LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO CUARTA PARTE

  LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO 

II. Los reyes de esta etapa del reino dividido.

EN LA INTRODUCCION A ESTA ETAPA SE REVISA COMO 

A) LA VISION DE CONJUNTO Y 

B) EL METODO DE MIRAR CON LUPA  ---------> ESTE  TITULO  TIENE LOS REYES DEL NORTE VISTO EN EL CAPITULO ANTERIOR "SEGUNDA PARTE" Y  TERCERA PARTE HABLARA DE LOS REYES MAS IMPORTANTES DEL REINO DEL NORTE PRIMERAMENTE Y LUEGO LOS REYES DEL SUR. AHORA ESTA CUARTA PARTE TRATARA LOS PROFETAS ORALES DE ESTE PERIODO DEL REINO DIVIDIDOS ( ELIAS Y ELISEO)


Los profetas orales importantes 

A. Elias. 

Vamos a considerar el ministerio de Elias, uno de los profetas más interesantes y valerosos que jamás viviera, siguiendo primeramente un bosquejo de temas y después en estricto orden cronológico. Una consideración bosquejada de su vida por asuntos: 

1. Elias y el rey Acab: 

a. Anuncio de la sequía de tres años y medio (1 R. 17:1). 

b. El desafío del monte Carmelo (18:17-20). 

c. Predicción del final de la sequía (18:41-46) 

d. La sentencia de muerte del rey y su esposa (21:17-24). 

2. Elias y los cuervos en el arroyo de Qucrit (17:2-7). 

3. Elias y la viuda de Sarepta (17:8-15). 

4. Elias y Abdías (18:1-16). 

5. Elias y el pueblo de Israel (18:20-24). 

6 . Elias y los sacerdotes de Baal (18:25-40). 

7. Elias y Dios (19:1-18). 

8 . Elias y Elíseo a. Llamándole a un servicio especial (1 R. 19:19-21). b. Preparándole para un servicio especial (2 R. 2:1-10). 

9. Elias y Ocozías (2 R. 1:1-17). 

10. Elias y el carro de fuego (2 R. 2:11). 


Un estudio cronológico de su vida 

1. El doctor John Whitcomb presenta a este poderoso tisbita de la siguiente manera: «A semejanza de un meteoro que aparece como una ráfaga repentina de luz en el oscuro cielo, Elias aparece en escena sin trasfondo histórico y sin previo aviso.» {Solomon to the Exile, p. 50.) 

2. Anuncia al malvado rey Acab que iban a padecer una gran sequía como castigo por el pecado (1 R. 17:1). Santiago, el escritor del Nuevo Testamento, se refiere a esta terrible sequía como una prueba del tremendo poder de la oración (Stg. 5:17). Santiago dice que la sequía duró tres años y medio. La falta de agua fue un castigo divino por el pecado. (Véanse Dt. 11:13-17; 28:24; 2 Cr. 7:12-15.) 

3. Dios le ordena después a su profeta que vaya a esconderse (de la ira del rey) al arroyo de Querit, en el lugar donde se une al Jordán (17:2). Allí sería alimentado de manera sobrenatural por algunos cuervos. 

4. Elias es después enviado a una ciudad ubicada en la misma región de donde procedía Jezabel, llamada Sarepta, donde Dios había encomendado a una viuda que le alimentara. Después de lo que le pudo haber parecido una eternidad (un año o más), Elias al fin se graduó del I.A.S. (Instituto del Arroyo Seco). La experiencia del arroyo seco casi siempre precede, en el plan de Dios para sus siervos escogidos, al desafío del monte Carmelo. Pablo pasó tres años en el I.B.A. (Instituto Bíblico de Arabia, Gá. 1:18) y Moisés paso unos cuarenta años en I.B.S. (Instituto Bíblico del Sinaí). (Véanse Ex. 3:1; 1 R. 17:8, 9.) Una vez más Dios lleva a cabo lo inesperado. Su profeta que había sido alimentado por unos cuervos, es ahora cuidado por una anciana viuda, solitaria y pobre. Elias le pide a esta viuda y a su hijo, carentes de recursos, que compartan con él los últimos alimentos de que disponen, y les promete que Dios va a hacer que sus vasijas de aceite y harina estén siempre llenas hasta que termine la sequía y puedan cosechar otra vez. La viuda comparte con    él por fe y encuentra que la promesa de Dios es verdadera (17:10-16). 

5. De repente, sin ninguna indicación previa, el hijo de la viuda fallece. La viuda, en sus expresiones de dolor en este momento, señala dos cosas significativas (1 R. 17:18): 

a. El testimonio de Elias. Notemos la expresión: «Varón de Dios». Aquí tenemos a una mujer que había visto al profeta fuera del púlpito y antes de que tomara su primera taza de café en la mañana. Ella le vio tal como era y todavía le pudo llamar «varón de Dios». La mayor prueba de la religión de un hombre es la prueba del hogar. 

b. Su propia inquietud de conciencia. Le preguntó si había ido a su casa para hacerla recordar sus pecados. Quizá había algo secreto y vergonzoso en su pasado que intranquilizaba constantemente su conciencia. 

6 . Elias tomó al niño en sus brazos y lo subió al cuarto donde estaba alojado, se echó tres veces sobre el cuerpo sin vida del muchacho y oró a Dios pidiendo que el Señor le devolviera a la vida. Dios escuchó su oración. Esta es la primera de ocho resurrecciones corporales que aparecen en la Biblia (sin contar la resurrección de Cristo). Son: 

a. Elias resucitó al hijo de la viuda (1 R. 17:22). 

b. Eliseo resucitó al hijo de la sunamita (2 R. 4:35). 

c. Los huesos de Eliseo resucitaron a un hombre cuyo cuerpo muerto tocó los restos del profeta durante un funeral(2 R. 13:21). 

d. Cristo resucitó a la hija de Jairo (Mt. 9:25). 

e. Cristo resucitó al hijo de la viuda (Le. 7:14). 

f. Cristo resucitó a Lázaro (Jn. 11:43, 44). 

g. Pedro resucitó a Dorcas (Hch. 9:40, 41). 

h. Pablo resucitó a Eutico (Hch. 20:12). 

7. Dios promete a Elias que pronto enviará lluvia y ordena a su profeta que confronte a Acab otra vez. En el camino hacia el palacio, Elias se encuentra con Abdías, un creyente apóstata que servía como mayordomo del rey. Abdías intenta impresionar a Elias con sus buenas obras (había ocultado a 

100 profetas en una cueva para protegerlos de la ira asesina de Jezabel), y con resistencia y temor accede a informar a Acab de la presencia de Elias 

(1 R. 18:1-16). 

8 . En el encuentro Acab culpa a Elias de todas las dificultades que padece Israel. 

9. Elias, por supuesto, rechaza las necias acusaciones de Acab y desafía al rey y a todos sus sacerdotes paganos a una prueba de fuego en el monte Carmelo, bajo las siguientes reglas: 

a. Dos bueyes serían sacrificados y puestos sobre dos altares, uno dedicado a Baal y otro a Dios. 

b. Se oraría a ambas deidades, y el verdadero dios demostraría que lo era enviando fuego del cielo que consumiera su sacrificio (1 R. 18:23-25). 

10. Los sacerdotes de Baal oran primero, agonizando, gritando, danzando y sajándose para atraer la atención de su dios, pero todo fue en vano. Durante este tiempo Elias estuvo mofándose de ellos. Leemos que sobre el mediodía Elias se burlaba de ellos: «Ustedes tienen que gritar más fuerte para atraer la atención de su dios. Quizás está conversando con alguien, o quizás está sentado meditando, o quizás está de viaje, o se ha dormido y necesita ser despertado» (1 R. 18:27, La Biblia al Día)

11. Al atardecer le llegó el turno a Elias. Tomó doce piedras y reconstruyó un viejo altar de Jehová que estaba en aquel lugar. Luego hizo una zanja alrededor del altar y mandó que echaran doce cántaros de agua sobre el altar y el sacrificio, de forma que se llenó la zanja de agua. Finalmente, Elias se acercó y oró (18:36, 37). 

12. Cayó fuego inmediatamente del cielo y consumió el sacrificio. Notemos el orden en que las cosas se consumieron en el altar: 

a. El holocausto. Esto habla de nosotros mismos (Ro. 12:1-3).

b. La madera. Esto habla de nuestros esfuerzos. Es trágicamente posible para un pastor experimentar el domingo en el culto fuego sin madera o madera sin fuego. Lo primero sucede cuando no ha estudiado y lo segundo cuando no ha orado. 

c. Las piedras. Hablan de las cosas difíciles en nuestras vidas. 

d. El polvo. Habla de las cosas inútiles en nuestras vidas. 

e. El agua. Esto habla de las cosas imposibles en nuestras vidas (18:38). 

13. Seguidamente Elías ejecutó a los profetas de Baal. 

14. Finalmente, después de orar siete veces, hubo un gran aguacero (18:45). Dios a veces obra en forma indirecta, lo hace así para lograr ciertas cosas específicas. A través de esto: 

a. Elias recibió una valiosa capacitación para su futuro ministerio. 

b. Un rey irrespetuoso supo lo que es el temor de Jehová. 

c. Una mujer pagana creyó en el nombre del Señor. 

d. Un joven fue resucitado. 

e. Un apóstata fue restaurado a la comunión espiritual. 

f. La nación de Israel experimentó un avivamiento temporal. 

g. Un gran número de enemigos de Dios fueron destruidos. 

15. Jezabel, al enterarse de lo que había hecho Elias, juró matarlo antes de veinticuatro horas, y Elias escapó para salvar su vida (19:2). Este hecho nos muestra dos verdades espirituales importantes: 

a. La infalibilidad de la Palabra de Dios. Ningún autor humano hubiera incluido el triste relato que leemos aquí. Esta experiencia en la vida de un siervo de Dios tan audaz y valeroso habría sido ignorada o negada. 

b. La falibilidad del hombre de Dios. Elias, al igual que David, fue un hombre que le falló a Dios en lo que supuestamente era su punto más fuerte. En el caso de David era la pureza y en la situación de Elias era el valor; pero ambos fallaron. Los dos necesitaron aprender la lección que Pablo enseña en 2 Corintios 12:1-10. 

16. Elias huyó hacia el este y después de un día de camino cayó agotado debajo de un enebro, y le pidió a Dios que le quitara la vida (19:4). Esta oración fue hecha hace veintiocho siglos y Dios todavía no la ha contestado. Elias, a semejanza de Enoc, fue llevado en vida al cielo para que no muriera. (Cp. Gn. 5:24 con 2 R. 2:11.) Pero algún día el Señor va a permitir a su profeta que ponga su vida por Jesús. (Comparar Mal. 4:5, 6 con Ap. 11:3-12.) También Moisés (Nm. 11:15) y Jonás (4:3) oraron de esta manera desesperada. 

17. Después de un buen descanso, un ángel de Dios le tocó y le ofreció alimentos (19:5). Dios frecuentemente permite a sus ángeles participar en sus asuntos con el hombre. (Véase He. 1:14; 1 P. 1:12.) Elias se encontraba completamente agotado después de haber caminado unas 150 millas (aproximadamente 240 km) desde Jezreel hasta Beerseba; necesitaba ahora descanso y alimento. Nuestras naturalezas física y espiritual están tan íntimamente entrelazadas que se afectan automáticamente la una a la otra. Parte de la terrible depresión que Elias sufría se debía al maltrato que había dado a su cuerpo. El estómago puede afectar al alma. (Véase Sal. 127:2.) 

18. Finalmente, Dios mismo le habló con un sonido suave y delicado cuando se encontraba en una cueva, quizá la misma cueva desde la que Moisés pudo ver la gloria de Dios unos cinco siglos antes. (Cp. 19:9 con Ex. 33:21-23.) A pesar de su resistencia a hacer lo que Dios le indicaba, el Señor ordenó a Elias que llevara a cabo inmediatamente cuatro tareas: a. Que volviera y empezara a predicar de nuevo. Además, no estaba solo como él pensaba, porque el Señor tenía todavía 7.000 en Israel que no se habían arrodillado ante Baal ni lo habían besado (19:15, 18). 

b. Que ungiera a un hombre llamado Hazael como rey de Siria (19:15). 

c. Que ungiera a un hombre llamado Jehú como rey de Israel (19:16). 

d. Que empezara a entrenar a Elíseo para que le sucediera como profeta (19:16). Notemos de pasada que la oración de Elias aquí (19:10) es la única oración de un creyente israelita que intercede en contra de su amado Israel. Pablo dice específicamente que este era el caso (Ro. 11:1-4). Es innecesario decir que Dios nunca ha respondido, ni responderá, a esta clase de oración. Juan y Santiago manifestaron el mismo espíritu vengativo acerca de ciertos samaritanos incrédulos (Le. 9:55). 

19. Elias retomó y encontró a Elíseo arando. Se acercó a él y le echó su capa encima de sus hombros. Elíseo pidió permiso para hacer una fiesta de despedida para sus padres y criados y después siguió a Elias (19:19-21). 

20. Elias confrontó al inicuo Acab en el viñedo de Nabot. Allí predijo el juicio divino de muerte para el rey y su esposa Jezabel por el asesinato a sangre fría del piadoso Nabot (1 R. 21:17- 24). 

21. Tiempo después, Ocozías, el impío rey del norte (hijo mayor de Acab), sufrió una caída desde una ventana en el piso alto de su palacio en Samaria y quedó muy lastimado. Temiendo lo peor, envió mensajeros al templo pagano dedicado a Baal-zebub, dios de Ecrón, en tierra de los filisteos, para preguntar si se recuperaría (2 R. 1:1-3). Este inicuo hijo de Acab aparentemente ignoraba la historia de Israel, porque si la hubiera conocido no habría confiado en un dios pagano que se mostró totalmente impotente para proteger a sus adoradores contra la ira del Arca de Dios (1 S. 5:10-12). Elías fue instruido por Dios para que saliera al encuentro de estos mensajeros y los hiciera volver a Ocozías con su profecía, de que debido a la idolatría del rey, él ciertamente moriría pronto (2 R. 1:3-6). Ocozías identificó correctamente la identidad de aquel capa peluda y ceñido con un cinturón de cuero, y ordenó a un capitán y cincuenta soldados que fueran a arrestarlo. Cuando los soldados se le acercaban, Elias pidió que descendiera fuego del cielo y fueron consumidos. El rey envió otros cincuenta y les sucedió lo mismo. El capitán del tercer grupo de cincuenta se arrodilló ante el profeta y le rogó que respetara sus vidas y les acompañara. Elias accedió y pronto estuvo frente al rey, a quien repitió palabras semejantes a las que una vez había dicho a su padre Acab. Ocozías murió poco después y fue sucedido en el trono por Joram, su hermano más joven (2 R. 1:7-17). Apenas reinó dos años. 

22. El extraordinario ministerio de Elias se acerca ahora a su fin y pronto sería llevado en un torbellino al cielo sin morir. Recorrió rápidamente por última vez los lugares donde solía ministrar, desde Gilgal a Bet-el y desde Jericó al Jordán. Aprovechó las tres primeras paradas para probar la determinación de Eliseo, sugiriéndole que quizá él quisiera dejar aquella clase de vida que llevaba un profeta y volver a la tranquilidad de su hacienda. Rehusó hacerlo en cada ocasión (2:2, 4, 6 ), afirmándolo con las convincentes palabras: «Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré.» Eliseo, ai igual que Rut, demostró que era digno de las bendiciones de Dios (Rut 1:15-17). Elias habló tanto en Bet-el como en Jericó con los hijos de los profetas que vivían en estos lugares. Estos hombres probablemente habrían podido ligar su herencia profética a las escuelas de profetas de los días de Samuel (1 S. 19:20). Pero ahora no formaban un grupo muy entusiasta. a. Estaban atemorizados (1 R. 18:4). 

b. Intentaron desanimar a Eliseo (2 R. 2:3,5). 

c. Carecían de fe (2 R. 2:16-18). Cuando llegaron al río Jordán, Elias dobló su manto y golpeó el agua con él; las aguas se separaron y ellos pudieron cruzar en seco (2:8). 

23. Elías entonces le preguntó a Eliseo qué quería que hiciera por él antes de que fueran separados. Eliseo pidió que le otorgara una doble porción de su espíritu. Elías le respondió que aquello era difícil, pero que le sería concedido si estaba presente cuando él partiera (2:9, 10). 

24. Repentinamente un carro de fuego, tirado por caballos de fuego, apareció ante ellos y Elías fue arrebat«¿Dónde está Jehová, el Dios de Elias?»ado al cielo en un torbellino (2 : 1 1 ). Así se convirtió en la segunda persona que vio la gloria sin pasar por el sepulcro. (Véase Gn. 5:24 para la otra persona.) 



B. Eliseo. 

1. Separación de las aguas del Jordán (2 R. 2:14). Cuando Elías desapareció de su vista, Eliseo recogió el manto de su maestro y volvió a la orilla del Jordán para comprobar si su petición de poder le había sido concedida. Golpeó las aguas con el manto de Elías y gritó:  Las aguas del río se apartaron inmediatamente. Esta fue la tercera vez que semejante milagro ocurrió en la historia de Israel. (Cp. Jos. 3:17; 2 R. 2:8, 14.) En nuestro mundo de hoy, el grito es: «¿Dónde están los Elias del Señor Dios?» Todo esto fue observado por los estudiantes del I.B.J. (Instituto Bíblico de Jericó), pero estos profetas pesimistas encontraron difícil creer que Elias había sido realmente llevado al cielo. Por consiguiente, sugirieron que algunos de sus hombres más fuertes se organizaran en un equipo de rescate. «... quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis» (2 R. 2:16). Como le insistieron repetidas veces, Eliseo estuvo de acuerdo en ir a buscarle; pero después que cincuenta hombres le buscaron durante tres días se dieron por vencidos (2 R. 2:17, 18). Eliseo usó su poder sobrenatural en toda su amplitud. Ningún otro en el Antiguo o Nuevo Testamento (aparte de Cristo), con la posible excepción de Moisés, se le puede comparar en sus milagros. 

2. La purificación de las aguas de Jericó (2:19- 22) . En Jericó Eliseo purificó las aguas de un pozo de la ciudad que estaban contaminadas y que las gentes creían que producía abortos. El las sanó echando un tazón de sal en las dañinas aguas (2 R. 2:19-22). Siglos antes Moisés había realizado un milagro similar en Mara (Ex. 15:23-25). 

3. Juicio sobre algunos maleantes en Bet-el (2:23, 24). En su camino a Bet-el le salió al encuentro una banda de jóvenes maleantes de aquella ciudad que se burlaban de su calvicie y del reciente arrebatamiento al cielo de Elias. Eliseo hizo que aparecieran dos osos que despedazaron a cuarenta y dos de aquellos muchachos como castigo divino (2 R. 2:23-25). La palabra hebrea yeled que se ha traducido a veces como «niños pequeños», debe sin duda traducirse como muchachos o jóvenes. La misma palabra la encontramos en 1 S. 16:11, refiriéndose a David, y para ese entonces David ya tenía bien establecida su reputación de «guerrero valiente» (1 S. 16:18), habiendo matado a un león y a un oso (1 S. 17:34-37). Notemos las palabras de mofa que usaban: «¡Calvo, sube! ¡Calvo, sube!», un esfuerzo obvio por ridiculizar el arrebatamiento de Elias. (Véase Lv. 26:21,22.) 

4. Hizo que se llenaran de agua unos estanques vacíos (2 R. 3:16-27). Este milagro tuvo lugar en los días de Josafat rey de Judá. Josafat había sido otra vez arrastrado por la dinastía de Acab a una alianza profana. Esta vez (la cuarta y la última), el rey Joram, el hijo más joven de Acab, le persuadió a ser parte de una alianza para derrotar a Moab, que se había rebelado contra Israel, rehusando pagar tributo después de la muerte de Acab (3:1-8). Los dos ejércitos aliados se encontraron en el desierto de Edom y pronto se enfrentaron con el problema del agua. En su desesperación los dos reyes se propusieron consultar con Eliseo cuando descubrieron que se encontraba secretamente entre ellos. Eliseo no hizo caso de los ruegos del malvado Joram, pero accedió a ayudar por amor de Josafat. Siguiendo sus instrucciones cavaron grandes estanques y al día siguiente Dios los llenó de agua (3:9-20).

Los moabitas se habían ya dado cuenta del inminente ataque y juntaron todas sus tropas tomando posiciones en la frontera. En el día de la batalla, los moabitas fueron confundidos por los rayos del sol que brillaban sobre el agua de los estanques, creyendo que era sangre; se lanzaron inmediatamente al ataque convencidos de que sus enemigos se habían enzarzado en un combate sangriento entre ellos (3: 21-23). Esta acción precipitada les hizo caer en una trampa que les llevó a una completa derrota. El rey de Moab se refugió en una ciudad y cuando vio la situación desesperada en que se encontraba trató de romper el cerco dirigiendo a 700 hombres que manejaban espada. Cuando esto le falló, tomó a su hijo mayor y, ante el horror de los soldados aliados que lo observaban, le sacrificó a su dios como ofrenda quemada (3:22-27). 

5. Llenó de aceite vasijas vacías (4:1-7). En Samaria rescató a la viuda de un profeta temeroso de Dios que estaba azotada por la pobreza de manos de su acreedor, que la amenazaba con llevarse como esclavos a sus dos hijos por falta de pago. Elíseo ordenó a la mujer que pidiera prestadas a sus vecinas todas las vasijas que pudiera encontrar y que luego vaciara su jarro de aceite en las vasijas. Así lo hizo y todas las vasijas quedaron llenadas de forma sobrenatural, resolviéndose así su problema de deudas (2 R. 4:1-7). A Dios le encanta usar las cosas pequeñas: 

a. Usó la vara de Moisés (Ex. 4:2). 

b. Usó la vara de Aarón (Nm. 17:8). 

c. Usó la honda de David (1 S. 17:49). 

d. Usó la trompeta de Gedeón (Jue. 7:18). 

e. Usó el puñado de harina de la viuda (1 R. 17:12).

f. Usó la comida de un jovencito (Jn. 6:9-11). 

6 . Resucitó en Sunem a un niño muerto (4:18-21, 32-37). Una mujer prominente de la ciudad y su esposo le habían dado un lugar para descansar. Para recompensarla por su amabilidad, Eliseo le prometió que tendría un hijo. El hijo nació pero años después enfermó y murió. La madre en su desesperación buscó a Eliseo y le rogó que hiciera algo por su hijo. Él entonces envió a Giezi, su poco piadoso siervo, para que pusiera el báculo del profeta sobre el rostro del niño, pero fue en vano. Entonces llegó Eliseo, se tumbó sobre el niño en la cama, lo estrechó sobre su cuerpo; el niño entró en calor, estornudó siete veces y abrió sus ojos (2 R. 4:8-37). Más tarde Eliseo advirtió a esta mujer de que habría de parte de Dios un período de siete años de hambre y la aconsejó que se fuera con su familia a otro lugar. Al volver fue al rey Joram del norte para reclamarle su tierra. Sucedió que Giezi estaba allí contándole al rey cómo una vez Eliseo había resucitado a un niño, y en ese preciso momento la mujer entró. El rey quedó tan impresionado que ordenó se le restablecieran a la mujer sus propiedades (2 R. 8:1-6). 

7. Purificación de la olla de comida en Gilgal (4:38-41). El Gilgal, un estudiante de los hijos de los profetas echó por ignorancia en la olla de comida que estaba preparando Giezi, calabazas envenenadas. Nada más descubrirlo Eliseo lo purificó echando harina en la olla (2 R. 4:38-41). 

8 . Alimentó a 100 hombres de manera sobrenatural haciendo que veinte piezas de pan y un saco de trigo se multiplicaran y sobrara (4:42- 44). Estando cerca de Baal-salisa alimentó de forma sobrenatural a 1 0 0 hombres usando un saco de trigo y veinte piezas de pan de cebada. Una vez más Giezi, el sirviente del profeta mostró su naturaleza camal dudando de que se pudiera hacer. Actuó él aquí como lo hicieron años después Felipe y Andrés antes del milagro de la alimentación de los 5.000 que Cristo realizó según Juan 6:5-13 (2 R. 4:42-44). 

9. La curación de Naamán (5:1-19). El rey de Siria tenía en este tiempo un general de su ejército que se llamaba Naamán. Este general era un hombre honorable, valiente y exitoso, pero era también leproso (2 R. 5:1). Una joven criada hebrea que servía en casa de Naamán le habló a su amo acerca del milagroso poder del profeta Eliseo en Israel. Actuando en base del testim onio de esta joven esclava, el rey de Siria envió a Naamán al rey Joram de Israel, llevándole un regalo de treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro, y diez mudas de ropa, además de una carta personal de recomendación, solicitando la sanidad de su súbdito (5:2-6). Joram se llenó a la vez de ira y de temor ante semejante petición y llegó a la conclusión de que esta demanda de Siria era una excusa para invadirles de nuevo. Eliseo, por otra parte, se enteró pronto del propósito de la visita de Naamán e invitó al leproso general a que le visitara (5:7, 8 ). Naamán llegó a la casa del profeta y esperó a la puerta, allí fue instruido por un criado para que fuera hasta el Jordán y se lavara siete veces en el río, a fin de curarse de la lepra. El soldado sirio se enfureció ante un «trato tan impersonal», pero fue finalmente convencido por sus siervos para que obedeciera quedando inmediatamente sanado al hacerlo (5:9-14). Naamán volvió a la casa de Eliseo y esta vez el profeta le saludó, pero rehusó aceptar su regalo. Giezi, el criado de Eliseo, codició el regalo y poco después fue tras Naamán para decirle que su amo había cambiado de opinión acerca del obsequio. Naamán le dio seis mil monedas de plata y dos mudas de ropa nuevas. Eliseo lo descubrió y Giezi fue castigado a padecer la misma clase de lepra de la que Naamán había sido curado (5:15-27). 

10. Predijo el juicio de lepra sobre Giezi (2 R. 5:15-27). 

11. La recuperación de un hacha perdida (6:1-7). Eliseo hizo que un hacha que había caído accidentalmente al río Jordán flotara en el agua (2 R. 6:1-7). 

12. Reveló el plan secreto de guerra de Siria (6 :8 - 12). El profeta Eliseo, que se negó una vez a ayudar a Joram del reino del norte, le ayuda ahora avisándole de varios planes sirios de tenderle emboscadas (2 R. 6:8-10)

El rey de Siria llegó a pensar que tenía un traidor en sus propias filas que informaba al rey de Israel de todos sus proyectos, pero uno de sus oficiales le informó que era Elíseo el que conocía y revelaba sobrenaturalmente todos los planes (6:11, 12). En consecuencia, envió soldados de caballería e infantería a Dotán para prenderlo. Al despertarse al día siguiente, Elíseo se encontró cercado en la ciudad por el ejército sirio (6:13-15). 

13. Oró para que su siervo pudiera ver a un invisible ejército celestial y para que fueran cegados los soldados sirios (6:15-23). El criado de Elíseo estaba aterrado, pero el profeta pronto le reafirmó: «Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Elíseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Elíseo. Y luego que los sirios descendieron a él, oró Elíseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Elíseo» (6:16-18). Entonces Elíseo guió a estos soldados sirios ciegos a Samaria, donde sus ojos fueron abiertos. El rey Joram (del reino del norte) estaba determinado a matar a estos incapacitados soldados enemigos, pero el profeta se lo impidió (6:19-23). Este pequeño relato refuta por sí mismo la denuncia diabólica de liberales e incrédulos de que el Antiguo Testamento es solamente un relato sangriento de matanzas bajo la ley de «ojo por ojo y diente por diente». Aquí todo un ejército sirio fue derrotado mediante la compasión. (Véase Ro. 12:20, 21; Pr. 25:21,22; Mt. 5:43-45.) 

14. Cegó a todo un ejército sirio (2 R. 6:18-23). 

15. Predijo que Samaria no perecería de hambre (2 R. 7). Algunos años después (quizá después de la muerte de Naamán), los sirios invadieron otra vez el reino del norte y sitiaron a Samaria, la capital, causando que en la ciudad se pasara mucha hambre. Debió ser algo horrible e indescriptible, al punto de que una cabeza de asno llegó a costar ochenta monedas de plata, y un cuarto de litro de estiércol de paloma cinco monedas de plata. Llegó a ser tan desesperada la situación que practicaron incluso el canibalismo (6:29).

Moisés había profetizado cinco siglos antes que estas llegarían a ser las consecuencias si desobedecían al Señor (Lv. 26:27-29). El reino de Judá en el sur sufrió situaciones parecidas de desesperación durante la destrucción de Jerusalén. (Comparar Dt. 28:53 con Lm. 4:10; véase 2 R. 6:25-29.) El rey Joram de Israel recordó con resentimiento cómo Elíseo le había impedido años atrás destruir al ejército sirio cuando estaba ciego a su merced, y juró ejecutar al profeta, culpándole por la terrible situación que ahora sufrían (6:31). El imperturbable profeta ignoró las amenazas del rey y predijo que el alimento sería tan abundante que al día siguiente se podrían comprar en el mercado de Samaria siete litros de harina o quince litros de cebada por una moneda de plata. También predijo que el ayudante personal del rey, un hombre muy arrogante, vería el alimento pero no viviría para comerlo (7:1, 2). Fuera de las puertas de la ciudad se hallaban sentados cuatro leprosos hambrientos que decidieron en su desesperación rendirse al rey de Siria, y a ese fin se encaminaron hacia el campamento enemigo (7:3, 4). Pero el Señor hizo que sus propios pasos resonaran como ruido de carros de combate, caballería y gran ejército. Los sirios pensaron que el rey de Israel había contratado a los hititas y a los egipcios para atacarlos (7:5-7). Dios ya había empleado este método antes (2 S. 5:23, 24; Jue. 7:16-21; 2 Cr. 20:20-25). Después de saquear el campamento, fueron y llevaron las buenas nuevas a Samaria. No tardando mucho, miles de personas, frenéticas y felices, salían corriendo por la puerta camino del campamento sirio. El rey ordenó a su ayudante personal que controlara la situación en la puerta, pero la gente ansiosa por salir le atropelló y murió, tal como Elíseo había profetizado. Aquel mismo día se compraban a la puerta de Samaria siete litros de harina o quince litros de cebada por una moneda de plata (7:8-20). 

16. Predijo la muerte de Ben-adad rey de Siria, y el subsiguiente reinado de Hazael (2 R. 8:7- 15). Elíseo marchó a Damasco a visitar al rey Ben-adad de Siria que estaba enfermo. Hazael salió a su encuentro para saludarle y entregarle un presente de parte de Ben-adad de los mejores productos de la tierra que llevaba cargado en cuarenta camellos. Hazael llevaba el encargo de preguntarle si el rey sirio se recuperaría de su enfermedad. Elíseo le dio la extraña respuesta de que sí se sanaría, pero que todos modos moriría (2 R. 8:7-10). Elíseo también predijo que Hazael sería el siguiente rey de Siria y que durante su reinado se derramaría mucha sangre israelita. Hazael lo negó, pero al día siguiente asfixió con una manta a su señor (2 R. 8:11-15). Hazael tiempo después oprimiría a Israel sin compasión (2 R. 13:22). Elíseo instruyó a uno de los hijos de los profetas para que fuera a buscar a Ramot de Galaad a un soldado llamado Jehú y le ungiera como rey de Israel. Así lo hizo y Dios le encomendó que ejecutara a todos los miembros de la dinastía de Acab, incluida Jezabel, cuyo cadáver lo devorarían los perros después (2 R. 9:1-10). Nota: Dios había ordenado a Elias que ungiera tanto a Hazael como a Jehú, pero por alguna razón que ignoramos no lo hizo. (Véase 1 R. 19:15, 16.) 

17. Predijo las tres victorias de Israel sobre Siria (2 R. 13:14-19). Elíseo fue visitado en su lecho de muerte por Joás, el impío rey del norte, quien a pesar de todas sus iniquidades tenía aparentemente cierto afecto por el profeta. Al visitarle lloró ante su muerte inminente. Siguiendo las extrañas indicaciones de Eliseo, Joás arrojó una flecha a través de la venta del cuarto, lo cual simbolizaba la victoria de Israel sobre los sirios. Después le pidió que golpeara el suelo con unas flechas, lo que hizo tímidamente tres veces, enojándose Eliseo por ello, pues si hubiera golpeado el suelo cinco o seis veces se habría asegurado otras tantas victorias sobre Siria (2 R. 13:14-19). Durante los años que siguieron Joás recuperó las ciudades que su padre había perdido anteriormente a manos de los sirios, y los derrotó en tres ocasiones, tal como Eliseo había predicho (13:22-25). 

18. Resucitó a un hombre años después de haber muerto (13:20, 21). Eliseo murió y fue enterrado. Varios años después, cuando estaban sepultando un cadáver cerca de la tumba del profeta, dicho cadáver tocó accidentalmente los huesos de Eliseo y revivió, poniéndose en pie (13:20, 21)



LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO TERCERA PARTE

 LA ETAPA DEL REINO DIVIDIDO 

II. Los reyes de esta etapa del reino dividido.

EN LA INTRODUCCION A ESTA ETAPA SE REVISA COMO 

A) LA VISION DE CONJUNTO Y 

B) EL METODO DE MIRAR CON LUPA  ---------> ESTE  TITULO  TIENE LOS REYES DEL NORTE VISTO EN EL CAPITULO ANTERIOR "SEGUNDA PARTE" Y ESTA LA TERCERA PARTE HABLARA DE LOS REYES MAS IMPORTANTES DEL REINO DE SUR..

LOS REYES IMPORTANTES DEL SUR


A. Roboam (primer rey). 

1. Empezó a reinar en el 930 a.C. y reinó diecisiete años. 

2. Su falta de tacto y crueldad al responder a las demandas de algunos líderes ayudó a que se desatara la trágica guerra civil (1 R. 12:1-16). 

3. Fue ayudado inconscientemente por Jeroboam cuando éste provocó que los fieles sacerdotes y levitas del norte huyeran a Jerusalén. Estos hombres piadosos fueron en buena medida responsables de que el reino de Judá permaneciera en pie durante un siglo más después de la caída del reino del norte (2 Cr. 11:16, 17). 

4. El fracaso de Roboam empezó, sin duda, con su vida polígama, que le llevó a tener dieciocho mujeres y sesenta concubinas; estas mujeres le dieron veintiocho hijos y sesenta hijas. Otro factor contribuyente a su caída fue Maaca, su esposa favorita, hija de Absalón, quien aparentemente ejerció una funesta influencia sobre el rey y sobre Abías, el hijo de ambos, que le sucedió en el trono. El rey Asa, nieto de Maaca, pudo al fin doblegar su nefasto poder y la desposeyó de todos sus privilegios por su adoración idolátrica (2 Cr. 11:18-23; 12:1, 14; 2 R. 15:13). A medida que creció el poder de este rey también creció su maldad. Aparecieron en Judá templos, pilares e ídolos paganos en cada monte alto y debajo de cada árbol verde. Además, se extendió la homosexualidad en la tierra. Esta perversión sexual fue probablemente introducida entre los habitantes de Palestina por medio de Canaán, nieto de Noé. (Véase Gn. 9:20-25.) El pueblo de Israel había permitido ahora que esta perversión les degradara. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo habla contra el pecado de sodomía quizá más fuerte que contra ningún otro pecado (Ro. 1:18-32). 

5. En el año quinto de Roboam, Sisac de Egipto invadió Judá con un poderoso ejército. A causa de la debilidad de Roboam, Judá es ahora invadida por primera vez en 100 años por una potencia extranjera. Sisac conquista las ciudades fortificadas de Judá y asedia Jerusalén. El profeta Semaías dirige a Roboam y a los atemorizados habitantes de Jerusalén en un avivamiento espiritual. Dios perdona a Jerusalén, pero permite que la ciudad tenga que pagar tributos a Sisac a fin de que se den cuenta de que es mucho mejor servir a su Rey celestial que a uno tenrenal. Sisac despojó de sus tesoros al templo y del palacio real, incluyendo los escudos de oro que Salomón había hecho. Roboam los reemplazó después con escudos de bronce, simbolizando el rápido deterioro de la condición espiritual de Judá. Se podía ver ya el rastro de Icabod en la vida del reino del sur (2 Cr. 12:2-12; 1 S. 4:21). 

6. Después de reinar durante diecisiete años, muere Roboam y es sucedido en el trono por su hijo Abías (1 R. 14:31). 

7. Abías encuentra pronto una excusa para declararle la guerra a Jeroboam, el viejo enemigo de su padre. Se encuentran en el campo de batalla, Abías con 400.000 soldados y Jeroboam con 800.000. Antes de empezar el combate, Abías pronuncia un largo discurso dirigido a Jeroboam y a sus tropas sobre la necedad de rebelarse contra la casa de David y la impiedad de su adoración del becerro de oro, comparándolo con el verdadero templo y la verdadera adoración que se lleva a cabo en Jerusalén. Sin embargo, nada más terminar su discurso se da cuenta de que Jeroboam había enviado secretamente parte de su ejército a su retaguardia y que ahora los de Judá se encontraban rodeados por el enemigo. Abías clamó inmediatamente a Jehová y los sacerdotes tocaron las trompetas, y Jehová tornó en victoria lo que parecía una derrota irremediable. Jeroboam quedó derrotado y perdió 500.000 soldados (2Cr. 13:1-7). 

8. A pesar de esta victoria dada por Dios en el campo de batalla, Abías degeneró en un rey que hizo lo malo ante los ojos de Jehová (I R. 15:3, 4). Después de tres años de reinado, murió y le sucedió en el trono su hijo Asa (1 R. 15:8). 


B. Asa (tercer rey). 

1. Empezó su reinado en el 911 a.C. y reinó cuarenta y un años. 

2. Durante los primeros diez años de su reinado hubo paz en Judá y Asa usó sabiamente este tiempo. 

a. Dirigió al pueblo en un gran avivamiento (2 Cr. 14:2-5). 

b. Edificó ciudades y las fortificó con murallas, torres y puertas (2 Cr. 14:6, 7). 

3. Esta paz quedó de repente amenazada cuando un ejército de un millón de etíopes avanza para invadirlos (14:9)

4. Asa se siente impotente ante un ejército tan numeroso y clama a Dios: «... ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti hombre» (14:11)

5. Dios respondió esta oración y personalmente deshizo a los etíopes (14:12). 

6. Asa vuelve a casa agradecido y continúa con sus reformas (15:8-15). «Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma» (15:12)

7. El celoso rey llega incluso a desposeer de sus privilegios de reina madre a Maaca, la esposa de su abuelo Roboam, a causa de su idolatría (1 R. 15:13). 

8. En el año treinta y seis de su reinado, Baasa, rey del norte, le declaró la guerra y empezó a fortificar a Ramá para controlar la carretera que llevaba a Jerusalén y cortar así el tráfico y el comercio con la ciudad (2 Cr. 16:1). En vez de confiar en Dios como hizo cuando la invasión etíope, procuró comprar la ayuda de Ben-adad, rey de Siria (2 Cr. 16:2-6)

9. Asa es reprendido severamente por el profeta Hanani y le advierte que a partir de ese momento se vería plagado de guerras a causa de su infidelidad. Le recuerda elocuentemente lo que pasó con los reyes insensatos de los tiempos pasados (2 Cr. 16:8, 9). Hanani le dice entonces: «Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti» (16:9). Asa respondió enojándose contra Hanani y arrojándole en la cárcel (2 Cr. 16:10). Este es el truco favorito pero inútil de los monarcas pecadores contra siervos de Dios que no cooperan. Acab lo había hecho contra Micaías (2 Cr. 18:7). Sedequías lo hizo también con Jeremías (Jer. 32:3), y  Herodes con Juan el Bautista (Mt. 14:3). Así terminó Asa su buen reinado y empezó a oprimir al pueblo. Dos años antes de su muerte enfermó gravemente de sus pies, pero rehusó llevar su necesidad al Señor. Después de reinar durante cuarenta y un años, falleció y fue sucedido en el trono por su hijo Josafat (2 Cr. 16:10—17:1)


C. Josafat (cuarto rey). 

1. Empezó a reinar en el 873 a.C. y reinó veinticinco años. 

2. Empezó prosiguiendo con las reformas morales y proyectos de edificaciones que Asa su padre había iniciado (2 Cr. 17:3-6)

3. Durante su tercer año en el poder, instituyó un programa nacional de educación religiosa, enviando maestros a todas las ciudades importantes de Judá para instruir al pueblo en la ley de Moisés (17:7-9)

4. Vio aumentar su poder y recibió tributo de los filisteos (17:11)

5. En los últimos años de su reinado, sin embargo, malogró su testimonio comprometiéndose con los inicuos reyes del norte, Acab y sus dos hijos Ocozías y Oram. 

a. Su alianza matrimonial con Acab: permitió torpemente que su hijo Joram se casara con Atalía, la impía hija de Acab y Jezabel (2 Cr. 18:1). 

b. Su alianza militar con Acab en contra de Siria (2 Cr. 18:2,3). 

c. Su alianza mercantil con Ocozías, el hijo mayor de Acab, (2 Cr. 20:35-37). d. Su alianza militar con Joram, el hijo menor de Acab, contra Moab (2 R. 3:6, 7).

 6. Josafat regresó a casa después del fiasco sirio y es reprendido severamente por el profeta Jehú por su necedad en comprometerse con los reyes del norte (2 Cr. 19:1-3). El humillado Josafat reasumió una vez más sus reformas espirituales, involucrándose ahora directamente, visitando a su pueblo y animándoles a adorar a Dios, y nombrando hombres piadosos para juzgarles. Es verdaderamente digna de notarse su exhortación a estos jueces judíos (2 Cr. 19:6, 7). 

7. También nombra a Amarías como sumo sacerdote para servir como último tribunal de apelación en asuntos religiosos, y a Zebadías, un anciano líder de Judá, para intervenir en todos los casos civiles importantes. Aquí tenemos otro ejemplo del principio de la «separación de iglesias y estado» que encontramos frecuentemente en el Antiguo Testamento (como también en el Nuevo Testamento) (2 Cr. 19:11)

8. En este tiempo los moabitas y sus aliados le declaran la guerra a Judá, y llega la información a Jerusalén de que un fuerte ejército marcha hacia la Ciudad Santa. Josafat tiembla ante esta terrible noticia y convoca un tiempo nacional de ayuno y oración. Gente procedente de todo el país acude a Jerusalén para unirse al rey cuando este dirige personalmente la oración al lado del santuario. Ora diciendo: «... Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? ... ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos» (2 Cr. 20:6,12).

 9. Repentinamente el Espíritu de Dios descendió sobre un levita llamado Jahaziel que transmitió el siguiente mensaje: «... Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.... No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros» (2 Cr. 20:15, 17). 

10. El rey Josafat cayó sobre sus rodillas y dirigió al pueblo en un servicio de adoración y alabanza a Dios. El servicio termina con la participación del coro levítico cantando himnos gozosos de agradecimiento al Señor (20:18,19). A la mañana siguiente temprano el ejército de Judá sale a enfrentarse al enemigo. Después de consultar con sus consejeros, Josafat determina dejar que el coro inicie la marcha revestido con sus vestiduras santas y cantando: «Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre» (v. 21). Y así se encuentran con el enemigo. El Señor inmediatamente interviene causando consternación entre las tropas enemigas, y éstos empiezan a luchar entre sí, matándose unos a otros. Ninguna otra batalla se ha ganado, sin duda alguna, como esta en toda la historia. Los cantos ganaron a las espadas y los hosannas demostraron ser más fuertes que los caballos. Cuatro días después de la batalla, cuando habían recogido ya todo el botín que el enemigo había dejado (dinero, ropas, joyas), todos los de Judá se congregaron en un valle llamado Beraca, que significa «bendición», y de nuevo tuvieron un tiempo de alabanza a Dios (20:26-30). 


D. Atalía (séptima cabeza reinante). 

1. Empezó a reinar en el 841 a.C. y reinó durante seis años. 

2. Ya hemos indicado que Atalía (la hija de Jezabel) se había casado con Joram, el hijo de Josafat. Tuvieron un hijo a quien llamaron Ocozías; cuando éste fue asesinado por Jehú, Atalía usurpó el trono (2 Cr. 22:10).

3. Esta mujer asesina ordenó entonces la ejecución de todos los miembros de la casa real de Judá. 

4. Pero Josabet, la propia hija de Atalía (junto con esposo Joiada, que era el sumo sacerdote en esos días) escondió a Joás, un pequeño niño y único sobreviviente de aquella matanza (22:11). 

5. Después de ocultar al niño durante seis años, Joiada planeó un golpe de estado para destronar a Atalía, la única reina de Judá. Joiada etaba apoyado por el ejército y los sacerdotes levitas. Cuando todo estaba preparado Joás fue sacado de donde estaba escondido, presentado en público y proclamado rey. Cuando la sorprendida y enfurecida reina corrió para aplastar la revuelta, fue detenida y ejecutada. Es irónico notar que esta madre asesina, que había intentado una vez eliminar la simiente de David, fue ella misma ejecutada con las lanzas de David (2 R. 11:4-6). 


E. Joás (octavo rey). 

1. Subió al trono en el 835 a.C. y reinó durante cuarenta años. 

2. El joven rey cooperó con el sumo sacerdote Joiada en la promoción de un tiempo de renovación, que incluyó, entre otras cosas, la destrucción de los templos de Baal (2 Cr. 23:16-21; 24:1,2)

Joás determinó después que el templo de Dios necesitaba reparaciones y le ordenó a Joiada que las llevara a cabo. El sumo sacerdote construyó una caja especial de ofrendas para financiar las obras (2 R. 12:4-16)

Esta es la primera ofrenda voluntaria levantada entre el pueblo desde la construcción del tabernáculo por Moisés. (Véanse Ex. 35 y Nm. 7.) 

3. Después de la muerte de Joiada, Judá experimentó otra vez momentos difíciles. Mientras que el sumo sacerdote vivió, Joás caminó con rectitud, pero en cuanto que falleció tuvo lugar una trágica transformación. Fue sin duda una manifestación de la gracia de Dios que Joiada viviera 130 años como llegó a vivir; pero ahora estaba muerto y Joás estaba sin él tan perdido como Lot sin Abraham (2 Cr. 24:2, 15, 16). 

4. Notemos los tristes sucesos que tuvieron lugar en los últimos años de Joás: 

a. Poco después de los funerales de Joiada, los líderes de Judá indujeron al rey a que dejara la adoración a Dios y adorara los ídolos paganos. Joás comete ahora el mismo error, necio y fatal, que cometió Roboam, su antepasado en el trono: permitir que le aconsejen los corrompidos. (Véanse 1 R. 12:8; 2 Cr. 24:17-19.) 

b. El rey sirio Hazael empezó una campaña de engrandecimiento de su reino mediante la toma de la ciudad de Gat. Seguidamente emprendió la marcha hacia Jerusalén, pero fue contentado por Joás cuando este con urgencia le envió el oro y los tesoros del templo (2 R. 12:17,18)

c. Entonces el Espíritu de Dios descendió sobre Zacarías, hijo de Joiada, y denunció con osadía la idolatría de Judá e hizo un llamamiento al arrepentimiento nacional. No aceptaron esta palabra de amonestación y finalmente Joás ordenó que lo apedrearan hasta matarlo. Este es quizá el momento más negro de la historia de Judá: el asesinato de su propio sumo sacerdote. Nuestro Señor se referiría a ello ocho siglos y medio después (Mt. 23:35). Zacarías viene a ser el Esteban del Antiguo Testamento, pues ambos hombres fueron lapidados por decir la verdad. (Véase Hechos 7:51-59.) Sus últimas palabras fueron: «... Jehová lo vea y lo demande» (2 Cr. 24:22). Zacarías está pidiendo que su muerte sea vengada por Dios. Ya hemos señalado la favorable comparación entre Zacarías y Esteban, pero se da una diferencia significativa en que el sumo sacerdote muere demandando que Dios juzgue a sus asesinos, mientras que Esteban pide que el Señor los perdone (véase Hch. 7:60). La gracia del Nuevo Testamento va más allá que la ley del Antiguo Testamento. 

5. Unos pocos meses después de la muerte de Zacarías, el ejército sirio volvió y Dios permitió que Jerusalén fuera capturada, los principales líderes ejecutados y la ciudad saqueada. Joás mismo fue mal herido en esta guerra y finalmente asesinado por sus siervos que conspiraron contra él. 


F. Uzías (décimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 790 a.C. y reinó durante cincuenta y dos años. 

2. Uzías es el segundo de los reyes de Judá en la duración de su reinado. Fue un buen rey y fue ayudado mucho por un piadoso profeta de Dios llamado Zacarías (2 Cr. 26:5). Nos maravillamos de los logros que alcanzó: 

a. Reconstruyó la ciudad de Elat y la recuperó para Judá. 

b. Sometió a su dominio las ciudades fuertes de los filisteos. 

c. Venció a los árabes. 

d. Hizo que los amonitas le entregaran un tributo anual. 

e. Su fama se extendió hasta Egipto y otras naciones.

f. Construyó torres fuertes en Jerusalén. 

g. Edificó también torres en el desierto. 

h. Abrió muchos pozos. 

i. Crió mucha ganadería. 

j. Cultivó muchas viñas y huertas. 

k. Organizó su ejército en regimientos. 

Su ejército consistió de 307.500 soldados bien entrenados, que estaban mandados por 2.600 capitanes. 

l. Los equipó con el mejor equipo de guerra conocido. 

m. Construyó ingeniosas máquinas de guerra para lanzar muchas flechas y grandes piedras desde las torres (2 Cr. 26:6-15). 

3. Pero cuando estaba en el apogeo de su prosperidad el orgullo le arruinó. Se nos dice: «Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina» (26:16). La primera criatura de la creación de Dios que pecó escuchó palabras parecidas en contra suya. (Véanse Is. 14:12-15; Ez. 28:12-17.) 

4. Su pecado fue entremeterse en las funciones del sacerdocio quemando incienso en el altar del incienso. 

5. En el mismo momento que lo hacía fue confrontado y reprendido por el sumo sacerdote Azarías y otros ochenta sacerdotes valientes. Fue advertido de que dicha tarea estaba únicamente asignada a los descendientes de Aarón. Uzías se enfureció y no estuvo dispuesto a ceder. Allí mismo y cuando todavía tenía en su mano el incensario, Dios le castigó con lepra (26:17-21). Uzías fue el tercero y último de los reyes bíblicos que cometió el error fatal de asumir funciones que correspondían a los sacerdotes. Dios rechazó al primero (Saúl, 1 S. 13:11-14), le quitó el hijo al segundo (Jeroboam, 1 R. 14:17), y ahora castiga al tercero con lepra. 

6. Uzías murió tiempo después en esta trágica condición. «Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová...» (2 Cr. 26:21). 


G. Acaz (duodécimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 735 a.C. y reinó dieciséis años. 

2. Este joven y arrogante rey de veinte años enfrentó dificultades desde el comienzo de su reinado. 

a. Se vio amenazado por la alianza de Rezín, rey de Siria, y Peka, rey de Israel (2 R. 15:37; 16:5, 6), que le atacaron por separado y conjuntamente. Querían castigarle porque rehusó unirse a ellos para formar un frente común a fin de frenar el creciente poder del rey de Asiria. (2 Cr. 28:5, 6; 2 R. 16:5). b. Isaías visitó al aterrorizado rey y le aseguró que no tenía que preocuparse porque la conspiración de Siria e Israel no prosperaría, y que ambas naciones serían pronto destruidas (en sesenta y cinco años) (Is. 7:1-9).

c. Dios entonces invitó a Acaz, por medio de Isaías; a que le pidiera una señal divina para probarle que sus enemigos serían de verdad destruidos como se había profetizado. El incrédulo rey rehusó hacerlo (aparentemente porque se había decidido a unirse a Israel); Isaías a pesar de todo predijo que una señal vendría de parte de Dios mismo para toda la casa de David (no sólo para .Acaz) que demostraría el poder y el amor de Dios para toda la simiente de Abraham. Notemos el elocuente lenguaje: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Is. 7:14). ¡Así predijo Isaías el nacimiento virginal de Cristo! Siete siglos después el ángel Gabriel le recordaría estas palabras a un angustiado carpintero de Nazaret (Mt. 1:18-25)

d. Acaz no sólo rehusó prestar atención a la palabra de Dios, sino que volvió su corazón a la adoración de Baal, ofreciendo incluso a sus propios hijos en sacrificio a esta deidad diabólica en el valle de Hinom, a las afueras de Jerusalén (2 Cr. 28:1-4). 

e. Debido a esto. Dios permitió que muchos enemigos avasallaran y despojaran el reino de Acaz. 

f. Acaz desesperado se volvió en busca de ayuda al rey Tiglat-pileser de Asiría. Trató de comprar su protección enviándole junto con la solicitud de ayuda el oro y la plata del templo (2 Cr. 28:16-21; 2 R. 16:7,8). 

g. Tiglat-pileser accedió y atacó a Siria, capturando Damasco y matando al rey Rezín, uno de los enemigos de Acaz. El rey de Judá viajó hasta Damasco para besar la, mano del rey asirio. Mientras que estaba allí vio un altar pagano que le llamó la atención, copió su diseño y lo envió junto con la descripción y medidas al sacerdote Urías, con la orden de que se lo tuviera listo para su regreso. Este altar pagano reemplazó el viejo altar de bronce en el templo (2 R. 16:10-16). De esa manera continuó con esta viciosa adoración pagana (2 Cr. 28:22). 

h. Tiglat-pileser prosiguió con sus conquistas deportando al pueblo de algunas ciudades del norte de Israel y de la tierra al este del Jordán (2 R. 15:29). 


H. Ezequías (decimotercer rey). 

1. Empezó su reinado en el 715 a.C. y reinó durante veintinueve años. 

2. Sus reformas. Ezequías fue en la opinión de Dios el mejor rey de Judá hasta este momento. Sus logros espirituales serían sólo superados por su nieto Josías (2 R. 18:5)

-Quitó los santuarios paganos, 

-rompió las piedras sagradas, 

-destruyó las representaciones de Asera, y la serpiente de bronce que hizo Moisés (Nm. 21:9), que era adorada por el pueblo. 

3. Su riqueza. Fue más rico que todos los otros reyes del norte o del sur, su vastas riquezas fueron solamente superadas por Salomón (2 Cr. 32:27-30). 4. Su servicio en el templo. Durante el primer mes de su reinado, Ezequías ordenó el restablecimiento de los sacrificios de animales, dándose cuenta de la gran ley mosaica que establece: «... y la misma sangre hará expiación de la persona» (Lv. 17:11; véase también He. 9:22). El rey organizó entonces la orquesta del templo, compuesta de arpas, salterios, címbalos, y un grupo especial de sacerdotes con trompetas. Fue también formado un coro de levitas que tenía en su repertorio los salmos de David. Cuando todo estuvo listo, el pueblo fue invitado a acudir al templo (2 Cr. 29:20-30). Este tuvo que ser uno de los grandes servicios de adoración de todos los tiempos. 

5. Su gran celebración de la Pascua. Ezequías empezó a planear la más grande celebración de la pascua que habían tenido desde la dedicación del templo con Salomón hacía ya tres siglos (2 Cr. 30:26). La noticia corrió por toda Judá y se enviaron cartas a distintos lugares de Israel invitando a la gente al arrepentimiento y al gozo de la comunión con Dios, lo cual podrían alcanzar participando en la Pascua. Muchos del reino del norte se rieron e hicieron burla de semejante invitación (para un ejemplo del Nuevo Testamento, véase Le. 14:16- 24), pero otros respondieron gozosamente (2 Cr. 30:3-11). Se programó originalmente que la celebración durara siete días, pero se decidió unánimemente continuarla durante otros siete días. Se ofreció durante estos días una cantidad grande de animales, que incluía 20.000 novillos y 17.000 ovejas (2 Cr. 30:21-27). Cuando al fin los fieles regresaron a sus casas continuaron creciendo en el avivamiento, a medida que los ídolos familiares eran destruidos (2 Cr. 31:1). Ezequías también organizó a los sacerdotes y levitas en distintos cuerpos de servicio, nombrando a unos para ofrecer los sacrificios de animales y a otros para la alabanza (2 Cr. 31:2, 3). Años atrás, David había nombrado a 288 para dedicarse exclusivamente para la alabanza y la acción de gracias al Señor (1 Cr. 16:4; 6:31, 32). Una y otra vez leemos acerca de este consagrado coro: 

a. Cuando el templo fue dedicado en el reinado de Salomón (2 Cr. 5:12, 13). 

b. Cuando el Señor derrotó a una coalición de enemigos de su pueblo en tiempos de Josafat (2 Cr. 20:21)

c. Cuando la inicua reina Atalía fue destronada bajo la dirección del sumo sacerdote Joyada (2 Cr. 23:13). 

d. Durante el avivamiento de Ezequías (2 Cr. 29:25-28)

e. Durante la celebración de la Pascua en el tiempo de Josías (2 Cr. 35:15, 16)

f. Cuando el remanente que volvió puso los fundamentos del templo en el tiempo de Esdras (Esd. 3:11,13). El avivamiento espiritual del pueblo se mostró también en que entregaban los diezmos para las necesidades del templo. El sumo sacerdote Azarías depositó el excedente en cuartos especialmente preparados en el templo. Notemos su testimonio: «... Desde que comenzaron a traer la ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha somucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones» (2 Cr. 31:10). Esta gloriosa verdad aparece ampliada en el último de los libros del Antiguo Testamento (Mal. 3:8-10). 

6. Sus logros militares. Judá estuvo pagando tributos a Asiria durante el reinado de Acaz, pero Ezequfas se rebeló contra el rey Salmanasar de Asiria en el cuarto año de su reinado y nunca más pagó el tributo (2 R. 18:7). También dirigió con éxito una campaña contra los filisteos en este tiempo (2 R. 18:8)

7. Su enfermedad y recuperación. Ezequías cayó azotado por una enfermedad mortal, probablemente algún tipo de tumor, y Dios le comunicó por medio de Isaías que no se recuperaría. La razón para la enfermedad pudo ser su orgullo (2 Cr. 32:24, 25; Is. 38:17). El afligido rey se humilló ante Dios y le rogó que le perdonara. El Señor le escuchó y le prometió que le añadiría quince años más a su vida (2 R. 20:1-6). En consecuencia, Ezequías fue el único ser humano que jamás vivió que pudo (durante quince años) contar con seguridad que volvería a ver amanecer el día cuando se retiraba a dormir. Isaías preparó una masa de higos para ponerla sobre la llaga de Ezequías. Aquel emplasto no tenía, por supuesto, más poder sanador que tenía el barro que Jesús usó para untar los ojos del hombre ciego (Jn. 9:6). Ambos milagros de sanidad fueron el resultado de la fe en la promesa y poder de la Palabra de Dios (2 R. 20:7). Ezequías pidió una señal sobrenatural que probara que el tratamiento realmente funcionaría. Dios se lo concedió y, a petición del rey mismo, la sombra del reloj de sol del rey retrocedió diez grados (2 R* 20:8-11). El doctor John Davis escribe lo siguiente acerca de este milagro: «La señal que Dios dio a Ezequías fue ciertamente uno de los más espectaculares milagros en la historia del Antiguo Testamento. En el patio del palacio había aparentemente una serie de gradas (no necesariamente un reloj de sol como solemos imaginárnoslo) arregladas de tal manera que la sombra que el sol proyectaba sobre ellas daría una noción aproximada del tiempo. A petición del rey, y probablemente en presencia de un buen grupo de sirvientes y funcionarios (¿y embajadores extranjeros, tal vez?), la sombra retrocedió diez gradas (o grados) ¿Cómo pudo Dios realizar realmente este milagro? ¿Hizo que la tierra se parara en su rotación y retrocediera un poco? Todos los verdaderos cristianos estaríamos de acuerdo en que Dios puede hacer tal cosa, porque él es el origen de todas las cosas y por él subsisten (Col. 1:17). Pero la Biblia nos da a entender claramente que este no fue el método que Dios usó; porque al referirse a este milagro, 2 Crónicas 32:24 declara que Ezequías oró a Jehová, él le respondió y le dio una señal (hebreo: mopheth ). Pero en el versículo 31 se nos dice que Babilonia envió embajadores a Ezequías para inquirir acerca de este portento (mopheth) que había sido hecho en el país (2 Cr. 32:31). Fue, entonces, un milagro bien localizado geográficamente, que no involucró una paralización y retroceso de la rotación de la tierra, lo que implicaría que habría ocurrido en toda la zona del Cercano Oriente. En su lugar, el milagro sucedió en el “país” (Judá), y para ser más específico fue solamente en el patio de la casa del rey que la sombra retrocedió diez grados (Is. 38:8). Es la convicción de este escritor que la comprensión correcta de este milagro nos ayuda a entender lo que sucedió en aquel largo día del tiempo de Josué (Jos. 10:12-14). En razón de que lo que Josué necesitaba era una prolongación de la luz solar (no que la rotación de la tierra se hiciera más lenta), su necesidad podía ser satisfecha mediante una continuación sobrenatural de la luz del sol y de la luna en Palestina durante un día completo hasta que el ejército de Josué pudiera alzarse con la victoria y derrotar por completo al enemigo.» (Solomon to the Exile , pp. 128, 129.) El profeta Isaías incluye en su libro para nosotros una página del diario de Ezequías, escrito durante la agonía de aquella terrible enfermedad. Es un relato bien sombrío en verdad Os. 38:9-20). Algunos creen que Ezequías pasó los últimos quince años de su vida poniendo en orden las Escrituras del Antiguo Testamento, debido a que se encuentran con frecuencia las letras hebreas «H Z K» al final de muchos libros del Antiguo Testamento en los manuscritos hebreos. 

8. Sus visitantes babilonios. Ezequías recibió la visita de los enviados de una creciente potencia, que pronto se enfrentaría y derrotaría a la poderosa Asiria. Los babilonios pudieron haberle visitado por varias razones: 

a. Presentar sus respetos a un rey que hacía poco se había recuperado de una enfermedad mortal. 

b. Para saber cómo había sucedido. Los babilonios estaban realmente fascinados con la astrología, toda su vida nacional giraba alrededor del movimiento de los astros. (Véanse Is. 47:13; Dn. 2:27; Jer. 10:2.) 

c. Para determinar cuánto podrían sacar de Jerusalén cuando alcanzaran el poderío mundial (2 R. 20:12, 13). Ezequías actuó neciamente mostrándoles todos sus tesoros y fue por ello reprendido severamente por el profeta Isaías. El profeta predijo entonces que tiempo después de la muerte del rey, Judá sería llevada en cautiverio por los babilonios, en parte para hacerse con los tesoros que Ezequías les había mostrado. La respuesta del rey manifiesta un gran egoísmo: «... La palabra de Jehová que has hablado, es buena. Después dijo: Habrá al menos paz y seguridad en mis días» (2 R. 20:19). (Véase también Ro. 7:18.) Nos dice la Escritura que Dios permitió la visita de los babilonios para probar a Ezequías, pero él no pasó el examen (2 Cr. 32:31). 

9. Su dura prueba con Senaquerib. Como ya hemos observado, Ezequías se había rebelado contra el pago de tributo a Asiria durante el cuarto año de su reinado. Pero al empezar su décimo cuarto año de reinado, el poderoso sucesor de Salmanasar empezó a amenazar a Jerusalén. Ezequías intenta componer las cosas aceptando el tributo que el rey asirio le impone de trescientos talentos de plata y treinta de oro (nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa de oro). Este triste intento de aplacar al ambicioso Senaquerib nos recuerda a Neville Chamberlain, el primer ministro británico, que acudió mansamente a Munich al final de los años treinta para entregarle a Hitler media Europa. Pero la táctica no funcionó como muy pronto descubrieron Ezequías y Chamberlain. Senaquerib subió contra Jerusalén y la sitió (2 R. 18:17; Is. 36:1). 

Ezequías hizo un desesperado esfuerzo por defenderse reforzando los muros y reclutando un ejército, e incluso motivándoles con arengas desafiantes. Pero parece que el mismo rey tenía serias dudas en cuanto al resultado final de la crisis (2 Cr. 32:1-8). Senaquerib había enviado con el ejército a su Rabsaces (título para su más alto oficial), quien primeramente intentó rendir la ciudad mediante el poder de sus palabras de amenaza. Lanzó sus terribles amenazas desde las fuentes de agua que abastecían a la ciudad, un lugar donde él sabía estaban concentrados el mayor número de judíos. Les dio siete razones por las que Jerusalén debería de rendirse inmediatamente (2 R. 18:17-35).

a. Egipto, su aliado, era incapaz de auxiliarles (v. 21). 

b. Habían «ofendido» a Jehová su Dios al destruir todos los lugares de adoración excepto el de Jerusalén (v. 22). Los judíos que oyeron este argumento debieron de reírse mucho ante semejante estupidez. Es cierto que Ezequías había eliminado los santuarios paganos (18:4), pero sólo porque eran centro de adoración de Baal.

c. Jerusalén tenía un ejército débil (v. 23). Rabsaces ofrece incluso entregarles 2.000 caballos si ellos disponen de jinetes para montarlos. 

d. Era la voluntad de Dios que él conquistara Jerusalén (v. 25). Era cierto que Isaías había predicho la invasión asiria de Palestina (Is. 10:5, 6), pero no porque ésta fuera su perfecta voluntad, sino como un castigo divino por sus pecados. 

e. Asiria disponía de un gran ejército (v. 24). 

f. Les ofreció condiciones aceptables de rendición (v. 31). Nadie en sus cabales se tragaría esa mentira, porque los asirios eran conocidos por no tratar bien a sus prisioneros. 

g. Señaló también la total imposibilidad de que Jehová les pudiera salvar (v. 35). Este bocazas aprendería muy pronto por experiencia personal cuán «débil» era en realidad Jehová. Durante toda esta manifestación de arrogancia de los asidos, la delegación judía, compuesta de tres hombres, sólo interrumpió una vez a Rabsaces. Tímidamente le pidieron que las «conversaciones de paz» se llevaran a cabo en arameo (siriaco), y no en hebreo, para evitar que lo entendiera la multitud que escuchaba. Los negociadores judíos temían que cundiera el pánico si la gente del pueblo se daba cuenta de la seriedad de la situación. Rabsaces no sólo lo rechazó sino que incluso elevó todavía más la voz para que todos pudieran escuchar. Pero no cundió el pánico sino que el pueblo se mantuvo en silencio. Esto fue sabio porque, ¿cómo responde una oveja a los gruñidos y ladridos de un perro salvaje? (2 R. 18:27, 28, 36). 

10. Su oración por la ciudad de Jerusalén. La delegación judía informó inmediatamente a Ezequías de todas las amenazas del Rabsaces. El rey buscó a Dios fervientemente en oración y pronto supo por medio del gran profeta Isaías que él ya había determinado la muerte de Senaquerib, y que nada tenía que temer de las amenazas asirias. (Véase 2 R. 19:1-7 y tabién Fil. 4:6, 7.)

11. La respuesta de parte del Señor. En este momento Dios se dirige tanto a Ezequías como a Senaquerib por medio del profeta Isaías (2 R. 19:20-33). A Ezequías le dijo: 

a. «He oído» (v. 20). Esto solo era ya suficiente para confortar el corazón del rey. (Véanse Sal. 20:1; 34:4; 120:1; Jon. 2:2; 1 Jn. 5:14.) Cuán diferentes son los ídolos sordos del paganismo. (Véanse Sal. 115:2-7; 135:15-21.) 

b. Volvería a plantar, sembrar y cosechar en los campos que los asirios habían destruido (v. 29). 

c. El ciclo normal de la agricultura volvería a funcionar para el tercer año (v. 29). 

d. Este tiempo de prueba produciría un fuerte remanente de creyentes fieles en Jerusalén (v. 31). A Senaquerib le dijo: 

e. Sión no te tiene miedo (v. 21). 

f. Te escarnece y menosprecia (v. 21). 

g. La única razón por la que has logrado algunos éxitos es porque yo te lo he permitido (v. 25). 

h. Conozco todas las cosas que piensas, dices y haces (v. 27). 

i. Te pondré argolla en la nariz y freno en tu boca y te haré salir de Jerusalén (v. 28). Nota: Esta era una crueldad que los asirios solían infligir sobre sus cautivos. Otra nación pagana sufrirá la misma clase de juicio durante la tribulación. (Ez. 38:4.) 

j. No entraría en Jerusalén ni siquiera dispararía su arco contra la ciudad (v. 32).

k. El mismo sería asesinado por miembros de su propia familia (v. 7). Nota: Los descubrimientos arqueológicos indican que Senaquerib murió aplastado por sus propios hijos. Lo hicieron deslizándose dentro de su capilla privada de oración y dejando caer sobre él la gigantesca estatua del dios Nisroc, ¡su dios! El doctor John Davis escribe: «Y así, el orgulloso y gran rey de Asiria, que se había jactado ante Ezequías de que Dios era impotente, no solamente perdió su ejército con un simple movimiento del dedo de Jehová, sino también él mismo murió aplastado por la imagen de un dios inexistente a quien había dedicado su vida.» (S o lo m o n to th e E xile, p. 124.) 

l. Salvaría la ciudad por amor de sí mismo y de su siervo David (v. 34). 

m. Todo esto será así porque cuando te burlaste de Jerusalén, te mofaste también de mí. Dios no solamente prometió salvar Jerusalén, sino que aseguró al rey que ni una flecha enemiga caería dentro de la ciudad. Aquella misma noche el Ángel del Señor mató a 185.000 soldados asirios y en la mañana se vieron los cuerpos muertos a todo lo largo dél horizonte. Algunos creen que este ángel era Cristo mismo. En cualquier caso, el poder de un ángel es tremendo. Nuestro Señor nos dice en Mateo 26:53 que él podía, si lo deseara, llamar a doce legiones de ángeles para ayudarle. En aquellos días una legión estaba compuesta de 6.000 hombres. Eso significa que Cristo tenía a su disposición al menos 72.000 guerreros celestiales. Los asirios experimentaron ahora lo que los egipcios habían sufrido unos ocho siglos antes (Ex. 12:29). Senaquerib volvió inmediatamente a Nínive y allí fue asesinado, tal como Dios lo había profetizado (2 R. 19:36, 37). Ezequías murió después de un glorioso reinado de veintinueve años y fue sucedido en el trono por su hijo Manasés (2 R. 20:20, 21; 2 Cr. 32:32, 33). 

I. Manasés (decimocuarto rey). 

1. Empezó a reinar en el 695 a.C. y reinó durante cincuenta y cinco años. 

2. El decimocuarto rey de Judá fue, sin duda, único entre todos los reyes del norte y del sur. Notemos lo siguiente: 

a. Reinó más tiempo que ningún otro rey. 

b. Tuvo el padre más piadoso, hasta ese momento, de todos los reyes de Judá. 

c. Su nieto Josías fue el mejor de todos. 

d. Fue el único rey impío que se arrepintió genuinamente de sus pecados antes de su muerte. 

e. Fue el peor de todos los reyes hasta antes de su arrepentimiento. 

3. El reinado de Manasés antes de su conversión (tal como se registra en 2 R. 21:2-6,2 Cr. 33:1- 20) probablemente sobrepasaría en maldad los gobiernos de Hitler y Stalin. Consideremos las siguientes acciones: 

a. Reconstruyó todos los altares de Baal que su padre había destruido (2 Cr. 33:3)

b. Levantó altares para la adoración pagana de los astros del cielo (Zodiaco) en los atrios de la casa de Dios (2 Cr. 33:4, 5). 

c. Sacrificó a sus propios hijos en altares de dioses diabólicos en el valle de Hinom como lo había hecho su abuelo Acaz (33:6). 

d. Consultó a espíritus de adivinación y hechicería (33:6)

e. La tradición dice que mató a Isaías cortándole en partes con una siena (He. 11:37).

f. Dios dijo que cometió más infamias y maldades que las naciones paganas que vivieron anteriormente en Palestina (2 R. 21:11). 

g. Derramó sangre inocente por todas partes (2 R. 21:16). 

h. Ignoró por completo varios avisos de parte del Señor en relación con todo esto (2 Cr. 33:10).

i. Fue hecho prisionero temporalmente por el rey de Asiria.

j. Se arrepintió mientras estaba en la prisión y Dios le perdonó. 

k. Le fue permitido reinar otra vez sobre Judá. 

l. Reinó durante cincuenta y cinco años y fue sucedido en el trono por su hijo Amón. 


J. Josías (decimosexto rey). 

1. Empezó a reinar en el 640 a.C. y reinó durante treinta y un años. 

2. Josías fue el mejor de los reyes desde Salomón. «No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual» (2 R. 23:25). Sus logros nos asombran. Nos preguntamos cómo se las arregló para comer y dormir. 

3. Las reformas de Josías. 

a. Comenzó a buscar a Dios siendo muy joven, de dieciséis años (2 Cr. 34:3). b. A la edad de veinte años empezó su gran obra de reforma (34:3). 

c. Destruyó todos los altares de Baal (34:4). 

d. Deshizo todas las imágenes y esculturas convirtiéndolas en polvo y esparciéndolo sobre los sepulcros de aquellos que habían sacrificado a ellas (34:4). 

e. Quemó los huesos de los sacerdotes paganos sobre sus propios altares (34:5). 

f. Llevó esto a cabo en ciudades distantes de Israel y en su propio reino (34:6)

g. A la edad de veintiséis empezó a reparar el templo (34:8). 

h. Dirigió al pueblo en un «servicio multitudinario de arrepentimiento» como resultado del descubrimiento del libro de la ley de Moisés (2 R. 23:1-3,18-21,29-32). Después hizo que se leyera a todo el pueblo. 

i. Planeó y presidió una de las celebraciones de la Pascua más grandes de todos los tiempos (2 Cr. 35:1, 18)

j. Mató a los sacerdotes paganos que antes habían nombrado otros reyes de Judá (2 R. 23:5). 

k. Sacó fuera de Jerusalén la imagen de Asera que estaba en el templo (2 R. 23:6). 

l. Derribó los lugares de prostitución masculina (23:7). 

m. Mandó venir a Jerusalén a los sacerdotes de Dios que vivían en otras ciudades de Judá (23:8). 

n. Destruyó el altar de Tofet que estaba en el valle de Hinom para que no se ofrecieran sacrificios humanos sobre él (23:10). 

ñ. Quitó también las esculturas de caballos y carros (dedicadas al dios sol) que estaban instaladas cerca de la entrada del templo (23:11). 

o. Derribó los altares de Acaz que estaban sobre el tejado del Templo 23:12

p. También quitó los altares que Manasés había ordenado levantar en los atrios del templo (23:12). 

q. Derribó los santuarios paganos de Astoret (dios de Sidón), Quemos (dios de Moab), y Milcom (dios de Amón) que Salomón había edificado para sus muchas mujeres (23:13). 

r. También quebró el altar de Bet-el que había levantado Jeroboam I (23:15), cumpliéndose así una profecía de 300 años de antigüedad. (Véase 1 R. 13:1,2.) 

s. Demolió todos los santuarios paganos que había en los montes de Samaria (23:19). t. Exterminó también a todos los brujos y adivinos (23:24). 

4. El ministerio bíblico de Josías.

 a. Al limpiar el templo, el sumo sacerdote Hilcías descubrió un viejo rollo que resultó ser una copia de la ley de Moisés (2 R. 22:8). 

b. Josías fue informado y rasgó sus vestiduras de horror al darse cuenta de cuánto habían sido ignoradas y ridiculizadas las Escrituras del Antiguo Testamento durante el reinado tanto de su padre como de su abuelo (22:9- 13). Aparentemente, durante el reinado del inicuo Manasés la Palabra de Dios había sido completamente destruida, y probablemente sería un delito grave poseer un ejemplar de la ley de Dios. Pero algunos sacerdotes fieles habían ocultado un ejemplar en el templo esperando días mejores. 

c. El joven rey ordenó a Hilcías buscar el consejo de una piadosa mujer, la profetisa Huida, acerca de todo este asunto. Este mujer bien pudo ser una tía carnal de Jeremías. (Véanse 2 R. 22:14; Jer. 32:7.) Dios había hablado a veces a su pueblo por medio de una mujer, y lo haría otras veces después de esta ocasión (22:14). 

(1) Habló por medio de Miriam, la hermana de Moisés (Ex. 15:20). 

(2) Obró por medio de Débora (Jue. 5). 

(3) La esposa de Zacarías era una profetisa (Le. 2:36). 

(4) Las cuatro hijas de Felipe eran tenidas por profetisas (Hchi 21:9). 

d. El mensaje de Huida fue una doble profecía. Dijo: 

(1) Que a causa del trágico y vergonzoso fracaso espiritual de Judá, Dios ya había determinado juzgar a su pueblo. Pronunció sobre la Santa Ciudad las terribles palabras del .Señor (22:17). 

(2) Que a causa del amor de Josías por el Señor, él no vería todo esto y que el juicio vendría después que él muriera. «... serás llevado a tu sepulcro en paz...» (2 R. 22:20). No debemos entender estas palabras en el sentido de que Josías moriría de forma tranquila en su lecho real (porque en realidad murió en el campo de batalla), sino que él sería librado del dolor de la cautividad a manos de los babilonios y de la subsiguiente destrucción de Jerusalén. e. Josías entonces convocó al pueblo en el templo y él personalmente leyó la ley de Moisés en voz alta y les instó a que obedecieran la Palabra de Dios (2 R. 23:1-3). 

5. La gran celebración de la Pascua de Josías. Esta fiesta que había empezado en Egipto hacía casi 900 años (Ex. 12), no se había evidentemente vuelto a celebrar desde los días de Ezequías, hacía unos sesenta años. Pero Josías estaba ahora determinado a enmendar el olvido. Notamos con sorpresa el gran número de animales sacrificados en esta ocasión (2 Cr. 35:7, 8 ). 

a. Animales: 

(1) Treinta mil corderos. 

(2) Tres mil novillos. 

(3) Seis mil setecientas ovejas. 

(4) Trescientos bueyes. 

b. El arca del pacto. 

Según 2 Crónicas 35:18 esta fue la más grande celebración pascual de todos los tiempos. Durante esta celebración de la pascua, Josías subió la sagrada arca del testimonio a su lugar propio en el templo (2 Cr. 35:3). Esta es la última mención que se hace en el Antiguo Testamento del mueble más sagrado que jamás se haya construido. Su historia es realmente fascinante. (1) Es primeramente mencionada en Exodo 25:10. 

(2) Fue depositada en el tabernáculo por Moisés (Ex. 40:21). 

(3) Fue transportada por el pueblo de Israel durante los cuarenta años de su peregrinación en el desierto (Nm. 10:35; 14:44). 

(4) Siguió al pueblo de Israel cuando cruzaron el río Jordán (Jos. 4:5). 

(5) Fue llevada alrededor de Jericó (Jos. 6:13). 

(6 ) Fue puesta al lado de Josué en el monte Ebal mientras que él leía la ley a todo el pueblo (Jos. 8:33). 

(7) La instalaron formalmente en el nuevo tabernáculo levantado en Silo (Jos. 18:1). 

(8 ) Fue llevada al campo de batalla por los impíos Ofni y Finees (1 S. 4:4). (9) Fue capturada por los filisteos y retenida durante siete meses (1 S. 4:11; 6:1). 

(a) La trasladaron a Asdod donde derrotó a Dagón (1 S. 5:1). 

(b) La llevaron después a Ecrón donde causó una gran plaga ( 1 S. 5:10).

(10) Fue llevada a Bet-semes por dos vacas que criaban, pero allí el Señor castigó a algunos de la ciudad por mirar dentro del arca (1 S. 6:12). 

(11) Luego la trasladaron a Quiriat-jearim donde permaneció durante veinte años (1 S. 7:1). 

(12) Fue llevada por Saúl a Gabaa. Aquí dio la victoria a los israelitas sobre los filisteos (1 S. 14:18). 

(13) David quiso trasladarla desde Baala a Jerusalén en un carro nuevo. Uza murió en el camino por tocarla (2 S. 6:3).

14) Descansó durante tres meses en la casa de Obed-edom (2 S. 6:11). 

(15) David la trasladó definitivamente a Jerusalén (2 S. 6:16). 

(16) El sumo sacerdote Sadoc se la llevó a David, cruzando el torrente de Cedrón, cuando escapaba de la rebelión de Absalón (2 S. 15:24). 

(17) La devolvieron a Jerusalén por orden de David (2 S. 15:25, 29). 

(18) Fue instalada en el templo de Salomón (1 R. 8:1). 

(19) No sabemos lo que sucedió al final con ella. 


6 . La trágica muerte de Josías. 

a. Necao, rey de Egipto, planeó dirigir un ejército a través de Judá para presentar un frente unido con Babilonia frente a Asiría en Carquemis (2 Cr. 35:20). 

b. A causa de esto Josías le declaró la guerra a Necao. El Faraón egipcio intentó en vano convencer al rey de Judá de que no tenía pleito con él, y le advirtió de que no interviniera, no fuera que Dios le destruyera en la guerra (35:20, 21). 

c. Josías rechazó la oferta de paz y atacó a Necao en el valle de Meguido. El campo de Meguido, localizado en la llanura de Esdraelón (Jezreel), había sido ya escenario de muchas batallas: 

(1) Débora y Barac derrotaron aquí a los cananeos (Jue. 4—5). 

(2) Gedeón denotó aquí a los madianitas (Jue. 7). 

(3) David derrotó aquí a Goliat (1 S. 17). 

(4) Fue aquí donde los filisteo mataron a Saúl (1 S. 31). 

(5) Fue aquí donde Josías fue herido de muerte (2 Cr. 35:22). 

(6 ) Será en este campo donde un día tendrá lugar la gran ¿batalla del Armagedón (Zac. 12:11; Ap. 16:16). 

d. Josías fue herido mortalmente por los flecheros de Necao a pesar de entrar disfrazado en la batalla (como lo hizo otro rey en otra ocasión). (Véase 1 R. 22:30.) Lo llevaron a Jerusalén donde lo sepultaron en medio de una gran ceremonia y dolor. El profeta Jeremías estuvo presente en el funeral (2 Cr. 35:23-25). 'Judá no volvió a tener más reyes buenos. De aquí en adelante el país cayó en un gran declive espiritual. Josías fue sucedido en el trono por su hijo Joacaz (2 Cr. 36:1). 


K. Joacim (decimoctavo rey). 

1. Empezó a reinar en el 609 a.C. y reinó durante once años. 2. Con la excepción de su tatarabuelo Manasés, Joacim puede ser catalogado como el peor de los reyes de Judá. Veamos su nefasto historial: 

a. Se construyó un gran palacio, de grandes recámaras, con muchas ventanas, cubierto con panel de madera de cedro y pintado de rojo. Se aprovechó para hacerlo del trabajo de esclavos, mientras que su propio pueblo sufría (Jer. 22:13, 14). 

b. Estaba lleno de egoísmo, codicia y deshonestidad (22:17). 

c. Mató a los inocentes, oprimió a los pobres y reinó con crueldad (22:17). 

d. Ordenó matar al profeta Urías, un hombre de Dios que denunció sus excesos. Mandó perseguirle y buscarlo en Egipto, Cayéndole prisionero a Jerusalén (Jer. 26:20-22). 

e. Intentó frecuentemente silenciar al profeta Jeremías (26:24; 36:19, 26). f. Quemó en una ocasión un rollo que contenía los escritos y profecías inspiradas de Jeremías. Pero no le dio resultado, porque el profeta volvió a escribir todo lo que el rey había destruido y añadió una escalofriante profecía contra Joacim (36:22, 23, 27-32)

3. Joacim se convirtió en vasallo de Nabucodonosor después que los babilonios derrotaron a los asirios y egipcios en la batalla de Carquemis. En los últimos años de su reinado Nabucodonosor capturó Jerusalén y se llevó algunos de sus vasos sagrados a Babilonia. Encadenó a Joacim para llevárselo prisionero, pero aparentemente, por alguna razón, lo restauró en el trono de Judá como un rey vasallo (2 R. 24:1; Jer. 25:1; 2 Cr. 36:6, 7). Sí se llevó, sin embargo, algunos jóvenes judíos de la aristocracia, uno de los cuales fue Daniel (Dn. 1:3,4). 

4. Pasados tres años, Joacim fue convencido por el grupo pro Egipto de su corte para que se rebelara contra Babilonia. 

5. Aunque Nabucodonosor no pudo aparentemente aplastar la rebelión en forma rápida en este tiempo, Dios castigó al inicuo rey de Judá permitiendo que la tierra fuera invadida por bandas de sirios, moabitas y amonitas (2 R. 24:2, 3). 

6 . Joacim murió y, como fue profetizado por Jeremías (Jer. 22:18, 19; 36:30), fue sepultado como un animal salvaje. Su cadáver fue sacado de Jerusalén y arrojado en un vertedero de basura, no fue llorado ni por su propia familia. Le sucedió en el trono su hijo Joaquín (2 R. 24:5, 6 ). 


L. Sedequías (vigésimo rey). 

1. Empezó a reinar en el 597 a.C. y reinó durante once años. Este fue el hijo más joven del piadoso rey Josías, y a semejanza de sus hermanos Joacim y Joaquín, Sedequías hizo lo malo ante los ojos de Jehová. Fue conocido como el «rey marioneta». (2 R. 24:18, 19; 2 Cr. 36:12). 

2. Sedequías mostró al principio señales de querer obedecer la ley de Moisés (Jer. 34:8-10). 

3. En el cuarto año de su reinado hizo un viaje a Babilonia, seguramente para reafirmar su lealtad a Nabucodonosor (Jer. 51:59). 

4. Cuando volvió se vio forzado a imponer silencio al profeta Jeremías, quien hablaba mucho en voz alta en público (Jer. 27-29). 

5. Jeremías sufrió mucho bajo el reinado de Sedequías. 

a. Fue aborrecido y conspiraron contra él a causa de su mensaje de juicio divino (Jer. 11:8- 10). 

b. Fue arrestado por Pasur, el sacerdote del templo, golpeado y sujetado en el cepo durante una noche (20:1-3). 

c. Casi io matan después de uno de sus mensajes en un violento tumulto de sacerdotes y profetas falsos de Judá (26:7-9). 

d. En el año cuarto del reinado de Sedequías, un falso profeta llamado Hananías refutó públicamente a Jeremías, diciendo que Jehová iba a romper el yugo de Babilonia en dos años (28:1-4). 

e. Fue arrestado y arrojado en la cárcel acusado de traición (27:11 -16)

f. Lo sacaron de allí y lo pusieron en una celda del palacio por orden del voluble Sedequías (37:21). 

g. Sin embargo, pronto fue sacado de allí por judíos violentos que lo metieron en la cisterna del patio de la cárcel. No había agua en la cisterna y Jeremías se hundió en el lodo (38:1-6). 

h. Lo liberaron otra vez y de nuevo trató de convencer a Sedequías, sin lograrlo, de que se sometiera al dominio babilonio como castigo de Dios (38:14-26). 

i. Fue otra vez encarcelado durante los dos años últimos del triste y pervertido reinado de Sedequías. Dios le ordenó en este tiempo que comprara un campo de su primo Hanameel (32:6-15). 

6 . Sedequías rechazó neciamente el consejo de Jeremías y se rebeló contra Nabucodonosor, incluso aunque le había jurado lealtad (2 Cr. 36:13). El rey de Babilonia respondió yendo contra Jerusalén y sitiándola. La ciudad resistió durante treinta meses, pero en julio del 586 a.C. se rindió cayendo en manos de los babilonios. En la última noche Sedequías trató de escapar, pero fue capturado cerca de Jericó y llevado a la presencia de Nabucodonosor, quien le castigó a ver la ejecución de sus propios hijos y después le sacaron a él los ojos. Fue finalmente encadenado y llevado cautivo a Babilonia donde murió (Jer. 52:4-11; 39:1-7)., Nota: Jeremías le había advertido de que tendría que m irar cara a cara al rey de Babilonia (32:4; 34:3), pero Ezequiel profetizó que no vería Babilonia con sus propios ojos (12:6,12,13). Estas terribles profecías se cumplieron. 

7. Durante los últimos días de julio del 587, Nebuzaradán, capitán de la guardia de Nabucodonosor, prendió fuego al templo, junto con la mayoría de los edificios públicos y privados. Las murallas de la ciudad fueron destruidas (Jer. 52:12, 13). 

8 . Nabucodonosor ordenó también la ejecución del sumo sacerdote Serías, además-de otros setenta y tres altos funcionarios. El exilio de Judá quedó ahora completado (Jer. 52:24-27). Desde este momento y hasta el 14 de mayo de 1948 d.C., Israel cesó de existir como nación. 

Los  profetas orales   importantes ------> continuara en cuarta parte!