III. Micaía: un hijo idólatra (17— 18).
Micaía, un ladrón e idólatra, es animado por su propia madre a iniciar «su propia religión», lo cual lleva a cabo (entre otras cosas) contratando a un levita muy codicioso de dinero como su sacerdote personal (17:1- 13). Este pervertido «pastor privado» es seducido posteriormente por los de la tribu de Dan para que se convierta en su sacerdote oficial (18:1-31).
IV. Un levita cobarde (19—21).
A. Estos capítulos son tres de los más deprimentes de
toda la Biblia. La historia comienza cuando un levita y su infiel concubina pararon para pasar la
noche en Gabaa, ciudad de la tribu de Benjamín
(19:1-15).
B. La pareja se hospedó con un anciano de la ciudad.
Aquella noche la casa fue rodeada por un grupo
de pervertidos sexuales y demandaron que saliera
el levita y que participara en sus repugnantes y degradantes prácticas. El cobarde levita se salvó entregando a su mujer a este grupo miserable. Para
el amanecer aquellos pervertidos habían abusado
de tal manera de la mujer que murió (19:16-27).
C. El levita (que por las apariencias estaba
emocional mente enfermo), descuartizó el cuerpo
de su mujer en doce pedazos y envió una parte a
cada tribu de Israel, junto con la información de
lo que había sucedido (19:28, 29).
D. La noticia de aquel crimen sexual enfureció de tal
manera a los israelitas que organizaron un ejército de unos 400.000 hombres para castigar a aquellos pervertidos de Gabaa (19:30—20:íl).
E. Los ciudadanos de Benjamín rehusaron, sin embargo, entregar a los culpables, y estalló la guerra
civil. Después de una sangrienta guerra en la que
se enfrentaron tres veces, y en la que Israel perdió a 40.000 hombres. Benjamín quedó derrotado,
y de sus 26.000 soldados sólo quedaron 600 vivos. Entonces, aunque entristecido. Israel proveyó, en un acto de sensatez, de esposas para estos
600 sobrevivientes a fin de que Benjamín no desapareciera como tribu de la faz de la tierra
(20:12—21:25).