2.000 
caballos si ellos disponen de jinetes para 
montarlos. 
d. Era la voluntad de Dios que él conquistara Jerusalén (v. 25). Era cierto que Isaías 
había predicho la invasión asiria de Palestina (Is. 10:5, 6), pero no porque ésta fuera su perfecta voluntad, sino como un 
castigo divino por sus pecados. 
e. Asiria disponía de un gran ejército (v. 24). 
f. Les ofreció condiciones aceptables de rendición (v. 31). Nadie en sus cabales se tragaría esa mentira, porque los asirios eran 
conocidos por no tratar bien a sus prisioneros. 
g. Señaló también la total imposibilidad de 
que Jehová les pudiera salvar (v. 35). Este 
bocazas aprendería muy pronto por experiencia personal cuán «débil» era en realidad Jehová.
Durante toda esta manifestación de arrogancia de los asidos, la delegación judía, compuesta de tres hombres, sólo interrumpió una 
vez a Rabsaces. Tímidamente le pidieron que 
las «conversaciones de paz» se llevaran a cabo 
en arameo (siriaco), y no en hebreo, para evitar que lo entendiera la multitud que escuchaba. Los negociadores judíos temían que 
cundiera el pánico si la gente del pueblo se 
daba cuenta de la seriedad de la situación. 
Rabsaces no sólo lo rechazó sino que incluso 
elevó todavía más la voz para que todos pudieran escuchar. Pero no cundió el pánico sino 
que el pueblo se mantuvo en silencio. Esto fue 
sabio porque, ¿cómo responde una oveja a los 
gruñidos y ladridos de un perro salvaje? (2 R. 
18:27, 28, 36). 
10. Su oración por la ciudad de Jerusalén. La delegación judía informó inmediatamente a 
Ezequías de todas las amenazas del Rabsaces. 
El rey buscó a Dios fervientemente en oración 
y pronto supo por medio del gran profeta Isaías 
que él ya había determinado la muerte de 
Senaquerib, y que nada tenía que temer de las 
amenazas asirias. (Véase 2 R. 19:1-7 y tabién Fil. 4:6, 7.)
11. La respuesta de parte del Señor. En este momento Dios se dirige tanto a Ezequías como a 
Senaquerib por medio del profeta Isaías (2 R. 
19:20-33). A Ezequías le dijo: 
a. «He oído» (v. 20). Esto solo era ya suficiente para confortar el corazón del rey. 
(Véanse Sal. 20:1; 34:4; 120:1; Jon. 2:2; 
1 Jn. 5:14.) Cuán diferentes son los ídolos sordos del paganismo. (Véanse Sal. 
115:2-7; 135:15-21.) 
b. Volvería a plantar, sembrar y cosechar en 
los campos que los asirios habían destruido (v. 29). 
c. El ciclo normal de la agricultura volvería 
a funcionar para el tercer año (v. 29). 
d. Este tiempo de prueba produciría un fuerte remanente de creyentes fieles en Jerusalén (v. 31).
A Senaquerib le dijo: 
e. Sión no te tiene miedo (v. 21). 
f. Te escarnece y menosprecia (v. 21). 
g. La única razón por la que has logrado algunos éxitos es porque yo te lo he permitido (v. 25). 
h. Conozco todas las cosas que piensas, dices y haces (v. 27). 
i. Te pondré argolla en la nariz y freno en tu 
boca y te haré salir de Jerusalén (v. 28).
Nota: Esta era una crueldad que los 
asirios solían infligir sobre sus cautivos. 
Otra nación pagana sufrirá la misma clase 
de juicio durante la tribulación. (Ez. 38:4.) 
j. No entraría en Jerusalén ni siquiera dispararía su arco contra la ciudad (v. 32).
k. El mismo sería asesinado por miembros de
su propia familia (v. 7).
Nota: Los descubrimientos arqueológicos indican que Senaquerib murió aplastado por sus propios hijos. Lo hicieron 
deslizándose dentro de su capilla privada de 
oración y dejando caer sobre él la gigantesca estatua del dios Nisroc, ¡su dios! El doctor John Davis escribe: «Y así, el orgulloso y gran rey de Asiria, que se había jactado 
ante Ezequías de que Dios era impotente, 
no solamente perdió su ejército con un simple movimiento del dedo de Jehová, sino 
también él mismo murió aplastado por la 
imagen de un dios inexistente a quien había dedicado su vida.» (S o lo m o n to th e
E xile, p. 124.) 
l. Salvaría la ciudad por amor de sí mismo 
y de su siervo David (v. 34). 
m. Todo esto será así porque cuando te burlaste 
de Jerusalén, te mofaste también de mí.
Dios no solamente prometió salvar Jerusalén, 
sino que aseguró al rey que ni una flecha enemiga caería dentro de la ciudad. Aquella misma noche el Ángel del Señor mató a 185.000 
soldados asirios y en la mañana se vieron los 
cuerpos muertos a todo lo largo dél horizonte. Algunos creen que este ángel era Cristo 
mismo. En cualquier caso, el poder de un ángel es tremendo. Nuestro Señor nos dice en 
Mateo 26:53 que él podía, si lo deseara, llamar a doce legiones de ángeles para ayudarle. 
En aquellos días una legión estaba compuesta 
de 6.000 hombres. Eso significa que Cristo tenía a su disposición al menos 72.000 guerreros celestiales. Los asirios experimentaron 
ahora lo que los egipcios habían sufrido unos 
ocho siglos antes (Ex. 12:29). Senaquerib volvió inmediatamente a Nínive y allí fue asesinado, tal como Dios lo había profetizado (2 R. 
19:36, 37). Ezequías murió después de un glorioso reinado de veintinueve años y fue sucedido en el trono por su hijo Manasés (2 R. 
20:20, 21; 2 Cr. 32:32, 33). 
I. Manasés (decimocuarto rey). 
1. Empezó a reinar en el 695 a.C. y reinó durante cincuenta y cinco años. 
2. El decimocuarto rey de Judá fue, sin duda, único entre todos los reyes del norte y del sur. 
Notemos lo siguiente: 
a. Reinó más tiempo que ningún otro rey. 
b. Tuvo el padre más piadoso, hasta ese momento, de todos los reyes de Judá. 
c. Su nieto Josías fue el mejor de todos. 
d. Fue el único rey impío que se arrepintió 
genuinamente de sus pecados antes de su 
muerte. 
e. Fue el peor de todos los reyes hasta antes 
de su arrepentimiento. 
3. El reinado de Manasés antes de su conversión 
(tal como se registra en 2 R. 21:2-6,2 Cr. 33:1- 
20) probablemente sobrepasaría en maldad los 
gobiernos de Hitler y Stalin. Consideremos las 
siguientes acciones: 
a. Reconstruyó todos los altares de Baal que 
su padre había destruido (2 Cr. 33:3). 
b. Levantó altares para la adoración pagana 
de los astros del cielo (Zodiaco) en los 
atrios de la casa de Dios (2 Cr. 33:4, 5). 
c. Sacrificó a sus propios hijos en altares de 
dioses diabólicos en el valle de Hinom 
como lo había hecho su abuelo Acaz (33:6). 
d. Consultó a espíritus de adivinación y hechicería (33:6). 
e. La tradición dice que mató a Isaías cortándole en partes con una siena (He. 11:37).
f. Dios dijo que cometió más infamias y maldades que las naciones paganas que vivieron anteriormente en Palestina (2 R.
21:11). 
g. Derramó sangre inocente por todas partes 
(2 R. 21:16). 
h. Ignoró por completo varios avisos de parte del Señor en relación con todo esto (2 
Cr. 33:10).
i. Fue hecho prisionero temporalmente por el 
rey de Asiria.
j. Se arrepintió mientras estaba en la prisión 
y Dios le perdonó. 
k. Le fue permitido reinar otra vez sobre 
Judá. 
l. Reinó durante cincuenta y cinco años y fue 
sucedido en el trono por su hijo Amón. 
J. Josías (decimosexto rey). 
1. Empezó a reinar en el 640 a.C. y reinó durante treinta y un años. 
2. Josías fue el mejor de los reyes desde Salomón.
«No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de 
toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después 
de él nació otro igual» (2 R. 23:25).
Sus logros nos asombran. Nos preguntamos
cómo se las arregló para comer y dormir. 
3. Las reformas de Josías. 
a. Comenzó a buscar a Dios siendo muy joven, de dieciséis años (2 Cr. 34:3).
b. A la edad de veinte años empezó su gran 
obra de reforma (34:3). 
c. Destruyó todos los altares de Baal (34:4). 
d. Deshizo todas las imágenes y esculturas 
convirtiéndolas en polvo y esparciéndolo 
sobre los sepulcros de aquellos que habían 
sacrificado a ellas (34:4). 
e. Quemó los huesos de los sacerdotes paganos sobre sus propios altares (34:5). 
f. Llevó esto a cabo en ciudades distantes de 
Israel y en su propio reino (34:6). 
g. A la edad de veintiséis empezó a reparar 
el templo (34:8). 
h. Dirigió al pueblo en un «servicio 
multitudinario de arrepentimiento» como resultado del descubrimiento del libro de la ley 
de Moisés (2 R. 23:1-3,18-21,29-32). Después hizo que se leyera a todo el pueblo. 
i. Planeó y presidió una de las celebraciones 
de la Pascua más grandes de todos los 
tiempos (2 Cr. 35:1, 18). 
j. Mató a los sacerdotes paganos que antes 
habían nombrado otros reyes de Judá (2 R. 
23:5). 
k. Sacó fuera de Jerusalén la imagen de Asera 
que estaba en el templo (2 R. 23:6). 
l. Derribó los lugares de prostitución masculina (23:7). 
m. Mandó venir a Jerusalén a los sacerdotes 
de Dios que vivían en otras ciudades de 
Judá (23:8). 
n. Destruyó el altar de Tofet que estaba en el 
valle de Hinom para que no se ofrecieran 
sacrificios humanos sobre él (23:10). 
ñ. Quitó también las esculturas de caballos y 
carros (dedicadas al dios sol) que estaban 
instaladas cerca de la entrada del templo 
(23:11). 
o. Derribó los altares de Acaz que estaban sobre el tejado del Templo 23:12
p. También quitó los altares que Manasés había ordenado levantar en los atrios del 
templo (23:12). 
q. Derribó los santuarios paganos de Astoret 
(dios de Sidón), Quemos (dios de Moab), 
y Milcom (dios de Amón) que Salomón 
había edificado para sus muchas mujeres 
(23:13). 
r. También quebró el altar de Bet-el que había levantado Jeroboam I (23:15), cumpliéndose así una profecía de 300 años de 
antigüedad. (Véase 1 R. 13:1,2.) 
s. Demolió todos los santuarios paganos que 
había en los montes de Samaria (23:19).
t. Exterminó también a todos los brujos y 
adivinos (23:24). 
4. El ministerio bíblico de Josías.
 a. Al limpiar el templo, el sumo sacerdote 
Hilcías descubrió un viejo rollo que resultó ser una copia de la ley de Moisés (2 R. 
22:8). 
b. Josías fue informado y rasgó sus vestiduras 
de horror al darse cuenta de cuánto habían 
sido ignoradas y ridiculizadas las Escrituras 
del Antiguo Testamento durante el reinado 
tanto de su padre como de su abuelo (22:9- 
13). Aparentemente, durante el reinado del 
inicuo Manasés la Palabra de Dios había 
sido completamente destruida, y probablemente sería un delito grave poseer un ejemplar de la ley de Dios. Pero algunos 
sacerdotes fieles habían ocultado un ejemplar en el templo esperando días mejores. 
c. El joven rey ordenó a Hilcías buscar el 
consejo de una piadosa mujer, la profetisa 
Huida, acerca de todo este asunto. Este 
mujer bien pudo ser una tía carnal de 
Jeremías. (Véanse 2 R. 22:14; Jer. 32:7.) 
Dios había hablado a veces a su pueblo 
por medio de una mujer, y lo haría otras 
veces después de esta ocasión (22:14). 
(1) Habló por medio de Miriam, la hermana de Moisés (Ex. 15:20). 
(2) Obró por medio de Débora (Jue. 5). 
(3) La esposa de Zacarías era una 
profetisa (Le. 2:36). 
(4) Las cuatro hijas de Felipe eran tenidas por profetisas (Hchi 21:9). 
d. El mensaje de Huida fue una doble profecía. Dijo: 
(1) Que a causa del trágico y vergonzoso fracaso espiritual de Judá, Dios ya 
había determinado juzgar a su pueblo. Pronunció sobre la Santa Ciudad 
las terribles palabras del .Señor 
(22:17). 
(2) Que a causa del amor de Josías por 
el Señor, él no vería todo esto y que 
el juicio vendría después que él muriera. «... serás llevado a tu sepulcro 
en paz...» (2 R. 22:20).
No debemos entender estas palabras en el sentido de que Josías moriría de forma tranquila en su lecho 
real (porque en realidad murió en el 
campo de batalla), sino que él sería 
librado del dolor de la cautividad a 
manos de los babilonios y de la subsiguiente destrucción de Jerusalén.
e. Josías entonces convocó al pueblo en el 
templo y él personalmente leyó la ley de 
Moisés en voz alta y les instó a que obedecieran la Palabra de Dios (2 R. 23:1-3). 
5. La gran celebración de la Pascua de Josías. Esta 
fiesta que había empezado en Egipto hacía casi 
900 años (Ex. 12), no se había evidentemente 
vuelto a celebrar desde los días de Ezequías, 
hacía unos sesenta años. Pero Josías estaba ahora determinado a enmendar el olvido. Notamos 
con sorpresa el gran número de animales sacrificados en esta ocasión (2 Cr. 35:7, 8 ). 
a. Animales: 
(1) Treinta mil corderos. 
(2) Tres mil novillos. 
(3) Seis mil setecientas ovejas. 
(4) Trescientos bueyes. 
b. El arca del pacto. 
Según 2 Crónicas 35:18 esta fue la más 
grande celebración pascual de todos los 
tiempos. Durante esta celebración de la 
pascua, Josías subió la sagrada arca del 
testimonio a su lugar propio en el templo 
(2 Cr. 35:3). Esta es la última mención que 
se hace en el Antiguo Testamento del mueble más sagrado que jamás se haya construido. Su historia es realmente fascinante.
(1) Es primeramente mencionada en 
Exodo 25:10. 
(2) Fue depositada en el tabernáculo por 
Moisés (Ex. 40:21). 
(3) Fue transportada por el pueblo de Israel durante los cuarenta años de su 
peregrinación en el desierto (Nm. 
10:35; 14:44). 
(4) Siguió al pueblo de Israel cuando 
cruzaron el río Jordán (Jos. 4:5). 
(5) Fue llevada alrededor de Jericó (Jos. 
6:13). 
(6 ) Fue puesta al lado de Josué en el 
monte Ebal mientras que él leía la ley 
a todo el pueblo (Jos. 8:33). 
(7) La instalaron formalmente en el nuevo tabernáculo levantado en Silo 
(Jos. 18:1). 
(8 ) Fue llevada al campo de batalla por 
los impíos Ofni y Finees (1 S. 4:4).
(9) Fue capturada por los filisteos y retenida durante siete meses (1 S. 4:11; 
6:1). 
(a) La trasladaron a Asdod donde 
derrotó a Dagón (1 S. 5:1). 
(b) La llevaron después a Ecrón 
donde causó una gran plaga ( 1
S. 5:10).
(10) Fue llevada a Bet-semes por dos vacas que criaban, pero allí el Señor 
castigó a algunos de la ciudad por 
mirar dentro del arca (1 S. 6:12). 
(11) Luego la trasladaron a Quiriat-jearim 
donde permaneció durante veinte 
años (1 S. 7:1). 
(12) Fue llevada por Saúl a Gabaa. Aquí 
dio la victoria a los israelitas sobre 
los filisteos (1 S. 14:18). 
(13) David quiso trasladarla desde Baala 
a Jerusalén en un carro nuevo. Uza 
murió en el camino por tocarla (2 S. 
6:3).
14) Descansó durante tres meses en la 
casa de Obed-edom (2 S. 6:11). 
(15) David la trasladó definitivamente a 
Jerusalén (2 S. 6:16). 
(16) El sumo sacerdote Sadoc se la llevó 
a David, cruzando el torrente de 
Cedrón, cuando escapaba de la rebelión de Absalón (2 S. 15:24). 
(17) La devolvieron a Jerusalén por orden 
de David (2 S. 15:25, 29). 
(18) Fue instalada en el templo de 
Salomón (1 R. 8:1). 
(19) No sabemos lo que sucedió al final 
con ella. 
6 . La trágica muerte de Josías. 
a. Necao, rey de Egipto, planeó dirigir un 
ejército a través de Judá para presentar un 
frente unido con Babilonia frente a Asiría 
en Carquemis (2 Cr. 35:20). 
b. A causa de esto Josías le declaró la guerra a Necao. El Faraón egipcio intentó en 
vano convencer al rey de Judá de que no 
tenía pleito con él, y le advirtió de que no 
interviniera, no fuera que Dios le destruyera en la guerra (35:20, 21). 
c. Josías rechazó la oferta de paz y atacó a 
Necao en el valle de Meguido. El campo 
de Meguido, localizado en la llanura de 
Esdraelón (Jezreel), había sido ya escenario de muchas batallas: 
(1) Débora y Barac derrotaron aquí a los 
cananeos (Jue. 4—5). 
(2) Gedeón denotó aquí a los madianitas 
(Jue. 7). 
(3) David derrotó aquí a Goliat (1 S. 17). 
(4) Fue aquí donde los filisteo mataron 
a Saúl (1 S. 31). 
(5) Fue aquí donde Josías fue herido de 
muerte (2 Cr. 35:22). 
(6 ) Será en este campo donde un día tendrá lugar la gran ¿batalla del 
Armagedón (Zac. 12:11; Ap. 16:16). 
d. Josías fue herido mortalmente por los flecheros de Necao a pesar de entrar disfrazado en la batalla (como lo hizo otro rey 
en otra ocasión). (Véase 1 R. 22:30.) Lo 
llevaron a Jerusalén donde lo sepultaron en 
medio de una gran ceremonia y dolor. El 
profeta Jeremías estuvo presente en el funeral (2 Cr. 35:23-25). 'Judá no volvió a 
tener más reyes buenos. De aquí en adelante el país cayó en un gran declive espiritual. Josías fue sucedido en el trono por 
su hijo Joacaz (2 Cr. 36:1). 
K. Joacim (decimoctavo rey). 
1. Empezó a reinar en el 609 a.C. y reinó durante once años.
2. Con la excepción de su tatarabuelo Manasés, 
Joacim puede ser catalogado como el peor de 
los reyes de Judá. Veamos su nefasto historial: 
a. Se construyó un gran palacio, de grandes 
recámaras, con muchas ventanas, cubierto con panel de madera de cedro y pintado de rojo. Se aprovechó para hacerlo del 
trabajo de esclavos, mientras que su propio pueblo sufría (Jer. 22:13, 14). 
b. Estaba lleno de egoísmo, codicia y 
deshonestidad (22:17). 
c. Mató a los inocentes, oprimió a los pobres 
y reinó con crueldad (22:17). 
d. Ordenó matar al profeta Urías, un hombre 
de Dios que denunció sus excesos. Mandó perseguirle y buscarlo en Egipto, Cayéndole prisionero a Jerusalén (Jer. 
26:20-22). 
e. Intentó frecuentemente silenciar al profeta Jeremías (26:24; 36:19, 26).
f. Quemó en una ocasión un rollo que contenía los escritos y profecías inspiradas de 
Jeremías. Pero no le dio resultado, porque 
el profeta volvió a escribir todo lo que el 
rey había destruido y añadió una 
escalofriante profecía contra Joacim 
(36:22, 23, 27-32). 
3. Joacim se convirtió en vasallo de 
Nabucodonosor después que los babilonios 
derrotaron a los asirios y egipcios en la batalla de Carquemis. En los últimos años de su 
reinado Nabucodonosor capturó Jerusalén y se 
llevó algunos de sus vasos sagrados a 
Babilonia. Encadenó a Joacim para llevárselo 
prisionero, pero aparentemente, por alguna razón, lo restauró en el trono de Judá como un 
rey vasallo (2 R. 24:1; Jer. 25:1; 2 Cr. 36:6, 
7). Sí se llevó, sin embargo, algunos jóvenes 
judíos de la aristocracia, uno de los cuales fue 
Daniel (Dn. 1:3,4). 
4. Pasados tres años, Joacim fue convencido por 
el grupo pro Egipto de su corte para que se rebelara contra Babilonia. 
5. Aunque Nabucodonosor no pudo aparentemente aplastar la rebelión en forma rápida en 
este tiempo, Dios castigó al inicuo rey de Judá 
permitiendo que la tierra fuera invadida por 
bandas de sirios, moabitas y amonitas (2 R. 
24:2, 3). 
6 . Joacim murió y, como fue profetizado por 
Jeremías (Jer. 22:18, 19; 36:30), fue sepultado como un animal salvaje. Su cadáver fue sacado de Jerusalén y arrojado en un vertedero 
de basura, no fue llorado ni por su propia familia. Le sucedió en el trono su hijo Joaquín 
(2 R. 24:5, 6 ). 
L. Sedequías (vigésimo rey). 
1. Empezó a reinar en el 597 a.C. y reinó durante once años. Este fue el hijo más joven del 
piadoso rey Josías, y a semejanza de sus hermanos Joacim y Joaquín, Sedequías hizo lo 
malo ante los ojos de Jehová. Fue conocido 
como el «rey marioneta». (2 R. 24:18, 19; 2 
Cr. 36:12). 
2. Sedequías mostró al principio señales de querer obedecer la ley de Moisés (Jer. 34:8-10). 
3. En el cuarto año de su reinado hizo un viaje a 
Babilonia, seguramente para reafirmar su lealtad a Nabucodonosor (Jer. 51:59). 
4. Cuando volvió se vio forzado a imponer silencio al profeta Jeremías, quien hablaba mucho 
en voz alta en público (Jer. 27-29). 
5. Jeremías sufrió mucho bajo el reinado de 
Sedequías. 
a. Fue aborrecido y conspiraron contra él a 
causa de su mensaje de juicio divino (Jer. 
11:8- 10). 
b. Fue arrestado por Pasur, el sacerdote del 
templo, golpeado y sujetado en el cepo 
durante una noche (20:1-3). 
c. Casi io matan después de uno de sus mensajes en un violento tumulto de sacerdotes y profetas falsos de Judá (26:7-9). 
d. En el año cuarto del reinado de Sedequías, 
un falso profeta llamado Hananías refutó 
públicamente a Jeremías, diciendo que 
Jehová iba a romper el yugo de Babilonia 
en dos años (28:1-4). 
e. Fue arrestado y arrojado en la cárcel acusado de traición (27:11 -16)
f. Lo sacaron de allí y lo pusieron en una celda del palacio por orden del voluble 
Sedequías (37:21). 
g. Sin embargo, pronto fue sacado de allí por 
judíos violentos que lo metieron en la cisterna del patio de la cárcel. No había agua 
en la cisterna y Jeremías se hundió en el 
lodo (38:1-6). 
h. Lo liberaron otra vez y de nuevo trató de 
convencer a Sedequías, sin lograrlo, de 
que se sometiera al dominio babilonio 
como castigo de Dios (38:14-26). 
i. Fue otra vez encarcelado durante los dos 
años últimos del triste y pervertido reinado de Sedequías. Dios le ordenó en este 
tiempo que comprara un campo de su primo Hanameel (32:6-15). 
6 . Sedequías rechazó neciamente el consejo de 
Jeremías y se rebeló contra Nabucodonosor, incluso aunque le había jurado lealtad (2 Cr. 
36:13). El rey de Babilonia respondió yendo 
contra Jerusalén y sitiándola. La ciudad resistió durante treinta meses, pero en julio del 586 
a.C. se rindió cayendo en manos de los 
babilonios. En la última noche Sedequías trató 
de escapar, pero fue capturado cerca de Jericó 
y llevado a la presencia de Nabucodonosor, 
quien le castigó a ver la ejecución de sus propios hijos y después le sacaron a él los ojos. Fue 
finalmente encadenado y llevado cautivo a 
Babilonia donde murió (Jer. 52:4-11; 39:1-7).,
Nota: Jeremías le había advertido de que 
tendría que m irar cara a cara al rey de 
Babilonia (32:4; 34:3), pero Ezequiel profetizó que no vería Babilonia con sus propios ojos 
(12:6,12,13). Estas terribles profecías se cumplieron. 
7. Durante los últimos días de julio del 587, 
Nebuzaradán, capitán de la guardia de 
Nabucodonosor, prendió fuego al templo, junto 
con la mayoría de los edificios públicos y privados. Las murallas de la ciudad fueron destruidas (Jer. 52:12, 13). 
8 . Nabucodonosor ordenó también la ejecución 
del sumo sacerdote Serías, además-de otros 
setenta y tres altos funcionarios. El exilio de 
Judá quedó ahora completado (Jer. 52:24-27). 
Desde este momento y hasta el 14 de mayo de 
1948 d.C., Israel cesó de existir como nación. 
Los  profetas orales   importantes ------> continuara en cuarta parte!