LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA 26,27,28,29,30

 Paso veintiséis: del monte Tabor (¿?) a Capernaum (Mt. 8:1, 5-13; Le. 7:1-10) 

A. Noveno milagro: curación del siervo de un centurión (M t. 8:13; Le. 7:10). 

B. Jesús se maravilla de la fe mostrada por este soldado gentil. 1. «No soy digno de que entres bajo mi techo.» 2. «Solamente di la palabra, y mi criado sanará.» 

C . Le entristece el hecho de que muchos gentiles como éste se sentarán un día con Abraham (el padre de la fe) en el cielo, m ientras que muchos judíos serán echados al infierno. Jesús se m aravilló en dos ocasiones de la fe de los individuos, y ambos eran gentiles. Uno fue el centurión romano que aparece aquí (M t. 8:10) y el o tro fue una mujer cananea (M t. 15:28). Por el contrario, de lo único que se pudo maravillar acerca de la nación de Israel fue de su trágica incredulidad (véase Mr. 6:6). 


Paso veintisiete: de C apernaum a Naín (Le. 7:11-17, 36-50) 

A. Décimo milagro: resurrección del hijo de la viuda (Le. 7:14). 

1. Lleno de com pasión le dice a la viuda que deje de llorar. 

2. Tocó el féretro y mandó al joven que se levantara. 

3. Se lo entregó a su madre. 

4. A causa de este milagro es reconocido como un gran profeta de Dios. 

B. S egunda parábola: los dos deudores (Le. 7 :4 1 ,4 2 ). 

1. N uestro S eñ o r estaba com iendo en la casa de un fariseo llam ado Sim ón. 

2. U na m ujer de m ala reputación en tra calladam ente y (para sorpresa de los fariseos) hace lo siguiente: a. E m pezó a llo rar y regar con sus lágrim as los pies de Jesús. b. D espués los besaba y los secaba con sus cabellos. c. Los ungió con perfum e. 

3. Sabiendo que Sim ón le condenaba en su mente por perm itir las acciones de la mujer, el Señor le relata la parábola de un acreedor que perdona a dos de sus deudores, a uno quinientos denarios y al otro cincuenta. • 

4. D espués le pregunta a Sim ón cuál de ellos am ará m ás al prestam ista. 

5. F inalm ente relaciona la parábola con Sim ón y la m ujer. a. Sim ón no le ha d ad o el beso de bienvenida, pero la m ujer ha besado sus pies. b. Sim ón no ungió su cabeza con aceite, p ero la m uje r le ungió los pies con perfume. 

Paso veintiocho: de Naín a su segunda cam paña de predicación en Galilea (Mt. 12:46-50; 13:1-52; Mr. 3:19-35; 4:1-34; Le. 8:1-21; 12:10; 13:18-21) 

A. Le acompañan en este viaje sus discípulos y algunas mujeres mayores, tales como María Magdalena, Juana (la esposa del intendente de Herodes) y otra llamada Susana (Le. 8:1-3). 

B. Le acusan de estar fuera de sí y se convierte en m otivo de preocupación para sus fam iliares (M r. 3:21). 

C . Tercera parábo la: sujeción de un hombre fuerte (M r. 3:22-30). 

1. Le acusaban de echar fuera los demonios por B eelzebú, el príncipe de los demonios. 

2. El señala la in sensatez de tal acusación al preguntarles: »¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?» 

3. Continúa recordándoles que una casa dividida contra sí mism a no puede permanecer. 

4. Y concluye declaran d o que nadie puede en trar en la casa de un hom bre fuerte para robar a menos que an­tes lo ate. 

Esto es, por supuesto, lo que el Señor ha hecho con Satanás. 

5. Finalmente les advierte que acusarle de estar cooperando con Satanás es un pecado a los ojos de Dios que nunca será perdonado. 

D. Le anuncian que su madre y hermanos están esperando para verle, y él usa la oportunidad para decirles que todo aquel que hace la voluntad de Dios es su hermano, hermana y madre (M r. 3:31-35: M t. 12:46-50; Le. 8:19-21). 


E. Tercer sermón: sobre los ejemplos del reino (M t. 13:1- 52; Mr. 4 :!-3 4 ; Le. 8:4-18; 13:18-21). N ota: El térm ino «reino de los cielos», tal como lo usa Jesús, puede referirse a uno (o ambos) de los siguientes conceptos: 

1. AI gobierno general que el Padre ejerce desde el c ie ­ lo de los asuntos hum anos desde la creación hasta el m ilenio. De manera que todos, creyentes e incrédulos, son parte de su reino. (Véase Dn. 4:17.) 

2. El gobierno específico que el Hijo ejercerá desde Jerusalén sobre los asuntos humanos durante el m ilenio. En este tiempo será quitad a la maldición del pecado, y todos los hombres morarán en un ambiente perfecto. (V éase A p. 11:15.) E n el sermón que encontramos en  esta sección nuestro Señor se refiere fundamentalmente al primer concepto general. El sermón con siste de ejem p lo s m ediante nueve parábolas. 


F. Cuarta parábola: el sem brador, la sem illa y el terreno (M t. 13:1-9, 18-23; Mr. 4:1-20; Le. 8:4-15). 

1. Les relata la parábola: el sembrador salió a sembrar. 

a. Parte de ella cayó al lado del camino y fue pronto pisoteada por los hombres y comida por las aves. 

b. Otra cayó entre las rocas donde había poca tierra. La semilla brotó, pero se secó pronto por falta de hum edad y de raíces. 

c. Parte cayó en un lado de la tierra llena de espinos y éstos la ahogaron. 

d. O tra parle cay ó en buena tierra y dio fruto, unas / espigas a trein ta por uno, o tras a sesenta y otras a cien. 

2. Explica la parábola: el es el Sembrador y la semilla es su Palabra. 

a. Están aquellos que reciben la palabra sin realmente entenderla. Satanás inm ediatam ente la pisotea y la destruye. E ste es el ejem plo de la sem illa que cae al lado del cam ino. 

b. E stán aquellos que reciben la palabra de una m anera m uy superficial, y cuando llegan las persecu cio n es y las pru eb as, d esap arecen . Este es el ejem plo de la que cae entre rocas. 

c. Están los otros que reciben la Palabra pero la q uieren m ezclar con los placeres de la vida. Sin em­bargo, estas cosas m undanas term inan ahogándola. Este es el ejemplo de la que cayó entre espinos. 

d. Y, por último, están aquellos que reciben la Palabra con sinceridad y entendimiento. Estos son los únicos que llevarán mucho fruto . Esto s son el ejemplo de treinta, sesenta y ciento por uno. 


G. En este punto de su m inisterio, nuestro Señor explica a sus discípulos en privado la razón de hablar en parábolas. La intención es revelar verdades espirituales a los sinceros, pero ocultarlas de los escépticos (M t. 13:10-17; Mr. 4:10-12; L e. 8:9, 10). 


H. Quinta parábola: Satanás siem bra cizaña en el cam po del S eñ o r (M t. 1 3 :2 4 -3 0 , 36-43). 

1. R elata la parábola. a. U n hombre siembra buena sem illa en su cam po y luego se retira a descansar. b. Su enem igo viene durante la no ch e y siem bra c izaña en aquel cam po. c. El hombre decide no arran car la cizaña a fin de no arrancar tam bién el trigo. d. Planea esp erar hasta el tiem p o de la siega y o rd en ar entonces a los segadores que recojan y quem en la cizaña, y guarden el trigo en el granero. 

2. Explica la parábola. a. Él es el hom bre, el cam po es el m undo, y la buena sem illa son los creyentes. b. El enem igo es Satanás y la cizaña son los in crédulos. c. L a siega es el tin del siglo y los segadores son sus ángeles. d. El horno de fuego es el infierno y el g ranero es el ciclo. 


I. Sexta parábola: de sem brar a cosechar (M r. 4:26-29). 1. El crecim iento del reino es perm anente pero m isterioso. 2. Prim ero brota una hierba, luego se form a la espiga, y m ás tarde los granos llenan la espiga. 


J. Séptim a parábola: la poderosa sem illa de mostaza (M t. 13:31, 32; Mr. 4:30-32; Le. 13:18, 19). 1. El reino, a sem ejanza de una sem illa de mostaza, es muy pequeño cuando se planta. 2. Sin em bargo, cuando crece produce una de las plantas más grandes del jardín , hasta el punto de que las aves del cielo hacen nidos en sus ramas. 


K. Octava parábola: la levadura en la com ida y el reino de los cielos (M t. 13:33; Le. 1 3 :2 0 ,2 1 ). 

1. A quí el reino de los cielos es com parado a la levadura que una m u jer tom a y esco n d e en tres m edidas de harina. 

2. Toda la masa pronto quedó leudada. La Biblia Anotada de Scofield dice lo siguiente en relación con la levadura: «(1) L a levadura, como substancia simbólica, se menciona siem pre en el A.T. en el sentido m alo (Gn. 19:3, reís.). (2) El uso de la palabra en el N.T. explica su significado sim bólico. Es “malicia y maldad” en contraste con “sinceridad y verdad” (1 Co. 5:6-8). Es doctrina errónea (M t. 16:12), según ésta se enseñaba o practicaba por fariseos, saduccos y H erodianos (M t. 16:6; Mr. 8:15). La levadura de los fariseos era form alismo religioso (Mt. 2 3 :1 4 ,1 6 ,2 3 - 28); la de los saduceos, escepticism o en cuanto a lo sobrenatural y a las E scrituras (M t. 22:23, 29); y la de los Herodianos era la mundanalidad: ellos formaban un partido de H erodes entre los jud íos (M t. 22:16-21; M r 3:6)» (p. 976). 


L. Novena parábola: hallazgo de una fortuna en un cam po (M t. 13:44).

1. Un hombre encuentra un gran tesoro en un campo. 

2. Vende con g ozo todo lo que tiene para comprar el campo. 


M. Décima parábola: la perla de gran precio (M t. 1 3 :45,46) 

1. Un comerciante en perlas descub re una perla de gran valor. 

2. En consecuencia, él vende todo lo que tiene y la co m ­ pra. N ota: A lgunos estudiosos de la B iblia creen que el tesoro escondido es Israel, y la perla de gran p recio es la Iglesia. Si esto es así, esta es la prim era referencia a la Ig lesia en la B iblia. 


N. Parábola once: encogiendo en una pesca en el m ar (M t. 13:47-50). 

1. Lanzan una gran red al mar y pesca toda clase de peces. 

2. Los pescadores después separan los peces, recog ien ­ do los buenos en cestas y desech an d o los m alos. 

O. Parábo la doce: un hombre instruido y su tesoro (M i. 13:52). 

1. Todo hombre que es entendido en el reino es como el dueño de una casa. 

2. Puede sacar de su tesoro cosas viejas y nuevas. Cumplimiento número dieciséis de las profecías del Antiguo Testamento: que hablaría en parábolas. (C p. Is. 6:9, 10 con M t. 13:10-15.) El d o cto r M . F. U nger resum e m uy apropiadam ente estas siete parábolas presentadas en M ateo 13, escribiendo: «La siete parábolas (misterios) del reino (3-52). Se denom inan misterios porque contienen verdades que no han sido reveladas con anterioridad. Las siete parábolas se refieren a la época presente cuando la viña, Israel, no es cuidada (Is. 5:1-17). La parábola I revela que nuestro S eñor siem bra la sem illa de la Palabra en el cam p o (el m undo), 3-23. L a parábola 2, la de la buena sim iente y la cizaña, 24-30, interpretada en 36-43, m uestra la actividad y el engaño de S atanás durante la era presente, al falsificar el trigo, sustituyendo a los verdaderos hijos del reino por falsos creyentes (M t. 7:21-23). La parábola 3, la sem illa de m ostaza, 31-32, sim boliza el rápido crecim ien to d e l' m isterio del reino. La parábola 4, la de la levadura oculta en tres m edidas de harina, 35, advierte de cóm o las falsas en señanzas (la m ujer), pueden afectar con la levadura del erro r la verdad de la Palabra en esta época (cp. M t. 16:11, 12; M r. 8:15; 1 Co. 5:6; G á. 5:9). L a parábola 5, presenta a nuestro Señor, que dio todo lo que ten ía para p o seer el tesoro (Israel), o cu lto en el cam po, 4 4 (cp. Is. 53:4-10; Sal. 22:1; 2 Co. 8:9). El S eñor restau rará este tesoro sobre la base de su m uerte expiatoria. L a parábola 6 m uestra a n u estro S eñor com o un m ercader que halló ‘una perla p recio sa’, (la iglesia, E f. 5 :25-27) y vendió todo en el C alvario p ara com prarla, 45-46. L a parábola 7 p resenta a la red reco g ien d o co njuntam ente lo bueno y lo m alo, 47-52, los cuales perm anecerán ju n to s d u ­ rante esta era hasta que sean separados al final de la m ism a.» (Manual Bíblico de Unger, 

E ditorial P o rtavoz, pp. 485, 486.)


Paso veintinueve: de la segunda campaña de predicación en Galilea al país de los gadarenos (Mt. 8:18, 23-34; Mr. 4:35—5:20; Le. 8:22-39) 

A. M ilagro once: Jesús calm a una torm enta en el m ar (M t. 8:26; Mr. 4:39; Le. 8:24). 

1. Sobreviene una gran torm enta en el m ar de G alilea m ientras Jesús y los d iscípulos lo están cruzando. 

2. El dormía en la popa, pero es despertado p o r las voces atem orizadas de los discípulos clam ando por ayuda. 3. Jesús reprende a la torm enta y calm a el mar. .. 

B. M ilagro doce: curación del endem o n iad o gadareno (M t. 8:32; Mr. 5:8; Le. 8:33). 

1. Jesús es confrontado por un hom bre con espíritu inm undo, que se com portaba com o un loco descontrolado, y que cayó a sus pies. a. N o podía ser sujetado con cadenas ni grullos. b. V ivía en los sepulcros, dando voces e hiriéndose con piedras. 

2. El demonio de aquel maníaco y los o tros muchos espíritus malos que estaban dentro del hom bre reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios, y le suplicaron que no los atormentara antes de tiempo. a. «¿Q ué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?» b. «¿Has venido acá para a torm en tarnos antes de tiempo?» c. «Te conjuro por Dios que no nos atormentes.» 

3. Jesús perm ite que aquella legión de espíritus malos vaya a meterse.nadamás salir del hom bre, en un hato de cerdos que estaban cerca. 

4. A sí lo hicieron, y todo el hato, com puesto de unos dos mil cerdos, se precipitó al m ar p o r un d esp eñ adero y se ahogó. 

5. Al poco tiempo toda la ciudad se enteró, y llenos de temor pidieron a Jesús que se marchara de sus con­tornos. 

6. A l en trar en la b arca de nuevo, el endem oniado sanado le ru eg a que le perm ita ir con él. 

7. N uestro Señor, p o r el contrario, le pid e que vaya con su fam ilia y les de testim onio a ellos. 


Paso treinta: de la región de los gadarenos a Capernaum (Mi. 9:1, lJÓ-34; 11:2-19; Mr. 2:15-22; 5:21-43; Le. 5:29- 39; 7:18-35; 8:40-56; 16:16) 

A. Leví (M ateo) da un banquete p ara Jesús e invita alg u ­ nos de sus am igos inconversos. 1. HI Maestro es criticado por los mal intencionados fariseos por comer con los publícanos y pecadores. 2. Jesús los reprende y les explica que El ha venido a llamar a pecadores al arrepentimiento y no a los que se consideran a sí mismos justos (M t. 9:10-15; Mr. 2:15-20; Le. 5:29-35). 

B. Parábola trece: vestidos remendados y odres viejos (M t. 9:16, 17; Mr. 2:21. 22; Le. 5:36-39). 1. A lgunos discípulos de Juan el B autista se acercaron a Jesús para preguntarle por qué ellos ayunaban y, sin em bargo, Él y sus d iscípulos no lo hacían. 2. El S eñ o r les explica que en una boda los am igos del novio no ayunan, sino que están de tiesta m ientras Él está con ellos. 3. L es relata esta p arábola para aclarárselo todavía m ás, declarándoles que nadie cose rem iendo nuevo en vestido viejo, ni pone vino nuevo en odres viejos, porque am bos artículos se term inarán de rom per. Lo que está indicando es que el vino nuevo de una vida co n ­ trolada p o r el E spíritu no en caja bien en los viejos odres del legalism o judío. 


C . Milagro trece: curación de una m ujer con hem orragia ¡nterna"(M t. 9:22; Mr. 5:29: Le. 8:44). 1. N uestro S eñ o r va cam in o de realizar otro m ilagro cu an d o esta necesidad surge a su paso. a. La mujer: «Si locare solamente su manto, seré salva.» b. Jesús a los discípulos: «¿Q uién es el que m e ha to cad o ? ... A lguien m e ha tocado: porque yo he conocido que ha salido poder de m í.» c. Jesús a la m ujer (después que confesó que le h a ­ bía tocado): «H ija, tu fe te ha salvado: vé en paz.» 


D. M ilagro catorce: Jesús resu citar a la hija de Jairo (M t. 9:25; M r. 5:41; Le. 8:54). 

1. Jairo , uno de los principales de la sinagoga, recibe la noticia de que su hija ha m uerto. 

2. Jesús le conforta y le exhorta a que siga creyendo. 

3. El Maestro toma a Pedro, a Santiago y a Juan y entra en el cuarto de la niña con sus padres. 4. No hace caso de los comentarios de la gente que e staba afuera, y tomándola de la mano la restaura a la vida y manda que le den de comer. 

E. Milagro quince: curación de dos ciegos (M t. 9:29). 1. Jesús: «¿Creéis que puedo hacer esto?» 2. Los ciegos: «Sí, Señor.» 3. Jesús: «Conforme a vuestra fe os sea hecho.» 

F. Milagro dieciciséis: curación de un m udo en d em o n iad o (M t. 9:33). 1. L a gente se m aravilló a causa de este m ilagro. 2. Los fariseos continuaron acusándole de hacerlo a través del príncipe de los demonios. 

G. Contesta a las dudas de Juan, que estaba encarcelado, sanando a muchos (M t. 11:2-6; Le. 7 : 18-23). 

1. Juan había enviado a sus discípulos a Jesús para preguntarle si É l era el Mesías o si tenían que esperar a otro. 

2. En presencia de ellos restaura la vista a los ciegos, sana a los sordos, limpia a los leprosos y resucita a los muertos. 

3. Después les instruye para que vayan y le cuenten a Juan lo que han visto y oído. (Véase Is. 35:4-6.) 

H. Cuarto sermón: sobre Juan el Bautista (M t. 11:7-15; Le. 7:24-30). 

Nuestro Señor honra a Juan. Según Jesús: 

1. Juan no era una caña sacudida por el viento, sino un profeta fiel y siempre listo para m inistrar. 

2. Era el más grande los profetas. «D e cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista: pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él» (M t. 11:11). ¿A quien se refería Jesús con la declaración «el m ás pequeño ... m ayor es»? Se han dado dos ex ­ plicaciones: a. Que tenía al apóstol Pablo en m ente. (V éanse Ef. 3:8; 1 Co. 15:9.) b. Que estaba pensando en el milenio, cuando el menor de los ciudadanos de aquel glorioso reino conocerá y experimentará más de la majestad de Dios que cualquier profeta, sacerdote o rey en el pasado. 

3. El pueblo común y los pecadores escuchaban con gozo a Juan, pero los impíos líderes judío s lo menospreciaban. 

4. El m inisterio audaz de Juan marcó el comienzo de la oposición satánica al reino. 

5. Juan apareció en el espíritu del Elias del Antiguo Testamento. «Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti» (Mt. 11:10). Jesús asocia aquí la profecía de Malaquías 3:1 con Juan el Bautista. N o obstante, es im portante señalar que no m enciona la últim a parte del versículo, que dice: «Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis....» Según Habacue 2:20, cuando esto ocurra Cristo vendrá a juzgar. Su primera venida era para manifestar la gracia y por eso se omite esta segunda parte. 

I. Parábola catorce: una generación de gente inmadura (Mi. 11:16-19: Le. 7:31-35). 1. Jesús com para su generación a un grupo de niños volubles que juegan. 

a. Uno grupo dice: «Os tocam os la flauta, y no bailasteis.» 

b. El otro grupo responde: «Os endechamos, y no lamentasteis.» 2. Declara que esta inconstancia podía verse en Israel también. a. Juan practicaba el ayuno y los fariseos decían que tenía dem onio. b. Jesús no ayunaba y le acusaban de ser un comilón y bebedor de vino.


LA ETAPA DEL EVANGELIO DE LA GLORIA A LA GLORIA: 20, 21, 22, 23, 24 y 25

Paso veinte: de Nazaret a Capernaum (Mt. 4:13-22; 8:14-17; Mr. 1:14-38; Le. 4:31-42) 

A. Jesús empieza ahora a enfatizar el reino de los cielos y la doctrina del arrepentimiento en su ministerio (M t. 4:17; M r. 1:14, 15). 

B. Hace de Capernaum su centro de predicación (M t. 4:13). ^ 

C. Cumplimiento número trece de las profecías del Antiguo Testamento: que sería luz para los gentiles. (Cp. Is. 9:1, 2; 42:1-3, 6. 7: 60:1-3 con M t. 4:13-16; Hch. 13:47.) 

D. Llamó a un discipulado de tiempo completo a Pedro, Andrés, Santiago y Juan cuando echaban sus redes en el mar de Galilea. 

1. Les dijo: «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres» (M t. 4:19). 

2. Su respuesta fue: «Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron» (M t. 4:20). — 

E. Tercer milagro: curación de un hombre con espíritu inmundo en Capernaum (Mr. 1:25; Le. 4:35). 

1. El demonio: «¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno ? ¿Has venido para destruirnos? Se quién eres, el Santo de Dios» (M r. 1:24). 

2. El Salvador: «¡Cállate, y sal de él!» ( 1:25). 

3. La gente: «¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmun­dos, y le obedecen?» (M r. 1:27). 

4. Nota: Esta es la primera vez que encontramos a Cristo exorcizando a un demonio de un ser humano, pero le encontraremos haciéndolo en bastantes ocasiones. (Véanse Mt. 8:32; 9:33; 12:22; 15:28: 17:18; Lc. 8:2; 13:10-17.) Los demonios son ángeles caídos que se unieron a Lu cifer (quien se convirtió en Satanás) durante la rebelión en el cielo antes de la creación del hom bre. (Véanse Is.14:12-15; Ez. 28 :15 -17 ; Ap. 12:4: Ef. 6:12.) Sus actividades son múltiples y llenas de malicia. 

a. Se oponen al propósito de Dios (Dn. 9:11-14). 

b. Llevan a cabo el programa de Satanás (1 Ti. 4:1: Ap. 16:12-14). 

c. Afligen a las personas en la tierra. A algunos les causa: 

(1) Demencia (Mt. 8:28; 17:15). 

(2) Mudez (Mt. 9:32, 33). 

(3) Ceguedad (Mt. 12:22). }

(4) Herirse a sí mismo (Mr. 5:5). 

(5) Parálisis (Le. 13:11). 

(6) Sordera (Mr. 9:25). 

El número de demonios es aparentemente muy alto. Jesús expulsó a siete de María Magdalena (Mr. 16:9; Lc. 8:2) y posiblemente llegaron a 6.000 los del endemoniado gadareno (Mr. 5:9). 

F. Cuarto milagro: curación de la suegra de Pedro (M t. 8:15; M r. 1:31; Lc. 4:39).

G. Sanó a muchos aquel día poniendo sus manos sobre ellos (Le. 4:40,41 ; Mr.1:32-34; Mt. 8:16, 17). 

H. Cumplimiento número catorce de las profecías del Antiguo Testamento: que Él sanaría a muchos. Comparar Isaías 53:4 con Mateo 8:16, 17. ¿Estaba prometida la sanidad física en la expiación? Ciertamente que sí, pero fue cumplido durante el ministerio terrenal de Cristo. 

Notemos: «Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias» (Mt. 8; 16. 17). Esto no significa, por supuesto, que Dios no pueda sanar y no sane los cuerpos de los creyentes hoy; pero sí quiere decir que el hijo de Dios no puede demandar sanidad física total sobre la base de Isaías 53:4. 

I. Segunda oración; en la víspera de su primera gira de predicación por Galilea (Mr. 1:35; Lc. 4:42). 

1. Fue un tiempo de oración en un lugar apartado. 

2. Era la preparación para su primera ronda de predicación por Galilea


Paso veintiuno: de Capernaum a su primera gira de predicación por Galilea (Mt. 4:23; 8:2-4; Mr. 1:39-45; Le. 4:43—5:16) 

A. Empezó esta gira hablando a la multitud desde la barca de Pedro. 

B. Quinto milagro: pesca de una gran cantidad de peces (Le. 5 :5 ,6 ). 

1. Le pidió a Pedro que llevara la barca a la parte honda del lago y echara la red. 

2. Pedro se muestra escéptico: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada 

hemos pescado; más en tu palabra echaré la red» (Le. 5:5). 

3. La red se llena repentinamente de tal cantidad de peces que se rompía. 

4. Al ver esto Pedro, cae de rodillas a los pies de Jesús y confiesa su maldad. 

5. Jesús calma sus temores y le reconfirma que le usará como pescador de hombres. J. Vernon McGree escribe: «¡Qué púlpito! Creo que esta ilustración es tanto figurativa como sugestiva. 

Cada púlpito en una barca de pesca; un lugar desde donde se proclama la Palabra de Dios y se intenta pescar. Simón Pedro pescó hombres. Recordemos lo bien que lo hizo el día de Pentecostés. La respuesta del Señor a Pedro fue realmente significativa: 3.000 almas se entregaron a Cristo después de su primer sermón. Pedro pescaba según las instrucciones divinas. Tenemos aquí otra lección. ¿Sabe usted que hay otro pescador? ¿Sabe que Satanás también anda pescando? Véase 2 Timoteo 2:26. Satanás también echa su anzuelo a las aguas. Dios busca pescar tu alma, pero Satanás también lo procura y ceba su anzuelo con las cosas de este mundo. Como podemos ver, el anzuelo de Dios es una cruz.» (Luke. pp. 69, 72.) 

C . Sexto milagro: curación de un leproso (M t. 8:3; M r. 1:41). 

1. El leproso se postró ante Jesús y le pidió que lo sanara. 

2. Jesús tuvo compasión de él y le locó. 

3. Después le ordenó que se presentara ante el sacerdote para la purificación mosaica. (V éase Lv. 14:3, 4, 10, 22.) Nota: esta conmovedora solicitud de parte de un leproso sanado debió de causar bastante confusión y sorpresa entre los sacerdotes en el templo. Porque hasta ese momento no había habido necesidad de la ceremonia de purificación, pues no tenemos conocimiento de ningún israelita sanado de lepra hasta que Cristo vino, con la única excepción de María (Nm . 12:13-15). (Naamán, por supuesto, era sirio. Véase 2R. 5:1, 14.) 

4. Jesús le instruyó para que no dijera nada a nadie en público, pero el leproso sanado no pudo callarse y lo fue divulgando por todas partes. 

D. Jesús sana a muchos durante esta gira de predicación (M t. 4:23). 

E. Tercera oración: después de sanar a un leproso (Le. 5:16). Aunque se estaba haciendo famoso, él se retira para orar, entendemos entonces que su verdadera tarea no era la curación de los cuerpos de los hombres, sino más bien sus almas. 

Paso veintidós: regresa a Capernaum después de su primera gira de predicación en Galilea ^ (Mr. 9:2-9; Mr. 2:1-14; Le. 5:17-28) 

A . Séptimo milagro: curación de un paralítico (M t. 9:2, 6, ^ 7: M r. 2:5, 10-12; Le. 5:20, 24, 25). 

1. Este hombre es bajado por sus amigos a los pies de Jesús por un agujero en el techo. 

2. Jesús le perdona sus pecados. 

3. Por hacer esto, los fariseos le acusan de blasfemia. 

4. Jesús entonces sana al paralítico de su enferm edad para que sepa que tiene autoridad para perdonar pe­cados. 

5. La gente queda maravillada por lo que está sucediendo y alaba a Dios por ello. J. Vernon M cG ee escribe sobre esto: «Hay muchos que no van a recib ir el m ensaje de salvación a menos que uno levante su camilla y los lleve hasta donde puedan oír la voz del Señor. Están paralizados, inmovilizados por el pecado y por otras muchas cosas que el mundo tiene para ellos. Algunos están paralizados por los prejuicios y otros por la indiferencia. Ellos nunca van a oír a Cristo decirles: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”, a menos que levantem os su camilla y los llevemos a él.» (Luke, p. 74.) 

B. Jesús llamó a Mateo (Leví) a ser su discípulo (M t. 9:9; M r. 2:13, 14; Le. 5:27, 28). 

1. El Salvador simplemente entró en la oficina de Leví y le dijo: «Sígueme» (Le. 5:27). 

2. Y Leví «dejándolo todo, se levantó v le siguió» (Le. 5:28

FIN DEL PRIMER AÑO


Paso veintitrés: de Capernaum a los cam pos de Galilea (Mi. 12:1-8; Mr. 2:23-28; Le. 6:1-5) 

A. Jesús se ve metido en su primera discusión con los fariseos sobre el sábado porque permite a sus discípulos arrancar espigas y comer el grano en el día séptimo. 

B. Jesús lo justifica recordándoles la acción de David en el Antiguo Testamento cuando comió de los panes de la proposición para recuperar las fuerzas. 

1. El. pan que David comió estaba en el templo (1S. 21:3-6). 

2. Este pan era sólo para los sacerdotes. 

C. Les llama la atención al hecho de que Dios hizo el sábado por causa del hombre y no al hom bre por causa del día de reposo (M r. 2:27). 


Paso veinticuatro: de los campos de Galilea a una sinagoga galilea ^ (Mi. 12:9-14: Mr. 3:1-6; Le. 6:6-11) | | 

A. Octavo milagro: curación del hombre con una mano seca W (M t. 12:13; Mr. 3:5; Le. 6:10). 

1. Jesús notó la presencia en la sinagoga de un hombre que tenía su mano derecha seca. 

2. Los fariseos esperaron para ver si le sanaría en el día sábado. 

3. Dándose cuenta de sus malas intenciones, les pregunta si era lícito hacer bien o mal en sábado. 

4. Les recuerda que ellos sin duda sacarían en el día de reposo una oveja que hubiera caído en un hoyo, y él siente que un hombre es más importante que una oveja. 

5. Jesús sana al hom bre y su corazón se llena de enojo y tristeza por la d u reza del corazón de ellos. 


B. Los fariseos, fuera de sí por la ira que les consumía a causa de la acción de Jesús, consultan sobre cómo matarle.


Paso veinticinco: de una sinagoga en Galilea al monte Tabor (¿,?) (Mi. 5:1— 7:29:4:24, 25; 10:2-4; 12:15-21; Mr. 1:12; 3:7-19; Le. 6:12-49; 12:22-31, 57-59; 16:17) 

A. Sana a muchos a lo largo del cam ino (M t. 4:24, 25: Mr. 3:7-12). 

B. Los espíritus inmundos le reconocen com o el Hijo de Dios cuando los hace salir de las personas (M r. 3:11). 

C. Continúa cumpliendo la profecía de Isaías (M t. 12:17- 21). 

1. Que El sería el siervo de Dios, escogido, am ado y lleno del Espíritu. 

2. Que su justicia se mostraría en todas las naciones. 

3. No contendería ni gritaría en las calles. 

4. No quebraría la caña cascada ni apagaría el pábilo que hum eare. 

5. Que su propio nombre significaría victoria y esperanza para las naciones. pL L ) 

D. Cumplimiento número quince de las profecías del Antiguo Testamento: que trataría bondad o samente con los gentiles. (C p. Is. 9:1, 2; 42:1-3 con M t. 12:17-21; 4 :13- 16.) 

E. Cuarta oración: antes de escoger a sus doce discípulos (L e. 6:12).

F. Después de pasar la noche en oración buscando dirección, nuestro Señor escoge a sus doce discípulos. 

1. Sim ón Pedro. 

2. A ndrés. 

3. S antiago, hijo de Zebedeo. 

4. Juan. 

5. Felipe. 

6. Bartolomé. 

7. Tomás. 

8. Mateo. 

9. Santiago, hijo de A lfeo. 

10. Judas (Tadeo). 

11. Simón el Zelote. 

12. Judas Iscariote. Véanse en Mateo 10:2-4; Marcos 3:13-19; y Lucas 6:13-16 las listas co rrespondientes. 

G. Continúa al día siguiente sanando a las personas (Le. 6:17-19). 

H. Segundo sermón: sobre las características del reino (M t. 5— 7; Le. 6:20-49; 12:22-31; 57-59; 16:17). Según nuestro Señor, un ciudadano del reino debe poseer los siguientes rasgos: 

1. Debe ser pobre de espíritu, sabiendo que Dios le ha prometido un reino. 

2. Debe afligirse y llorar si fuera necesario, sabiendo que un día reirá y será consolado. 

3. Debe ser manso, porque en el futuro heredará la tierra. 

4. Debe tener hambre y sed de justicia, y entonces será satisfecho. 

5. Debe ser misericordioso a fin de que él mismo obtenga misericordia. 

6. Debe ser puro de corazón, sabiendo que verá a D ios. 

7. Debe ser un pacificador, a fin de que pueda ser llam ado hijo de Dios 

8. Debe gozarse en la persecución, sabiendo que su galardón será grande. 

9. Debe ser la sal de la tierra y la luz del m undo. 

10. Su justicia debe sobrepasar a la de los escribas y fariseos. 

11. No debe enojarse indebidamente con su hermano, sino buscar constantemente la reconciliación. 

12. No debe desear a la esposa de su herm ano. 

13. Debe honrar debidamente a su propia esposa. 

14. Sus respuestas deben ser sí o no, y deben ser sinceras y dignas de confianza. 

15. Debe amar a aquellos que le aborrecen y orar por los que le maldicen. 

16. Debe ser com pasivo. 

17. D ebe llevar a cabo sus obras de am or, ayunos y o raciones sin exhibiciones públicas. 

18. Su vida de oración debe incluir los siguientes elem entos: 

a. Una relación personal con Dios: «Padre nuestro». La palabra nuestro habla de la relación fraternal del creyente con otros cristianos. Aunque la Biblia no habla en ninguna parte de la paternidad universal de Dios, sí afirma la fraternidad universal de los creyentes. La palabra Padre expresa la relación entre Dios y el creyente. 

b. Fe: «Que estás en los cielos». Pablo declara que sin este elemento nuestras oraciones son inútiles. (V éase He. 11:6.) 

c. Adoración : « Santificado sea tu nombre». David creía que esta p arte de la oración era tan im p o rtan te que n om bró a un gru p o eleg id o selecto de h om bres que no h acía otra co sa en el tem plo sino alab ar y ad o rar a D ios. (V éan se 1 Cr. 23:5 ; 25:1, 7.) Juan ve en las visio n es de Apocalipsis a cuatro seres vivientes que existe n so lam en te p ara ad o rar a D ios, qu ien es «no cesaban día y noche de decir: S anto, santo, santo es el Señor Dios Todo poderoso , el que era, el q u e es, y el que ha de venir» (A p. 4:8). Recordemos también la declaración de Jesú s a la m u jer sam aritan a (Jn. 4:2 3 . 24). 

d. Expectación: «Venga tu reino». Este reino es el bendito reino milenario del que se habla tanto en el Antiguo Testamento. (Véanse Is. 2:2-4; 25:8; 35:1, 8, 10; 65:20, 25) y después visto an ticip adamente por Juan en el N uevo T estam ento (A p. 20: 1-6). c. Sum isión: «H ágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra». Jesús nos daría más tarde el mejor ejemplo de ello en Getsemaní. (Véase M t. 26:39.) ' f. Petición : «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy». Esto sugiere que nuestras oraciones deben ser diarias como nuestro pan. 

g. Confesión: «Y perdónanos nuestras deudas». La sangre de Cristo nos va a limpiar de nuestros pecados, pero ninguno va a ser excusado. Sólo los pecados confesados pueden ser perdonados (véase 1 Jn. 1:9). 

h. Compasión: «Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores». (Véanse Mt. 18:21-35 y Jn. 4:20.) 

i. Dependencia: «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal». Debem os ten er claro que aunque Dios nunca nos ha prometido librarnos de la tentación, sí ha prometido preservam os en y a través de la tentación. (V éase 1 Co. 10:13.) 

j. Reconocimiento: «Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria' por todos los siglos». (Véase la gran oración de David en I Cr. 2 9 :10 - 19 donde él anticipa realmente la parte final de la oración modelo de Jesús.) 19. Debe hacerse tesoros en los cielos y p referir a Dios antes que al oro en la tierra. 20. D ebe buscar siem pre primero el reino de Dios y su ju sticia. 21. Debe con fiaren Dios para su alimentación, dirección y vestido. 22. Nunca debe juzgar críticamente a su herm ano ni condenarle. 23. Será cuidadoso al hablar de cosas santas ante gente depravada. 24. Debe pedir, buscar y llam ar a la puerta de su Padre, creyendo que recibirá, que encontrará y que g anará la entrada. 25. Debe hacer por otros lo que quiera que sea hecho por él. 26. D ebe estar alerta de los falsos m aestros, identificánd olos p o r su frutos corrom pidos. C uarta predicción: relacionada con el gran trono blanco del juicio (M t. 7:21-23). 1. Muchos in crédulo s pretenderán en aquel día haber hecho grandes cosas en el nombre de Jesús. a. «Profetizamos en tu nom bre.» b. «En tu nombre echam os fuera demonios.» K. c. «Y en tu nombre hicimos m uchos m ilagros.» 2. El Salvador, sin embargo, conociendo bien el corazón de los hombres, les dirá: a. «Nunca os conocí.» b. «Apartaos de mí, hacedores de maldad.» Primera parábola: dos casas en una tem pestad (M t. 7:24- 27; Le. 6:47-49). 

1. Uno edifica sobre la roca y se mantiene firme. 

2. Otro edifica sobre la arena y cae. 

K. Jesús term ina su sermón y la gente está m aravillada de su enseñanza, de su autoridad y de la claridad de sus ilustraciones.